Ellen G. White y el movimiento a favor de los derechos de las mujeres

El trasfondo histórico de algunas declaraciones de Ellen G. White respecto al movimiento de las mujeres,[1] es desconocido. Debido a esto, algunas personas adscritas al pensamiento jerárquico[2] consideran que ella estaba negando explícitamente los derechos de las mujeres, en materia de igualdad con el hombre, afianzando un modelo de dominio masculino y de sometimiento femenino[3].

En respuesta a estas críticas que se hacen en contra,[4] los que de una u otra manera apoyan el liderazgo femenino y la ordenación de las mujeres en todos los niveles eclesiásticos; se señala el hecho de que existe un contexto que se desconoce y que es pasado por alto.

Un estudio de sus declaraciones, arroja luz importante sobre lo que ella tenía en mente respecto al movimiento de las mujeres desde sus inicios, y posterior desarrollo. Así como las percepciones que sostuvo respecto a la relación varón-mujer. Cuando no se entiende con claridad su posición, es posible entonces que se presente una idea equivocada de lo que la autora propone.

En esta investigación se analizarán varias declaraciones, tomando en cuenta el contexto histórico en el cual se hicieron. Por lo tanto, este estudio se dividirá en cuatro partes: 1) Apreciación inicial sobre el movimiento de las mujeres, 2) el rol de Sarepta Iris Henry, 3) los problemas que se desarrollaron dentro del movimiento, y finalmente 4) Ellen G. White y los derechos de las mujeres.

Unión Pro Temperancia de Mujeres Cristianas (WCTU)

Por sus siglas en inglés, Woman’s Chris-tian Temperance Union, era un movimiento en pro de los derechos de las mujeres que se fundó, inicialmente, con la intención de combatir el alcoholismo. Las mujeres preocupadas por la condición de sus maridos –los cuales llegaban ebrios a sus hogares–, decidieron tomar cartas en el asunto.[5] En 1873, en la ciudad de Ohio y Nueva York, varias mujeres fueron a la iglesia a orar, para luego marchar hasta las tabernas, y pedir a los propietarios que las cerraran. De hecho, los resultados fueron tan positivos, que esto las llevó a organizarse como un movimiento. Convirtiéndose de esa forma en el más antiguo y más grande de Norteamérica.

Más adelante este movimiento, incluyo otros problemas sociales aparte del alcohol. Lucharon contra la esclavitud, el tabaquismo, las drogas, el abuso (sexual, emocional, físico, etcétera), y por los derechos de las mujeres.[6]

Sentían que se necesitaba hacer cambios profundos en la sociedad, para poder salvar sus hogares. Barbara Leslie Epstein señala que la UPTMC, buscaba la igualdad de las mujeres en diferentes esferas:

Frances Willard y otras mujeres de la UPTMC apoyaron firmemente la igualdad de derechos para las mujeres en todas las áreas de la vida pública. Además, Willard, por lo menos, afirmaba que la mujer debía recibir entrenamiento y educación, y que debía tener a su alcance una ocupación fuera del hogar, de modo que no tuviera que depender del matrimonio para su sostén. También creía que los hombres debían participar en la vida familiar en general y en el oficio de ser padres en particular, y que el esposo y la esposa debían tratarse el uno al otro como iguales.[7]

¿Estuvo de acuerdo Ellen G. White con este movimiento? En sus escritos encontramos que lo apoya, especialmente por el tema de la temperancia. El 18 de junio de 1908, escribió un artículo en la Review and Herald, expresando lo siguiente:

La Unión Femenina de Temperancia Cristiana es una organización con la cual podemos colaborar entusiastamente en sus esfuerzos por difundir los principios de la temperancia. Se me ha revelado que no debemos apartarnos de ellos, y aunque no debemos sacrificar ningún principio de nuestra parte, debemos, hasta donde sea posible, unirnos con ellos en la obra en favor de la reforma pro temperancia… Debemos trabajar con ellos cuando podamos hacerlo, y ciertamente podemos colaborar con ellos en la campaña para cerrar definitivamente los lugares donde se expenden bebidas alcohólicas.”[8]

Los efectos que tenía el movimiento de mujeres, eran muy notables. White sintió que estaban haciendo una excelente labor en la cual los adventistas debían participar. Ella entendía que el tema de la temperancia era algo que los adventistas proclamaban al mundo, como una necesidad, por lo tanto, era coherente que se unieran.

Luego en octubre de 1914, la Ellen G. White volvió a hacer un llamado a las

mujeres adventistas, sobre este movimiento:

“Necesitamos actualmente manifestar un interés decidido en la obra de temperancia de la Unión de Mujeres Cristianas. Nadie que asevere tomar parte en la obra de Dios, debe dejar de interesarse en el gran objeto de esta organización, en sus ramos de temperancia.”[9]

Inclusive esto motivó para que los dirigentes de este movimiento fuesen invitados a las reuniones adventistas para unir esfuerzos:

“Sería bueno que en nuestros congresos anuales, invitásemos a los miembros de dicha unión a tomar parte en nuestros ejercicios. Esto les ayudaría a familiarizarse con las razones de nuestra fe, y nos prepararía el camino para unirnos con ellos en la obra de temperancia. Si lo hacemos, veremos que la cuestión de la temperancia significa más de lo que muchos de entre nosotros suponen.

En algunas cosas, las dirigentes de la Unión de Mujeres Cristianas están más adelantadas que los que dirigen nuestra obra.”[10]

Una adventista: ¿Líder en el movimiento de mujeres?

Sarepta Irish Henry, una destacada oradora y líder de la Unión Pro Temperancia de Mujeres Cristianas, se unió a la Iglesia Adventista en 1896. Debido a sus pesadas labores en el movimiento protemperancia, su salud se deterioró al punto de que llegó inválida en 1895 al Sanatorio de Battle Creek. Allí fue donde conoció el mensaje adventista.

Henry, buscó consejos en Ellen G. White respecto de lo que debía hacer después de su bautismo. White vivía en ese entonces en Australia cuando recibió la carta de Henry. Pronto entablaron una linda amistad.[11] La pregunta de ella era si debía continuar trabajando para la UPTMC.

White le respondió lo siguiente:

“Agradezco al Señor con toda mi alma y corazón, y con toda mi voz, por el hecho de que usted haya sido una dirigente prominente e influyente en la Unión de Mujeres por la Temperancia Cristiana. En la providencia de Dios, ha sido traída a la luz para obtener un conocimiento de la verdad […].”[12]

Reafirmó en Henry la importancia de su presencia en el movimiento:

“El Señor no le ordena que se separe de la Unión de Mujeres Cristianas. Necesitan toda la luz que usted pueda darles. Haga brillar toda la luz posible en el camino de ellas. Concuerde con ellas en el terreno de los principios elevados y puros que hicieron posible la creación de la Unión de Mujeres Cristianas.”[13]

Esos principios puros incluían todos los puntos que se han mencionado. Para White eran apropiados y debían ser impulsados. También hizó frente a las críticas contra Henry, por parte de algunos adventistas:

“No creo que haya alguien en nuestro pueblo con un entendimiento tan limitado que fuera a decirle a la Hna. Henry que corte sus lazos con la Unión de Mujeres por la Temperancia Cristiana. La hermana Henry puede sembrar las semillas de la verdad en esa sociedad. No es necesario que comparta todo el conocimiento que ha obtenido acerca de temas controversiales, pero puede compartir las buenas nuevas de la salvación. Entonces, cuando los corazones hayan sido suavizados por la obra del Espíritu Santo, y las murallas del prejuicio comiencen a caer, ella podrá presentar la verdad punto por punto. Este trabajo por la Unión de Mujeres tiene un lado desalentador y agotador, y debiéramos unirnos en apoyar a nuestra hermana. Solo la eternidad revelará lo que se ha logrado por esta clase de ministerio. Solo entonces sabremos cuántas almas enfermas de duda y cansadas de la mundanalidad, fueron traídas al gran Médico que quiere salvar hasta lo sumo a los que se allegan a él. Cristo es un Salvador resucitado, y en sus alas hay salud.”[14]

Sarepta Henry, recibió una credencial ministerial desde 1898-1899,[15] por parte de la Asociación General.[16] Ella vio que las mujeres adventistas estaban desatendidas, y las mujeres que trabajan en la iglesia con ella, eran apáticas y frías, respecto a las necesidades de otras mujeres adventistas. Animada por las cartas de Ellen G. White, trabajó en la organización del Ministerio de la Mujer, para la denominación.[17]

Uno de los objetivos de este Ministerio, era fortalecer los derechos y capacidades de las mujeres adventistas. Así como la preparación que debían tener para salir al campo misionero. Debe recordarse que ya para esa época, había más de una veintena de pastoras con credenciales extendidas por diferentes Asociaciones (sin ordenación).

De hecho, la labor que realizo Henry fue de gran bendición para la iglesia. Pero inesperadamente murió en 1900, mientras iba camino a una reunión de la Asociación General.[18] Su muerte representó mucho para White, y los líderes de la iglesia. En ese mismo año White escribió:

“Lamento mucho la muerte de la Hna. Henry. La luz que me había sido dada, indicaba que ella tenía una obra que hacer en la Unión de Mujeres por la Temperancia Cristiana, y que sus energías y la capacidad que Dios le había dado, no debían ser utilizadas para servir a nuestro pueblo. Ella podía hacer por esa asociación lo que ninguna otra persona dentro de nuestras filas podía hacer; y Dios la acompañaría en su trabajo.”[19]

“La Hna. Henry se dedicó con toda su alma al trabajo de reforma. Su influencia fue un sabor de vida para vida. Vamos a sentir la falta de su obra personal. Su testimonio siempre fue equilibrado, juicioso.”[20]

El Pr. L. A. Hoopes, Secretario de la Asociación General (para ese momento), escribió en memoria de Henry:

“Las mujeres que han respondido al llamado tienen el mismo ministerio que ellas tuvieron mientras la Hermana Henry estaba viva. Hay tanta necesidad de continuar su trabajo como siempre. El ministerio de la mujer continuará en tanto el trabajo del evangelio continúe”[21]

La política: Una pésima idea

Ellen G. White, desde 1898 había empezado a detectar el problema que aquejaría a este movimiento, que tanto bien había hecho hasta ese momento. La relación que había empezado a tomar con los negocios de la política, eran una pésima idea. Consciente de esto, escribió a Sarepta Henry:

“Sin embargo he visto con tristeza que muchas de ellas se están dedicando a la política, y se han opuesto a Dios. Han entrado en debates, cuestiones y teorías que no necesitaban entrar.”[22]

Frances Willard,[23] la segunda presidenta del movimiento, empezó a promover otras ideas. Estas llevaron a que el movimiento se distanciara del feminismo, por sus fuertes lazos con la política. La propaganda para promover el voto femenino tenía asociación con la promoción del amor libre, el espiritismo, y la eliminación del “vil sistema de matrimonio”.[24] Lo que en sí suponía una distorsión de los propósitos iniciales del movimiento.

White observo que el movimiento estaba tomando un rumbo igual que los sindicatos, los cuales fueron fuertemente reprobados por ella, no por los derechos laborales y el trato justo de los trabajadores, sino por su naturaleza política.[25] Esto se refleja en su respuesta a la Sra. Graves:

“Ella tenía una carta en su mente y desde que supo que yo estaba en casa deseó verme. Ella dijo que sentía que debía  desahogar sus sentimientos conmigo. Ella deseaba que yo investigara sobre el sufragio femenino”[26]

A medida que comenzaron a hablar, White señaló que ambas encontraron puntos en los cuales estaban de acuerdo, como por ejemplo el cierre de prostíbulos, atención a las mujeres abusadas, y protección a los niños:[27]

“La Sra. Graves veía el asunto de la misma manera que yo en lo concerniente al crimen y la desmoralización de la sociedad. Ella dice que las mujeres deben votar si esta ley es resistida. Tuvimos una larga charla sobre la temperancia. Le dije que mi mente no estaba preparada para un asunto como la de las mujeres votando. Ella había estado pensando y meditando sobre estas cosas y su mente estaba madura sobre ellas.”[28]

Lo interesante es que Ellen G. White no se opuso a la necesidad de cambios en la sociedad, pero no se sentía preparada para tomar parte activa en dichos propósitos. Porque, de acuerdo a su apreciación, la obra del evangelio era el mejor antídoto, y su labor iba en ese rumbo:

“…mientras mi trabajo era de otra clase. Nosotras estábamos haciendo sobre el tema de la temperancia lo que ninguna otra clase de personas en el mundo estaba [haciendo]. Estábamos tan a favor de un compromiso contra el tabaco como contra el licor”[29]

Debe enfatizarse que White no estaba en contra de que las mujeres ejercieran su derecho a votar, sino las consecuencias de estar involucradas en partidos políticos, en forma activa. Las mujeres que estén maduras para tomar la decisión de votar, como la Sra. Graves, deben hacerlo como cualquier ciudadano.

Este problema bajo el liderazgo de Willard, era algo que estaba incomodando inclusive a Sarepta Henry ya en 1896, que era dirigente en ese mismo movimiento. Sin embargo Willard murió en 1898.

Ellen G. White y los derechos de las mujeres

Los jerárquicos intentan sostener que Ellen G. White, negó de forma explícita los derechos de las mujeres, entre ellos la igualdad. Posiblemente la declaración más usada, es una que ella hizo en 1864, pero a su vez es la menos entendida en su contexto:

“Los que se sienten llamados a unirse al movimiento en favor de los derechos de las mujeres y la así llamada reforma del vestido, sería mejor que cortaran su conexión con el mensaje del tercer ángel. El espíritu que acompaña al uno no puede estar en armonía con el otro.”[30]

Sin embargo, Gerhard Damsteegt[31]  pasa por alto el hecho de que el movimiento contra la esclavitud y la templanza estaban relacionados con el movimiento a favor de los derechos de las mujeres,[32] como se ha demostrado, si White apoyo el ideal inicial de estos dos movimientos, también lo hizo de forma parcial con el tercero. Ellen G. White sentía que un movimiento no determinaría los derechos de las mujeres que están contemplados en la Biblia. En ningún aspecto, White negó estos derechos, en especial la igualdad, como se verá más adelante.

¿Qué se proponía Ellen G. White con esto? Simplemente evitar, la relación con los aspectos políticos y espiritistas[33] que habían ganado terreno entre los líderes del movimiento. Así como los conceptos errados en la vestimenta, que iba en abierta violación a los principios bíblicos, de que los hombres y las mujeres no deben intercambiar su ropa.

La naturaleza de este movimiento feminista distaba de los ideales de la iglesia. Uno estaba preocupado por los asuntos políticos y seculares,[34]  mientras que White enfatizaba la importancia de la vida espiritual, y la reforma de las personas para tener un cambio.

Por otro lado, sentía que la misión de la iglesia podía comprometerse en ese momento por la dirección que el movimiento estaba tomando, si los adventistas eran confundidos con los espiritistas nadie los iba a escuchar:

Los espiritistas, en una extensión considerable, han adoptado este estilo de vestir. Los adventistas que creen en la restauración de los dones, con frecuencia son confundidos con los espiritistas. Si adoptan esta vestimenta, su influencia estará muerta. La gente los catalogará en el mismo nivel que los espiritistas y rehusará escucharles.”[35]

Defensora de los derechos de las mujeres

La declaración de White, no queda solo en las advertencias del movimiento en pro de los derechos de las mujeres, sino que profundizó en la igualdad de las mujeres.

Ella continua diciendo:

“Las Escrituras hablan con claridad acerca de las relaciones y los derechos de los hombres y mujeres.”[36]

Según Alicia Worley,[37] una búsqueda de la frase “derechos”, revelo 400 declaraciones de libros, cartas y manuscritos de Ellen G. White, que abordan diferentes puntos sobre los derechos de las mujeres. Para ella, todos debían tener acceso a los derechos innatos dados por Dios, por ejemplo, derecho a la vida, felicidad, libertad, de conciencia, individualidad y pensamiento independiente.[38] Así como recibir atención, y un pago justo por su trabajo.

Para White, la Biblia es clara en cuanto a los derechos de las personas, que no necesita depender de un movimiento para que sean reconocidos. Dios los otorgó a todos. En este caso, existen suficientes pruebas bíblicas para la igualdad de las mujeres y los varones.

Por ejemplo en la relación matrimonial, escribió muchas veces sobre la individualidad de la esposa, en su pensamiento y conciencia:

“Dios le dió a ella una conciencia, que no puede violar con impunidad. Su individualidad no puede desaparecer en la de su marido, porque ha sido comprada por Cristo. Es un error imaginarse que en todo debe hacer con ciega devoción exactamente como dice su esposo, cuando sabe que al obrar así han de sufrir perjuicio su cuerpo y su espíritu, que han sido redimidos de la esclavitud satánica.”[39]

Con respecto al trabajo, la Ellen G. White defendió decididamente el derecho que tenían las mujeres de recibir un pago igual que el de los hombres, incluyendo aun a las esposas de los pastores:

“Nuestras enfermeras son instadas a prometer trabajar para algunas personas y por cierta cantidad de dinero. Se comprometen a servir de ese modo, y después se encuentran insatisfechas. Es necesario que se demuestre más igualdad en el trato con nuestras enfermeras. Hay entre nosotros enfermeras inteligentes y concienzudas, que trabajan fielmente y en todo tiempo. Necesitamos enfermeras como éstas, y debieran recibir un sueldo mejor, de modo que si se llegaran a enfermar pudieran disponer de dinero suficiente para tomarse un descanso y realizar un cambio.”[40]

“Elegid a mujeres que desempeñen su parte con fervor. El Señor utilizará a mujeres inteligentes en la obra de enseñar. Y nadie piense que no deben recibir remuneración por sus labores esas mujeres que comprenden la Palabra y tienen habilidad para enseñar. Debiera pagárseles así como se les paga a sus esposos.”[41]

“Hay esposas de ministros, como las hermanas Starr, Haskell, Wilson y Robinson, que han sido obreras dedicadas y fervientes. Han dado estudios bíblicos y han orado con las familias, y han sido tan exitosas en su trabajo personal como sus esposos. Estas mujeres dedican todo su tiempo, y sin embargo se les ha dicho que no recibirán nada porque sus esposos ya reciben un sueldo. Les he dicho que sigan adelante, que estas decisiones han de ser revisadas. La Palabra dice: “El obrero es digno de su salario”. Lucas 10:7.”[42]

También protestó contra las injusticias que la organización cometía contra las mujeres, ignorando sus necesidades, cuando estas dedicaban sus horas a servir a la causa:

“Cuando se tomen tales decisiones, voy a protestar en el nombre del Señor. Y voy a considerar mi deber crear un fondo con el dinero de mi diezmo para pagar a estas mujeres que están cumpliendo una labor tan esencial como la de los ministros. Este diezmo será utilizado para la misma línea de trabajo que realizan los pastores: ganar almas.”[43]

¿Cuál fue la posición de White respecto al derecho de preparación que tiene la mujer? Sostuvo una defensa, sobre el derecho que las mujeres tienen al acceso de la educación con el fin de ocupar cargos de responsabilidad:

“¿Por qué las mujeres no cultivan su intelecto? ¿Por qué no habrán de aceptar el propósito de Dios para su existencia? ¿Por qué no habrán de reconocer la potencialidad de sus propios poderes dados por Dios y esforzarse por desarrollarlos al máximo para hacer el bien a otros y avanzar la obra de la reforma y de la verdad en el mundo? Satanás sabe que las mujeres son una poderosa influencia para el bien o para el mal; por lo tanto intenta alistarlas para su causa”[44]

“Escuchamos mucho acerca de la educación de las mujeres y es un asunto que merece cuidadosa atención. La más alta educación para la mujer está en cultivar plenamente todos sus talentos y posibilidades.

El corazón, el espíritu y la mente, tanto como la parte física, deben ser adecuadamente desarrollados.”[45]

La igualdad entre hombres y mujeres

Los jerárquicos han tratado de mostrar un cuadro errado de Ellen G. White, especialmente intentando establecer criterios misóginos sacando citas de su contexto histórico-cultural. Para ellos, es evidente que la mujer no puede optar por derechos de igualdad, sino estar sometida al hombre. La única opción que tienen es ser madres y amas de casa.

Pero esta idea es una verdad a medias, porque la procreación no es un asunto de una sola persona, sino de dos.[46] La crianza y educación es responsabilidad de la pareja, cada uno con sus roles.[47] Sin embargo, este hecho biológico no impide que las mujeres se puedan desarrollar en otras áreas.

Por otro lado, White apunta hacia la importancia que da la Biblia no solo a la (1) relación varón-mujer, sino a los (2) derechos de cada uno. No hay necesidad de un movimiento para establecer estos criterios de igualdad, porque la Biblia ya los establece.

“La mujer debe ocupar el puesto que Dios le designó originalmente como igual a su esposo. El mundo necesita madres que lo sean no sólo de nombre sino en todo sentido de la palabra.”[48]

“Debe considerar que tiene igualdad con su esposo, que debe estar a su lado permaneciendo fiel en el puesto de su deber y él en el suyo.”[49]

Es evidente que Ellen G. White, consideraba que la mujer fue creada en igualdad al hombre, el plan original de Dios se pervirtió con el pecado, pero aun así, en Cristo se debe volver a lo que fue el inicio:

“Eva fué creada de una costilla tomada del costado de Adán; este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, sino que más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él.”[50]

El texto de Génesis 3:16, según White, es descriptivo no prescriptivo, a “Eva se le habló de la tristeza y los dolores que sufriría”.[51] Alguno de los dos debía sujetarse al otro para mantener la armonía, sin embargo esta sujeción fue pervertida, asumiendo una jerarquía agresiva, rompiendo el designio divino:[52]

“Ninguno de los dos debe tratar de dominar. El Señor ha presentado los principios que deben guiarnos. El esposo debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia. La mujer debe respetar y amar a su marido. Ambos deben cultivar un espíritu de bondad, y estar bien resueltos a nunca perjudicarse ni causarse pena el uno al otro”[53]

Por otro lado, se ha distorsionado la función del esposo, con el concepto de que es el “sacerdote” del hogar, convirtiéndose en un mediador de la mujer. Ellen G. White, usa la imagen de los patriarcas, quienes construían altares para mostrar su lealtad a Dios. En este sentido ella invitaba a los padres para que presentaran a su familia ante el Señor: “Si alguna vez hubo un tiempo cuando todo hogar debería ser una casa de oración, es ahora. Los padres y las madres debería elevar sus corazones a menudo hacia Dios para suplicar humildemente por ellos mismos y por sus hijos”.[54] La aplicación que ella hace del padre como sacerdote, es quien construye ese altar.

Es cierto que la familia constituye un modelo de la iglesia, pero no está presidida solo por los hombres. Ellen G. White, creía que los esposos en igualdad representan a Dios[55] y la presiden:

Cada familia es una iglesia en la que presiden los padres. La primera consideración de los padres debiera ser trabajar por la salvación de sus hijos. Cuando el padre y la madre, como sacerdote y maestra de la familia, toman su posición plenamente del lado de Cristo, se ejercerá en el hogar una buena influencia”[56]

Entonces, cuando ese vínculo de igualdad se rompe, la relación se ve seriamente afectada. Para White, la sumisión es mutua en el Señor (Ef 5:21)[57]

“Si la mujer incrementa el uso de su tiempo y facultades confiando en la fuerza y la sabiduría que Dios puede darle, puede estar en pie de igualdad con su esposo y actuar como consejera, compañera y colaboradora, sin perder su modestia y gracia femenina. Al elevar su propio carácter, estará elevando y ennobleciendo los caracteres de su propia familia, e inconscientemente estará ejerciendo una poderosa influencia sobre todos los que la rodean.”[58]

Mantuvo además una visión igualitaria respecto a los miembros de la iglesia, considerando que los problemas que surgen se deben porque no se respeta la igualdad que todos tienen.[59] Y consideró que el Espíritu Santo capacita a hombres y a mujeres para ser pastores de su grey.[60]

Por lo tanto, ese concepto de que Dios estableció un liderazgo masculino para regir a la iglesia, para White, va contra lo que dice la Biblia. El liderazgo de la iglesia es entre hombres y mujeres.[61]

Problemas de interpretación

Muchos de los problemas que tienen los jerárquicos, es por la mala interpretación que hacen de algunos pasajes bíblicos para querer imponer el criterio de dominio. Ellen G. White fue consciente de ese problema, ya que escribió a maridos autoritarios para mostrarles cuál era su mal proceder:

“No evidencia virilidad el esposo espaciándose constantemente en su puesto como cabeza de la familia. No aumenta el respeto hacia él cuando se le oye citar la Escritura para apoyar sus derechos a ejercer autoridad. No le hará más viril el requerir de su esposa, la madre de sus hijos, que actúe de acuerdo con los planes de él como si fuesen infalibles. El Señor ha constituido al esposo como cabeza de la esposa para que la proteja; él es el vínculo de la familia, el que une sus miembros, así como Cristo es cabeza de la iglesia y Salvador del cuerpo místico.”[62]

Un esposo que considera inferior a la esposa, está haciendo la obra del enemigo. [63] También, White señaló los problemas en las relaciones sexuales, cuando los esposos quieren convertir a sus esposas en objetos sexuales,[64] violando su valor y dignidad como mujer. Lo cual es un producto de la mala interpretación bíblica.

Por otro lado, los jerárquicos fallan en interpretar que la cabeza de la iglesia son solamente los hombres, anulando así a Cristo. Ellen G. White no consideró que el liderazgo en la iglesia recaiga solo en los hombres. Cristo es la cabeza de la iglesia, y todos forman parte de su cuerpo. No existe ese concepto de que el hombre es cabeza de la iglesia, o que las mujeres no pueden ser líderes. Ella, creía que ninguna persona puede ser cabeza en la iglesia, puesto que se desplaza a Cristo de su puesto, corriéndose el riesgo de caer en el concepto jerárquico del sistema papal:

“Dios no ha hecho alusión alguna en su Palabra a que él haya elegido a un hombre para que sea la cabeza de la iglesia.”[65]

En vez de nombrar a uno como su cabeza, Cristo dijo de los discípulos: “No queráis ser llamados Rabbí;” “ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.”

“Cristo es la cabeza de todo varón.” Dios, quien puso todas las cosas bajo los pies del Salvador, “diólo por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que hinche todas las cosas en todos.”[66]

“La iglesia está edificada sobre Cristo como su fundamento; ha de obedecer a Cristo como su cabeza. No debe depender del hombre, ni ser regida por el hombre.”[67]

Esto incluye el concepto de que tanto hombres como mujeres, están en el plano de igualdad, como seres humanos son propensos a errar. Pretender ser guiados por un finito, es usurpar la obra del Espíritu Santo.[68] Lo cual destruye por completo las argumentaciones de los jerárquicos, quienes consideran que las mujeres no pueden ser líderes porque son más propensas al pecado o intelectualmente inferiores.

Conclusión

Ellen G. White, mantuvo una visión optimista hacia el movimiento a favor de los derechos de las mujeres, la Unión Pro Temperancia de Mujeres Cristianas, especialmente por los ideales de la temperancia, sin descartar los aspectos positivos que mantenía. Sin embargo orientó a las mujeres adventistas para que trabajaran en ese movimiento, a fin de presentar la verdad de los Tres Ángeles a otras mujeres, y teniendo en cuenta que llegaría un momento en que se debería cortar todo lazo con dicho movimiento que se había apartado de los ideales iniciales.

La relación que mantuvo con Sarepta Henry, demuestra como White estaba interesada en la labor de este movimiento, animándola para que siguiera como líder de ese movimiento, a fin de mantener la visión primaria de la predicación.

El problema del movimiento de mujeres, era su asociación con la política. Pero no cohibió a las mujeres de poder ejercer su voto, como ciudadanas. Por lo tanto, tenía muchos puntos en común.

Se debe señalar que la declaración inicial contra el movimiento feminista, fue en 1864, la cual abarca los problemas por los cuales no era bueno unirse, como el espiritismo y la vestimenta o modas. Esta comprensión para White, sobre el buen trabajo del movimiento de la UPTMC, debía ser reforzado. En 1914 ella apeló a quitar los prejuicios contra estas mujeres:

“El Señor tiene preciosas almas allí que pueden ayudarnos grandemente en nuestros esfuerzos para hacer avanzar la causa de la temperancia. Y la educación que tiene nuestro pueblo en las verdades de la Biblia y en la ley de Jehová, puede capacitar a nuestras hermanas a impartir a estas nobles representantes de la temperancia algo que será beneficioso para su bienestar espiritual. Entonces, en lugar del prejuicio y de los malos entendidos que han existido en el pasado, se puede crear una corriente de simpatía y unidad.”[69]

En sus escritos nunca señaló que el problema del movimiento a favor de los derechos de las mujeres, sea el tema de la igualdad entre el hombre y la mujer, sino otros. Pero sostuvo que no era necesario un movimiento como criterio para establecer estos parámetros de igualdad, ya que la Biblia los da.

Se encuentra también, que White, abogó continuamente por los derechos de todos, incluyendo el de las mujeres. Su pensamiento fue revolucionario para su época, ya que además de reconocer los roles en el hogar, siempre orientó para que existiera una responsabilidad compartida.

Demostró que muchos de los problemas en la relación varón-mujer, es debido a la mala interpretación que se hace de la Biblia, considerando que la misma nunca invita a las parejas a estar dominándose mutuamente, sino ejercer sus responsabilidades con la marca de un verdadero cristiano.

Respecto a la iglesia, consideró que los hombres y las mujeres mediante la capacitación del Espíritu, que imparte los dones, pueden llegar a ser líderes de la grey; rompiendo cualquier idea jerárquica dentro de la iglesia. El secreto de la unidad se encuentra en la igualdad que tienen en Cristo.

Todo esto debería enseñarnos sobre la importancia de analizar no solo la Biblia en su contexto, sino también los escritos de Ellen G. White, que fueron escritos en un momento y bajo condiciones puntuales, que es necesario entender, para no hacerle decir a una autora como Ellen G. White, algo que no ha dicho.


Referencias

[1] En la historia de la humanidad se reconocen diferentes intentos que buscaron mejorar la aituación de la mujer. Sin embargo el feminismo se consolida en el siglo XVIII y XIX, tras las revoluciones en Europa que marcaron los inicios de los derechos humanos. Pese a que los varones alcanzaron su plena participación en la sociedad, acceso a la educación y el trabajo, las mujeres seguían privadas de estas posibilidades. Ya no es posible mantener una filosofía que enseñe la inferioridad racional de la mujer. Véase, Aurora Bernal, Movimientos feministas y cristianismo (Madrid: RIALP, 1998), 17-26; María Teresa López, ed., Feminismo: del pasado al presente, 1.ª ed. (España: Ediciones Universidad de Salamanca, 2000), 66; Elisabeth Friedman, “Women’s Human Rights: The Emergence of a Movement”, en Women’s Rights, Human Right: International Feminist Perspective, ed. Julie Peters y Andrea Wolper (NY: Routledge, 1995), 18-35. Por lo tanto el feminismo tiene como objetivo la gualdad de derechos entre los varones y las mujeres. (Diccionario de la Real Academia Española, 23.ª ed.).

Dentro de las etapas históricas del feminismo, esta investigación se enfoca en el movimiento del siglo XIX. Algunos historiadores han señalado a esta etapa como “la segunda fase” o “primera ola” del feminismo. “Originariamente, se concentró en la obtención de igualdad frente al varón en términos de derecho de propiedad e igual capacidad de obrar, así como la demanda de igualdad de derechos dentro del matrimonio. A finales del siglo XIX, los esfuerzos se van a concentrar en la obtención de poder político, en concreto el derecho al sufragio”. Estelle Friedman, No Turning Back: The History of Feminism and the Future of Women (New York: Ballantine Books, 2002), 464.

La segunda fase, comienza a partir de 1960 hasta 1990. El cual busca amplificar las visiones iniciales del feminismo. “Women’s Movement”, en Enciclopedia Británica, http://www.britannica.com/EBchecked/topic/647122/womens-movement (consultado: 15 de mayo, 2014). Pero es a partir de la llegada del posmodernismo que el feminismo se radicaliza, con la tercera ola. Incluyendo más ampliamente debates sobre la sexualidad, entre otros aspectos.

Por esta razón, el movimiento en pro de los derechos de las mujeres del siglo XIX, no se puede asociar directamente con las formas posteriores del feminismo del siglo XX o XXI. Aunque dentro de sus ramas existieron puntos de vista radicales, como la sumisión de la mujer o el amor libre, no era la marca predominante en la visión inicial del feminismo.

[2] Teoría que sostiene la supremacía masculina, y la sumisión incondicional de la mujer

[3] Gerhard Pfandl, Daniel Bediako, Esteban Bohr, Laurel Damsteegt, Gerard Damsteegt, Jerry Moon, Paul Ratsara, Ed Reynolds, Ingo Sorke, y Clinton Wahlen, “Evaluation of Egalitarian Papers”, Theology Ordination Committee Study,

http://www.adventistarchives.org/evaluation-of-egalitarian-papers.pdf (consultado: 13 de enero, 2014).

[4] Laurel Damsteegt, hace una crítica contra el libro Mujer y ministerio: Perspectivas bíblicas e históricas, ed. Nancy Vyhmeister (Berring Springs, MI: Andrews University Press, 2000). Laurel señala que los autores de este libro están asociados con todas las formas del feminismo, sea radical o liberal. Para ella, todas las ramas del feminismo son lo mismo, y no debe hacerse diferencia. Su objetivo, más allá de hacer una investigación seria, apunta a intimidar a los lectores respecto al tema de la ordenación de mujeres, para crear la base de que la ordenación equivale a introducir la homosexualidad y el espiritismo dentro de la Iglesia Adventista. Véase, Laurel Damsteegt, “Spiritualism and Women: Then and Now”, en Prove All

Things: A Response to Women in Ministry,Mercedes H. Dyer ed. (Berrien Springs, MI:Adventist Affirm, 2000), 251-272.

En este sentido, como se ha demostrado, el feminismo parte de una visión de igualdad de derechos entre hombres y mujeres. Posteriormente el feminismo sincretiza ideas con otras corrientes, tal como el liberalismo.

Algunos autores contra la ordenación reconocen que el feminismo tiene diferentes formas, tal es el caso de Samuele Bacchiocchi, quien aprecia algunas categorías de feminismo según su visión: “(1) Feminista liberal, (2) Feministas evangélicos y (3) Feministas bíblicos”. Véase, Samuele Bacchiocchi, Women in the Church: A Biblical Study on the Role of Women in the

Church (Berrien Springs, MI: Biblical Perspectives, 1987), 22-24. Desestimando así, la posición de que las diferentes ramas del feminismo son lo mismo.

[5] Woman’s Christian Temperance Union, “The History of the WCTU”,

http://www.wctu.org/history.html (consultado: 3 enero, 2014).

[6] ____., “Early History”, http://www.wctu.org/earlyhistory.html (consultado: 3 enero, 2014).

[7] Barbara Leslie Epstein, The Politics of Domesticity (Middeltown, CT: Wesleyan. 1981), 147.

[8] Ellen G. White, “Disseminating Temperance Priciples”, Review and Herald, 18 de junio (1908): 8. Énfasis añadido. En adelante RH

[9] ____., “The Temperance Work”, RH, 15 de octubre (1914): 3-4

[10] Ibíd

[11] ____. Manuscript Releases, 7:155 (1898). I would be very much pleased could I be seated by your side and converse with you in regard to the incidents of your experience. I have an earnest desire to meet you. It is not impossible that, even in this life, we shall see each other face to face. When I learn of the gracious dealings of God with you, I feel very grateful to my heavenly Father that the light of the truth for this time is shining into the chambers of your mind and into the soul temple. Across the broad waters of the Pacific, we can clasp hands in faith and sweet fellowship. I rejoice with you in every opportunity you have of reaching the people. I praise the Lord that He has wrought for you, that the Great Physician who has never lost a case, has healed you, and given you access to the people, that you may set before many your experience of the loving-kindness of a gracious Redeemer.

[12] ____., Letter 118, 1898. White Estate Inc.

[13] Ibíd.

[14] ____. Manuscript Releases 7:165 (1899).

[15] “Summary Report of Spring Council”, Review and Herald, April 19 (1898): 11. We give herewith a summary report of the transactions of the spring council held in Battle Creek, Mich., from March 10 toApril 3: Ministerial license was granted Mrs. S. M. I. Henry. http://documents.adventistarchives.org/Periodicals/RH/RH18980419-V75-16.pdf (consultado: 8 de febrero, 2014).

[16] Josephine Benton, Called by God: Stories of Seventh-day Adventist Women Ministers (Lincoln, NE: Advent Source, 2002), 107.

[17] Ardis Stenbakken, “Historic Adventist Women”, Ministry, agosto (2001), https://www.ministrymagazine.org/archive/2001/08/historic-adventist-women.html (consultado: 10 de febrero, 2014). Este Ministerio no es el mismo, que se abrió en 1995, en el congreso de Ultrech; Kit Watts, “Forgotten Heritage”, Adventist Review, marzo 16 (1989): 5. http://documents.adventistarchives.org/Periodicals/RH/RH19890316-V166-11.pdf (consultado: 10 de febrero, 2014).

[18] Arthur Whitefield Spalding, Origin and History of Seventh-day Adventists (Washington, D.C.: Review and Herald, 1962), 2:46-47. E-book:

http://documents.adventistarchives.org/Books/OH1962-02.pdf (consultado: 12 de enero, 2014). Murió el 16 de enero, a causa de una neumonía, enfermedad muy común en ese momento y que a menudo provocaba la muerte.

[19] Ellen G. White, Manuscript Releases, 7:167 (1900)

[20] ____. “The Death of Sister S.M.I. Henry”, RH, 3 de abril (1900):216.

[21] L. A. Hoopes,”A Woman-Ministry”, RH (1900): 69.

 

[22] Ellen G. White, Letter 118, 1898

[23] Paul D. Buchanan, The American Women’s Rights Movement: A Chronology of Events and Opportunities from 1600 to 2008 (Boston, Mass: Branden Books, 2009), 70-71.

[24] Michael Bernoi, “Las mujeres del siglo XIX en el ministerio adventista contra el telón de fondo de su época”, en Ministerio y mujer: Perspectivas bíblicas e históricas, ed. Nancy Vyhmeister (Maryland, SP: Andrews University Press, 2004), 148.

[25] Véase la sección “Sindicatos en las ciudades” y “Los sindicatos, una fuente de problemas para los adventistas”. Ellen G. White, Eventos de los últimos días, 119-120

[26] ____., Letter 40a, 1874: 2, 3 (Written from Battle Creek, Mich., to James White, July 10, 1874)

[27] Ibíd.

[28] Ibíd.

[29] Ibíd.

[30] Ellen G. White, Testimonies for the Church, 1:422.

[31] “Aunque Ellen G. White apoyó firmemente dos movimientos reformistas del siglo XIX, la abolición de la esclavitud y la templanza, rechazó enérgicamente el tercero –los derechos de las mujeres.” P. Gerard Damsteegt, “A Response to the North American Division (NAD) Ordination Request”, SDA Theological Seminary, Andrews University,  http://www.andrews.edu/~damsteeg/gc_1995_handout.pdf. (consultado: 1 de marzo, 2014).

[32] Aurora Bernal, 29-30

[33] Con respecto a la relación que líderes del movimiento feminista en el siglo XIX tenían con el espiritismo, véase, Ann Braude, Radical Spirits: Spiritualism and Women’s Rights in Nineteenth-Century America, 2.ª ed. (Boston, Mass.: Indiana University Press, 2001).

[34] Aurora Bernal, 34-35.

[35] Ibíd.

[36] Ibíd.

[37] Alicia A.Worley, “Elena G. de White y los derechos de las mujeres”, en Mujer y ministerio:

Perspectivas bíblicas e históricas, ed. Nancy Vyhmeister (Silver Spring, MI: Andrews University Press, 2004), 254-270.

[38] Véase, Ellen G. White, Mente carácter y personalidad, 2:373.

[39] ____., Adventist Home, 116

[40] ____., Counsels on Health, 303.

[41] ____., Evangelism, 491 (1909).

[42] ____., Manuscript Releases, 12:160 (1898).

[43] Ibíd.

[44] ____., Good Health, junio, 1880; ____., Ev, 341.

[45] ____., The Signs of the Times, 23 de marzo de 1891.

[46] ____. AH, 80-92.

[47] Ibíd., 155-208

[48] Ibíd., 231.

[49] Ibíd.

[50] ____., Patriarchs and Prophets, 46.

[51] Ibíd., 58.

[52] Ibíd.

[53] ____., 7T, 47.

[54] ____. Conducción del niño, 490.

[55] Ibíd, 453

[56] Ibíd, 521

[57] ____., This Day With God, 335. Para Bohr, el texto de Efesios 5:21 no estaría señalando una sumisión mutua, considera que la jerarquía está por encima. Sin embargo se distancia de forma abismal del texto bíblico y de Ellen G. White, que señalan que no debe haber dominio por parte de ninguno. Además que la comparación que hace entre Cristo y el Padre, muestra que el Hijo es inferior. Véase, Esteban Bohr, “Issues Relating to the Ordination of Women with Special Emphasis on 1 Peter 2:9, 10 and Galatians 3:28”, 37-39, Theology of Ordination Study Committee, http://www.adventistarchives.org/a-study-of-i-peter-2.9,-10-and-galatians-3.28.pdf. (consultado: 7 de marzo, 2014) Este paper fue contrarrestado por alejarse de la hermenéutica adventista, usando los métodos interpretativos de Wayne Grudem, por el ex – director del Biblical Research Institute, Rodríguez. Vease, Ángel Manuel Rodríguez, “Evaluation Of The Arguments Used By Those Opposing The Ordination Of Women To The Ministry”, Theology of Ordination Study Committee, http://www.adventistarchives.org/evaluation-of-the-arguments-used-by-those-opposing-the-ordination-of-women-to-the-ministry.pdf (consultado: 17 de enero, 2014).

[58] Ellen G. White, Evangelism, 341.

[59] ____., Selected Messages, 1:259. The secret of unity is found in the equality of believers in Christ. The reason for all division, discord, and difference is found in separation from Christ. Christ is the center to which all should be attracted; for the nearer we approach the center, the closer we shall come together in feeling, in sympathy, in love, growing into the character and image of Jesus. With God there is no respect of persons.

[60] ____., Testimonies for the Church, 6:322. It is the accompaniment of the Holy Spirit of God that prepares workers, both men and women, to become pastors to the flock of God.

[61] ____., Pastoral Ministry, 75. Not a hand should be bound, not a soul discouraged, not a voice should be hushed; let every individual labor, privately or publicly, to help forward this grand work. Place the burdens upon men and women of the church, that they may grow by reason of the exercise, and thus become effective agents in the hand of the Lord for the en-

lightenment of those who sit in darkness.

[62] ____., AH, 215. Énfasis añadido

[63] Ibíd., 203.

[64] ____., “Christianity in the Marriage Relation”, Review and Herald, 26 de septiembre de 1899.

[65] ____., The Great Controversy, 51

[66] ____., DA, 414.

[67] Ibíd.

[68] Ibíd.

[69] ____., RH, 1914

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