La Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene 28 creencias que son consideradas como la base que define y resume la teología que creemos. Ninguna doctrina o creencia que contradiga nuestras Creencias Fundamentales puede, al mismo tiempo, ser coherente con nuestra teología y nuestras doctrinas.
Ahora preguntémonos, ¿Está la ordenación de la mujer en contra de nuestras creencias fundamentales?
Explícitamente no, pues ninguna de nuestras creencias fundamentales prohíbe la ordenación de la mujer. Tampoco existe ninguna creencia fundamental que apoye explícitamente la ordenación de la mujer.
Sin embargo, en forma implícita nuestras creencias fundamentales tienen mucho que decir acerca de este tema.
Creencia Fundamental Nº 14: Unidad en el Cuerpo de Cristo
La iglesia es un cuerpo constituido por muchos miembros que proceden de toda nación, raza, lengua y pueblo. En Cristo somos una nueva creación; las diferencias de raza, cultura, educación y nacionalidad, entre encumbrados y humildes, ricos y pobres, hombres y mujeres, no deben causar divisiones entre nosotros. Todas somos iguales en Cristo, quien por un mismo Espíritu nos ha unido en comunión con él y los unos con los otros. Debemos servir y ser servidos sin parcialidad ni reservas. Por medio de la revelación de Jesucristo en las Escrituras participamos de la misma fe y la misma esperanza, y salimos para dar a todos el mismo testimonio. Esta unidad tiene sus orígenes en la unicidad del Dios triuno, que nos ha adoptado como sus hijos. (Rom. 12:4, 5; 1 Cor. 12:12-14; Mat. 28:19, 20; Sal. 133:1; 2 Cor. 5:16, 17; Hech. 17:26, 27; Gál. 3:27, 29; Col. 3:10-15; Efe. 4:14-16; 4:1-6; Juan 17:20-23)
Creencia Fundamental Nº 17: Los dones y los ministerios espirituales
Dios concede a todos los miembros de su iglesia en todas las edades dones espirituales para que cada uno las emplee en amante ministerio por el bien común de la iglesia y la humanidad. Concedidos mediante la operación del Espíritu Santo, quien los distribuye entre cada miembro según su voluntad, los dones proveen todos los ministerios y habilidades necesarios para que la iglesia cumpla su función divinamente ordenada. De acuerdo con las Escrituras estos dones incluyen ministerios tales como fe, sanidad, profecía, predicación, enseñanza, administración, reconciliación, compasión y servicio abnegado y caridad para ayudar y animar a nuestros semejantes. Algunos miembros son llamados por Dios y dotados por el Espíritu para cumplir funciones reconocidas por la iglesia en los ministerios pastoral, de evangelización, apostólico y de enseñanza, particularmente necesarios a fin de equipar a las miembros para el servicio, edificar a la iglesia de modo que alcance madurez espiritual, y promover la unidad de la fe y el conocimiento de Dios. Cuando los miembros emplean estos dones espirituales como fieles mayordomos de las numerosas gracias de Dios, la iglesia es protegida de la influencia destructora de las falsas doctrinas, crece gracias a un desarrollo que procede de Dios, y es edificada en la fe y el amor (Rom. 12:4-8; 1 Cor. 12:9-11, 27-28; Efe. 4:8, 11-16; Hech. 6:1-7; 1 Tim. 3:1-13; 1 Ped. 4:10, 11)
Creencia Fundamental Nº 23: El Matrimonio y la Familia
El matrimonio fue establecido por Dios en el Edén y confirmado por Jesús, para que fuera una unión por toda la vida entre un hombre y una mujer en amante compañerismo. Para el cristiano el matrimonio es un compromiso a la vez con Dios y con su cónyuge, y este paso debieran darlo sólo personas que participan de la misma fe. El amor mutuo, el honor, el respeto y la responsabilidad, son la trama y la urdimbre de esta relación, que debiera reflejar el amor, la santidad, la intimidad y la perdurabilidad de la relación que existen entre Cristo y su iglesia. Con respecto al divorcio, Jesús ensenó que la persona que se divorcia, a menos que sea por causa de fornicación, y se casa con otra, comete adulterio. Aunque algunas relaciones familiares estén lejos de ser ideales, los socios en la relación matrimonial que se consagran plenamente el uno al otro en Cristo pueden lograr una amorosa unidad gracias a la dirección del Espíritu y al amante cuidado de la Iglesia. Dios bendice la familia y es su propósito que sus miembros se ayuden mutuamente hasta alcanzar la plena madurez. Los padres deben criar a sus hijos para que amen y obedezcan al Señor. Mediante el precepto y el ejemplo debieran enseñarles que Cristo disciplina amorosamente, que siempre es tierno y que se preocupa por sus criaturas, y que quiere que lleguen a ser miembros de su cuerpo, la familia de Dios. Una creciente intimidad familiar es uno de los rasgos característicos del último mensaje evangélico (Gén. 2:18-25; Mat. 19:3-9; Juan 2:1-11; 2 Cor. 6:14; Efe. 5:21-33; Mat. 5:31, 32; Mar. 10:11, 12; Luc. 16:18; 1 Cor. 7:10, 11; Éxo. 20:12; Efe. 6:1-4; Deut. 6:5-9; Prov. 22:6; Mal. 4:5, 6)
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Es interesante que en nuestras Creencias Fundamentales, en ningún momento se limita el pastorado solo a varones, sino que se dice específicamente que los dones son recibidos por todos.
Las distinciones entre mujeres y hombres no deben ser divisivas, porque en Cristo todos somos una nueva creación.
El matrimonio debe ser vivido en “amante compañerismo”, no en subordinación bajo la autoridad del otro.
Como podemos ver. Si bien explícitamente nuestras Creencias Fundamentales no defienden la ordenación de la mujer, los principios bíblicos que comunican si apoyan que las mujeres pueden recibir los dones espirituales, incluyendo el del pastorado, y ser reconocidas por la iglesia mediante la ordenación.