Declaración sobre Hombres, Mujeres e Igualdad Bíblica

Cristianos por la Igualdad Bíblica

La Biblia enseña la igualdad completa de hombres y mujeres en la Creación y en la Redención (Gén. 1:26-28, 2:23, 5:1-2; 1 Co. 11:11-12; Gál. 3:13, 28, 5:1).

La Biblia enseña que Dios se ha revelado a sí mismo en la totalidad de las Escrituras, la Palabra autoritativa de Dios (Mat. 5:18; Jn. 10:35; 2 Tim. 3:16; 2 Pe. 1:20-21). Creemos que se debe interpretar la Escritura holísticamente y temáticamente. También reconocemos la necesidad de hacer una distinción entre la inspiración y la interpretación: la inspiración se refiere al impulso y control divino por medio del cual toda la Escritura canónica es la Palabra de Dios; la interpretación se refiere a la actividad humana por medio de la cual buscamos comprender la verdad revelada, en armonía con la totalidad de la Escritura y bajo la dirección del Espíritu Santo. Para ser verdaderamente bíblicos, los cristianos deben examinar continuamente su fe y práctica a la luz de la Escritura.

VERDADES BÍBLICAS

 La Creación

  •  La Biblia enseña que tanto el hombre como la mujer fueron creados a la imagen de Dios, tuvieron una relación directa con Dios, compartieron conjuntamente las responsabilidades de engendrar y criar a los hijos, y de tener dominio sobre el orden creado (Gén. 1:26-28).
  • La Biblia enseña que la mujer y el hombre fueron creados para un compañerismo pleno e igual. La palabra “ayuda” (ezer), usada para designar a la mujer en Génesis 2:18 se refiere a Dios en la mayoría de los casos en que se usa en el Antiguo Testamento (Deu. 33:7, 26, 29; 1 Sam. 7:12; Sal. 70:5; 89:19; Sal. 115:9-11; Sal. 121:1-2; 124:8; Ose. 13:9). Por lo tanto, la palabra no tiene ninguna implicación de subordinación o inferioridad de la mujer.
  • La Biblia enseña que la formación de la mujer a partir del hombre demuestra unidad e igualdad fundamental de los seres humanos (Gén 2:21-23). En Génesis 2:18, 20 la palabra “idónea” (kenegdo) denota igualdad y adecuación mutua.
  • La Biblia enseña que el hombre y la mujer fueron co-participantes en la Caída; Adán no fue menos culpable que Eva (Gén. 3:6; Rom. 5: 12-21; 1 Co. 15:21-22).
  • La Biblia enseña que el señorío de Adán sobre Eva resultó de la Caída y por eso no fue parte del orden original de la Creación. Génesis 3:16 es una predicción de las consecuencias de la Caída en vez de una prescripción del orden ideal de Dios.

La Redención

  •  La Biblia enseña que Jesucristo vino a redimir tanto a las mujeres como a los hombres. Mediante la fe en Cristo, todos nosotros llegamos a ser hijos de Dios, uno en Cristo y herederos de las bendiciones de salvación, sin referencia a distinciones raciales, sociales o sexuales (Jn. 1: 12-13; Rom. 8:14-17, 2 Co. 5:17; Gál. 3:26-28).

La Comunidad

  •  La Biblia enseña que en el día de Pentecostés el Espíritu Santo vino sobre hombres y mujeres por igual. Sin distinción, el Espíritu Santo mora en mujeres y hombres y reparte dones soberanamente, sin preferir a un género más que al otro (Hch. 2:1-21; 1 Co. 12:7, 11; 14:31).
  • La Biblia enseña que tanto las mujeres como los hombres son llamados a desarrollar sus dones espirituales y a utilizarlos como mayordomos de la gracia de Dios (1 Pe. 4:10-11). Tanto hombres como mujeres son dotados divinamente y capacitados para servir a todo el cuerpo de Cristo, bajo su autoridad (Hch. 1:14; 18:6; 21:5; Rom. 16:1-7, 12-13, 15; Fil. 4:2-3; Col. 4:15; vea también Mar. 15:40-41; 16:1-7; Luc. 8:1-3; Jn 20:17-18; comparar también ejemplos del Antiguo Testamento: Jue. 4:4-14; 5:7; 2 Cró. 34:22-28; Prov. 31:30-31; Miq. 6:4).
  • La Biblia enseña que, en la economía del Nuevo Testamento, tanto mujeres como hombres ejercitan las funciones proféticas, sacerdotales y reales (Hch. 2:17-18; 21:9; 1 Cor. 11:5; 1 Pe 2:9-10; Apoc 1:6, 510). Por lo tanto, los pocos textos aislados que parecen restringir la plena libertad redentora en el caso de las mujeres, no deben ser interpretados de una manera superficial que contradiga el resto de la Escritura, sino que su interpretación debe tomar en cuenta su relación con la enseñanza más amplia de la Escritura y todo su contexto (1 Co. 11:2-16; 14:33-36; 1 Tim 2:9-15).
  • La Biblia define la función de liderazgo como la capacitación de otros para el servicio, en vez de como el ejercicio de poder sobre ellos (Mat. 20:25-28; 23:8; Mar. 10:42-45; Jn. 13:13-17; Gál. 5:13; 1 Pe. 5:2-3).

La Familia

  •  La Biblia enseña que esposos y esposas son coherederos de la gracia de la vida y que están ligados en una relación de mutua sumisión y responsabilidad (1 Co. 7; 3-5; Efe. 5:21; 1 Pe. 3:1-7; Gén. 21:12). La función del marido como “cabeza” (kephale) se debe entender como en el sentido de amor y servicio abnegado dentro de la relación de sumisión mutua (Efe. 5:21-33; Col. 3:19; 1 Pe. 3:7).
  • La Biblia enseña que tanto las madres como los padres deben ejercitar el liderazgo en la crianza, educación, disciplina, y enseñanza de sus hijos (Ex. 20:12; Lev. 19:3; Deu. 6:6-9; 21:18-21; 27:16; Prov. 1:8; 6:20; Efe. 6:1-4; Col. 3:20; 2 Tim. 1:5; ver también Luc. 2:51).

APLICACIONES

 La Comunidad

  •  En la iglesia, los dones espirituales de las mujeres y los hombres deben ser reconocidos, desarrollados y usados en ministerios de servicio y enseñanza en todos los niveles de participación; como líderes de grupos pequeños, consejeros, facilitadores, administradores, ujieres, servidores de la Santa Cena, y miembros de juntas de Iglesia; y también en el cuidado pastoral, la enseñanza, la predicación y la adoración. Al hacer esto, la iglesia honrará a Dios como la fuente de los dones espirituales. La iglesia también cumplirá al mandato de Dios de mayordomía sin la inmensa pérdida que representa para el reino de Dios el hecho de que la mitad de los miembros de la iglesia estén excluidos de cargos de responsabilidad.
  • En la iglesia se debe de dar reconocimiento público a quienes ejercen ministerio de servicio y liderazgo, sean hombres o mujeres. Al hacer esto, la iglesia será un modelo de la unidad y armonía que deben caracterizar a la comunidad de los creyentes. En un mundo fracturado por segregación y discriminación, la iglesia se separará por completo de prácticas mundanas y paganas que tienen como fin hacer que las mujeres se sientan inferiores por el sólo hecho de ser mujeres. Esto ayudará a evitar que abandonen la iglesia o rechacen la fe.

La Familia

  •  En el hogar cristiano, el marido y su esposa se preferirán el uno al otro, al buscar la satisfacción de las preferencias, los deseos y aspiraciones del otro. Ninguno de los cónyuges buscará dominar al otro, sino que cada uno actuará como siervo del otro, en humildad, considerando al otro mejor que a sí mismo. En caso de un desacuerdo insuperable al tomar una decisión, deben buscar una solución mediante métodos bíblicos de resolución de conflictos en vez de un cónyuge imponga su voluntad sobre el otro. De esta manera el marido y la esposa harán su parte para que el hogar cristiano permanezca en contra del uso impropio del poder y la autoridad de los cónyuges. Y así se protegerá al hogar del abuso contra la esposa y el niño que a veces es la consecuencia trágica de una interpretación jerárquica de la “primacía” del marido.
  • En el hogar cristiano, los cónyuges aprenderán a compartir las responsabilidades de liderazgo basándose en los dones, las capacidades y la disponibilidad, con la consideración debida al cónyuge que resulte más afectado por la decisión. De esta manera los cónyuges aprenderán a respetar sus capacidades y su complementariedad. Esto impedirá que uno de los cónyuges sea el que siempre pierda, forzado con frecuencia a practicar la manipulación insinuante o engañosa para proteger su autoestima. Al establecer su matrimonio sobre la base de una cooperación mutua, la pareja lo protegerá de seguir la corriente de matrimonios muertos o deshechos que resultan de injusticias matrimoniales.
  • En el hogar cristiano, las parejas que comparten un estilo de vida caracterizado por la libertad que encuentran en Cristo, lo harán sin experimentar sentimientos de culpa o recurrir a la hipocresía. Son liberados para salir de un “tradicionalismo” no bíblico, y para poder regocijarse en su responsabilidad mutua ante Cristo. Al hacerlo esto, expresarán abiertamente su obediencia a la Escritura, serán un ejemplo para otras parejas que buscan la libertad en Cristo, y permanecerán en contra de los modelos de dominación y desigualdad a veces impuestos sobre la iglesia y la familia.

Creemos que la igualdad bíblica reflejada en este documento es fiel a la Escritura.

Estamos unidos en nuestra convicción que la Biblia, en su totalidad, es la Palabra liberadora que provee la manera más efectiva de que las mujeres y los hombres ejerciten los dones repartidos por el Espíritu Santo y así sirvan a Dios.

 

Christians For Biblical Equality

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