Cuando la Teología de Género es divisiva, y porqué eso está bien

Cuando la Teología de Género es divisiva, y porqué eso está bien

Por Kelly Ladd Bishop

 

Cuando se trata de la teología de género, a menudo escucho que no debería ser discutida porque es divisiva. A veces me encuentra con ardientes críticas de la multitud de la primacía masculina diciéndome que le estoy faltando el respeto a mis hermanos y hermanas en Cristo y “causando desunión” en la iglesia.

Ocasionalmente, hermanos y hermanas que comparten mis puntos de vista dicen que ellos no hablan porque “no quieren ser divisivos”. O tal vez no quieren ser llamados divisivos en una tormenta de acusaciones airadas. Sea cual sea el caso, ellos han sido silenciados.

Y algunas organizaciones o pastores dicen que apoyan la plena igualdad de las mujeres en la iglesia y en el hogar, peor deciden no levantarse por la igualdad, porque eso causará división entre sus seguidores, y les será más difícil recaudar fondos.

Es la misma acusación una y otra vez. Discutir la teología de género es divisivo. La posición de la mujer es sacrificada en el nombre de la unidad, o peor, de la recaudación de fondos.

Efesios 4:1-6:

“Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido, siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor. Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos y en todos.”

Es claro que el apóstol Pablo siente que la unidad en el Espíritu es importante. Él nos llama a ser humildes, gentiles y pacientes los unos con los otros. Se nos recuerda que hay un solo Dios, y una sola fe cristiana. Sin embargo, en ningún lugar de la escritura se nos dice que no debemos hablar sobre la injusticia en la iglesia por causa de la unidad. En ningún lugar se dice que debemos ignorar las teologías equivocadas o perjudiciales por causa de la unidad. En ningún lugar se dice que todos debemos estar de acuerdo con los pastores, o los ancianos o los mayores dadores financieros por causa de la unidad.

De hecho, el pasaje en Efesios continúa hablando acerca de alcanzar la unidad en fe y conocimiento del Hijo de Dios. Unidad en conocimiento, no en obediencia. Esto se contrasta con la ignorancia y dureza de corazón.  Y debemos renovarnos en las actitudes de nuestra mente.

Si, debemos deshacernos de la amargura, la ira, la malicia, las luchas, y las calumnias cuando tratamos con nuestros hermanos y hermanas. Pero eso no significa que debemos estar de acuerdo o ignorar los desacuerdos. Solo no dice cómo debemos tratar con esos desacuerdos. No debemos simplemente obedecer o mantener nuestras bocas cerradas cuando la enseñanza que escuchamos está en oposición al plan de Dios para los hombres y mujeres.

Aunque a veces no lo consigo, si lucho por hablar sobre la teología de género con misericordia y compasión. E incluso cuando hablo gentilmente, algunas personas me acusan de ser divisiva. Si mis palabras están dividiendo lo justo de lo injusto, entonces yo digo: “¡Grandioso! Seamos divisivos”. Si mis puntos de vista están dividiendo la falsa enseñanza del conocimiento de Dios, entonces que la división aumente.

Los grandes donantes de dinero o denominaciones prósperas no les puede gustar que iglesias u organizaciones tomen una posición firme sobre ciertos asuntos. Pero Dios nunca nos expulsa por decir la verdad. Dios nunca dice “Está bien evitar tratar ciertos asuntos si es difícil recaudar fondos”. Y Dios proveerá apoya cuando nos levantamos por la verdad y la justicia y el evangelio. Dios nunca deja que su mensaje se desvanezca, o que su propósito falle. Dios honra la verdad, la integridad y la fidelidad.

Así que continuaré hablando acerca de la injusticia de género, y orando para que la iglesia se una en el Espíritu de justicia e igualdad.

Me levantaré por la igualdad de la mujer, porque Dios creó a la humanidad y dotó tanto a hombres como mujeres con la imago dei, la imagen de Dios. El hombre y la mujer son diferentes, hermosos, únicos e iguales en valor y autoridad. Ambos son dotados y llamados a la obra de Dios. Ambos son salvados, justificados, renovados y redimidos.

El estado quebrantado del mundo nos enseña otra cosa. El quebranto comienza en Génesis 3, y el resto de la escritura se desarrolla en el árido desierto del pecado y la disfunción, con gotas y sorbos del agua viva atravesando. La disfunción no es el plan supremo de Dios. Es lo que Dios vino a deshacer. Dios aparece en la escena como una catarata en el desierto, cuando Cristo se vuelve encarnado.

Y a lo largo de todo el Nuevo Testamento vemos una nueva vida, una nueva esperanza, y los primeros frutos de la restauración que está tomando lugar. Esa restauración no tiene nada que ver con leyes, reglas, protocolos apropiados o roles de géneros prescriptos. Y tiene todo que ver con gracia, sacrificio, libertad, dones, y sanación. La sequedad está lentamente dejando la tierra. La relación rota entre la humanidad y Dios está siendo reparada, y lo mismo pasa con la relación rota entre el hombre y la mujer. Cuando las mujeres habían sido oprimidas demasiado como para respirar, Jesús las levantó. Jesús eligió a las mujeres. Jesús ordenó a las mujeres. Jesús sanó a las mujeres. Jesús se involucró con las mujeres. Jesús nos mostró que la disfunción no es la forma que debe ser.

Así que permanezco confiada en mi Salvador, tal como Jesús llamó y ordenó mujeres para predicar, y le enseñó a este mundo disfuncional acerca del agua viva que Él tenía para ofrecer. Y continuaré hablando en contra de la teología que niega la libertad plena que mi salvador ofrece. Continuaré hablando en contra de aquello que dicen que las mujeres y los hombres no son iguales en autoridad.  Continuaré diciendo: “esta teología es mala para las mujeres y mala para la iglesia”. Y oraré por la Unidad en el Espíritu, el mismo Espíritu que da dones tanto a hombres como a mujeres para el cumplimiento de los gloriosos propósitos de Dios.

Y si esas palabras dividen, que así sea.


FUENTE: http/www.huffingtonpost.com/kelly-ladd-bishop/when-gender-theology-is-d_b_8903464.html

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