Así de simple… la ordenación de la mujer

Así de simple… la ordenación de la mujer

Por  Timothy R. Jennings

Recientemente me enviaron un artículo que abordaba el tema de la ordenación de la mujer. El artículo se oponía a la ordenación de mujeres ya que la ordenación incluye “autoridad eclesiástica” para bautizar y establecer iglesias. El autor apeló al ejemplo de Lucifer en el cielo que estaba celoso de Cristo y al de Coré que envidiaba a Aaron, pues ninguno de los dos estaba contento con la posición que Dios le había asignado. El autor afirmaba que Dios ha elegido a los hombres para ser ordenados y que las mujeres están celosas de los hombres y no están contentas con su posición.

Esta es mi respuesta a ese artículo:

El asunto de lograr igualdad en un mundo de pecado, donde los corazones humanos están llenos de egoísmo es difícil. Sin embargo, la comparación de los celos de Lucifer hacia Cristo y la ordenación de la mujer es una mala analogía. ¿Por qué? Pues porque la desigualdad entre Lucifer y Cristo es inherente. Es decir, Dios es Dios y los seres creados son seres creados. Por lo tanto, la rebelión de Lucifer iba en contra de su desigualdad inherente pues siendo un ser creado intentaba falsamente ser dios. Pero este no es el caso con la ordenación de la mujer, porque tanto hombres como mujeres son seres humanos.

El caso de Coré también es una mala analogía, pues el autor no logra comprender la naturaleza única de los israelitas y sus “roles” en el “teatro” del Santuario. Así como en una obra teatral cada actor tiene un rol específico que desempeñar, también en el sistema ceremonial judío Dios había establecido algunos roles específicos para desempeñar.

La obra teatral nunca hubiera tenido éxito si todos los actores hubieran desempeñado el mismo rol. Pero en la vida real (en la experiencia real de la salvación) todos los israelitas fueron llamados a ser un “reino de sacerdotes” no solo los descendientes de Aaron (Éxodo 19:6). Era solo dentro de los confines del “teatro” del Santuario que los descendientes de Aaron eran sacerdotes, ya que representaban a los conversos, mientras que el resto de las tribus desempeñaban el rol de inconversos, para que esta “obra teatral anual” pudiera representar el plan de salvación. Era simplemente una herramienta pedagógica, no una realidad. En el Nuevo Testamento se nos dice que todos los creyentes (tanto hombres como mujeres) son el “real sacerdocio” (1 Pedro 2:9).

Muchas personas que utilizaban ejemplos bíblicos acerca del rol de la mujer en la iglesia no llegan a comprender el contexto histórico en el que Dios se encuentra con las personas. Él tolera desviaciones del ideal, en el que nuestras mentes pecaminosas están enredadas, para poder conectar con nosotros y sacarnos del egoísmo y los prejuicios que el pecado produce y así restaurarnos por completo. ¡Tristemente, muchas veces amamos más nuestros prejuicios que el ideal de Dios!

Dios no condena la poligamia en el Antiguo Testamento, pero Pablo aborda el tema en el Nuevo Testamento. La poligamia no se convirtió repentinamente en algo malo en el NT. Siempre estuvo en contra del ideal de Dios, pero Dios debió tolerarla hasta que el pueblo de Dios estuviera listo para acercarse más al ideal divino. Por lo tanto, utilizar el ejemplo de Coré para resolver el tema de la ordenación de la mujer sería como utilizar la poligamia para establecer cómo deben ser los matrimonios cristianos. La manera opresiva de cómo las mujeres fueron tratadas durante el tiempo en que la Biblia fue escrita es un producto de los prejuicios de la humanidad, no una revelación del plan de Dios. La dominación masculina fue simplemente tolerada por Dios, al igual que la poligamia, para poder conectar con la humanidad hasta poder llevarla a una verdadera unidad e igualdad. La declaración divina en Génesis 3 de que Adán se enseñoraría sobre Eva no es el ideal de Dios, sino el preconocimiento divino proclamando cómo el pecado distorsionaría la igualdad establecida por Dios en el Edén.

Si tu estás en desacuerdo con lo que estoy diciendo, y piensas que la historia de Coré es un ejemplo válido para resolver el tema de la ordenación de la mujer, entonces deberíamos utilizar otras instrucciones de la misma época.

La Biblia nos dice que una persona estaba descalificada del sacerdocio si tenía algún defecto físico, incluyendo una visión deficiente (Levítico 21:20). ¿Deberíamos quitarles las credenciales ministeriales a los pastores que utilizan anteojos o tienen mala visión? ¿Es acaso este requisito divino menos inspirado que el ejemplo de Coré?

Cuando interpretamos una ley de la Biblia, que fue dada por Dios, ha veces pensamos que tiene que ser aplicada ciegamente solo porque Dios lo ha dicho. Pero nos olvidamos que el gobierno de Dios está basado en principios y esto principios pueden ser aplicados de maneras diferentes en contextos diferentes. Por eso Dios puede decir “con ese dinero podrás también comprar todo lo que desees: vacas, ovejas, vino, sidra, o cualquier otra cosa que tú desees, y lo comerás delante del Señor tu Dios, y tú y tu familia se regocijarán” (Deuteronomio 14:26) pero en otro lugar dice “Beber vino o bebidas embriagantes te lleva a blasfemar y a causar alborotos” (Proverbios 20:1).

A medida que nos acercamos más y más a Dios, sus métodos de amor se vuelven nuestros métodos hasta que un día nos asemejemos a su carácter. De esa manera regresamos a la completa unidad de Dios, cuando aceptamos que no hay diferencias inherentes en capacidad moral, inteligencia, perspicacia espiritual, compasión, amor o liderazgo entre hombres y mujeres como para impedir que sirvan como ministros en la iglesia de Dios.

Mientras el egoísmo reine en los corazones de las personas, la desigualdad, la discriminación, la dominación y la auto-exaltación continuarán manifestándose en nuestras relaciones, incluyendo dentro de la iglesia. Pero a medida que el amor expulsa nuestros miedos y el egoísmo es reemplazado por la abnegación, mientras somos restaurados a la imagen de Dios, la desigualdad desaparece y la verdadera unidad con Dios y con los demás puede ser experimentada. Solo así regresaremos al modelo bíblico de la ordenación, como una afirmación otorgada por la iglesia de los dones que el Espíritu Santo ya ha dado, sin discriminación de género.


Fuente: https://comeandreason.com/index.php/en/blogs-main/400-women-s-ordination

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *