Liderazgo Bíblico: ¿El lugar más alto o el más bajo?

Introducción

Ha habido mucha discusión acerca de la ordenación de la mujer últimamente, pero parece que algo no se ha tenido en cuenta. En el centro de todo debate doctrinal útil está la búsqueda por un entendimiento más profundo del carácter de Dios. Todas las doctrinas revelan el amor de Dios y nos llevan a adorarlo más fervientemente. El entendimiento bíblico de la ordenación de la mujer también debería hacerlo.

Hay algunos que han enmarcado este debate en el contexto de las relaciones de la Deidad, pero con resultados decepcionantes. Ellos han declarado que la Deidad –la personificación del amor- es una estructura jerárquica. Ellos aseguran que el modelo más profundo de amor en el universo mantiene la unidad al tener a Uno teniendo poder sobre Otro. Ha habido un enfoque extenso en la posición de Jesús de sumisión bajo el Padre. El Padre, se ha afirmado con seguridad, ha estado por toda la eternidad como cabeza sobre el Hijo. Esto significa que todo lo que Jesús hace, ha sido hecho en sumisión a la voluntad del Padre. Él está tan en sincronía con el Padre que instintivamente hace lo que sea que el Padre decide. Esta simple y jerárquica pirámide de poder desciende de Jesús a los hombres y después a las mujeres, cada uno en sujeción a aquellos en posiciones más altas que las de ellos mismos. De esta manera, se argumenta, el orden armonioso del universo es preservado. Aprender a someterse a esta estructura prepara a los pecadores a vivir en armonía con la ley del amor, junto con el universo inmaculado algún día.

Cuando se declara que la relación entre el Padre y el Hijo es jerárquica con alguien arriba y alguien abajo, y cuando se dice que el modelo ideal de Dios para el matrimonio humano también es así, aparecen algunas implicaciones problemáticas. ¿Es el ideal más elevado de Dios para el matrimonio una relación en la cual la esposa está tan en sincronía con la voluntad de su esposo que ella instintivamente hace lo que sea que él desea? ¿Debe una mujer dentro de la iglesia siempre tener a un varón sobre ella en autoridad espiritual? ¿Si la ley de Dios es una transcripción de su carácter, acaso esta implicación efectiva simplemente resuelve en claras capas de sumisión?

Tal vez en vez de un estructura jerárquica basada en el poder en el centro del universo, hay un enfoque alternativo que puede darnos: (a) una imagen más rica del carácter de Dios; (b) un modelo más pleno de aplicación de la ley del amor en las relaciones humanas; y (c) un mapa que dirija nuestra iglesia hacia adelante con un enfoque unificado al esparcir el evangelio más efectivamente.

Un punto de más alternativo del liderazgo bíblico basado en el amor.

Los discípulos estaban complacidos de ser ordenados al liderazgo en el naciente movimiento cristiana, pero nunca estuvieron completamente satisfechos de que la ceremonia no les había dado el poder adecuado. Los evangelios nos cuentan la decepcionante historia de doce hombre luchando constantemente entre ellos por supremacía. “¿Quién es el más grande?” era la pregunta que quemaba sus corazones. Ellos creían en un liderazgo jerárquico con alguien arriba y alguien abajo, tal como la que observaban en la cultura a su alrededor en los líderes judíos y romanos. Enteramente convencidos de su mentalidad jerárquica, ellos creyeron que el poder sobre otros constituía  grandeza en la iglesia al igual que en el mundo, y ellos deseaban una autoridad así. Jesús repetidamente los confrontó sobre su actitud, tan profundamente diferentes a los principios de grandeza en su Reino. “De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” (Mateo 18:3-4).

La búsqueda de poder jerárquico en vez de servicio fue uno de los errores más grande de los discípulos. Les impidió entender la misión de Jesús, y de prepararse para su crucifixión. Fue la raíz de la traición de Judas hacia Jesús. Cegó a todos los discípulos de los verdaderos principios del reino de Jesús, buscando el lugar más bajo, el de servicio. Al comentar este tema, Elena de White dice:

“La lucha por el puesto más elevado era la manifestación del mismo espíritu que diera origen a la gran controversia en los mundos superiores e hiciera bajar a Cristo del cielo para morir. Surgió delante de él una visión de Lucifer, el hijo del alba, que superaba en gloria a todos los ángeles que rodean el trono y estaba unido al Hijo de Dios por los vínculos más íntimos. Lucifer había dicho: “Seré semejante al Altísimo,” y su deseo de exaltación había introducido la lucha en los atrios celestiales y desterrado una multitud de las huestes de Dios. Si Lucifer hubiese deseado realmente ser como el Altísimo, no habría abandonado el puesto que le había sido señalado en el cielo; porque el espíritu del Altísimo se manifiesta sirviendo abnegadamente. Lucifer deseaba el poder de Dios, pero no su carácter. Buscaba para sí el lugar más alto, y todo ser impulsado por su espíritu hará lo mismo… En esos momentos, la cruz le esperaba; y sus propios discípulos estaban tan llenos de egoísmo, es decir, del mismo principio que regía el reino de Satanás, que no podían sentir simpatía por su Señor, ni siquiera comprenderle mientras les hablaba de su humillación por ellos.” (El Deseado de Todas las Gentes, p. 402-403)

Al mostrar el espíritu de Satanás apenó a Jesús continuamente a lo largo de su ministerio terrenal. En su camino a Jerusalén, justo antes de la Crucifixión, Jesús confrontó de nuevo a sus discípulos acerca de eso. Evidentemente él ya había lidiado muchas veces con ellos, porque se habían demorado detrás de él en el camino, furtivamente compitiendo por puestos cuando pensaban que él no podía esperarlos. Esa noche, “Y cuando estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino? Mas ellos callaron; porque en el camino habían disputado entre sí, quién había de ser el mayor.” (Marcos 9:33-35). Aparentemente esta instrucción también fue ignorada, porque poco tiempo después en el Aposento Alto, Jesús los amonestó de nuevo, esta vez al ceñirse una toalla y lavarles los pies. Una vez más, Jesús mostró un liderazgo servil.

Desde el pesebre hasta la cruz, la vida de Jesús estuvo dedicada a buscar el lugar más bajo. Esto no solo fue una posición temporal meramente para demostrar a los humanos como debían relacionarse, sino que era la revelación del carácter del Padre. El Padre ya había tomado el lugar más bajo al elegir la posición más grande de sufrimiento, al enviar a su Hijo amado.

Quizás podamos visualizar la relación entre los miembros de la Deidad como un tejido. Un hilo toma la posición de arriba en el centro, pero desciende debajo de los otros dos para empujarlos para arriba. Puesto en forma simple, lo que mantiene a los tres juntos es que cada hilo busca el lugar más bajo. De esta manera la Deidad, los Tres logran la unidad como Uno ya que cada uno busca continuamente buscar el lugar más bajo.

¿Podría ser que la pirámide de poder en el centro del universo está invertido, para que así la posición más alta en el universo es en realidad buscar el lugar más bajo? Esta imagen del carácter del Padre es asombrosamente simple, pero aún así es muy difícil de comprender para una mente pecaminosa, porque es lo contrario a la naturaleza pecaminosa. El pecado es exaltarse a uno mismo. ¿Podría ser que el secreto de la poderosa posición de liderazgo del Padre sobre el universo ser que Él en realidad busca el lugar más bajo? ¿Será pos esto que “solo Dios es capaz para tomar el trono del universo”? Si es así, Él es seguro, porque está completamente vacío de cualquier deseo de poder, y por lo tanto es la Fuente de amor abnegado (el poder del auto-sacrificio) para el universo. Jesús es considerado digno para reinar por el Padre, tal como se expresa en este hermoso pasaje de la Escritura:

Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.

Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:5-11)

¿Podría que debido a que Jesús buscó el lugar más bajo el Padre lo exalta para darle un “nombre por encima de todo nombre”? ¿Podría ser que Él es el Comandante en las cortes celestiales precisamente por en el cielo la posición más alta es esencialmente la responsabilidad más importante para servicio? ¿Podría ser que los ángeles de la misma manera están sirviendo uno al otro en amor, donde la posición más alta, la posición más grande es demostrar amor abnegado a aquellos que comandan?

Creo que la búsqueda de Jesús del lugar más bajo no ser solo obediencia a los mandatos de su Padre, sin la demostración del liderazgo servil del Padre, debido a que el amor abnegado es el principio más profundo de la ley del reino y del carácter de Dios.

Visto en este contexto, el liderazgo es de hecho una posición de gran poder, pero es diferente a lo que típicamente consideramos poderoso en nuestro contexto pecaminoso. EL liderazgo necesita el poder de la abnegación, la capacidad de ponerse a uno mismo en último lugar. Si el Padre es Aquel que está de hecho en las posición más elevado de liderazgo en el universo, esto significa que Él es el primero Hilo en el tejido divino del servicio, buscando el lugar más bajo. Su primer movimiento hacia el lugar más bajo lleva a que tanto el Hijo como el Espíritu Santo también se muevan en manera similar al lugar más bajo. De la misma manera, cada nuevo ser creado imita este modelo de servicio, obedeciendo la ley del amor.

Al ser ejercida exitosamente, un liderazgo bíblico tal, la imitación del enfoque abnegado del Padre hacia el poder- requiere humildad y fe. Si el pecado es la transgresión de la ley de amor de Dios, la justicia es lo opuesto al egoísmo mediante la cultivación de la fe y la humildad. En otras palabras, así como la incredulidad y el orgullo eran las raíces del primer pecado de Lucifer, y cada pecado desde ese entonces, la fe y la humildad son el comienzo de toda justicia. Para un pecador (debido a que la naturaleza es proclive a la auto-exaltación, la incredulidad y el orgullo) siga esos pasos, debe creer en un Dios de amor que se inclina al lugar más bajo, y luego sigue su ejemplo de abnegación.

Liderazgo en el Edén

Hay un debate sobre si Adán estaba de hecho en un posición de liderazgo sobre Eva antes de la Caída. Creo que un punto de vista bíblico de liderazgo remueve esa tensión. Si Dios puso a Adán en una posición de liderazgo en el Edén, esto simplemente significa que Él ubicó a Adán como la primera cadena en un tejido similar de relación, tomando turnos buscando la posición más baja. La influencia de Adán de liderazgo servil y abnegado hubieran inspirado a Eva a buscar en la misma manera el lugar más bajo.

De acuerdo al modelo jerárquico con alguien arriba y alguien abajo, Adán pudo haber dicho: “Eva, quiero ir a visitar las cataratas hoy, mientras que tu quieres recoger peras, pero dado que yo tengo el liderazgo, vamos a ir a las cataratas”. La inmaculada Eva se hubiera sometido alegremente. Sin embargo, debido al modelo de liderazgo servil, este diálogo hubiera sido diferente: “Eva, me encantaría ir a las cataratas hoy, pero sobre todas las cosas quiero estar contigo. ¿Por qué no vamos a recoger peras, tal como sugeriste?” La respuesta natural de Eva, a su vez,  hubiera sido complacer a Adán.

¿Cómo hubiera cambiado esto después de la Caída? En un contexto de pecado, hubieran surgido conflictos entre los compañeros maritales que no hubieran sido resuelto excepto si uno se sometía al otro. En el contexto de una relación marital entre dos pecadores, Dios decretó que, cuando se hiciera necesario, la esposa debía someterse. El esposo cargaba con la pesada responsabilidad espiritual de servidumbre, porque él debía buscar el lugar más bajo, cuidándose de no abusar de su posición de autoridad. La abnegación de ambos resultaría en una dulce armonía, incluso en medio de desacuerdos.

Consideren cuan bien esto se parece a la descripción de Patriarcas y Profetas, p. 58:

“A Eva se le habló de la tristeza y los dolores que sufriría. Y el Señor dijo: “tu deseo será para tu marido y él se enseñoreará de ti”. Génesis 3:16. En la creación Dios la había hecho igual a Adán. Si hubieran permanecido obedientes a Dios, en concordancia con su gran ley de amor, siempre habrían estado en mutua armonía; pero el pecado había traído discordia, y ahora la unión y la armonía podían mantenerse únicamente mediante la sumisión del uno o del otro. Eva había sido la primera en pecar, había caído en tentación por haberse separado de su compañero, contrariando la instrucción divina. Adán pecó a sus instancias, y ahora ella fue puesta en sujeción a su marido. Si los principios prescritos por la ley de Dios hubieran sido apreciados por la humanidad caída, esta sentencia, aunque era consecuencia del pecado, hubiera resultado en bendición para ellos; pero el abuso de parte del hombre de la supremacía que se le dio, a menudo ha hecho muy amarga la suerte de la mujer y ha convertido su vida en una carga”

La necesidad de que la esposa se someta a su esposo, de acuerdo a esta descripción, parece haber sido por la inevitabilidad de conflictos en el matrimonio dentro del contexto del pecado. El mandato para que Eva se someta a Adán fue dado para hacer que el matrimonio (todavía una relación comprometida entre dos iguales) más armoniosa –una “bendición”- no para poner a la mujer en un nivel más bajo que los hombres en una jerarquía. Pero independientemente de si las esposas estaban bajo la autoridad de sus esposos en un mundo sin pecado, o solo después de la Caída, en cualquier caso, la meta de Dios era causar una transformación mutua a su imagen de amor mediante su relación.

En resumen, si el liderazgo bíblico es simplemente buscar el lugar más bajo, parecería plausible que Dios pudiera haber ubicado a Adán en un liderazgo servil incluso antes del pecado. Si el liderazgo bíblico ya existía incluso de la Caída en el Edén, parecería que un liderazgo así simplemente hubiera sugerido que Adán debía ser la fuente más baja de abnegación ante Dios. Él hubiera sido el ser humano más responsable de reflejar el amor de Dios a la familia en el Edén. Pero en cualquier caso, una cosa es clara: Dios diseñó el matrimonio para que sea una relación que trasforme a ambos a su imagen de amor abnegado, no solo a la mujer.

Liderazgo en el matrimonio actualmente.

Imaginen la aplicación práctica de esta teología en el matrimonio. Un esposo en la posición de liderazgo bíblico es responsable de ser la fuente de abnegación para su familia. En vez de esperar que su esposa aprenda a discernir cada uno de sus deseos y a cumplirlos inmediatamente (tal como se sugirió en el modelo anterior), un hombre así trabajará para discernir los deseos de su esposa, y buscara servirle abnegadamente. Él solo ejercitará su autoridad para ir en contra de los deseos de ella, si él cree que es la voluntad de Dios o para el mejor interés de su familia. Un enfoque así, en vez de fomentar el desarrollo del feminismo rebelde, en realidad lo evita.

En vez de esperar/demandar sumisión, un liderazgo servil así es la manera más segura de inspirar sumisión voluntaria. Este es el enfoque que Dios usa al atraer a su pueblo a una sumisión voluntaria hacia Él; ¿acaso no deberían los hogares cristianos seguir los mismos principios? Este hermoso círculo del servicio esposo-mujer inspirará a los hijos nacidos de esta unión a imitar el mismo patrón bíblico de ministerio, buscando servir a los demás. Si puedes, haz una pausa e imagina la influencia potencial que una familia cristiana así puede tener en el mundo. ¡Qué paradoja! Abandonar el poder aparente, permitir el poder genuino del amor, la ley del universo, de la vida, para unir a la familia en sumisión a Dios y al otro. ¡Qué revelación tan maravillosa del carácter de Dios a un mundo egoísta puede ser un hogar así!

Cuando dos personas están unidas en una relación comprometida,  que a veces alguien tenga poder de veto para disipar el proceso de toma de decisiones. Sn embargo, es vital que el esposo nunca abuse egoístamente de esta posición, mucho menos que su esposa pierda la confianza en su abnegación. Esto permitiría que se sienta tentada a buscar un poder así. Puede ser pecaminoso para una mujer manipular o controlar a su esposo, pero a menudo es el fruto de una semilla pecaminosa sembrada por el abuso indigno de poder por parte de su esposo.

A la luz de su entendimiento más amplio del carácter de Dios y de su plan para el matrimonio. 1 Corintios 11:3 declara: “Ahora bien, quiero que entiendan que Cristo es cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es cabeza de Cristo.” ¿Acaso este texto refuta todo lo que he dicho, al probar que la estructura de autoridad en el centro del universo es de hecho como un cadena militar de mando? No en absoluto. La palabra traducida como “mujer” es gune, y la palabra traducida como “hombre” es aner. Aunque gune puede ser traducido como “mujer” o “posa”, “gune es la única palabra en el griego bíblico para esposa que se usa en el Nuevo Testamento. No hay ninguna otra palabra que exprese apropiadamente el significado de esposa en el Nuevo Testamento. De la misma manera, “la palabra griega aner tiene dos significados esenciales: hombre y esposo… Esta es la única palabra en el Nuevo Testamento que es usada para esposo (Men and Women in the Ministry for Christ, pp. 11-12). En otras palabras, Pablo estaba afirmando que los esposos y esposas debían seguir el modelo de liderazgo de Jesús, tal como está explicado en Efesios 5:22-33.

Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor. Porque el esposo es cabeza de su esposa…  Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella… Así mismo el esposo debe amar a su esposa como a su propio cuerpo. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie ha odiado jamás a su propio cuerpo; al contrario, lo alimenta y lo cuida, así como Cristo hace con la iglesia… En todo caso, cada uno de ustedes ame también a su esposa como a sí mismo, y que la esposa respete a su esposo.

El mismo entendimiento de aner y gune aplica en 1 Timoteo 2:12, el cual declara: “No permito que una mujer enseñe, ni usurpe autoridad sobre un hombre, sino que permanezca en silencio”. Aunque es una declaración difícil de entender (parecida a su texto vecino, el cual declara que las mujeres serán salvas al tener hijos) al igual que otros textos desafiantes en la Escritura, permitimos que la escritura interpreta a la Escritura. El Nuevo Testamento habla continuamente de mujeres enseñando, orando y profetizando en público. Los adventistas del séptimo día creen, y la Biblia enseña, que la mujer al igual que el nombre puede obrar como un profeta, una de las posiciones más significativas de responsabilidad espiritual en toda la Escritura. También creemos que las mujeres pueden enseñar, predicar, sanar y proclamar el evangelio junto con los hombres. Elena de White escribió:

“Fue María quien predicó a Jesús resucitado; y la influencia refinada y suavizadora de las mujeres cristiana es necesaria en la gran obra de predicar la verdad. Si hubiera veinte mujeres donde ahora hay solo una, que hicieran de salvar las almas su obra más preciada., veríamos muchos más conversos a la verdad. La diligencia celosa y continuada en la causa de Dios será completamente exitosa y nos asombrará con sus resultados” (Signs of the Times, 16 de Septiembre de 1886).

La sumisión de las esposas a los esposos fue dada a Adán y Eva, una pareja casada, como una necesidad para preservar la armonía dentro de las relaciones comprometidas entre esposos y esposas. Tal como Joel 2 lo profetiza, los hombres y las mujeres deben unirse en el fin de los tiempos para declarar el pronto regreso de Jesús, y ayudar a preparar a otros para ese gran día.

Conclusión

Creo que Dios ha permitido que esta controversia surja en nuestra iglesia para evitar que cometamos el error de los discípulos, el de asociar el liderazgo espiritual con posiciones de autoridad.

“El que estará más cerca de Cristo será el que en la tierra haya bebido más hondamente del espíritu de su amor desinteresado… Otra vez pareció renovarse la contienda en cuanto a cuál sería el mayor, cuando Jesús, llamándolos a sí, dijo a los indignados discípulos: “Sabéis que los que se ven ser príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre ellas son grandes, tienen sobre ellas potestad. Mas no será así entre vosotros.” En los reinos del mundo, la posición significaba engrandecimiento propio…. La religión, como todas las demás cosas, era asunto de autoridad. Se esperaba que el pueblo creyera y practicara lo que indicaran sus superiores. Se desconocía totalmente el derecho del hombre como hombre, de pensar y obrar por sí mismo… Cristo estaba estableciendo un reino sobre principios diferentes. El llamaba a los hombres, no a asumir autoridad, sino a servir, a sobrellevar los fuertes las flaquezas de los débiles. El poder, la posición, el talento y la educación, colocaban a su poseedor bajo una obligación mayor de servir a sus semejantes. Aun al menor de los discípulos de Cristo se dice: “Porque todas las cosas son por vuestra causa.” “El hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”(El Deseado de Todas las Gentes, pp. 503-504)

¡Qué advertencia más solemne es esto para nosotros actualmente! Los discípulos no podían recibir el derramamiento del Espíritu Santo hasta que hubieran puesto sus diferencias aparte, su lucha por la supremacía, sus deseos acariciados por posiciones jerárquicas. No caigamos en la misma estrategia de Satanás de nuevo. Es una estrategia antigua, porque fue la primera mentira de Satanás: que Dios busca el lugar más elevado, en vez del más bajo.

“El pecado tuvo su origen en el egoísmo. Lucifer, el querubín protector, deseó ser el primero en el cielo. Trató de dominar a los seres celestiales, apartándolos de su Creador, y granjearse su homenaje. Para ello, representó falsamente a Dios, atribuyéndole el deseo de ensalzarse. Trató de investir al amante Creador con sus propias malas características. Así engañó a los ángeles. Así sedujo a los hombres. Los indujo a dudar de la palabra de Dios, y a desconfiar de su bondad.” (El Deseado de Todas las Gentes, pp. 13)

La bondad de Dios –su carácter- es lo opuesto a la auto-exaltación. Es este carácter, buscar el lugar más bajo, tal como Jesús lo representó desde el pesebre hasta la Cruz, lo que Él desea que reflejemos en contraste con el carácter de Satanás.

No hagamos maligno el carácter de Dios para apoyar nuestras posiciones acariciadas. Jesús refutó las acusaciones de Lucifer contra el carácter de Dios (y la ley de su reino) cuando reveló que el carácter del Padre buscaba el lugar más bajo. De la misma manera, nosotros somos llamados a vindicar el carácter de Dios cuando seguimos su ejemplo de humildad. Juntos como iglesia, debemos buscar el lugar más bajo, ejemplificar al universo que nos observa lo que Dios puede hacer en las almas humildes y creyentes.  Que seamos el cumplimiento de la oración de Jesús:

“para que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí. Yo les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor con que me has amado esté en ellos, y yo mismo esté en ellos.” (Juan 17:21-23, 26)


Fuente: http://roundtabletheology.com/?p=177

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