El Caso del Sexismo Sutil

El Caso del Sexismo Sutil

Por Charlie Olivia Grantham

 

Hace algunos días a una de mis mejores amigas le dijeron que se veía como “la esposa de un pastor”. Ella estaba un poco confundida acerca de cómo podría verse “cómo la esposa de un pastor”. Yo asumí que le dijeron eso porque ella se dedica de todo corazón por las almas perdidas. Ella ayudó a fundar y creer un próspero ministerio para los jóvenes. Ella predica, organiza eventos, y da muchos estudios bíblicos. A cualquier varón que haga lo mismo (o menos) le dirían que podría ser un pastor. Así que ¿por qué esta diferencia?

El sexismo yace en las paredes de las iglesias conservadores. En maneras sutiles, la iglesia les dice a las mujeres que no están invitadas a la toma de decisiones. Hay un sistema opresivo en acción que asegura que las mujeres conozcan “su lugar” (el cual nunca es detrás del púlpito o en algún lugar del liderazgo).

Muchas mujeres han internalizados este sexismo sutil, aceptando comentarios como el que mi amiga recibió sin indignarse. Por ejemplo, note que otra amiga mía tiene un increíble don para predicar, así que le dije que debería convertirse en una pastora. Ella respondió con una carcajada nerviosa: “Oh, ¡eso no es bíblico! Pero muchas personas me dicen que debería ser la esposa de un pastor.”

Me di cuenta que incluso aunque Dios la está llamado para predicar, ella nunca lo sabrá porque ha sido cegada por las mentiras sexistas con las que la han alimentado durante toda su vida.

Discretamente las mujeres son oprimidas y dejadas de lado en la iglesia.

Primero, una doctrina de roles no-bíblicos es plantadas en las mentes de las niñas y jóvenes por personas en las que ellas confían: padres, pastores, maestros, etc. Probablemente no hay mujeres predicando en sus iglesias, así que las niñas ven la posición del pastor como un rol masculino. Eso se convierte en una “norma” desde una edad temprana. Tan así que la idea de mujeres pastoras incluso se vuelve repulsiva. Estas jovencitas también escuchan una y otra vez que el esposo es el “líder espiritual del hogar”. Ellas aceptan esta jerarquía como si fuera bíblica, aunque la Biblia nunca menciona tal cosa.

Segundo, la teología complementarista enfatiza las diferencias biológicas entre varones y mujeres, especialmente durante la pubertad. Las niñas son avergonzadas y se les dice que cubran sus cuerpos “para los chicos”, mientras que los varones son alabados por su fuerza física. Se piensa que, dado que los varones suelen ser físicamente más fuertes, las niñas son el sexo débil.

Luché por años, preguntándole a Dios: ¿por qué las mujeres deben soportas esta carga? ¿Podría ser que Dios si favorece a los varones por encima de las mujeres? Si a las mujeres se les dice una y otra vez que los hombres tienen la autoridad final, entonces ¿cómo se animaría a cuestionar las palabras que salen del púlpito?

Por último, a las chicas se les enseña que alguien más siempre sabrá lo que es mejor para ellas. Aprender a no confiar en sus propias mentes. Desde la ropa que visten hasta las decisiones monumentales de su vida, los hombres siempre saben “lo que Dios quiere” para las mujeres. Padres, pastores, esposos y otras figuras masculinas tiene la carta de victoria “dada por Dios”.

A las niñas se les enseña que deben escuchar a las figuras masculinas en sus vidas por encima de sus propios instintos, ideas e incluso de las impresiones que reciben del Espíritu Santo. Esto crea la creencia inconsciente de que las mujeres son inferiores, que no son lo suficientemente buenas. No lo suficientemente buenas para liderar, no lo suficientemente buenas para tomar decisiones. No lo suficientemente buenas para discernir la guía del Espíritu Santo.

Es tiempo que llamemos a esto como lo que es. Una autoridad espiritual desigual, cultura de la “pureza”, y primacía masculina, son todos diferentes ramas de una misma ideología tóxica: sexismo. Algunas veces el sexismo es patente, pero la mayoría es sutil, escondido detrás de “buenas intenciones”. En muchas iglesias, está escondido detrás de incorrectos roles de género.

No permitir que las mujeres prediquen es sexista. Enseñar primacía masculina es equivocado. Y cosificar los cuerpos de las chicas usando la “cultura de la pureza” es peligroso. Es hora de que la iglesia abra sus ojos a los peligros del sexismo sutil y tome acciones decididas.

No podemos mirar a otro lado si hombres abusan del poder y las mujeres luchan para romper las cadenas de los roles sexistas de género.

Debemos levantarnos y arrojar luz sobre el sexismo que se esconde en las esquinas oscuras de nuestras iglesias y se introduce por las puertas traseras de nuestras mentes. Debemos desmantelar las ideas patriarcales que aprisionen a las mujeres.

Es tiempo de liberar a las mujeres. Hoy es el día de dar un paso hacia adelante.

“¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz, y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados!” (Proverbios 31:8-9) 


Fuente: http://www.cbeinternational.org/blogs/case-subtle-sexism

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