¿Qué pensaban los Pioneros Adventistas acerca de las mujeres en el ministerio?

¿Qué pensaban los Pioneros Adventistas acerca de las mujeres en el ministerio?

Por Denis Fortin

 

Recientemente, un destacado pastor adventista en California habló en oposición a las mujeres en el ministerio pastoral. Una posición tal no es nueva en el Adventismo, particularmente en las últimas tres décadas. Pero esta posición no es la posición adventista tradicional existente acerca de las contribuciones que las mujeres pueden hacer en todos los aspectos del ministerio.

Los primeros adventistas entendían las palabras proféticas de Pablo en Gálatas 3:28 de que “ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús”como la semilla de muchas reformas que llevaron a la abolición de los males sociales como la esclavitud, las distinciones de clase basados en derechos de nacimiento, y la exclusión de género en la sociedad y en la iglesia. Los primeros adventistas fueron de esta manera, abolicionistas, social demócratas y republicanos sobre el gobierno.

El ministerio de Elena de White desafiado.

Déjenme ilustrarles mi pensamiento con una anécdota del ministerio de Elena de White. En una carta a su esposo, James White, escrita en el 1 de Abril de 1880, Elena de White hizo un recuento de algunas de las actividades en las que ella y sus colegas habían estado involucrados recientemente cerca de Oakland, California. Entre muchas otras cosas, ellas le contó a James lo siguiente:

“El anciano Haskell hablo en la tarde y sus labores fueron bien recibidos. Yo tuve a la noche, tal como se declaró, la congregación más grande que se ha reunido alguna vez en Arbuckle. La casa estaba llena. Muchos vinieron de cinco a diez y doce millas [de distancia]. El Señor me dio un poder especial al hablar. La congregación escuchaba como si estuviera hechizada. Nadie dejó la casa aunque hablé alrededor de una hora. Antes de que empiece a hablar, el anciano Haskell tenía un pedazo de papel que le fue entregado citando [un] determinado texto que les prohibía a las mujeres hablar en público. Él se dirigió al asunto en una manera breve y muy claramente expresó el significado de las palabras del apóstol. Tengo entendido que fue un Cambelita (sic) el que escribió la objeción que había estado circulando [entre la audiencia] ampliamente antes de que llegara al púlpito, pero el Anciano Haskell lo hizo simple antes la gente” 

(Elena de White a James White, 1 de Abril de 1880 (Carta 171); Manuscript Releases, vol. 10, p. 70)

Elena de White se refirió a la nota de un “cambelita”, que es un miembro de la Iglesia de Cristo o del movimiento Stone-Campbell, que había escrito una nota citando un determinado texto de la escritura acerca de las mujeres teniendo prohibido hablar en público. Este texto fue 1 Corintios 14:34-35 o 1 Timoteo 2:12. Elena de White también mencionó a James que el Anciano Haskell respondió brevemente a la objeción que recibió y muy claramente expresó el significado de las palabras del apóstol. Y era obvio por el contexto que Elena de White estuvo de acuerdo con esta explicación.

Después de leer este evento anecdótico, me sentí muy curioso por saber qué es lo que Stephen Haskell le había dicho a esta audiencia en respuesta a esta nota que él había recibido. ¿Cuál era su creencia sobre el asunto de las mujeres hablando en la iglesia o en público, de mujeres haciendo ministerio? ¿Cuál fue su explicación a la que Elena de White estuvo de acuerdo? Un pequeña investigación en los artículo publicados en la Review and Herald (actualmente Adventist Review/Revista Adventista) y en Signs of the Times (Señales de los Tiempos) durante los años anteriores a este evento descubre algunas cosas interesantes.

Cuatro artículos sobre las mujeres en el ministerio

A través de 1860 y 1870, varios artículos aparecieron en las publicaciones de nuestra iglesia sobre el tema de las mujeres hablando en la iglesia. Teniendo una mujer profeta en la iglesia que hablaba regularmente en las asambleas en la iglesia y en reuniones públicas era obvio que se levantarían preguntas respecto a estos dos textos en el Nuevo Testamento.

Cuatro artículos sobre este tema fueron publicados en los dos años anteriores a esta anécdota en el ministerio de Elena de White.

En Diciembre de 1878, como editor residente de Signs of the Times (Señales de los Tiempos), Joseph H. Waggoner escribió una corta respuesta a la cuestión que él había recibido. A la pregunta “¿Es correcto para las mujeres hablar en reuniones?” él respondió haciendo un análisis del contexto de “ciertos textos… citados para probar lo contrario”. Waggoner explicó que Pablo dio estas instrucciones en 1 Corintios 14 y 1 Timoteo2 respecto a las mujeres no hablando en la iglesia debido a que él estaba preocupado por el decoro apropiado en la iglesia y que todas las palabras habladas en asambleas deben ser pronunciadas sin crear confusión.

Aún más, él se refirió a muchas mujeres que mantuvieron importantes roles en el Nuevo Testamento para indicar que para Pablo los labores de las mujeres no estaban confinados a algunas actividades. Pablo “se refiere a las oraciones, y también habla de ciertas mujeres que “trabajaron en el Señor (Filipenses 4:3), una expresión que solo puede referirse al trabajo del evangelio”. Waggoner concluyó sus comentario al afirmas a las mujeres en el ministerio. “Nosotros sinceramente creemos que, de acuerdo a las escrituras, las mujeres, como una forma correcta, y como un deber,  pueden involucrarse en estas actividades”

Unos pocos días más tarde, en Enero de 1879, J. N. Andrews también publicó un corto artículo sobre las mujeres hablando en la iglesia en la Review and Herald. En este artículo, Andrews busca explicar los dos principales textos usados para prohibir a las mujeres de hablar en la iglesia. Su propósito es mostrar que un estudio cuidadoso de estos textos no pueden apoyar esta conclusión.

En referencia a 1 Corintions 14:34-35, él explicó que la intención de Pablo fue la de evitar la confusión en la iglesia y la de instar a las mujeres a dejar de conversar entre ellas durante los servicios de adoración. Por lo tanto, “lo que el Apóstol dice a las mujeres en una iglesia tal como está, y en un estado tal de las cosas, no debe ser tomado como una norma para todas las mujeres cristianas en otras iglesias y en otros tiempos, cuando y donde desórdenes tales no existen”. De acuerdo con 1 Timoteo 2:12, Andrews entiende que “este texto da una regla general de Pablo acerca de las mujeres como maestras públicas. Pero hay algunas excepciones a esta regla general que pueden sacarse incluso de los escritos de Pablo y de otras escrituras”. De hecho, la evidencia que Andrews da a continuación indica que esta regla general es más bien la excepción y que las mujeres son libres de trabajar en el ministerio.

Unos pocos meses más tarde ese mismo año, Andrews de nuevo publicó un pequeño artículo sobre este tema, esta vez en Signs of the Times (Señales de los Tiempos). En respuesta a un artículo que él había leído en otro periódico que declaraba que las mujeres no tenían permitido hablar en la iglesia cristiana primitiva, él explicó que una posición tal no concuerda con el testimonio del Nuevo Testamento.

El número de mujeres de las cuales honorables menciones son hechas por sus labores en el evangelio no es pequeña. Ahora, en vista de tales hechos, ¿Cómo puede algún hombre decir en esta época de Biblias que la Biblia no nota a las mujeres, o que no les da un lugar en la obra de Dios? “El Señor escoge a sus propios obreros, y él no juzga como el hombre juzga. El hombre mira la apariencia, Dios juzga el corazón y el nunca se equivoca” (J. N. Andrews, “Women in the Bible”, Signs of the Times, October 30, 1879, p. 324)

Un último artículo que encontré publicado poco antes del evento anecdótico de Elena de White en California, es un artículo publicado por su esposo en la Review and Herald. Mientras explicaba el texto en 1 Corintions 14, James White concedió que Pablo puede haberse referido a las mujeres que participaban en reuniones en la iglesia pero él toma una firme posición de que este texto no se refiere a una prohibición para las mujeres que participaban en servicios d adoración. Sino que “Pablo… ubica a los hombres y a las mujeres lado a lado en la posición y en la obra de enseñar y orar en la iglesia de Cristo”. Como hemos visto en otros artículos publicados por sus colegas, White también da numerosos ejemplos de mujeres que ministraban para Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento para mostrar que no hay una prohibición para que las mujeres trabajen para el evangelio o hablen en las asambleas de la iglesia.

Pioneros: Pablo se refirió a situaciones particulares

La mayoría de los artículos publicados en el período tomaron la posición de que a lo que Pablo se refería en 1 Corintions 14 y 1 Timoteo 2 tenía que ver con situaciones particulares de su tiempo. El consejo de Pablo acerca de estas situaciones no es aplicable a todas las congregaciones de la iglesia. Nuestros pioneros entendían que lo que Pablo estaba prohibiendo no tenía nada que ver con una prohibición universal y general sobre las mujeres en el ministerio.

La mayoría de estos artículos también se refieren a muchas de las colaboradoras de Pablo para declarar la obvia conclusión de que Pablo no estaba hablando en contra de las mujeres en el ministerio. Aún más, ninguno de estos artículos usó el argumento de que una mujer profeta (i. e. Elena de White) tiene una dispensación especial de Dios para hablar en la iglesia –un argumento que es repetidamente usado hoy para evitar la prohibición malinterpretada y argumentar que las mujeres sin un llamado profético de Dios no deberían estar en el púlpito.

De alguna manera la historia de nuestra interpretación de estos pasajes ha sido olvidada. Muchos parecen haber olvidado también que una de nuestros fundadores de la iglesia fue una mujer, que ella hablo extensamente en congregaciones y que ella invitó a otras mujeres a unírsele en todos los aspectos del ministerio de ganar almas para Cristo. Si esta fue la posición tomada por nuestros fundadores de la iglesia 130 años atrás en una era cuando las mujeres no tenían igualdad social, creo que ellos ciertamente favorecerían a las mujeres en el ministerio hoy y no verían ninguna razón para no incluirlas en el ministerio pastoral.

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