[Declaración publicada por el Departamento del Ministerio de la Mujer de la Asociación General en conexión con el lanzamiento del “Año de la Mujer Adventista”, el 9 de Enero de 1995]
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La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha declarado 1995 como el Año de la Mujer Adventista. Mientras las mujeres de la Iglesia Adventista del Séptimo Día reciben y comparten afirmación durante este años, nosotros también deseen mejorar el mundo a su alrededor. Es con gran preocupación y aflicción que vemos las dificultades, cargas y adversidades que sufren tantas mujeres, nuestras hermanas, alrededor del mundo. Nosotros vemos que esta situación sucede en naciones en desarrollo y en desarrolladas, en tierras en paz o en áreas de crisis causadas por la guerra o desastres naturales.
Vemos con preocupación la gran diferencia entre los derechos de las mujeres exigidos en la Convención de la Organización de las Naciones Unidas sobre La Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer y la realidad del mundo a nuestro alrededor. Nosotros también estamos convencidos de que la “discriminación contra la mujer viola los principios de igualdad de derechos y respeto por la dignidad humana,…” y que de hecho entorpece “el crecimiento de la prosperidad de la sociedad y de la familia, y hace más difícil el desarrollo pleno del potencial de las mujeres en el servicio a sus países y a la humanidad” (Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, 1979).
Como cristianos, nosotros creemos que todas las personas son creadas a la imagen de un Dios amoroso.
Debido a nuestra gratitud por lo que Dios ha hecho por notros a través del Salvador, nosotros creemos que es nuestro deber y privilegio el de alcanzarnos entre nosotros en apoyo, para quitar la carga de problemas y desesperación cuando y donde sea que sea posible. Nosotros también creemos en compartir las alegrías y satisfacciones de ser una mujer de Dios.
El estándar para los cristianos adventistas del séptimo día es reconocido en la bíblicamente basada Creencia Fundamental Nº 13 de la Iglesia: “Unidad en el Cuerpo de Cristo”.
“En Cristo somos una nueva creación; las diferencias de raza, cultura, educación y nacionalidad, entre encumbrados y humildes, ricos y pobres, hombres y mujeres, no deben causar divisiones entre nosotros. Todos somos iguales en Cristo, quien por un mismo Espíritu nos ha unido en comunión con él y los unos con los otros. Debemos servir y ser servidos sin parcialidad ni reservas.”
La Iglesia del Séptimo Día deplora todas las formas de sexismo o cualquier otra forma de discriminación basada en el género. No debe haber una búsqueda por poder sobre algún individuo basado en el género, sino que se debe alentar el poder dentro de cada mujer y hombre que les permita alcanzar su potencial para trabajar con otros y para el mejoramiento de todos.
Los adventistas del séptimo día quieren ser fieles al ministerio de reconciliación asignado a la Iglesia cristiana. Como una comunidad mundial de fe, la Iglesia Adventista del Séptimo Día desea atestiguar y exhibir en sus propias filas la justicia, la igualdad y el amor que trasciende las diferencias de género y supera el enajenamiento del pasado basado en el género. La discriminación sexista es una ofensa contra nuestros semejantes seres humanos, que han sido creados en la imagen de Dios.
Creemos que todas las personas han sido bendecidas con libre albedrío. Nosotros afirmamos que cada persona, tanto mujeres como hombres, deberían ser quienes tomen las decisiones relacionadas a los asuntos que los afectan más a ellos y a sus propias vidas. Para que conste, creemos que las mujeres deben tener el derecho a elecciones religiosas libres e irrestrictas. Creemos que debemos respetar los deseos y elecciones de los demás en nuestra familia, pero que cada uno debe rendir cuentas por nuestras propias acciones en nuestra propia relación con el Creador del Universo.
Creemos que cada mujer tiene el derecho a una educación en el mismo grado en que esté disponible en la comunidad. De acuerdo con la ONU, hay más de 100 millones de adultos analfabetos en el mundo actualmente, y tres cuartos de ellos son mujeres.
Nosotros mantenemos que hasta que las mujeres tengan el derecho a una educación básica y el derecho a ser alfabetizadas, ella no será capaz de alimentar a su familia apropiadamente, darles atención médica, ayudar con la economía de la familia o de la nación, conocer sus propios valores religiosos o tener respeto por su propia persona. Cuando las mujeres pueden leer, la familia también tendrá acceso a la alfabetización.
Creemos que la mujer tiene el derecho a la protección y a la dignidad de su propio cuerpo y mente. La violencia contra cualquier ser humano está mal y la mujer tiene el derecho a no ser víctimas del abuso mental, físico o sexual, incluyendo en su hogar y familia.
Además creemos que la mujer tiene el derecho a la atención y la información médica, que sus necesidades especiales como mujer deben ser atendidas mediante la investigación, y que sus necesidades individuales reciban atención respetuosa.
Creemos que la mujer tiene el derecho a apoyo y recompensas iguales por la labor desempeñado en su lugar de trabajo o en el hogar. Si una mujer participa en un lugar de trabajo, ya sea por necesidad económica o por razones personales, las condiciones, remuneración, y duración de su jornada laboral debe ser adaptada para disminuir el estrés, la fatiga y el desgaste.
Finalmente, creemos que debido a los cambios en el estatus, trabajo y responsabilidades, la mujer debe tener acceso a la capacitación como líder y orientación por parte de tanto hombres como mujeres para que así ella pueda disfrutar del éxito en todas las áreas del hogar, la comunidad, y su lugar de adoración.
Nosotros mantenemos que la mujer, al igual que el hombre, tiene el derecho a estos privilegios, independientemente de que ella o él cree lo mismo que nosotros o no. Mientras que los derechos de la mujer resultarán en beneficios económicos y ambientales para todos, la mujer no debe tener estos derechos solo basándose en eso. Ella debe tener estos derechos debido a que es un ser humano.
Nosotros llamamos a todos los adventistas del séptimo día y a todos los que tenga buena voluntad a que ayuden a crear una atmósfera de libertad, crecimiento, igualdad y bienestar hacía todas las mujeres en sus familias, comunidades, y grupos religiosos que llevada a cada mujer a usar sus dones individuales en su máximo potencial.
Elena de White, una de los fundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, dijo hace más de 100 años, “Cuando ha de realizarse una obra grande y decisiva, Dios escoge a hombres y mujeres para hacer su obra, y esta obra sentirá la pérdida si los talentos de ambas clases no son combinados” (El Evangelismo, p. 343)