En el debate sobre la ordenación de la mujer es fácil acusar a un lado o al otro de no ser cristiano. En realidad, es fácil como adventista de etiquetar a alguien de no ser realmente cristiano o adventista por la música que escucha, el estilo de adoración que practica, etc. Sin embargo tenemos que tener en cuenta que nada de eso sirve a la hora de identificar a un verdadero cristiano.
Elena de White expresó que muchos que constantemente están etiquetando a otros de ser “apóstata”, “infiltrado” y otros apelativos, no saben cuál es la verdadera marca de un cristiano:
“En la naturaleza humana existe la tendencia a irse a los extremos, y de un extremo a otro, totalmente opuesto. Muchos son fanáticos. Los consume un celo equivocado por la religión, pero el carácter es la verdadera prueba del discipulado. ¿Poseen ellos la mansedumbre de Cristo, poseen su humildad y su dulce benevolencia? ¿Está el templo del alma vacío de orgullo, arrogancia, egoísmo y censura? Si no lo está, entonces no saben ellos a qué clase de espíritu pertenecen. No se dan cuenta de que el verdadero cristianismo consiste en llevar mucho fruto para la gloria de Dios.” (Testimonios para la Iglesia, tomo 5, 285-286)
Es el carácter lo que nos indica si una persona es o no es cristiano. Ser liberal o ser conservador, creer o no creer en la ordenación de la mujer no diferencia al trigo de la cizaña. Es el carácter de las personas, cuando refleja el carácter de Cristo, lo que diferencia a un cristiano verdadero. Jesús declaró:
“De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros.” (Juan 13:35)
Dios es amor y su carácter, basado en el amor, es transmitido y copiado en la vida de cada creyente mediante el Espíritu Santo. Por eso la Biblia dice: “el fruto del Espíritu es amor” (Gál. 5:22).
Cuando una persona acepta la salvación de Cristo y el Espíritu Santo transforma su vida, su carácter comienza a parecerse al de Cristo y el amor transpira en todas sus acciones.
Ese mismo Espíritu, que transforma los caracteres, también es “el Espíritu de Verdad” que nos “guiará a toda la verdad” (Jn. 16:13). Así que mientras va transformando nuestro carácter, el Espíritu Santo también nos va gradualmente mostrando las verdades de la Palabra de Dios.
Por eso una persona que no muestra un carácter como el de Cristo no tiene ningún derecho de reclamar que posee la verdad. Porque el mismo Espíritu que nos guía a la verdad también cambia nuestro carácter.
No nos olvidemos que ser liberal o conservador no garantiza que seamos cristianos verdaderos. Creer o no creer en la ordenación de la mujer tampoco garantiza que seamos adventistas de verdad. Es el carácter lo que nos identifica como hijos de Dios.
Tenemos que cumplir la palabra como es, las reglas son de Dios no del hombre; y por eso es que andamos todos torcidos en las cosas de Señor y diciendo quien no puede y quien si pude , si somos conservadores o liberales hagamos lo que dice la palabra de Dios (Prv. 4: 4), no debemos jugar con la gracia y hacer lo que querramos.