La Hermenéutica y la Ordenación de la Mujer

La Hermenéutica y la Ordenación de la Mujer

Por Kyoshin Ahn

¿Por qué Necesitamos Hermenéutica?

El término hermenéutica en su significado tradicional indica la disciplina que trata con principios de interpretación. Aunque puede parecer un conjunto de técnicas sofisticadas, la realidad es que se nos  enseña hermenéutica, consciente o inconscientemente, desde el nacimiento. Se usa hermenéutica en la vida diaria simplemente porque los seres humanos necesitan principios de interpretación para comprender eventos cotidianos, verbales y no verbales.

Las palabras son el lenguaje humano inestable, por naturaleza “mayormente equívoco”[1]. Además, el lenguaje representa una percepción de la realidad, la cual puede comprenderse en más de una manera. En el caso del lenguaje escrito, la percepción de la realidad es tanto la del autor como la del lector. El autor procura persuadirnos de que veamos las cosas a su manera, mientras que los lectores descifran el significado en base a sus propios contextos. No habría disputas o malentendidos en cuanto a lo que se habla o escribe si ese no fuera el caso.

Es una práctica común colocar lo que se dice o escribe en su contexto histórico, lingüístico o cultural para su comprensión. Lo mismo debería ser cierto cuando se lee la Biblia. Hay diferencias lingüísticas y culturales significativas como también una vasta brecha histórica entre el autor y el lector en la lectura moderna de la Biblia. Al no reconocer estos asuntos en nuestra lectura de la Escritura, es muy probable que los lectores modernos apliquen sus maneras habituales de leer a la lectura de la Biblia. Pero la Biblia no es meramente otro libro cualquiera.

Por un lado, la Biblia es un libro divino. Es una colección única, producida por el Espíritu, que exhibe coherencias, interconexiones entre los libros, y un paradigma de profecía y cumplimiento. Como un libro divino, posee también un contenido singularmente inspirado: tiene autoridad, es veraz e incluye revelación divina, milagros, profecía, naturaleza y un plan. Como un libro divino, tiene un propósito único; tiene valor espiritual, con la capacidad de cambiar vidas, y es comprensible.

Por otra parte, la Biblia es un libro humano. Primero, usa un lenguaje humano con palabras y gramática de la época. Los intérpretes serios deben estudiar lingüística, sintaxis y semántica para obtener una lectura precisa del texto. En segundo lugar, usa estilos comunes y convenciones literarias conocidas en el tiempo cuando se escribió. La comparación de estilos paralelos procedentes del mundo bíblico provee contextos culturales y literarios con los cuales la Biblia puede ser comprendida en profundidad. En tercer término, fue escrita por autores humanos en su propio tiempo y espacio, y su trasfondo histórico y cultural debiera ser comprendido. Y finalmente, comunica a través del sentido llano del texto. No debiera hacerse ningún esfuerzo en buscar un sentido oculto o místico.

Así como en la vida diaria, no hay ninguna garantía absoluta de que alguien alguna vez comprenderá completamente las palabras de la Biblia. Los recipientes inmediatos de los textos bíblicos tenían la ventaja de un contexto compartido; pero para los lectores posteriores, las palabras y sus significados pueden ser difíciles de definir específicamente.

Sin embargo, esto no debiera conducirnos a pensar que los problemas yacen en la Biblia. Por la mayor parte, la Biblia es clara y comprensible. No hay muchas palabras o frases que causen perplejidad hasta el punto de que las doctrinas y las prácticas cambien. Después de todo, el Dios que llegó a ser humano también usó un lenguaje —no meramente señales o milagros o visiones místicas— para comunicar la verdad divina a la humanidad. La Biblia está dada para ser comprendida. La comunicación entre el autor y el lector de la Biblia tiene lugar naturalmente en la experiencia de la lectura.

La Biblia es un “libro en el cual un niño puede chapotear, y un elefante puede nadar”.[2] 2 Hay así algunos pasajes difíciles en la Biblia. También hay algunas enseñanzas que requieren habilidades hermenéuticas, no solo para encontrar el significado sino también para aplicarlo correctamente al contexto moderno. Con el uso de un debido conjunto de instrumentos hermenéuticos, puede hacerse el intento de cubrir la distancia que separa a la humanidad moderna del texto bíblico y su mundo.

Reconociendo desde un comienzo el significado de la hermenéutica, el Comité de Estudio de la Teología de la Ordenación de la DNA comenzó estableciendo una hermenéutica para la tarea asignada.

ADAPTACIÓN DE LOS “MÉTODOS DE ESTUDIO DE LA BIBLIA” — MÉTODO HERMENÉUTICO

  1. Acción. El comité estuvo de acuerdo en cuanto a la importancia de establecer una hermenéutica desde el principio, antes de extraer conclusiones ulteriores. Leímos juntos el documento “Métodos del Estudio de la Biblia” votado por el Concilio Anual de la Asociación General en 1986, y, después de alguna discusión, votamos utilizar sus presuposiciones, principios y métodos de hermenéutica bíblica.
  1. Racional. El documento “Métodos de Estudio de la Biblia” fue escrito y votado hace 27 años, y como tal no está dirigido a todo un movimiento nuevo en estudios bíblicos que se ha presenciado en los últimos veinte años; sin embargo, aun provee una buena estructura hermenéutica para guiar el estudio de este comité. En particular, el documento delinea los límites con respecto a dos áreas significativas.
  2. Inspiración del pensamiento: Este documento adopta la inspiración de pensamiento como el enfoque adventista oficial para interpretar la Escritura.

“El Espíritu Santo inspiró a los escritores de la Biblia con pensamientos, ideas e información objetiva; a su vez ellos expresaron esto en sus propias palabras. Por lo tanto las Escrituras son una unión indivisible de elementos humanos y divinos, ninguno de los cuales debiera ser destacado a expensas del otro”.

  1. Enfoque histórico. El documento también provee estas recomendaciones específicas (entre otras):
  • Hasta tanto sea posible, averigüe las circunstancias históricas en las cuales el pasaje fue escrito.
  • Tome nota de la gramática y de la construcción de las oraciones para descubrir el significado del autor.
  • En conexión con el estudio del texto bíblico, explore los factores históricos y culturales. “La arqueología, la antropología y la historia —arguye—, pueden contribuir a la comprensión del significado del texto”[3].

Es significativo notar aquí que este documento oficial, votado por la Asociación General, aconseja enfáticamente la interpretación de la Escritura en su contexto cultural e histórico.

  1. Autoridades. Además el comité estuvo de acuerdo en afirmar tres autoridades: (a) La Santa Escritura, como revelación inspirada de Dios; (b) los escritos de Elena de White, como guía inspirada para la Iglesia Adventista; y (c) las 28 Creencias Fundamentales, como expresión de la comprensión doctrinal adventista. Todos los miembros del comité sintieron fuertemente que al establecer estas autoridades en el comienzo de la tarea se fijaban los límites dentro de los cuales este comité iba a operar.

DOS CONJUNTOS IMPORTANTES DE HERMENÉUTICA EN LA IGLESIA ADVENTISTA

El comité rápidamente descubrió que el estudio de Ján Barna[4] resume sucintamente dos importantes ramales hermenéuticos prevalentes hoy en la Iglesia Adventista. Estos dos ramales están siendo usados para examinar la evidencia bíblica sobre la cuestión de la ordenación, particularmente aquellos textos controversiales que hablan directamente sobre la cuestión de la primacía, que es la cuestión textual más disputable en conexión con este tema.

  1. Lectura llana, natural y literal

Barna identifica el método preferido de quienes se oponen a la ordenación de la mujer como el “método histórico-gramatical”,[5] 5 que coloca un fuerte énfasis sobre un significado llano, natural y literal de las palabras. Incluso se ha hecho referencia a este enfoque como “el enfoque del sentido común”[6], lo cual conduce al descubrimiento del “sentido natural y normal del texto”[7].  La lectura literal, por lo tanto, caracteriza predominantemente a este método. Este enfoque presupone asombrosamente “una correlación de significado entre entonces y ahora”[8]. En otras palabras, el sentido común de los lectores modernos y su lectura corriente se hacen cargo del proceso interpretativo.

Este enfoque, aunque histórico, tiene una fuerte tendencia de evitar el empleo de toda fuente extrabíblica. La autoridad de la Biblia se mantiene con la frase Sola Scriptura, “que abarca no solo el uso de la Biblia como la fuente evaluativa (significado epistemológico) para las fuentes extrabíblicas, finotambién el uso de la Biblia como la única (sola) fuente (limitación hermenéutica) excluyendo o minimizando el uso de fuentes extrabíblicas”[9].

En la opinión de Barna, en este método histórico-gramatical es básica la aceptación de la Escritura como la Palabra de Dios infalible y verbalmente inspirada. Barna lo resume de esta manera: “La Biblia es infalible, no solo en asuntos de salvación y teología, sino también en asuntos de ciencia e historia, hasta el último detalle. La suposición de la absoluta infalibilidad bíblica está firmemente enrazada y necesitada por el concepto de la inspiración plena que tienen los oponentes”[10].

Es verdad que varias figuras influyentes en el círculo de los oponentes sostienen este punto de vista de la inspiración o uno muy similar.[11] Es también probablemente cierto que la teoría fundamental de la inspiración bíblica, que a menudo se encuentra entre los que no favorecen la ordenación de las mujeres, corre fuertemente a lo largo de esta línea de pensamiento. Este punto de vista de la inspiración, por consiguiente, puede haber servido como un telón de fondo influyente contra el cual se opone ferozmente a la ordenación de las mujeres.

Para ser justos, debe notarse que el resumen y la conclusión de Barna sobre ese asunto se basa principalmente en dos escritores adventistas, y no representa necesariamente el punto de vista sostenido por otros que no están en favor de la ordenación de las mujeres. Es teorética y prácticamente posible establecer un punto de vista que se opone a la ordenación de las mujeres sin suscribirse a este modo de inspiración.

Con este enfoque simple y literal de la Biblia, la ordenación de la mujer no es posible a menos que haya un claro mandato bíblico. Este argumento parece muy débil porque ninguno de los textos usados contra la ordenación de la mujer se refiere específicamente a la cuestión y porque una lectura literal de estos textos supone un “principio hermenéutico que no es ni aceptable ni tradicionalmente practicado en la teología adventista”[12].

  1. Lectura basada en un principio

El método preferido de los proponentes de la ordenación de la mujer se describe como incluyendo “estrategias basadas en un principio, contextuales, lingüísticas e histórico-culturales… en el corazón de su enfoque bíblico”[13].   Este enfoque, por lo tanto, ve la mayoría de los así llamados pasajes controversiales en el “contexto de las relaciones de la familia, y algunos enfatizan una sumisión recíproca”. Con el uso de este enfoque, ninguna evidencia conclusiva que prohíba la ordenación de las mujeres puede encontrarse en la Biblia.

Aquellos que adoptan este enfoque creen que las investigaciones hermenéuticas debieran discutirse dentro del esquema más amplio del tema de la inspiración y la revelación. Aunque difieren en puntos técnicos, su punto de vista completo de la inspiración llega a ser su modus operandi en la discusión de este tema. Como la inspiración verbal fue históricamente rechazada por la Iglesia Adventista en el siglo XIX, no adoptan “un concepto de dictado-verbal-mecánico tanto en la terminología como en el análisis enfatizando más el aspecto personal-dinámico en la teoría de la inspiración”[14]. Este punto de vista de la inspiración está apoyado por Elena de White cuando dice: “La Biblia está escrita por hombres inspirados, pero no es la forma del pensamiento y de la expresión de Dios. Es la forma de la humanidad. Dios no está representado como escritor. Con frecuencia los hombres dicen que cierta expresión no parece de Dios. Pero Dios no se ha puesto a sí mismo a prueba en la Biblia por medio de palabras, de lógica, de retórica. Los escritores de la Biblia eran los escribientes de Dios, no su pluma”[15].

Los practicantes de este enfoque creen en la completa confiabilidad e integridad de la Biblia en términos de su mensaje salvífico mientras que se apartan de “un punto de vista de absoluta infalibilidad”[16].  Al mismo tiempo, un debido discernimiento entre elementos temporales, culturales, y elementos transculturales, permanentes, es fundamental en este enfoque, porque la Biblia fue escrita en cierto espacio y tiempo[17].

  1. Un asunto de justicia hermenéutica al texto

En general el comité piensa que ambos métodos encajan dentro de la amplia extensión de lo que el documento “Métodos de Estudio de la Biblia” aprueba como estando dentro de la esfera apropiada de lectura en la Iglesia Adventista.

Una estrategia de lectura simple y literal sería suficiente para entender la mayor parte de la Biblia. Sin embargo, el comité cree que hay ocasiones cuando debiéramos emplear la lectura basada en un principio porque el pasaje demanda una comprensión del marco histórico y contextual.

El método no es el fin sino más bien un medio por el cual tenemos acceso al significado de la Escritura. No debiera ser idealizado o estimado por encima del texto. La historia de la interpretación bíblica testifica que la gente tiende a seleccionar la hermenéutica que sirve mejor para sus propios intereses. Tal vez ningún método hermenéutico es final. Pero el texto bíblico todavía permanece, aun después de que un método particular no esté en boga.

Una pregunta será considerada por un lector honesto de la Biblia: ¿Cuál enfoque o estrategia de lectura le hace más justicia al significado del texto? Esta pregunta es especialmente importante cuando se consideran pasajes o asuntos difíciles, y es fundamental para la interpretación correcta de la Escritura. El método es un medio para abordar el texto. El texto determina cuál método puede ser el más apropiado para la interpretación. El texto tiene prioridad sobre el método hermenéutico.

Además, un lector ético de la Biblia evaluará el resultado y preguntará: ¿Quién se beneficia con esta interpretación particular? Esto surge del reconocimiento de que la interpretación puede llegar a ser una cuestión de poder. La interpretación entonces necesita ser evaluada dentro del marco de la totalidad de la Escritura. Cuando la lectura de uno contradice el cuadro general de Dios y los principales temas motores de la Biblia, tal lectura debiera ser sometida a un riguroso escrutinio.

¿Cuándo debiéramos decidirnos a no usar un método y pasarnos a otro? ¿Cuál debiera ser nuestro criterio para determinar el uso adecuado de un método contextual o de un enfoque basado en un principio? Estas preguntas debieran contestarse para efectuar la lectura apropiada del texto. La regla práctica general es que cuando se sostienen dos o más interpretaciones para un pasaje, la que trabaja con toda la información reunida debiera servir.

  1. Cuándo adoptar un enfoque basado en un principio

Las siguientes situaciones interpretativas se encaran mejor con un enfoque basado en un principio.

  1. Interpretación conflictiva: Cuando hay un desafío de interpretaciones conflictivas debido a variantes textuales y/o contextos históricos y culturales particulares.
  1. Trasfondo histórico: Cuando una comprensión del trasfondo histórico mejora grandemente la lectura. La Biblia, en la mayoría de los casos, no provee información detallada acerca de situaciones históricas o culturales que están detrás de un pasaje. Por ejemplo, mientras la gente en Corinto obviamente habría conocido el contexto en el cual Pablo les escribió, no es posible para nosotros convertirnos en lectores del primer siglo y entender plenamente el contexto. Sin embargo, la Biblia está dada para la comprensión humana y el bienestar espiritual. Es la solemne tarea de los lectores ejercer su mejor esfuerzo para comprender el contexto tanto como sea posible.
  1. Contradicción: Cuando una interpretación de un pasaje específico contradice la enseñanza de la Escritura en un punto. La Biblia es un libro unificado en su mensaje salvífico.
  1. Necesidad esencial de razonamiento. Cuando el uso del razonamiento parece ser necesario para nuestra lectura. El acto de interpretación es también un acto de razonamiento lógico. Mientras que la inspiración divina se da por sentada en forma absoluta, eso no excluye el uso de la razón en la lectura. Puesto que la Biblia es dada en la forma del lenguaje humano y por lo tanto apela a la razón humana, invita a una investigación seria cuando la interpretación corriente no tiene sentido.
  1. Iluminación del Espíritu Santo: Cuando el Espíritu Santo, el “Espíritu de verdad” (Juan 16:13), ilumina lo que está revelado en la Escritura, “para conocer los dones que él nos ha dado gratuitamente” (1 Corintios 2:12, NRV XXI). El ministerio del Espíritu Santo no es primariamente acerca de comunicar una nueva verdad sino de ayudar a mostrar la obra salvífica de Jesucristo en un más amplio alcance y más allá de nuestros límites culturales y contextuales. No espera descartar el sentido común y la lógica en la fe cristiana.

Estos principios pueden conducir al lector adventista del tiempo moderno a considerar muchos de los pasajes difíciles referentes a la ordenación de la mujer en su contexto lingüístico, histórico y cultural.

UNA HERMENÉUTICA DE LA HISTORIA REDENTORA

Puesto que la Biblia es un libro divino y humano, escrito en un espacio y tiempo particulares, es necesario encontrar un conjunto de principios para distinguir aquello que es transcultural de lo que es cultural. Mientras el cristiano del siglo XXI toma la Biblia como la norma para la vida, los asuntos hermenéuticos son fundamentales para evaluar el status normativo de las órdenes y prácticas en la Biblia.

¿Qué enfoque hermenéutico debiéramos generalmente utilizar en nuestra lectura de los textos de la Escritura? ¿Cómo debiera aplicarse el texto bíblico en el mundo contemporáneo? ¿Qué hermenéutica debiera desarrollarse para distinguir lo que es meramente cultural de lo que es eterno? ¿Cómo puede establecerse un terreno común donde hay hostilidad dentro de la comunidad adventista? ¿Qué componentes del texto bíblico tienen un significado práctico progresivo y qué componentes están limitados en su aplicación a la audiencia original?

Estas preguntas deben contestarse para interpretar la Biblia como un todo unificado. Una manera persuasiva de hacer eso es adoptar un “movimiento hermenéutico redentor”[18], que puede aplicarse a muchos asuntos que emergen cuando se leen pasajes difíciles. Esta hermenéutica redentora está fundamentalmente basada en la vida, ministerio, muerte y resurrección de Jesucristo, en quien encontramos la completa revelación de Dios, y también en quien hallamos el clímax y el cumplimiento máximo de toda la historia redentora en la Escritura. Además, esta característica redentora, histórica en la Biblia bien puede servir como nuestra estrategia de lectura cuando se llega a textos difíciles en la Escritura.

Este enfoque busca el espíritu redentor (o “trayectoria”) en el texto para discernir lo que se aplica todavía hoy. Dios mueve a su pueblo a la comprensión más plena de su voluntad para ellos, esto es, lo que es más recto, equitativo, amante y justo. Se basa en una firme creencia que “en relación a cuándo y dónde fueron primeramente leídas las palabras de la Escritura, hablaron de manera redentora a sus comunidades”[19]. Por ejemplo, algunos de los consejos de la Escritura fueron destinados a mitigar redentoramente el duro trato de los esclavos sin poner fuera de ley la esclavitud; pero eso no representa la posición conclusiva de la Biblia sobre ese asunto. Cuando se considera toda la Palabra en el contexto de la historia redentora, la esclavitud no se tolera.

Este enfoque contrasta con una hermenéutica “estática”, que se interesa en interpretar el texto como una entidad aislada y no reconoce la dirección en la cual la Biblia se mueve. Esta hermenéutica “estática” puede incluso justificar la esclavitud u otros actos injustos, porque la Biblia parece respaldarlos o tácitamente reconocerlos.

Una de las tareas de los intérpretes al leer la Escritura es considerar cómo debiera aplicarse hoy. La orden de que las mujeres sospechadas de adulterio debían pasar por el rito de purificación de Números 5 estaba destinada a proteger a las mujeres de acusaciones arbitrarias en una sociedad patriarcal, no singularizarlas para ser castigadas. Esta orden, en su marco cultural, mejoró la vida de las mujeres. En la actualidad tanto los hombres como las mujeres pueden estar implicados o ser responsables en casos de adulterio. La base fundamental de este enfoque hermenéutico es que no debiéramos restringir la aplicación del texto bíblico al mundo cultural de la Biblia, sino permitir que su espíritu redentor o movimiento redentor guíe al lector moderno.

Algunos intérpretes modernos de Efesios 6:5-9 mantienen que los empleados debieran someterse a sus empleadores. Tal interpretación aplica erróneamente el texto a la sociedad contemporánea. No se requiere de los empleados que se sometan a los empleadores, sino que cumplan fielmente los términos de su contrato. La fiel ejecución de un trabajo glorifica a Dios, y en una manera funciona como un testigo a otros.

Lo mismo es cierto de la esclavitud (Éxodo 21:28-32). La sociedad moderna no supone que las esposas son la propiedad de sus esposos (Éxodo 20:17). Estos textos no debieran leerse de una manera estática o fija. El movimiento redentor del texto dicta la proclamación de que todos los seres humanos, esclavos o libres, son iguales, y que las esposas son iguales a sus esposos.

La Biblia se refiere a asuntos culturales específicos como también a aquellos que trascienden la cultura y el tiempo. La esclavitud se vincula específicamente a una cultura antigua, mientras que la orden de amar-a-tu-prójimo se aplica directamente a todas las culturas a través del tiempo. Es la tarea de un lector moderno de la Biblia distinguir entre los valores culturales dentro de la Biblia y los transculturales. Tales esfuerzos les ayudan a los lectores a evitar la trampa de estar atrapado en un literalismo rígido.

LUGAR DEL SIGNIFICADO Y UNA HERMENÉUTICA DE HUMILDAD

  1. Texto y significado

La hermenéutica bíblica se preocupa principalmente por la interpretación de la Escritura y las complejidades de la relación entre el texto y el lector. La

Iglesia Adventista, en un cierto grado, ha tratado exitosamente con la cuestión de la hermenéutica. Sin embargo, no ha considerado los asuntos complejos entre el lector y el texto, debido principalmente al lugar tradicional del significado en el texto. La posición adventista es que “la Biblia es el único credo”, pero esto arroja algo de luz sobre la supuesta ubicación del significado. Los adventistas asumen un enfoque “arqueológico”: puesto que el significado está en el texto, es la responsabilidad del lector investigar en procura de ese significado.

Los adventistas han sostenido por largo tiempo la posición exegética de que el lector debiera tratar de descubrir el significado que se ha propuesto el autor, el único significado verdadero, y debe evitar superponer un significado al texto. El significado de un pasaje está determinado o fijado por el autor y no está sujeto a modificación por los lectores. El papel del lector es descubrir el significado.

El proceso de lectura no es tan simple como parece en la superficie, y lo mismo es cierto para la interpretación bíblica. Hay tres focos en la interpretación bíblica. Mientras que algunos lectores están enteramente comprometidos con un foco, otros intentan integrar dos o tres.

  1. Foco sobre el autor. La tarea es investigar para encontrar la intención del autor. El significado verbal es lo que el autor ha querido transmitir mediante una secuencia particular de palabras que pueden ser compartidas por medio de signos lingüísticos. La verdadera intención del autor provee la única norma genuinamente distintiva para discernir entre interpretaciones válidas o verdaderas e inválidas o falsas[20].
  2. Foco sobre el texto. La tarea es delinear el mundo dentro del texto. El texto, una vez escrito y producido, representa su propio mundo. El lenguaje, su estructura y su contexto literario llegan a ser la fuente de significado.[21]
  3. Foco sobre el lector. Fundamental en este enfoque es su reconocimiento de que el texto es semánticamente independiente de la intención de su autor. El texto es visto primariamente como una construcción [ideológica], en la medida en que el significado reside en el encuentro o intercambio entre el texto y el lector. El significado emerge así como un resultado del intercambio entre texto y lector; ambos están condicionados cultural e históricamente.[22]

El hecho de enfocarse en el autor es probablemente la única elección absoluta para la hermenéutica denominacional. El texto tiene un mensaje determinado específico que el autor procura entregar al lector. Los lectores se embarcan en un viaje para descubrir el significado que se ha propuesto el autor. En otras palabras, para los adventistas el significado es una propiedad del texto antes que el  resultado de un compromiso y una participación del lector con el texto.

Aun después de reconocer esta tradición interpretativa concentrada en el autor en la Iglesia Adventista, es útil reconocer qué podrían aportar los otros dos focos a la experiencia de la lectura. Note el caso de 2 Pedro 1:12. Cuando se lo considera en su contexto, 2 Pedro 1:12 es una afirmación positiva del mensaje apostólico, el cual Pedro está comprometido a recordar a sus lectores. Es una “declaración autoritativa… de la esperanza escatológica del cristiano como él [Pedro] ha estado exponiéndola… Lo hace todo más impresionante y solemne al volcarlo en la forma de un mensaje de despedida, o el último testamento, redactado por el Apóstol mismo en plena conciencia de su inminente muerte como mártir”[23]. Sin embargo, los primeros adventistas tomaron “la verdad presente” en 2 Pedro 1:12 y la aplicaron progresivamente a sus nuevos y recientes mensajes como el santuario y el sábado[24] que, en su opinión, preparaban al pueblo para ser perfectos y santos. Para muchos lectores adventistas del siglo XIX, con su particular postura de proximidad teológica, esta era la comprensión primaria en su encuentro con el pasaje.

La verdad del asunto es que ningún intérprete es inmune al efecto de un encuentro tal en su lectura del texto. Como humanos, estamos naturalmente inclinados a leer la Biblia en nuestro contexto actual, el cual influye sobre nuestra interpretación y aplicación del texto, para bien o para mal. Todos los intérpretes tienen preconceptos. El resultado final es que al margen de si los intérpretes lo reconocen abierta y cándidamente, ellos se incorporan al texto.

Reconocer la ubicación social de uno en la lectura del texto provee una plataforma cándida para la interpretación. No indica necesariamente que tenemos que ser gobernados por nuestra propia ubicación social.

Como lo muestra un caso de estudio de 100 lecturas de Nehemías 5,[25] los diversos contextos de los lectores, con sus preocupaciones y problemas particulares, influyen en la lectura de la Escritura. La mayoría de los lectores anglosajones encuentran en Nehemías 5 enseñanzas sobre diversos temas como la planificación de la familia, el debido ejercicio de la ira, la vida ejemplar, y principios de liderazgo cristiano. Muchos en el mundo desarrollado, junto con varios lectores anglosajones, sienten que Nehemías

5 se refiere a la ayuda a los pobres y al papel de la ideología, el gobierno y las masas. Los lectores en Norteamérica ven poco acerca de los pobres de hoy, pero sienten que la debida administración del dinero es una idea principal en este capítulo.

El contexto actual es un lente interpretativo para los lectores, ya sea que lo reconozcan o no. La aplicación de un filtro contemporáneo al texto bíblico es el único punto de partida para los lectores contemporáneos. Dicho punto de partida puede encubrir el significado del texto. Una lectura ética del texto demanda la admisión de que inevitablemente leemos primero la Biblia a través de ojos condicionados por nuestra propia cultura y experiencia. Debe notarse, sin embargo, que una nueva comprensión de un texto, especialmente efectuada desde una cultura y contexto diferentes, no contradice una comprensión tradicional del texto, pero enriquece las tradiciones interpretativas.

Es cierto que las culturas diferentes no controlan la interpretación, pero el texto “mismo provee el control más importante para distinguir entre interpretaciones debida o indebidamente influenciadas por el contexto contemporáneo”[26]. Es verdad que la ambigüedad a veces obstaculiza la evaluación de esta influencia. Sin embargo, aun en este caso, el texto debiera “restringir” la imaginación.

Una Hermenéutica de Humildad

Los cristianos a menudo se confunden por interpretaciones contradictorias del mismo pasaje. Cada intérprete sostiene que su interpretación es bíblica. Además, a veces se ha abusado del término “bíblico” para justificar una interpretación sobre otra. Para hacer las cosas peor, muy pocos intérpretes reconocen abiertamente el potencial para una mala interpretación que, por ejemplo, va junto con la ambigüedad de lenguaje humano, la distancia en el tiempo, o las ideas preconcebidas.

Los intérpretes pueden discrepar sobre el significado del texto por varias razones:

  1. Hermenéutica. La confusión o las malas interpretaciones sobre la relación entre el significado (interpretación) y la significación (aplicación) crea una interpretación no realizada en su máximo grado posible.
  2. Relacionada con el autor. Debido a la vasta brecha en tiempo y espacio, no hay suficiente información sobre el marco histórico como la cultura, la historia, el lenguaje y la ideología. Los intérpretes trabajan con la información histórica más actualizada en las manos. En muchos casos aun los datos históricos más recientes son muy probablemente una reconstrucción de datos anteriores basados en razonamientos y argumentos.
  3. Textual. La ambigüedad en un texto abre muchas diferentes posibilidades para la interpretación. Debe admitirse y aceptarse la ambigüedad interpretativa. Con toda seguridad, debe culparse a los intérpretes si analizan o identifican inadecuadamente la estructura y el género literario de un texto particular.
  4. Lector. Los intérpretes llegan a un texto con diferente habilidad analítica. También abordan el texto con conjuntos diferentes de pre-entendimiento como ser el conocimiento, la experiencia personal y los preconceptos.

No muchos lectores reconocen cándidamente estos asuntos en su proceso de lectura. El peor caso posible es superponer preconceptos sobre una interpretación y llamarla bíblica. Ciertamente, también existe una cuestión de competencia individual.

La Biblia tiene un lugar prominente en la vida  de los adventistas del séptimo día. Juega un papel crucial en nuestra teología y práctica. Quizás no tengamos todas las respuestas exegéticas a pasajes difíciles o que causan perplejidad. Por tanto, debiéramos adoptar una hermenéutica de humildad en nuestra lectura de la Biblia; esto es, reconocer sobre todo una posibilidad de un malentendido o una comprensión incompleta de nuestra parte, y permitir que otras interpretaciones enriquezcan nuestra lectura.

Si la lectura de la Biblia resulta gozosamente en una comunidad profética con vidas vividas fielmente ante Dios, los intérpretes adventistas debieran, sobre todo, reconocerse como capaces de manufacturar, consciente o inconscientemente, una lectura forzada. Estos lectores virtuosos de la Biblia, al margen de su orientación teológica, deben estar humildemente preparados para arrepentirse de sus lecturas a veces forzadas (y a veces superficiales), y reconocer que su interpretación puede finalmente no ser “bíblica”, y estar abiertos a corrección.

Al mismo tiempo, la hermenéutica adventista de humildad debiera reconocer un lugar para el Espíritu Santo en nuestra interpretación. El Espíritu “santifica al lector, quitando el orgullo y el prejuicio y creando la humildad de corazón y mente lista a recibir algo que no es de su propia hechura”[27]. El Espíritu Santo nos conduce, en toda su variedad cultural, a una apreciación más profunda del texto, encontrando el significado de un texto para nuestra comunidad de fe contemporánea. “Nos aproximamos mejor” al significado objetivo en el texto “mediante una diversidad de contextos y comunidades de lectura”[28].

CONCLUSIÓN: INTEGRIDAD HERMENÉUTICA

Este documento no tiene por objeto discutir en detalle los pasajes así llamados difíciles o controversiales referentes a la ordenación de la mujer. Estos pasajes difíciles, tales como 1 Corintios 11:1-3 y 14:33-36, 1 Timoteo 2:1-15, Efesios 5:21-33, han sido suficientemente tratados en detalle en el pasado por muchos adventistas fieles y creyentes en la Biblia[29]. La mayoría de estos estudios intentan leer estos pasajes en su contexto, analizar el trasfondo semántico, o explorar el trasfondo histórico-cultural para la interpretación. Estos enfoques están en armonía con el conjunto de pautas que aparecen en el documento “Métodos de Estudio de la Biblia”, que recomienda, entre otras cosas, explorar los textos bíblicos en su contexto cultural e histórico. La abrumadora mayoría del comité siente que estos pasajes difíciles requieren que el lector moderno emplee una lectura basada en principios.

El documento “Métodos de Estudio de la Biblia” recomienda también que la Biblia debiera ser considerada en su totalidad o unidad. Muchos estudios hechos por adventistas siguen este enfoque concentrándose en diferentes aspectos del asunto: (1) algunos discuten teológicamente la igualdad del hombre y la mujer, especialmente en la historia de la Creación en el Génesis, lo cual está en directa oposición al argumento de la primacía y la sumisión;[30] (2) Algunos consideran la manera revolucionaria de Jesús de tratar a las mujeres, especialmente en el contexto de las condiciones culturales e históricas de la sociedad judía del primer siglo;[31] y (3) otros discuten la enseñanza del Nuevo Testamento sobre los dones espirituales, con un énfasis sobre las mujeres siendo recipientes por igual de dones espirituales junto con los hombres.[32] Todos estos estudios argumentan en favor de la ordenación de las mujeres en la Iglesia Adventista.

La cuestión de la ordenación de la mujer en la Iglesia Adventista provee una valiosa lección para la denominación en el área de la hermenéutica. En nuestra lectura se demanda una integridad hermenéutica, lo que implica responsabilidad hermenéutica. Ser responsable en hermenéutica significa estar equipado con virtudes hermenéuticas. Las herramientas hermenéuticas equipan técnicamente a los lectores para separar correctamente la palabra de verdad, libre de arbitrariedad y del juego desenfrenado con los textos. No es suficiente, sin embargo, conocer y usar el enfoque correcto al leer el texto bíblico. Los lectores adventistas debieran cultivar también virtudes hermenéuticas, que son apertura, sabiduría, humildad, receptividad y honestidad. Estas cualidades espirituales conducen a los lectores a un conocimiento más pleno de la historia redentora de Dios en su totalidad. El cultivo de estas virtudes hermenéuticas indudablemente conducirá a la práctica de la lectura que mejor corresponde al genio del estudio de la Biblia hecho por los primeros adventistas.

 


Referencias

[1] Walter Kaiser y Moises Silva, “Who Needs Hermeneutics Anyway?”, en An Introduction of Biblical Hermeneutics: The Search for Meaning (Grand Rapids, Mích.: Zondervan, 1994), 16. Cf. D. A. Carson, “Word-Study Fallacies”, Exegetical Fallacies (Grand Rapids, Mích.: Baker, segunda edición, 1996), 27-55.

[2] Mi propia aplicación libre de la descripción ahora famosa que formula R. Kysar del Cuarto Evangelio en The Fourth Evangelist and His Gospel: An Examination of Contemporary Scholarship (Minneapolis: Augsburg, 1975), 6. Allí cita una fuente anónima mencionada en Siegfried Schulz, Die Studen der vier Evangelisten (Hamburg: Furche, 1967), 297.

[3] Adventist Review, 22 de enero de 1987, 18; en línea: https://adventist-biblicalresearch.org/materials/bible-interpretation-hermeneutics/methodsbible-study.

[4] Ján Barna, “Ordination of Women in Seventh-day Adventist Theology—A Biblical and Theological Analysis and Synthesis of the Debate with Special Attention to Hermeneutical Matters”. Disertación doctoral: University of Bristol and Trinity College, 2009.

[5] El uso que hace Barna de este término para describir el campo de opositores podría crear cierta confusión sobre su significado, porque en los círculos evangélicos, muchos usan este término para referirse al análisis escritural, prestando atención “tanto al lenguaje en el cual se ha escrito el texto original como al contexto cultural específico que dio surgimiento al texto”. Véase Moisés Silva, op.cit., 19. En este caso, gramatical por lo general indica un método “literal” de interpretación, antes que uno que sigue las reglas gramaticales de la literatura.

[6] Barna, 95.

[7] Barna, 94.

[8] Barna, 95.

[9] Barna, 73.

[10] Barna, 78.

[11] Barna, 62-82. Barna se ocupa fundamentalmente de los escritos de Raymond Holmes y Samuel Koranteng-Pipim sobre tema, dos de los opositores más francos a la ordenación de la mujer en la Iglesia Adventista, cuyos escritos sobre el tema han influido sobre muchos miembros respecto del tema, tanto pastores como laicos.

[12] John Brunt, “Ordination of Women: A Hermeneutical Question”, Ministry (Septiembre 1988), 12.

[13] Jan Barna, op.cit., 245.

[14] Jan Barna, op.cit., 245.

[15] Mensajes Selectos, t. 1, 24. Véase Raoul Dederen, “Toward a Seventh-day Adventist Theology of Revelation-Inspiration”. Trabajo presentado en la Conferencia de la División Norteamericana, 1974.

[16] Jan Barna, op.cit., 158.

[17] Véase Richard Rice, “Doctrine, Text and Culture: Biblical Authority and Cultural Conditioning”. Trabajo presentado ante la Comisión de la Asociación General sobre la Ordenación de la Mujer, 1995.

[18] William J. Webb, Slaves, Women, & Homosexuals: Exploring the Hermeneutics of Cultural Analysis (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2001).

[19] Webb, 50.

[20] E. D. Hirsch, Validity in Interpretation (New Haven: Yale University Press, 1967); ídem., The Aims of Interpretation (Chicago: University of Chicago Press, 1976).

[21] La nueva crítica apoyó este enfoque. Las instituciones educativas angloamericanas de 1940 hasta la década de 1960 siguieron este enfoque. Véase Vincent B. Leitch, American Literary Criticism from the Thirties to the Eighties (New York: Columbia University Press, 1988), 24-59; Robert Alter, “A Literary Approach to the Bible”, Comentario 60 (Diciembre 1975) 70-77.

[22] Hans G. Gadamer, Truth and Method (New York: Crossroad, 1960); Paul Ricoeur, Interpretation Theory: Discourses and the Surplus of Meaning (Forth Worth: Texas Christian University Press, 1976).  Véase también Wolfgang Iser, The Act of Reading: A Theory of Aesthetic Response (Baltimore: The Johns Hopkins University Press) 1978.

[23] J. N. D. Kelley, A Commentary on the Epistles of Peter and Jude (Grand Rapids, Mích.: Baker Book House, 1969), 311.

[24] Daniel T. Bourdeau, Sanctification, or Living Holiness, 13, 115. John Loughborough inclusive insistió: “En el tiempo de Pedro, estaba la verdad presente, o la verdad que era aplicable al tiempo presente. La Iglesia siempre ha tenido una verdad presente. En el presente, la verdad presente es la que muestra un deber para el presente, y la posición correcta para nosotros que estamos por ser testigos del tiempo de angustia, cual nunca fue visto. La verdad presente tiene que ser repetida a menudo, aun para los que están establecidos en ella. Fue algo necesario en el tiempo de los apóstoles y, por cierto, no es menos importante para nosotros, que estamos viviendo justo antes del fin de los tiempos” (The Great Seventh-day Adventist Message, 277). Por una discusión adicional sobre este tema, véase George R. Knight, A Search for Identity (Hagerstown, Md.: Review and Herald Publishing Assn., 2000), 19, 20.

[25] Gary R. Williams, “Contextual Influences in Readings of Nehemiah 5: A Case Study,“ Tyndale Bulletin 53 (2002): 57–74.

[26] Williams, 74.

[27] K. J. Vanhoozer, “ ‘But That’s Your Interpretation’, Realism, Reading, and Reformation”, Modern Reformation (July/August 1999), 28.

[28] Vanhoozer, 28.

[29] Por una lista de unos pocos artículos seleccionados sobre el tema, véase Richard M. Davidson, “Headship, Submission, and Equality in Scripture”, en Women in Ministry; Biblical and Historical Perspectives, editado por Nancy Vyhmeister (Berrien Springs, Mích.: Andrews University Press, 1998), 259-295; David R. Larson, “Man and Woman as Equal Partners: The Biblical Mandate for Inclusive Ordination”, en The Welcome Table: Setting a Place for Ordained Women, ed. por Patricia A. Habada y Rebecca Frost Brillhart (Langley Park, Md.: TEAM Press, 1995); Sheryl Prinz-McMillan, “Who’s in Charge of the Family?”, en The Welcome Table: Setting a Place for Ordained Women; Larry W. Richards, “How does a Woman Prophesy and Keep Silence at the Same Time? (1 Corinthians 11 and 14)”, en Women in Ministry: Biblical and Historical Perspectives, editado por Nancy Vyhmeister (Berrien Springs, Mích.: Andrews University Press, 1998), 313-333; William Richardson, “An Interpretation of 1 Corinthians 14:33b–36”, Trabajos de la Comisión sobre el Papel de la Mujer; James J. C. Cox, “Some Notes on 1 Corinthians 14:34, 35 for the Commission on the Ordination of Women in the Pastoral Ministry of the Seventh-day Adventist Church”, Trabajos de la Comisión sobre el Papel de la Mujer; John Brunt, “The New Testament Haustafeln Passages”, Trabajos de la Comisión sobre el Papel de la Mujer; Nancy Jean Vyhmeister, “Proper Church Behaviour in 1 Timothy 2:8-15”, en Women in Ministry: Biblical and Historical Perspectives, editado por Nancy Vyhmeister (Berrien Springs, Mích.: Andrews UniversityPress, 1998), 335-354; Doug Matacio, “Contextualization and Women in the Church”, Spectrum, Verano 2003.

[30] Will Eva, “Interpreting the Bible: A Commonsense Approach”, Ministry (Marzo 1996): 4-5; Donna Jeane Haerich, “Genesis Revised”, en The Welcome Table: Setting a Place for Ordained Women, editado por Patricia A. Habada y Rebecca Frost Brillhart (Langley Park, Md.: TEAM Press, 1995); Fritz Guy, “The Disappearance of Paradise”, en The Welcome Table: Setting a Place for Ordained Women, editado por Patricia A. Habada y Rebecca Frost Brillhart (Langley Park, Md.: TEAM Press, 1995).

[31] Jo Ann Davidson, “Women in Scripture: A Survey and Evaluation”, en Women in Ministry: Biblical and Historical Perspectives, editado por Nancy Vyhmeister (Berrien Springs, Mích.: Andrews University Press, 1998), 157-186; Halcyon Westphal Wilson, “The Forgotten Disciples: The Empowering of Love vs. the Love of Power”, en The Welcome Table: Setting a Place for Ordained Women, editado por Patricia A. Habada y Rebecca Frost Brillhart (Langley Park, Md.; TEAM Press, 1995), 179–195.

[32] Ralph E. Neall, “Ordination Among the People of God”, en The Welcome Table: Setting a Place for Ordained Women, editado por Patricia A. Habada y Rebecca Frost Brillhart (Langley Park, Md.: TEAM Press, 1995), 251-268; Robert M. Johnston, “Shapes of Ministry in the New Testament and Early Church”, en Women in Ministry: Biblical and Historical Perspectives, editado por Nancy Vyhmeister (Berrien Springs, Mích.: Andrews UniversityPress, 1998), 45-58;

Joyce Hanscom Lorntz, “Spiritual Gifts and the Good News”, en The Welcome Table: Setting a Place for Ordained Women, editado por Patricia A. Habada y Rebecca Frost Brillhart (LangleyPark, Md.: TEAM Press, 1995), 223-236.

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