El Poder de las Mujeres Educadas

El Poder de las Mujeres Educadas

Por Ángela Hurst

Fui afortunada al ser criada por padres que valoraban y alentaban la educación para sus hijas. Al crecer en una familia de tres hijas con un padre bastante igualitario, nunca conocí la experiencia de varones siendo favorecidos sobre mujeres en ninguna cosa –deportes, educación, carrera profesional, o ministerio.

Mis padres me alentaron en mis competiciones atléticas y orgullosamente apoyaron mis logros académicos. Mi padre me tomó mi voto cuando fui comisionada como oficial en el ejército. Disfruté todo el apoyo de mis padres cuando obtuve dos maestrías y un título en ministerio. Mi padre quería que sus hijas sean mujeres educadas de virtud, capaces de sostenerse a sí mismas.

La importancia de que chicas y mujeres reciban una buena educación me parece obvia. No podría imaginar a un padre que no quisiera que sus hijas no sean auto-suficientes.

Algunas mujeres nunca se casan porque les resulta difícil encontrar a un compañero apropiado o porque simplemente desean permanecer solteras. Algunas mujeres han experimentado traumas en su vida o un matrimonio roto o la muerte de su esposo. Y, por supuesto, una mujer educada es una ventaja en cualquier matrimonio.

Pero incluso más importante, me parece natural que un padre quiera que sus hijas aprendan cómo aprender y pensar como una persona libre, que defienda sus propios derechos así como los de sus hijas e hijos.

Imaginen mi desconcierto cuando me encontré con personas en mi propio país, que adoran al mismo Dios, que veneran al mismo Jesús, y que reconocen la dignidad con la que nos ha dotado el Creador, y aun así niegan  o desalienten que sus hijas busquen educación, que es el fundamento de las personas libres.

Henry Peter Brougham lo explicó mejor: “La Educación hace que las personas sean fáciles de liderar, pero difícil de controlar, fácil de gobernar, pero imposible de esclavizar”. Una persona educada típicamente es una persona libre. De la misma manera, la falta de educación hace que sea más fácil para quienes son abusivos y controladores introducirse en la vida, iglesia o nación y restringir las libertades personales o nacionales.

La idea de que las mujeres no deben buscar educación superior es fomentada en algunos hogares e iglesias jerárquicas. La raíz de esto no está basada en las capacidades y talentos personales, sino que proviene de la expectación de que las mujeres deberían casarse, criar hijos y vivir con un esposo que cumpla el rol de protector y proveedor delineada en la teología de la “masculinidad bíblica”. Sin embargo, cuando este ideal fracasa, la falta de educación puede dejar a una mujer atrapada, sin capacidad para proveer para si misma y sus hijos.

Desalentando o impidiendo que las mujeres reciban educación no es saludable ni para las mujeres, ni para las familias o las iglesias. La educación ayuda por igual a que mujeres y hombres se vuelvan intelectual y espiritualmente maduros. Nosotros sabemos gracias a la Escritura que las mujeres sirvieron como líderes en el hogar, sobre naciones, en iglesias e incluso en tiempos de guerra. Esta clase de liderazgo no puede ocurrir sin educación.

¿Cómo podría Lidia de Tiatira ser una empresaria si no hubiera sido educada en las leyes del comercio? ¿Cómo podría Débora, jueza de Israel, dar dictámenes y no hubiera conocida la ley hebrea? Me parece preocupante que los líderes religiosos de nuestro día ignoren a Débora y otras mujeres en la Escritura como si fueran anomalías o simplemente el “Plan B” de Dios porque ningún hombre estaba disponible.

Al mirar la historia del mundo y las inclinaciones del corazón humano hacia el poder y el prestigio, ¿es realista creer que no había ningún hombre en toda la nación de Israel que estuviera dispuesto a liderar? ¿Es posible que Débora fuera divinamente escogida para liderar a Israel, no a pesar de su femineidad, sino porque había sido educada en la ley, era madura en el uso de su don profético, respetada por todo el pueblo, y tenía confianza en su capacidad?

El  pueblo de Dios ha devaluado a sus hijas al privarlas de educación.

Como cristianos, el denominador común en nuestra teología es Jesús. Jesús respetó a las mujeres, las incluyó en debates teológicos (¿recuerdan a la mujer samaritana en el pozo?), e incluso creó escándalos en su ministerio al permitir que una mujer se siente a sus pies como una discípula, aprendiendo las mismas cosas que los hombres estaban aprendiendo.

El mismo que dijo “Soy el Camino, la Verdad y la Vida”, también dijo “Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. La Educación es la búsqueda de la verdad, explorando nuestro universo y sus misterios. Desde los escritos del Rey David hasta las epístolas de Pablo el apóstol, la Escritura reitera la gloria de Dios. La Educación nos sumerge en las bellezas de toda la creación –ciencia, matemática, artes, idiomas, ciencias sociales, teología. Y todo esto apunta a Dios el Creador.

Jesús valoró y alentó la educación para las mujeres, y nosotros como Cristianos –“pequeños Cristos” en griego- debemos seguir su ejemplo.


Fuente: http://www.cbeinternational.org/blogs/power-educated-women

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