Mujeres adventistas que plantan Iglesias

“La Iglesia Adventista del Séptimo Día ha abierto más de 1.000 nuevas iglesias en Norteamérica desde 1995 [1]. Pocas de estas iglesias fueron plantadas por Mujeres. Sin embargo, durante los primeros 100 años hubieron numerosas notables mujeres plantadoras de iglesias, entre ellas Lulu Russell Wightman (mediados 1800, principios 1900), Marinda (Minnie) Day Sype (1869-1956) [2] y JessieWeiss Curtis (1881-1972). Colectivamente estas mujeres, y cerca otra media docena de ellas, plantaron veintenas de iglesias. Desde 1896 a 1905 LuluWightman plantó 12 iglesias en el estado de New York. Más tarde con su esposo ella plantó otras cinco. BertHaloviak dijo de Wightman que “el resultado de su evangelismo podría clasificarla no solo como la evangelista más destacada en el estado de New York durante su tiempo, sino entre las más exitosas dentro de la denominación en su historia. [3]. Wightman si enfrentó un poco de oposición hacia su ministerio dinámico desde dentro y fuera de la iglesia. Ella nunca fue ordenada, aunque la idea fue seriamente discutida y casi lograda. Pero “su esposo notó en una carta de 1904 respecto a su salario, que ellos habían fijado su compensación tan cerca del de un [ministro]  ordenado como era posible” [4]

MinnieSype y su familia dejaron Iowa para ir a una granja en Oklahoma durante el Oklahoma Land Rush (ola inmigratoria hacía Oklahoma en la cual ese estado regalaba tierras a los nuevos pobladores –nota del traductor) de 1889. Durante el verano de 1901 una ola de calor destruyó miles de hectáreas de cultivo, incluyendo la granja de los Sype.

Económicamente, la empresa falló, pero Minnie descubrió que ella podía cultivar otra cosa en vez. Ese otoño ella reunió a otras familias granjeras desalentadas y las animó con amistad y esperanza espiritual. Estos encuentros se convirtieron en reuniones religiosas regulares. Minnie era la líder y oradora. Su esposo la ayudaba con el servicio de cantos en las reuniones y al hacer las tareas domésticas en la casa.

Ese invierno el grupo, organizado oficialmente como la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Gyp, Oklahoma, había recién empezado su ministerio de plantar iglesias. La Asociación de Oklahoma le envió un cheque de agradecimiento de 25 dólares. Esa primavera los líderes de la asociación la contrataron como evangelista y a su esposo para ayudarla. Por los siguientes 50 años Minnie sirvió como una ministra con licencia en Oklahoma, Iowa, Pennsylvania, Washington, Oregon, Idaho, Florida y las Bahamas [5]

Jessie Weiss, una exitosa empresaria de 45 años de edad, sintió el llamado de Dios para el ministerio evangelístico y se las arregló para predicar una serie de sermones bíblicos en una gran tienda cerca del pueblo de Drums, Pennsylvania. Ochenta conversos y una nueva iglesia plantada en Drums marcó el éxito y el comienzo de más de 25 años de ministerio activo y plantación de iglesias.

Durante la mayor parte de ese tiempo ella estuvo soltera. Su matrimonio con John Curtis a la edad de 50 duró solo cinco años antes que Curtis muriera. Weiss fue notada en los periódicos de su tiempo como una talentosa y exitosa predicadora. Sus muchos logros incluían supervisar la construcción de nuevas iglesias, recaudación de fondos, patrocinar la educación de estudiantes, asignaciones pastoral, diseño de innovadores gráficos para ilustrar sermones y el entrenamiento de otros para el ministerio [6.]

Estos breves recuentos de Wightman, Sype y Weiss sirven como ejemplo de una historia más grande. Varios temas surgieron de una encuesta de las mujeres que plantaron iglesias en la historia temprana de la Iglesia Adventista. Uno es que las plantadoras femeninas de iglesias tuvieron un rol significativo en el desarrollo temprano de la iglesia. Muchas de ellas tuvieron ministerios largos y sostenidos que abarcaron dos décadas o más. Ellas fueron bien aceptadas por la mayoría aunque si enfrentaron oposición debido a su género.

Sus roles incorporaron tanto cualidades de cuidado maternal como de liderazgo agresivo. Finalmente ellas parecieron desaparecer, junto con otras líderes femeninas en la iglesia, a principios de 1900.

Mujeres plantadoras de iglesias actualmente

Una reciente investigación por mujeres adventistas contemporáneas plantadoras de iglesias e Norteamérica reveló solo cinco mujeres que encajan con esa descripción. Actualmente tres de esas cinco mujeres están involucradas en plantar iglesias. Puede ser que haya otras. Mi proceso de búsqueda indicó la necesidad de por una mejor red y centro de archivo para todos los plantadores de iglesias adventistas, específicamente de mujeres plantadoras.

Entrevisté a estas mujeres por teléfono entre el 24 de Junio y el 2 de Julio de 2002. Cada entrevista duró aproximadamente una hora. Varios temas emergieron de estas entrevistas con las cinco mujeres.

Uno de los temas dominantes que impregno cada entrevista fue el hecho de que el género es solo uno de los asuntos entre muchos que distinguen a un plantador de iglesias de otro. Mientras que ninguna negó que el género fuera un asunto, cada una tuvo dificultades  identificando que características en su propio estilo de liderazgo eran específicas a su género.

Al intentar pensar en voz alta acerca de la única característica de género que cada mujer trajo a su trabajo, algunas hicieron comentarios como: “Quizás eso sea realmente un tema de temperamento más que de género” o “Cuando me comparo con un colega plantador de iglesia, veo un inversiones de los roles de géneros estereotípicos”.

Estos comentarios y otros resaltan el hecho que las personas son seres complejos y no pueden ser claramente divididos en dos o tres grupos independientemente del método de clasificación –etnia, raza, edad, género o cualquier otro. Las personas son mezclas de talentos personales, entornos únicos, experiencias variadas, diversas herencias culturales, preferencias, gustos, intereses y entendimientos espirituales.

Cualquier sistema de clasificación que considera solo una dimensión de una persona, como la dimensión del género, es un sistema de clasificación defectuoso. Los administradores responsables por elegir obreros para que ocupen posiciones, tales como plantadores de iglesias, necesitan considerar la compleja mezcla de características de todos los candidatos traen al trabajo, no solo una característica, como el género.

Cuando se les preguntó acerca de ventajas relacionados con el género de las plantadoras mujeres de iglesias, a mayoría de las mujeres habló de la habilidad femenina de cuidar y construir relaciones más efectivamente que sus contrapartes masculinas. Algunas también mencionaron la habilidad de las mujeres de hacer muchas cosas al mismo tiempo, desarrollar sistemas, y confrontar disfunciones emocionales en un grupo.

El mensaje fue claro. Las mujeres plantadoras de iglesias identificaron características femeninas estereotípicas específicas y las vieron como ventajas en su trabajo.

Ellas rápidamente añadieron que algunos hombres también poseían estas características y que la personalidad puede contar tanto como el género.

Ventajas y Desventajas

Los hallazgos de las investigaciones apoyan lo que estas mujeres observaron. Daly e Ibarra [7] encontraron que las mujeres gerentes tienden a formar redes de inclusión. Como contraste, los gerentes varones tienden a formas pirámides con ellos en la cima. Las mujeres eran más dispuestas a alentar la participación; los hombres eran más dispuestos a mandar.

Las mujeres estaban más dispuestas a usar la comunicación para establecer relaciones; los hombres, estaban más dispuestos para usarlo para establecer posición. Daly e Ibarra concluyeron “las cualidades femeninas tradicionales tales como el cuidado y la colaboración representan los tipos de liderazgo y habilidades gerenciales que se necesita hoy” [8]

Sharpe reporta una variedad de estudios de organizaciones actuales que muestran la misma tendencia: el desempeño de las mujeres es mejor que el de hombres en el liderazgo y la gerencia. Algunos de las fortalezas notadas son el trabajo en equipo, compañerismo, estabilidad, entrenamiento, mantener a otros informados e inspirar calidad de trabajo en otros. Sharpe sugiere que quizás los hombres deban aprender una lección o dos de las mujeres

Mientras que las cualidades de liderazgo mencionadas anteriormente puede ser significativas para los negocios hoy en día; ellas nos esenciales para la iglesia de hoy. La iglesia es esencialmente acerca de relaciones con Dios y con otros. Los líderes que sobresalen en habilidades relacionales son más proclives a sobresalir también al liderar una iglesia. Parece que las mujeres plantadoras de iglesias tienen una ventaja sobre sus contrapartes masculinas cuando se trata de enfocar una nueva iglesia  sobre lo esencial de construir una comunidad de fe antes que meramente crear centros para la actividad religiosa.

Hay una desventaja, sin embargo, para las mujeres en el liderazgo. La mayoría de las mujeres entrevistas en lo concerniente a sus roles como plantadoras de iglesias también comentaron que ellas no eran tomadas en serio como líderes debido a su género. Este es un hecho bien documentado en la literatura general sobre este asunto [9].

Los grupos no les conceden liderazgo a las mujeres tan fácilmente como a los hombres. Incluso después que una mujer está en una posición de liderazgo, ella tiene más probabilidades de ser penalizada por las mismas acciones por las que hubiera sido recompensada si ella hubiera sido un hombre. Un estudio resalta esta inequidad al citar el ejemplo de una revisación de desempeño [10].

“CEOs varones y vice-presidentes consiguieron altos puntajes cuando ellos fueron vigorosos y asertivos y bajos puntajes cuando fueron cperativos y empáticos. Pero lo opuesto pasó con las mujeres. Las CEOs mujeres fueron degradadas de puesto por ser asertivas y pero obtuvieron mejores puntajes cuando fueron cooperativas” [11]

Este asunto es particularmente relevante para las mujeres que plantan iglesias debido a que el liderazgo es un componente vital para una iglesia desde cero. Es imposible aparejar los recursos necesarios –financieros, humanos y otros- para empezar una nueva iglesia sin altas cantidades de liderazgo agresivo. Un varón plantador de iglesias puede ser admirado por las mismas actividades que le traen desprecio a sus contrapartes femeninas.

Durante las entrevistas, las mujeres claramente identificaron las dramáticas diferencias entre plantar iglesias y el trabajo pastoral tradicional. En todos los casos ellas se sintieron más identificadas con plantadores de iglesias varones que son pastoras mujeres. Parte de la razón es que los plantadores de iglesias, sean hombres o mujeres, deben asumir una postura que está enfocada primariamente en el liderazgo y enfocada secundariamente en el cuidado pastoral. Por otro lado, muchos pastores, y casi todas las mujeres pastoras, asumen una postura de cuidado pastoral.

Esta dicotomía plantea preocupaciones particularmente para las mujeres que actualmente se están entrenando para el ministerio. Si ellas pretenden entrar al ministerio pastoral más tradicional, entonces un modelo de cuidado funcionará bien. Si, al contrario, ellas entran al ministerio de plantar iglesias ellas necesitan prepararse para un estilo completamente de liderazgo. Su trasfondo puede no prepararla para ese estilo o la angustia de ser incomprendida mientras lo usan.

Los varones que plantan iglesias tienen más probabilidad de navegar esta dicotomía más fácilmente. El liderazgo agresivo es más aceptado socialmente para ellos, y ellos tienen más modelos de rol de plantadores de iglesias en su propio género.

Las mujeres plantadoras de iglesias, especialmente aquellas aun en entrenamiento, pueden necesitar entrenamiento específico que les permitirá tomar el control apropiado y necesario para plantar una iglesia.

Relacionado íntimamente con el asunto que recién discutimos es la necesidad de mujeres plantadoras de iglesias como roles modelos. La mayoría de las mujeres entrevistadas tenían pocos o ningunos vínculos profesionales y ciertamente ningún rol modelo visible. Ellas necesitan convertirse en los roles modelos para la generación que ahora está en la universidad.

Las mujeres entrenándose para el ministerio necesitan darse cuenta que hay otras opciones además del rol de pastor asociado para visitaciones y cuidado pastoral, el cual muchas mujeres pastoras ocupan. Si ellas son inspiradas por las historias de mujeres que están plantando iglesias, puede alentarlas a hacer lo mismo. Si ellas son orientadas por mujeres con esa visión, ellas tendrán más probabilidades que tener éxito como plantadoras de iglesias.

“La investigación de O’Neill y Blake-Beard indica que las barreras aún existen para la tutoría entre un hombre y una mujer y viceversa [12]. A su tiempo esas barreras serán probablemente tratadas. Pero mientras, quizás una de las soluciones transitorias que se necesitan es el incremento de mujeres plantadoras de iglesias que sean tutores de futuras mujeres plantadoras de iglesias.

Una de las plantadoras de iglesias entrevistadas habló de la impresión positiva hecha en la gente de la comunidad cuando supieron que la nueva iglesia tendría una mujer pastora. Comenzaron a romperse los estereotipos de las mentes cerradas y la irrelevancia de la iglesia. Para algunos fue el primer paso hacia el compañerismo en la comunidad de la iglesia.

Pero otra historia por otra mujer permanece en un claro contraste. Durante su experiencia plantando iglesias, ella no fue apoyada por algunos de los líderes en su iglesia y en realidad recibió oposición de otros.

La conclusión es inevitable. El testimonio corporativo de la iglesia en Norteamérica, al menos, será grandemente dañado o ayudado por lo que los líderes decidan y hagan en lo concerniente a las mujeres como plantadoras de iglesias (y pastoras)

Asuntos a tratar: ignorancia y silencio.

Las mujeres que entrevisté expresaron optimismo acerca del mayor número de mujeres trabajando en el ministerio y en la plantación de iglesias pero también mostraron preocupación respecto de los asuntos tales como el acoso sexual, relaciones laborales apropiadas con hombres, el apoyo de la administración de la asociación, y las necesidades matrimoniales y familiares.

La iglesia ha permanecido casi en silencio en algunos de estos asuntos y virtualmente ignorante en otros. Los asuntos deben ser tratados inteligente y sensitivamente si las mujeres quienes encontrar una atmósfera de bienvenida y mutualidad en la iglesia.

Otros asuntos que surgieron de las mujeres plantadoras de iglesias incluían el apoyo de la administración de la asociación, la ordenación, y las estructuras de apoyo para sus esposos y familias. Estos todos son indicadores de que los líderes de las iglesias deben avanzar mas allá de solo permitir, alentar y manejar sabiamente de la diversidad.

Resumen y Conclusiones

A pesar de la rica herencia cultural de las líderes mujeres y plantadoras de iglesias en la Iglesia Adventista, hoy solo una pocas mujeres sirven a tiempo completo en el ministerio de plantar iglesias. El largo y acalorado debate sobre las mujeres en el ministerio, y específicamente sobre la ordenación de las mujeres, ha restado el énfasis necesario de un hecho de la historia adventista.

Dios ha usado a las mujeres como algunas de las más efectivas plantadoras de iglesias en la denominación. Las mujeres que plantan iglesias, especialmente antes de la muerte de Elena de White en 1915, fueron ampliamente aceptadas y alentadas.

Algunos adventistas hoy creen que alentar a las mujeres en el ministerio o en la plantación de iglesias es una desviación de la Escritura, de la herencia adventista y una acomodación de las tendencias sociales pecaminosas. En realidad es lo contrario. Lo que se necesita en la Iglesia Adventista hoy son mujeres del calibre de Lulu Wightman, Minnie Sype, o Jessie Weiis Curtis; miembros de iglesia que las acepten; y administradores que las contraten y las insten a alcanzar la excelencia.


Referencias

[1] North American Division database of church plants, March 2004.

[2] James R. Nix,”Minnie Sype, Pioneering Evangelist,” in AdventistReview, Aug. 25,1988, 908

[3] Bert Haloviak, “The Adventist Heritage Calls for Ordination ofWomen” Spectrum, 16 (3:1985), 52-59

[4] M. Bernoi, “Nineteenth-Century Women in Adventist MinistryAgainst the Backdrop of TheirTimes” in Women in Ministry.Nancy Vyhmeister, ed.  (Berrien Springs, Michigan: Andrews University Press, 1998), 211-234.

[5] Josephine Benton, “God Called aWoman” in Spectrum (16)5:1986, 44-50; Josephine Benton, Called by God: Stories of Seventh-day Adventist Women  Ministers  (Smithburg,  Md.:  Blackberry  HiliPublishers,  1990);  Nix,  1988;  Kit  Watts,  “Ellen  White’sContemporaries:  Significant  Women  in  the  Early  Church,”  in  AWoman’s  Place:  Seventh-day  Adventist  Women  In  Church  and  Society.Rosa Banks, ed (Hagerstown, Md’ Review and Herald Pub Assn.,1992), 41-74.

[6] Benton, 1986, 1990.

[7]  K.  Daly  and  H.  Ibarra, “Gender  Differences  in  ManagerialBehavior.  The  Ongoing  Debate,”  in  Managerial  Excellence  ThroughDiversity,  M.  Gentile,  ed.  (Prospect  Heights,  III.:  Waveland  Press,1998),  30-34.

[8]  Ibid.,  31.

[9]  Janet  K.  Winter,  Joan  C.  Neal,  and  Karen  K,  Waner,  “How  Male,

Female,  and  Mixed-Gender  Groups  Regard  Interaction  andLeadership  Differences  m  the  Business  Communication  Course,”in  Business  Communication  Quarterly,  Sept.  2001;  Rochelle  Sharpe,”As  Leaders,  Women  Rule,”  in  Business  Week,  November  20,  2000.

[10]  Sharpe,  2000.

[11]  Ibid.,  84.

[12]  Regina  M.  O’Neill  and  Stacy  D  Blake-Beard,  “Gender  Barriers  tothe  Female  Mentor-Male  Protege  Relationship,”  in  Journal  ofBusiness  Ethics,  April  2002.


Esta es una traducción del artículo “Encounters with Adventist Women planting churches” de Douglas Tilstra, que se publicó en la revista Ministry en Abril del 2004, pp. 27-29

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