El Pastor que cambió de opinión, parte 3: Dwight Nelson

“Mi Testimonio Personal: Algunas Reflexiones Pastorales”

¿Sabes que es lo que encuentro tan incómodo acerca de nuestras conversaciones colectivas? Es que tengo amigos muy queridos que han aceptado puntos de vista radicalmente opuestos uno del otro, aunque todos ellos aman fervientemente al mismo Dios, y fielmente obedecen a la misma Biblia y sirven a la misma Iglesia. Y no solo mis amigos se oponen entre ellos, sino que algunos se oponen a mí. Oh, yo entiendo que ellos no se oponen a mí, ni a ellos personalmente, pero a veces se siente así, ¿no es verdad?

Desearía que hubiera una manera más simple de salir de este debate que estamos teniendo. Años atrás leí acerca del Senador Everett Dirksen (Illinois), que solía manejar asuntos controversiales de esta manera. Cuando un votante lo confrontaba: “¿Qué posición toma en este asunto Senador?”, él tomaba la mano del votante y respondía: “Algunos de mis más estimados amigos están vehementemente opuestos a este asunto y algunos de mis más cercanos amigos están muy a favor de esto, no se acerca de ti, pero yo creo que un hombre debe posicionarse con sus amigos, y allí es donde me posiciono”. Y luego se iba caminando antes que el votante pudiera entender que es lo que había dicho.

La verdad es, algunos de mis estimados amigos hoy están vehementemente opuestos a este tema, y algunos de mis cercanos amigos están muy a favor es esto. Y me encantaría posicionarme con mis amigos. Y de acuerdo con Salmos 133:1 es posible hacer justo eso: “¡Cuán bueno y cuán agradable es que los hermanos convivan en armonía!” (NVI). Por eso es que Jesús oró en la víspera del Calvario: “Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí. Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí.” (Jn. 17:22-23). Jesús oró por nuestra unidad, y yo creo que su oración será contestada. Y nosotros seremos amigos por la eternidad.

El hecho de este asunto es: me he levantado en el púlpito de la Iglesia de Pioneer Memorial en el campus de la Universidad de Andrews y he predicado con todo mi corazón en defensa de liderazgo masculino desde las Santas Escrituras. Este sermón fue tan apasionado que una prominente familia adventista (más tarde me enteré de mi amigo Richard Lesher, rector de la universidad en ese momento) retiró a su hija de esa escuela como protesta. Yo creía en el liderazgo masculino –lo que mis amigos de la doctrina de la cabeza creen hoy- fervientemente

Pero en los subsecuentes dos años de estudio bíblico continuado, llegué a la conclusión de que la Palabra de Dios, antes que prohibir la ordenación de las mujeres al ministerio evangélico, de hecho realmente les abre la puerta para eso. Y así fue mi deber humilde y pastoral el de regresar al mismo púlpito y revertirme.

Cambiar la opinión de uno no es una señal de debilidad, sino que es más bien el fruto de un compromiso personal de continuar buscando profundamente en las Sagradas Escrituras la verdad divina.

Como un miembro del Comité de Estudio de la Teología de la Ordenación de la Asociación General (TOSC por sus siglas en inglés) me uní a otros al leer, escuchar, estudiar y orar. Este documento presenta la evidencia bíblica que informa mi conclusión personal y pastoral en lo concerniente a la voluntad de Dios para la iglesia.

CREACIÓN

En el corazón de toda la verdad revelada que tú y yo aceptamos juntos está la brillante y resplandeciente verdad acerca de nuestro Dios triuno y comunal. De hecho, como en todos los asuntos espirituales y eclesiásticos, es la verdad acerca de Dios la evidencia más convincente de todas, este Dios que primero se reveló a sí mismo en estas palabras: “y dijo Dios: Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza.” (Gén. 1:26)

La obra magna de Elena de White, la serie de El Conflicto de los Siglos, comienza y termina con las tres palabras “Dios es amor”. Toda verdad universal, toda revelación divina, todo entendimiento humano inspirado es refractado a través del prisma de la verdad solitaria de que Dios –cuando todo es dicho y hecho- siempre ha sido, siempre es y siempre será amor. “Dios es amor”.

Así la ovación inaugural de las Santas Escrituras que retrata la creación de la raza humana viene –sin sorprendernos- para el Dios triuno y comunal que es nuestro Creador. Desde tiempo inmemorial el Amor ha siempre buscado expandir su abrazo y extender su círculo para incluir. Porque la “inclusión” ha sido siempre el modus operandi del Amor. Quizás recuerdes el poema que Edward Markham escribió un siglo atrás:

“Él dibujo un círculo para encerrarme

Hereje, un rebelde, cosas para burlarse

Pero el Amor y yo sabíamos cómo vencerlo

Dibujamos un círculo que lo dejó adentro”[1]

Los brazos extendidos del Calvario fueron clavados en un abrazo abierto y amplio para que nosotros nunca nos olvidemos que el amor divino buscar incluir incluso a los pecadores. El amor no dejó adentro. Así, la inclusión, antes que la exclusión, ha sido la verdad definida acerca de Dios desde “el principio”.

Así Génesis 1 al 3 suena con la jubilosa nota de la inclusión del Amor “desde el átomo más imperceptible hasta el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas”[2] y en su Don del Sábado del séptimo día, nuestra comunidad, relaciones, buscando al Creador enlazado a sí mismo a la raza humana con lazos que nunca se romperán.

Y así debo decirles que no he sido capaz de ver lo que mis amigos del liderazgo masculino han sugerido, es decir, que este Dios de amor inclusivo, de hecho, es un Dios de jerarquía y subordinación incluso dentro de la Trinidad. Yo entiendo –como todos los hacemos- que dada la caída dela raza humana el Miembro de la Deidad que se volvió el Encarnado, Emanuel, viviría por necesidad sus días sobre este planeta, humildemente subordinado al Padre. Como un Hijo, “mediante el sufrimiento aprendió a obedecer” (Hebreos 5:8). Pero la respuesta de emergencia de Dios a la crisis humana difícilmente puede convertirse en la plantilla para definir la realidad ontológica de este Dios que ya ha gobernado el universo por la eternidad pasada.

Así Richard Davidson en su cuidadoso examen de Génesis 1-3 correctamente concluye:

“Es crucial reconocer que al describir las interrelaciones divinas (Hagamos) la cual forma una analogía con las relaciones humanas (hombre y mujer), el narrador no da indicación de una jerarquía dentro de la Deidad, ni referencia a la sumisión simétrica de una Persona (el Hijo) hacia Otra (el Padre). Al describir las interrelaciones entre los miembros de la Deidad, el énfasis en este texto es sobre la deliberación y compañerismo de Iguales. Si hay algún tipo de sumisión implicada, es una mutua sumisión de Iguales como los miembros de la Deidad discuten y deliberan juntos en lo respecto de la creación de la humanidad. El divino “Hagamos” implica que Uno no está mandando y Otro obedeciendo; todos están igualmente comprometidos en la deliberación.”[3]

En otras palabras no hay ni una sola pista de liderazgo divino o subordinación dentro de la Trinidad en la historia de la Creación. Así no hay  un precedente divino para decir el concepto de que el liderazgo masculino esta crípticamente embebido entre las líneas de Génesis 1 y 2. Simplemente no está allí.

Davidson concluye:

“Una igualdad tal sin ninguna jerarquía arriba-abajo, por analogía, es así enfatizado con respecto de la mutua sumisión en las relaciones humanas (hombre, mujer, marido y esposa), que son hecho relacionalmente en la imagen de Dios… De acuerdo con Génesis 1, el hombre y la mujer –en semejanza/constitución, en relación y en representación/función- es sin vacilación proclamado en el primer capítulo de la Biblia, ¡y es evaluado por Dios mismo como “bueno en gran manera” (Gn. 1:31)!”[4]

He escuchado con gran interés a mis amigos del liderazgo masculino intentar establecer una jerarquía masculina dentro del registro de la Creación. Mientras ellos son rápidos para afirmar una igualdad ontológica o básica entre el hombre y la mujer, esposo y marido, ellos limitan esa igualdad al sugerir que se desarrolla en roles divinamente asignados a nuestros primeros padres en que el liderazgo masculino encuentra su base primordial. ¿En serio? Consideremos la lógica de esa suposición:

Si un “rol” ya no es una característica temporal y secundaria de ser una mujer o un hombre, sino que involucra una subordinación permanente de las mujeres a los hombres debido a su misma personalidad, entonces “rol” ya no es la palabra apropiada para describir esta situación. Puede ser un término que suena bien, pero es engañoso, dado que, como Kevin Giles indica, para subordicionistas de género:

“Este asunto no es de roles de género sino esencialmente de relación de géneros. Dios ha puesto a hombres sobre mujeres debido a que son mujeres. La palabra rol solo tiene el efecto de ofuscar este hecho”[5]

Los roles por definición son temporales. Sugerir que las mujeres fueron asignadas por el Creador a una posición subordinada en la raza humana por su virtud de femineidad es difícilmente el establecimiento de un rol, sino más bien la creación de una casta. Estoy de acuerdo con Richard Davidson: “Esto no es nada menos que un sistema de castas en el cual hay una subordinación permanente del género femenino al género masculino”[6]. La palabra “rol” puede suavizar y tal vez hacer más digerible la teoría del liderazgo masculino, pero no puede esconder su conclusión lógica: la subordinación permanente de todas las mujeres a todos los hombres. La sugerencia de que nuestro Creador planeó la subordinación de género desde el principio no puede ser comprobada. No la encuentro allí.

Elena de White observa: “Dios no reconoce ninguna distinción por causa de la nacionalidad, la raza o la casta. Es el Hacedor de toda la humanidad. Todos los hombres son una familia por la creación, y todos son uno por la redención”[7], y aún más: “Las castas son algo aborrecible para Dios. El desconoce cuanto tenga ese carácter.”[8]

Entonces ¿Qué deberíamos hacer con el pronunciamiento de Dios a la mujer después de la caída? “Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo.” (Gn. 3:18) El mismo lenguaje hace claro que esta es una provisión post-caída de Dios para el matrimonio. Dios habla de “tu marido” no de “tu prójimo”. Así que esta no era una provisión permanente para todas las relaciones entre varones y mujeres, ni siquiera era una provisión permanente para el matrimonio. Después de todo, la huella igualitaria del Creador para el matrimonio en Génesis es difícilmente negada por la provisión del Creador para el matrimonio después de la Caída en Génesis 3. Claramente Génesis 3:16 es una acomodación temporal post-caída para todos nuestros matrimonios. No es una provisión divina para crear rangos. ¡Y cualquier esposo que se aproveche de esta acomodación post-caída como un permiso divino para ejercer el poder de gobernar en su matrimonio ya ha abusado de esta provisión!

Además, es un error exegético extrapolar esta provisión post-caída de Dios para el matrimonio a un decreto que declara que este es un remedio matrimonio y un requerimiento divino para el mundo, la sociedad y la iglesia. Mis amigos del liderazgo masculino buscan eludir este hecho al sugerir que la iglesia es como una familia, y por lo tanto, las reglas de la familia (o el matrimonio) son las reglas de la iglesia. Pero está simplemente equivocado. Los hombres no son las cabezas de la iglesia. La iglesia tiene una sola Cabeza y su nombre es Jesús. Todos nosotros estamos subordinados a Él en la iglesia, no las mujeres a los hombres. Punto.

Uno no esperaría nada menos de este Dios de amor inclusivo.

De hecho, Richard Davidson, Jiri Moskala, y Jacques Doukhan han concienzudamente establecido la evidencia exegética en Génesis 1-3 que ambos, Adán y Eva sirvieron como sacerdotes de Yahweh en el santuario del Edén. Davidson lista más de treinta paralelos textuales que establecen “una función sacerdotal para la primera pareja”[9]. Así que cualquier conclusión respecto de las mujeres en el ministerio debe ser derivada del relato de la Creación, sería la conclusión de que Dios ordenó a ambos, hombres y mujeres, para servirle en un liderazgo servil sacerdotal. Uno no espera nada menos de este Dios de amor inclusivo.

JESÚS

¿Fue diferente cuando el Creador se volvió carne y habitó entre nosotros? Dada la misión del amor divino para dibujar un círculo que nos tenga dentro, ¿Es una sorpresa que el ministerio de Jesús fue uno de inclusión antes que uno de exclusión? El registro del evangelio representa al Salvador proactivamente ocupándose de desmantelar los muros que se habían levantado en su pueblo, muros entre ricos y pobres, entre judíos y samaritanos, entre salvos y perdidos, entre religiosos y no religiosos, entre judíos y gentiles, entre hombres y mujeres. “el que a mí viene, no lo rechazo” era su invitación (Juan 6:37)

Gilbert Bilezikian identifica nueve inclusiones directas de mujeres en la vida y ministerio de Jesús: (1) la inserción intencional de cuatro mujer junto a María en el registro genealógico del Mesías (Mateo 1); (2) una mujer recibe las primeras nuevas de la encarnación (Lucas 1:32-35); (3) una mujer, junto con su recién casado esposo, proveyó la ocasión para la primera señal divina de la gloria escatológica de Jesús (Juan 2:1-11); (4) una mujer fue la primera samaritana convertida (Juan 4:7-42); (5) una mujer fue la primera persona gentil convertida (Mateo 15:21-28); (6) una mujer recibió la primera enseñanza de la resurrección (Juan 11:23-27); (7) una mujer manifestó la primera precepción de la cruz (Marcos 14:3-9); (8) una mujer fue la primera testigo de la resurrección (Mateo 28:9; Juan 20:16); (9) los primeros testigos de la resurrección fueron mujeres (Mateo 28:10; Juan 20:18)[10].

Bilezikian observa:

“Esta lista de roles excepcionales desempeñados por mujeres en los cruciales eventos de la vida de Cristo sugiere que él hizo elecciones deliberadas concernientes al lugar las mujeres en la economía de la redención. El mensaje dado a conocer mediante esas decisiones no debe ser encontrado en una mera primacía cronológica (la cual de acuerdo a Jesús no es de beneficio; ver Mateo 20:16), sino más bien en el hecho que Jesús mismo le dio a las mujeres un rol constitucional y fundacional prominente en la historia de la redención. Cualquier reducción subsecuente del involucramiento conspicuo de las mujeres en la comunidad de la redención podría ser perpetrado solamente en violación de la voluntad de su divino fundador”[11]

En la larga examinación de la actitud y práctica de Pablo hacia las mujeres en la iglesia cristiana primitiva que Philip Payn hace en su libro, él nota el ejemplo del Señor de Pablo: “

“Pablo afirma “yo imito a Cristo” (1 Co. 11:1). El ejemplo de Cristo es todos sus hechos y palabras fue de tratar a las mujeres como personas iguales a los hombres. Él respetó su inteligencia y capacidad espiritual como es evidente en las grandes verdades espirituales que originalmente les enseñó a mujeres (como a la mujer samaritana, Marta, etc.)… Aunque el testimonio de una mujer no era reconocido en las cortes, Jesús demostró su respeto por el testimonio de ellas al aparecerse primero a María Magdalena después de su resurrección (Juan 20:14-18) e instruirla para que le cuente a otros. Después de que Jesús le enseñó a la mujer samaritana, ella actuó como la primera misionera a su gente y muchos de los de su pueblo creyeron (Juan 4:39-42)”[12]

Payne observa incluso:

“Jesús no da ni siquiera una pista de que la naturaleza de la voluntad de Dios para las mujeres es diferente que para los hombres. Él no hizo distinción en la rectitud demandada a ambos… Él llama a una mujer lisiada como una “hija de Abraham” (Lucas 13:16), un uso lingüístico anterior al primer registro rabínico equivalente. Él dice “todos ustedes son hermanos” (Mateo 23:8), e él  trata las obligaciones para el padre y la madre igualmente (Marcos 7:10-12)”[13]

¿Pero qué acerca de Jesús eligiendo solo hombres como sus discípulos y apóstoles? ¿No es el apostolado masculino de Cristo un ejemplo para nosotros hoy?

En realidad, el círculo interno de discípulos de Jesús no fue solo de varones, fue todo de varones judíos libres. Es decir, los primeros líderes formales de la iglesia sobre la tierra no incluían esclavos, esclavos libertos, gentiles, persona de color, nadie, punto. Excepto por varones judíos libres. ¿Debería la iglesia del tercer milenio seguir ese ejemplo?

Además, sugerir que un círculo interno de discípulos de solo varones fue la aceptación sutil de Jesús del sacerdocio exclusivamente masculino del Antiguo Testamento es ilógico. Para ser fiel al modelo del Antiguo Testamento, Cristo tendría que haber seleccionado solo levitas varones para su círculo interno de discípulos/sacerdotes. Así que presionar la selección de Jesús de su solo-varones-judíos-libres como un modelo para las prácticas de la ordenación del tercer milenio, no tiene ningún sentido para mí.

Y para todos aquellos que responden: “Mira, Él tenía mujeres ministrándole a través de todo su ministerio, ¿por qué no incluyó a una de ellas en su círculo interno?” Consideren esta respuesta:

“Una cosa es mencionar que un grupo de mujeres son mencionadas como siguiente a Jesús de vez en cuando en su predicación en los pueblos (Marcos 15:40-41; Lucas 8:1-3), pero viajar a tiempo completo por tres años con encuentros tarde en la noche como los del Jardín del Getsemaní o pasar períodos de tiempo en el desierto son cosas diferentes. Fuertes objeciones cultural es sospechas morales indudablemente hubieran surgido no solo acerca de Jesús, sino también acerca de los hombres que el escogió para que estén con él. Mujeres casadas difícilmente hubieran podido abandonar a sus mujeres por un período de tiempo tan largo, y mujeres solteras hubieran sido incluso más sospechosas. Haber escogido mujeres discípulas hubiera levantado sospechas legítimas que hubieran socavado el evangelio.”[14]

La verdad es que un examen cuidadoso de la vida que el Creador vivió cuando “el Verbo se hizo carne”, revela la dignidad, cortesía y misericordia que Jesús le extendió tanto a hombres como a mujeres, ricos y pobres, educados e iletrados, a los judíos y a los gentiles. En su vida, su ministerio, su salvación, es convincentemente claro que el mismo tenor de la vida y ministerio de Jesús fue la inclusión, no la exclusión. En Cristo no hay ni judíos ni griegos, ni hombre ni mujer, porque en todos Él vio “herederos de acuerdo a la promesa” (Gálatas 3:29)

Así fue la misión de la iglesia que Él levantó determinar cómo los muros que los separaban podían ser tirados abajo.

EKKLESIA

Pablo

Pablo, que abogó por la vida y el camino de Cristo, perpetuó el ejemplo de Jesús en su propio ministerio con mujeres a lo largo y ancho de la iglesia y del Imperio Romano. Más que cualquier otro apóstol, Pablo examina y enseña el rol de las mujeres dentro de la misión y del ministerio de la comunidad de fe.

Romanos 16 es un auténtico tesoro respecto de las actitudes hacia las mujeres en el ministerio, una actitud abiertamente revelada en los títulos que él les da a sus compañeras femeninas en el ministerio: “diaconisa” (diakonos) en el vers. 1; benefactora o líder (prostatis), v. 2; compañera en el trabajo (sunergos), v. 3 (Fil. 4:3); y apóstol (apostolos), v. 7. Además Pablo describe a estas mujeres “como cumpliendo funciones asociadas con el liderazgo de la iglesia, ellas “se esfuerzan trabajando en el Señor” (Rom. 16:12) y “han luchado a mi lado en la obra del evangelio” (Fil. 4:3). De los cerca de diez colegas a los que Pablo alaba por su ministerio cristiano en Romanos 16:1-16, siete son mujeres.”[15]

Entonces, ¿cuál es el significado de la declaración de Pablo “No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él; debe estar en silencio” (1 Timoteo 2:12)?

El tema central y la preocupación prioritaria que corre a lo largo de la epístola pastoral de Pablo a Timoteo es el caos provocado por falsos maestros y sus enseñanzas heréticas en la iglesia de Éfeso. Pablo había advertido a los ancianos de Éfeso en su despedida “Sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que procurarán acabar con el rebaño. Aun de entre ustedes mismos se levantarán algunos que enseñarán falsedades para arrastrar a los discípulos que los sigan.” (Hechos 20:29-30). 1 Timoteo evidencia que esa predicción se había vuelto verdad. Los primeros seis versículos dejan en claro la preocupación urgente de Pablo por la confrontación de Timoteo de estos falsos maestros, con el resto de su carta entremezclada con consejos explícitos sobre cómo lidiar con ellos[16]. De hecho, tan preocupado está el Apóstol con la falsa enseñanza que “casi cada versículo en esta epístola se relaciona con eso”[17].

Que las mujeres en la iglesia estaban relacionadas con los falsos maestros y sus enseñanzas explica porque “ningún otro libro de la Biblia tiene una proporción tan alta de versículos enfocados especialmente sobre problemas concernientes a las mujeres: 21 de 113 versículos (1 Tim. 2:9-15; 4:7; 5:3-7, 9-16)”[18]. Debido a que 1 Timoteo es una epístola pastoral de un apóstol a su joven asociado, el consejo necesariamente refleja el contexto pastoral y congregacional de la iglesia de Éfeso. Sugerir que Pablo pretendía que su amonestación específica al contexto de prohibir a las mujeres de enseñar en la iglesia en Éfeso sea aplicable a la iglesia universal pasa por alto el claro reconocimiento de Pablo en 1 Corintios 11:5 de que las mujeres pueden orar y profetizar en el servicio  de adoración.

Aún más, Pablo exalta el ministerio de enseñanza que Timoteo siendo joven recibió de su abuela Lois y de su madre Eunice (2 Tim. 1:5; 3:14-16). Como ya se indicó en Romanos 16, la lista de Pablo de siete mujeres que sirvieron con él en el ministerio y en el liderazgo en las iglesias desmiente la sugerencia que aquí, en 1 Timoteo 2:12 Pablo está universalmente prohibiendo un ministerio autoritativo y de liderazgo tal. Lo que es más, alrededor del mismo tiempo en que Pablo escribió esta carta a Timoteo, también le escribió a Tito, otro asociado pastoral, con la instrucción de que las “ancianas” sirvan a la iglesia como “maestras de lo bueno” (Tito 2:3)[19]. En otro lugar Pablo le mandó a la iglesia en Colosas, incluyendo a las mujeres, a que “la palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos (no se hace distinción de género) y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales.” (Colosenses 3:16). Y en el testimonio amplio del Nuevo Testamento, la observación es que “a estas alturas ya deberían ser maestros” en Hebreos 5:12 fue claramente dirigido a ambos, hombres y mujeres en la iglesia y no ofrece restricción de género. Así que sugerir un mandato universal prohibiendo a las mujeres de enseñar con autoridad en 1 Timoteo 2:12 contradice tanto la práctica como la enseñanza de Pablo.

¿Pero qué acerca de su estipulación en 1 Timoteo 3 de que el anciano/obispo y diácono deben ser “esposo de una mujer” (1 Timoteo 3:2, 12)?[20] ¿No es esta una designación incontrovertible que evidencia que los puestos de liderazgo espiritual de anciano y diácono están reservados únicamente para los hombres?

La frase griega mias gunaikos andra literalmente “de una mujer hombre”. Además de la obvia exclusión de polígamos (tener muchas mujeres o esposas) y adúlteros (muchas compañeras sexuales), ¿que otra exclusión esta simple frase cubre?. Algunos han aislado una simple palabra de esta frase y usado andra(“hombre” o “esposo”) como si fuera una cualificación separada e independiente. Pero si fuera aceptable fragmentar esta lista de requerimiento espirituales, entonces uno podría también lógicamente cortar el pedazo de “debe gobernar bien su casa” y reducirlo a la frase “su casa” para concluir que los líderes espirituales deben ser dueños de casas. Nadie aprobaría unas reducción tal. Aun así cuando una simple palabra es aislada de la frase “de una mujer hombre” para insertar un requerimiento adicional de género, tal reduccionismo es inmediatamente lógico para sus proponentes.

Sin embargo, lo que no es lógico son las implicaciones de una reducción literal a una palabra, cuando está aplicada a toda la lista. Junto con las relaciones maritales (esposo de una mujer, v. 2) Pablo también enumera requerimiento concernientes a hijos, “hacer que sus hijos le obedezcan con el debido respeto” (v. 4), “gobernar bien a sus hijos y su propia casa” (v. 12) y “sus hijos deben ser creyentes” (Tito 1:6). Sobre la base de una lectura literal de estas cuatro frases, las siguientes categorías de hombres deberían ser descalificados: “hombres solteros, hombres casados sin hijos, hombres casados con un solo hijo, hombres casados pero con hijos muy jóvenes o indiferentes o empedernidos para profesar la fe, hombres casados con hijos no creyentes o desobedientes, hombres casados pero con hijos que son creyentes u obedientes pero no respetuosos en todas las cosas”[21]. Además, debe ser declarado que esta exclusión literal de hombres solteros empezaría con Cristo mismo:

Jesucristo –dado que fue soltero- no hubiera estado descalificado para ejercer el liderazgo entre las personas que enseñaba antes y después de la resurrección. Pablo y Bernabé, quienes sirvieron como misioneros y ocasionalmente líderes de iglesias locales (Hechos 13:1), hubieran estado violando el requerimiento matrimonial de Pablo, dado que ambos trabajaban estando solteros (1 Co. 9:5). Finalmente, si este requisito para la iglesia de Éfeso sería absolutizado, los hombres que acepten el desafío radical de Jesús para el celibato por la causa del reino de Dios (Mateo 19:12), así ejemplificando la obediencia a su llamado a negarse a sí mismos, tomar su cruz y seguirlo (16:24), los mismos hombres que deberían ser tenidos como ejemplos de compromiso ante la comunidad cristiana, serían sistemática y universalmente rechazados de las posiciones más influyentes en el liderazgo de la iglesia. El sacrificio personal que ellos hubieran hecho para servir a la comunidad con total dedicación sería usado en contra de ellos como un impedimento para un servicio tal.”[22]

¿Pero que acerca de las mujeres en el ministerio? ¿Excluye la lista de requisitos de Pablo para el liderazgo espiritual y el ministerio (el cual en el griego no contiene ni un solo pronombre masculino) a las mujeres de este llamado de Dios? Las nueve palabras o expresiones griegas que Pablo aplica a obispos/ancianos en 1 Timoteo 3 son todas aplicadas a mujeres en otros lugares en esta epístola: “buenas obras” (3:1/5:10), “intachable” (3:2/5:7);  “esposo de una mujer” (3:2), “esposa de un hombre” (5:9), “temperante” (3:2/3:11); “sensato” (3:2; 2:9, 15), “respetable” (3:2; 2:9); “reverente” (3:4; 3:11); “condenación” (3:6/5:12); “buen testimonio” (3:7/5:10)[23].

Así que las mismas características que alguna vez se pensaron que se aplicaban exclusivamente por Pablo a los hombres, resulta que también fueron aplicadas por Pablo a las mujeres en la misma epístola. Cuando la frase “de una mujer hombre” es correctamente interpretada como excluyendo a los individuos polígamos o adúlteros de ministrar en liderazgo espiritual, no hay ninguna razón exegética o inherente en 1 Timoteo 3 para prohibir a mujeres dotadas por el Espíritu de servir en el mismo puesto de “anciano/obispo” que eventualmente en la iglesia post-NT se convirtió en reservada solo para los hombres. Como Darius Jankiewickz ha concluido: “… el género de un obispo o diácono no estaba en la mente de Pablo. Si el género era tan importante para él, entonces tendríamos una declaración clara en 1 Timoteo o en alguna otra parte como “un obispo debe ser un hombre”[24]

La evidencia convincente es que Pablo nunca defendió del todo a los ministros varones. Su enseñanza y práctica imita el ministerio inclusivo de su Señor al intencionalmente ampliar el círculo de líderes espirituales para incluir a discípulos llamados y cualificados de ambos géneros.

Pedro

“Sucederá que en los últimos días —dice Dios—, derramaré mi Espíritu sobre todo el género humano. Los hijos y las hijas de ustedes profetizarán, tendrán visiones los jóvenes y sueños los ancianos. En esos días derramaré mi Espíritu aun sobre mis siervos y mis siervas, y profetizarán.”[25]

En el día del Pentecostés cuando Pedro comenzó su primer sermón evangélico al citar del antiguo profeta Joel, bajo la inspiración del Espíritu ya sea Pedro o Lucas insertaron una nueva frase a la profecía de Joel, “en los últimos días”. Pedro no solo estaba hablando de épocas, sino más bien de inminencia. Él eventualmente escribiría: “Ya se acerca el fin de todas las cosas” (1 Pedro 4:7). Pero antes de que el Día del Señor –y esto fue a lo que Pedro apuntó en el Pentecostés- habría un derramamiento escatológico y apocalíptico del Espíritu Santo sobre “todas las personas”. Y en ese derramamiento Dios desmantelaría las tres paredes que han mantenido a la familia humana dividida y separada desde sus comienzos: el muro del género (hombres y mujeres); el muro de la edad (jóvenes y ancianos) y el muro de las clases (libres y siervos). Y en ese desencadenamiento de los dones espirituales de profecía, visiones y sueños sería otorgado sobre “toda carne”.

Es interesante que el don espiritual que Joel y Pedro identifican en ese derramamiento del fin del tiempo es el donde de profecía, un don que está categorizado segundo en la jerarquía de Pablo de dones del liderazgo espiritual: “En la iglesia Dios ha puesto, en primer lugar, apóstoles; en segundo lugar, profetas; en tercer lugar, maestros; luego los que hacen milagros; después los que tienen dones para sanar enfermos, los que ayudan a otros, los que administran y los que hablan en diversas lenguas.” (1 Corintios 12:28). Este es el mismo don que Apocalipsis predice que será operativo dentro de la comunidad del remanente en los últimos días, el “espíritu de profecía”.[26]

Es digno de notar que este don que Dios otorgará sobre nuestros hijos y nuestras hijas, sus siervos y siervas, es un don que esta segundo en  la jerarquía de dones de la autoridad espiritual[27], más alto incluso que los dones de enseñar, el mismo don que mis amigos del liderazgo masculino han concluido que debe ser reservado únicamente para los hombres.

¿Cuál es el punto? Si ambos géneros son escogidos por el Espíritu Santo para recibir el don espiritual más elevado de autoridad espiritual en la iglesia, lo mismo seguramente será verdad para los dones menores, incluyendo el tercer don más alto de autoridad espiritual, el don de enseñanza.

Así la Biblia predice el llamado y capacitación de Dios en el fin del tiempo para ambos géneros, todas las edades y todas las clases por la causa de su estratégico fin de su etapa final.

Elena de White

Esto es por lo que para mí es una de las grandes ironías de esta conversación que estamos teniendo sobre el rol de las mujeres en el ministerio, ¡es que este debate está teniendo lugar dentro de una denominación fundada por una mujer! Soy incrédulo de aquellos que son vigorosos como yo en sostener el Espíritu de Profecía, como manifestado en la vida, ministerio, escritos y liderazgo de Elena de White, pero que también son oponentes a la sugerencia que -incluso aunque Dios dirigió a la iglesia del Nuevo Testamento de un paradigma de solo-judíos a un paradigma de judíos y gentiles compartiendo el mismo don y teniendo la misma autoridad espiritual- Él tiene el mismo derecho de hacer lo mismo en la iglesia del tiempo del fin al unir a hombres y mujeres por el mismo don del Espíritu Santo y con la misma autoridad eclesiástica espiritual. ¿Qué harán con Elena de White?

Así es como mis amigos responden a esta pregunta: Bueno, sí, ella es una profeta, y los profetas ciertamente tienen una autoridad espiritual muy significativa (argumentar lo contrario sería hablar contra su don) –pero no es autoridad como cabeza- y esto es porque Débora, que fue tanto una profetisa como una gran líder, no fue una gran líder porque ella realmente no lideró, sino que más bien se sometió al liderazgo masculino de su nación (y tengo un amigo que dice que mientras que ella era una gran profetisa con autoridad y liderazgo autoridad, esta era una autoridad derivada dado que su esposo es mencionado en el trasfondo del pasaje para mostrar que ella aún estaba bajo su liderazgo).

¿Realmente necesitamos ir tan lejos para probar que Elena de White realmente no tenía autoridad o liderazgo espiritual en nuestra comunidad de fe?

El hecho es que Elena de White fue una gran líder espiritual con todos las autoridad y liderazgo divinamente delegado necesario para levantar a su comunidad remanente para “un tiempo como este”. ¿Estaba ella de acuerdo con la teoría que mis amigos del liderazgo masculino están defendiendo hoy? Denis Fortin escribió: “Me parece interesante que en sus 70 años de ministerio Elena de White nunca se refirió ni comentó 1 Corintios 14:34-35 o 1 Timoteo 2:12 para limitar el ministerio que las mujeres pueden hacer en la iglesia o en la sociedad… Si de alguna manera Elena de White creía que el concepto del liderazgo masculino debe ser obligatorio para posiciones ministeriales en la iglesia, ella tuvo muchas oportunidades para exponer su opinión. Pero ella nunca lo hizo.”[28]. Cien mil páginas de manuscritos que ella escribió y ni una sola referencia a estos textos pruebas para la jerarquía masculina en la iglesia.

No hay duda porque Elena de White sin vacilar llamó a las jóvenes mujeres a prepararse para el ministerio evangélico: “La experiencia así adquirida [al colportar] será de inmenso valor para quienes se están preparando para la obra del ministerio. Es la compañía del Espíritu Santo de Dios la que prepara a los obreros, tanto mujeres como hombres, para llegar a ser pastores del rebaño de Dios”[29]. La mensajera del Señor no sabía nada acerca de una teoría de liderazgo masculino que pudiera impedirles a las mujeres de entrar en el ministerio evangélico y ejercer autoridad espiritual junto con sus contrapartes varones.

¿Podrían las siguientes palabras de ella ser aplicadas también a la teoría del liderazgo masculino? Después de describir el bautismo del Espíritu Santo sobre el centurión romano pagano Cornelio y su familia, ella escribió: “Así, sin discusión, los prejuicios fueron quebrantados, se abandonó el espíritu exclusivista establecido por la costumbre secular, y quedó expedito el camino para la proclamación del Evangelio a los gentiles”[30]. En estas palabras, Elena de White refleja el corazón de su Señor, quien Él mismo eligió inclusión antes que exclusión, que usando a Cornelio reveló a la iglesia que había llegado la hora de abandonar “el espíritu exclusivista establecido por la costumbre secular”

El Concilio de Jerusalén y la Iglesia del Tercer Milenio.

Esa fue precisamente la decisión que enfrentó el Concilio de Jerusalén para abandonar “el espíritu exclusivista establecido por la costumbre secular”.

Lo que es tan impresionante en el tan mencionado concilio eclesiástico en Hechos 15 es la manera en que el Espíritu Santo guió a los líderes de la iglesia naciente hacía su decisión eventual. El debate comenzó cuando el partido de la circuncisión (definido por su premisa de solo-varones) insistió: “A menos que ustedes se circunciden, conforme a la tradición de Moisés, no pueden ser salvos.” (Hechos 15:1). Esta insistencia inmediatamente trajo a esta ala de la iglesia naciente en conflicto directo con los apóstoles Pablo y Bernabé, que fueron testigos del explosivo crecimiento de la fe cristiana entre los gentiles paganos. Ninguno de estos misioneros de primera línea hubiera aprobado esta noción de abierta exclusión. Ellos llevaban en sus propios cuerpos las marcas de la misión evangelística de Cristo basada en la inclusión antes que la exclusión. Lucas describió el conflicto resultante: “Esto provocó un altercado y un serio debate de Pablo y Bernabé con ellos.” (Hechos 15:2). Aparentemente un debate acalorado no es antiético al proceso divinamente guiado de toma de decisiones.

La narrativa de la convocación de este concilio eclesiástico para resolver este conflicto es bien conocida. Por un lado estaban los judaizantes que promocionaban un “Así dice el Señor” para defender la insistencia de la provisión divina del Antiguo Testamento de la circuncisión. Por el otro lado estaban los apóstoles Pedro, Pablo y Bernabé, que fueron invitados al podio para contar las historias de lo que el Espíritu Santo estaba haciendo entre los gentiles paganos. Repasando la conversión y el bautismo del centurión romano pagano Cornelio, Pedro declaró: “Dios, que conoce el corazón humano, mostró que los aceptaba dándoles el Espíritu Santo, lo mismo que a nosotros.” (Hechos 15:8). Entonces los dos apóstoles misioneros se pararon. “Toda la asamblea guardó silencio para escuchar a Bernabé y a Pablo, que les contaron las señales y prodigios que Dios había hecho por medio de ellos entre los gentiles.” (Hechos 15:12).

Lo que es llamativo es que cuando el concilio eclesiástico hizo la votación, tal como fue, la decisión que prevaleció es una que fue establecida sin un claro “Así dice el Señor”. Los judaizantes fueron capaces de juntar la mayoría de los textos pruebas para apoyar su punto de vista de que la circuncisión es un mandato divino explícitamente establecido en el Antiguo Testamente y claramente relacionado por el Señor Dios con su “pacto eterno” (Génesis 17:13). Pero su defensa de hecho no ganó el día. Más bien el concilio de la iglesia optó ubicar en el peso conclusivo de la evidencia en las anécdotas provista por los tres apóstoles.

Es verdad que el apóstol Jacobo (o Santiago), como líder del concilio, se aró y citó Amos 9:11-12) como apoyo divino para la evidencia anecdóticas que Pedro, Pablo y Bernabé habían presentado. Pero en ningún lugar de Amos 9 hay una abrogación divina del mandato divino previo de la circuncisión. No está allí.

Lo que sí está en Amos 9 es la promesa divina de que un día los gentiles buscarían al Señor y portarían su nombre. Pero ni siquiera los judaizantes contestaron ese punto. Todos estuvieron de acuerdo. Los gentiles están acercándose a Cristo. “Nosotros, sin embargo, insistimos que para ser salvos ellos deben ser circuncidados”. Pero la votación del concilio a favor de la inclusión, y no la exclusión, así que votaron que no a la provisión de la circuncisión. Y ellos lo hicieron sin un claro “Así dice el Señor”

¿Por qué? Debido a que el  arco de la larga guía de Dios a través de los siglos de su comunidad de Fe ha finalmente llegado a estos explosivos relatos del Espíritu Santo dándoles dones a los gentiles incircuncisos y paganos. Y yo creo que el mismo arco divino de guía se estira de la iglesia del NT hasta la iglesia del tercer milenio d hoy, revelándonos la voluntad revelada de Dios a través de las historias convincentes del Espíritu Santo dándoles dones a las mujeres pastores.

Yo tuve el privilegio de servir junto a tres muy efectivas mujeres pastoras en nuestro equipo líder en la Iglesia de Pioneer Memorial. También amigas que son pastoras y están actualmente sirviendo como líderes o pastoras en sus propias congregaciones. Y puedo personalmente testificar el ministerio del Espíritu Santo mediantes su ejercicio de autoridad espiritual en el medio del pueblo de Dios. Y, dicho sea de paso, solo preguntes al pueblo de Dios que ellas están liderando. Ellos también testificarán de la imprenta de autoridad espiritual divina que irradia de estos ministerios pastorales y de enseñanza de estas mujeres pastoras.

Firmemente creo que la evidencia anecdótica del Espíritu Santo dándoles dones a las mujeres pastoras actualmente es tan persuasivo y convincente como la evidencia anecdótica que Pedro, Pablo y Bernabé citaron en el Concilio de Jerusalén, evidencia que puede liderar a la Iglesia Adventista del Séptimo Día en el tercer milenio para tomar la misma decisión que el Concilio de Jerusalén: “Nos pareció bien al Espíritu Santo y a nosotros no imponerles a ustedes ninguna carga aparte de los siguientes requisitos” (Hechos 15:28) ¿Y por qué seguir el arco de la guía inclusiva de Dios no nos parece igual de bueno al Espíritu Santo y a nosotros hoy?

De hecho, Pedro mismo, cuando le sacude la alfombra a la jerarquía de Jerusalén, podría haber apelado solo a una defensa de su rompimiento del antiguo muro entre judíos y gentiles. Él no ofrece textos pruebas, él no tiene ningún pretexto. Todo lo que él puede exclamar a los líderes con estas palabras: “Por tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros al creer en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para pretender estorbar a Dios?” (Hechos 11:17)

El Concilio de Jerusalén y es simple línea de las Santas Escrituras, creo yo, son todas las evidencias que esta iglesia del tercer milenio necesita para seguir al mismo Dios que ha derramado el mismo Espíritu Santo y ha llamado al mismo ministerio evangélico a estas mujeres que han respondido su mismo llamado.

“Por tanto, si Dios les ha dado a ellos el mismo don que a nosotros al creer en el Señor Jesucristo, ¿quién soy yo para pretender estorbar a Dios?”


Para descargar este artículo en PDF haz click aquí para hacerlo con Mega o aquí para hacerlo con Google Drive


Referencias
[1] http://www.theotherpages.org/poems/mark01.html

[2] Ver Elena de White, El Conflicto de los Siglos, 657

[3] Richard Davidson, “Should Women be ordained as Pastors? Old Testament Considerations”, TOSC Paper, p. 3

[4] Davidson, pp. 3-5

[5] Davidson, p. 14

[6] Ibid.

[7] Elena de White, Palabras de Vida del Gran Maestro, 318

[8] Elena de White, El Deseado de Todas las Gentes, 370

[9] Davidson, p. 19

[10] Bilezikian 71-76

[11] Bilezikian 76

[12] Payne 57

[13] Payne 58

[14] Payne 59

[15] Payne 68

[16] 1 Tim. 1:18-20; 4:1-8; 5:11-15; 6:9-10.

[17] Payne 296. Aquí Payne identifica en 1 Timoteo 1:3-11 estos cinco aspectos de las enseñanzas falsas: mitos y genealogías interminables, controversias, causan que la gente abandone la fe, conservaciones inútiles y una aplicación inapropiada de la ley.

[18] Payne, 300

[19] Algunos sugieren que la descripción de Pablo de ancianas como “maestras de lo beuno” no se refiere a la enseñanza pública, sino más bien a alguna forma de ministerio dentro del hogar. Sin embargo, un “examen de todas las palabras que Pablo usa con la raíz “enseñar” muestra que en todas las demás instancias la enseña había un contenido verbal, y en este caso el contenido es enumerado para las ancianas así como lo es para Tito. Así, aquellos que interpretarían Tito 2:3 como enseñanza únicamente mediante el ejemplo lo hacen en oposición al uso universal de Pablo de esta palabra en todas sus formas (sustantivo, verbo, participio, compuesto, derivación de raíz) en este y en todos los contextos. Ellos desnudan “maestro” en [Tito] 2:3 de su significado básico (alguien que imparte verbalmente conocimiento de habilidades) en solo esta única instancia simplemente porque las maestras eran mujeres (Payne 329)

[20] Algunos están sorprendidos al aprender de que en estos pasajes en griego (1 Timoteo 3:1-12; Tito 1:5-9) no hay un solo pronombre masculino. Más bien son las traducciones al inglés que insertan los pronombres masculinos hasta catorce veces (NIV, NASB) en la lista de requisitos de Pablo para los puestos de supervisor/obispo/anciano y diácono. Ver Payne, 445.

[21] Bilezikian 139

[22] Bilezikian 144

[23] Ver cuadro en Payne 450

[24] Darius Jankiewicz, “Authority of the Christian Leader”, TOSC paper, p. 19

[25] Hechos 2:17-18

[26] Apocalipsis 12:17; 19:10

[27] 1 Corintios 12:28

[28] Denis Fortin, “Ellen White, Women in Ministry and the Ordination of Women,” TOSC paper, p 7, 9. Ver también Jiri Moskala, “Back to Creation: Toward a Consistent Adventist Creation—Fall—ReCreation Hermeneutic,” TOSC paper, p 12: “¿No es contundente que Elena de White nunca se refirió ni una vez a pasajes cruciales como 1 Timoteo 2:8-14 o 1 Corintions 11:3 que proven el argumento fundacional para aquellos que se oponen a la ordenación de la mujer?”

[29] El Ministerio Pastoral, p. 54

[30] Los Hechos de los Apóstoles, p. 115

3 thoughts on “El Pastor que cambió de opinión, parte 3: Dwight Nelson

  1. Amén! Gracias a Dios por que su amor no hace acepción de Castas, Pr. en una discusión de 3 pastores conocidos, un o de ellos hablando sobre el tema de ser el hombre la cabeza, hizo referencia a que hay jeraquia en el cielo, Uno se pone triste porque su mucha sabiduria esta cegándolos. Somos diferentes a los ángles, y sin duda los seres creados de otros mundos, porque Dios no hace seres en serie, sino se goza en su creatividad, pero esto no hace a uno sobre el otro… tal vez se referia a los distintos puestos o cargos que desempeñan los ángles en el cielo, sin embargo todos son “espiritus ministradores hacia los hijos de los hombres” el cielo completo tiene la mision de rescate, y cada uno tiene su asignación, pero la cabeza es Cristo. Lucifer que era el director del coro celestial, no significa que era la cabeza de ese coro celestial, sino que estaba ejerciendo una asignación. Éste fué creado en forma muy especial, como dice Ezequiel 28:13 no para que fuese la cabeza, este ángel cubria con sus alas la gloria de Dios. Ese fue precisamente el problema en el cielo, que El se sintio dejado a un lado cuando se efectuo el Concilio Santo para la Creación de la tierra.
    Dios nos bendiga, Dios nos dirija, Alabo a mi Señor porque hay eruditos de la Escritura para que el pueblo de pequeñitos no sea aplastado… Las ovejas que son del Señor siguen al Señor por donde quiera que El va. Y los frutos que Dios dá son testimonio suficiente. Dios les bendiga por su trabajo de amor!

  2. Un corto comentario: Si el tabernaculo que construyó Moises siguiendo las instrucciones divinas, así como el servicio sacerdotal fueron también explicados por Dios a Moises para que fueran los Levitas quienes ministraran el servicio porque Dios no incluyó a las mujeres en este ministerio??? No es ser machista, no es hablar de jerarquias. Todos pueden trabajar par el Señor, pero no veo porque discutir que deban ser “ordenadas”.

    1. Hermano Michael, ¿Te das cuenta que el Señor tampoco incluyó gentiles dentro de ese ministerio, ni tampoco judíos que no pertenecieran a la tribu de Leví?
      Si aplicáramos los mismos criterios del sacerdocio levítico al pastorado, entonces no podríamos tener pastores gentiles.
      Dios le bendiga!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *