Ordenación de la Mujer: ¿Qué hubiera hecho Jesús?

Hace varios años atrás se popularizo dentro del cristianismo una frase que decía ¿Que haría Jesús?. La idea era simple, cada vez que te encontrabas en una situación donde no sabías que hacer solo tenías que preguntarte ¿Qué haría Jesús? Y luego hacer lo mismo que tu te imaginabas que Jesús hubiera hecho. Ahora yo me pregunto, ¿Qué haría Jesús en este debate sobre la OM? ¿Estaría en contra? ¿Estaría a favor?

Asuntos a tener en cuenta

Para resolver este asunto tenemos que tener en cuenta un par de asuntos:

  • La relación de Jesús con las mujeres
  • Las enseñanzas sobre las mujeres y la relación hombre-mujer
  • Porqué Jesús no ordenó mujeres
  • Porqué Jesús no incluyo mujeres en los Doce.

Antes de empezar quiero recordar que Jesús vivía bajo la Ley, es decir que debía cumplir con todas las leyes de Moisés y que el sistema religioso judío por aquel entonces (y al igual que en todo el AT) estaba manejado exclusivamente por sacerdotes varones. Para ser un sacerdote se debía  cumplir dos requisitos:

  • Pertenecer a la tribu de Leví y ser descendiente de Aarón (Núm. 3:10).
  • Ser varón y no tener defectos físicos (Lev. 21:17-21)

Jesús a lo largo de su ministerio nunca intento cambiar estas leyes y las mujeres nunca fueron sacerdotisas en Israel. Ahora alguien podría llegar a pensar: “Si Jesús hubiera estado a favor de la OM entonces les hubiera dicho a las mujeres que fueran sacerdotisas”.

La respuesta es la siguiente:

Primero que nada, Cristo mismo fue quien les dio esas leyes ceremoniales a Moisés [1], así que si las hubiera cambiado se estaría contradiciendo a él mismo. Segundo, estas leyes eran tipológicas, es decir, señalaban simbólicamente a quien se convertiría en el verdadero Sacerdote.

Los sacerdotes debían ser levitas porque Dios los había elegido, así como también elegiría al Mesías. Los sacerdotes debían ser varones porque Cristo sería varón, y debían carecer de defectos físicos para simbolizar que el Mesías no tendría pecado. Todas las características de los sacerdotes simbolizaban alguna faceta de Cristo. Las mujeres no podrían haber cumplido con las tipologías de Cristo, no podrían haber simbolizado en forma exacta como habría de ser el Mesías.

Por lo tanto que Jesús no permitiera la existencia de sacerdotisas en Israel se debe a motivos tipológicos y no porque las considera inferiores de alguna manera.

Ahora que eso quedó claro pasemos a los cuatro puntos que enumeré arriba. Empecemos de atrás para adelante.

Jesús y los Doce Apóstoles Varones

¿Por qué Jesús no eligió mujeres para ser parte de los doce? ¿Será que no las consideraba dignas? ¿Significa esto que las mujeres no pueden ser líderes espirituales como fueron los Doce?

Antes de contestar estás preguntas tenemos que entender que es el apostolado:

“Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas.” (1 Co. 12:28) [2]

Por esta declaración sabemos que el apostolado es un don de Dios, no es algo que las personas eligen ser, sino que Dios las llama para cumplir con ese ministerio. El encargado de esto es el Espíritu Santo:

“Ahora bien, hay diversos dones, pero un mismo Espíritu.

Hay diversas maneras de servir, pero un mismo Señor.

Hay diversas funciones, pero es un mismo Dios el que hace todas las cosas en todos.

A cada uno se le da una manifestación especial del Espíritu para el bien de los demás.

A unos Dios les da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otros, por el mismo Espíritu, palabra de conocimiento; a otros, fe por medio del mismo Espíritu; a otros, y por ese mismo Espíritu, dones para sanar enfermos; a otros, poderes milagrosos; a otros, profecía; a otros, el discernir espíritus; a otros, el hablar en diversas lenguas; y a otros, el interpretar lenguas.

Todo esto lo hace un mismo y único Espíritu, quien reparte a cada uno según él lo determina.” (1 Co. 12:4-11)

Es el Espíritu Santo, y no el hombre, es que reparte los dones. Dios elige y llama a quienes consideran dignos de tener este don y usarlo para provecho de su iglesia. El apostolado, debido a que es un don, se recibe mediante un llamamiento divino. No está en la persona el escogerlo. Es Dios quien lo otorga.

Sin embargo algo que la Biblia siempre recalca es que nosotros podemos y debemos pedirle a Dios que redame su Espíritu sobre nosotros, y así recibir los dones espirituales. El Apóstol Pablo tenía esto en mente cuando escribió:

“¿Son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros?¿Tienen todos dones para sanar enfermos? ¿Hablan todos en lenguas? ¿Acaso interpretan todos? Ustedes, por su parte, ambicionen los mejores dones.” (1 Co. 12:29-31)

El apóstol Pablo les pidió a los corintios que ambicionen tener el don del apostolado. El apóstol no dijo que solo los corintios varones debían buscar los dones, sino que se refirió a toda la comunidad de creyentes, esto incluye a las mujeres. En realidad en todo el NT ni Cristo, ni Pablo, ni ningún otro escritor alguna vez declaró que las mujeres no podían recibir el don del apostolado, o cualquier otro don espiritual. De hecho en la Epístola de Romanos 16:7 tenemos a Junia, una mujer que era considerada       “destacada entre los apóstoles” [3].

Así que tenemos en claro dos cosas:

  • El Apostolado es un don espiritual
  • Al igual que los demás dones espirituales, el apostolado  no está limitado a un sexo en particular.

De modo que el motivo por el cual Cristo no eligió a mujeres entre sus Doce Apóstoles no es teológico, ni espiritual. El verdadero motivo es tipológico. Veamos porque:

Cuando Dios estableció la nación de Israel como su pueblo escogido para predicar su Palabra en el mundo eligió a doce hombres para que la conformen. Estos doce hombres fueron quienes dieron origen a las doce tribus de Israel. ¿Por qué Dios eligió hombres? Se debió a que los hebreos, al igual que el resto del Cercano Oriente, mantenía una sociedad patriarcal donde el hombre era la cabeza de la familia.

Cuando el Israel literal rechazó al Mesías, entonces Dios levantó un Israel espiritual. Para ello Cristo eligió a doce hombres. Elena de White lo explicó con estas palabras:

“Como en el Antiguo Testamento los doce patriarcas se destacan como representantes de Israel, así los doce apóstoles habían de destacarse como representantes de la iglesia evangélica.”[4]

El motivo es tipológico, es decir: Doce patriarcas varones igual a doce apóstoles varones.

Respondamos la pregunta: ¿Por qué Cristo no eligió mujeres entre los Doce Apóstoles?

Lo hizo para cumplir con la tipología de las doce tribus de Israel. Así como Dios eligió a Doce Patriarcas, Cristo eligió a Doce Apóstoles. Eso es todo. El apostolado es un don espiritual y, al igual que los demás dones espirituales, no está limitado solo a los varones. Las mujeres pueden llegar a ser apóstoles.

¿Por qué Cristo no ordenó mujeres?

Les voy a decir la verdad: Jesús jamás ordenó a una mujer. Aunque tampoco ordenó a ningún hombre. En realidad la Biblia jamás registra que Cristo haya ordenado a alguien, o haya nombrado a un pastor. Esto se debe a que tanto la ceremonia de la ordenación como el pastorado surgieron siglos después del ministerio de Cristo en esta tierra. En realidad, Jesús jamás instituyo la ordenación ni tampoco creó la figura del pastor.

Entendamos algo: el concepto de la ordenación no está presente en la Biblia. Cristo no deseaba que hubiera solo algunas pocas personas selectas que se encargaran de servir a la Iglesia. Jesús quería que todos y cada uno de nosotros trabajara para cumplir la misión:

“Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo.” (Mt. 28:19-20)

Esta declaración fue realizada por Jesús ante un grupo de quinientas discípulos [5] los cuales sabemos se incluían “hombres y mujeres” [6].

La Gran Comisión nos concierne a todos, sin importar si somos hombres o mujeres. Elena de White escribió:

“El mandato que dió el Salvador a los discípulos incluía a todos los creyentes en Cristo hasta el fin del tiempo.” (DTG, p. 761)

Todos tenemos el deber de compartir el evangelio. Y Cristo nos dio a todos, tanto hombres como mujeres, la tarea de predicar, bautizar y hacer discípulos. De modo que a la hora de compartir el Evangelio tanto hombres como mujeres fuimos considerados como iguales por Cristo, y compartimos la misma responsabilidad.

Jesús y sus enseñanzas sobre las mujeres

Hasta ahora solo encontré un solo pasaje en los cual Jesús enseña sobre el rol o el estatus de la mujer. Sin embargo este texto no se refiere al tema en cuestión directamente, sino más bien indirectamente. Este texto es Mateo 19:3-12 [7]:

“Algunos fariseos se le acercaron y, para ponerlo a prueba, le preguntaron: —¿Está permitido que un hombre se divorcie de su esposa por cualquier motivo? —¿No han leído —replicó Jesús—que en el principio el Creador “los hizo hombre y mujer”, y dijo: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su esposa, y los dos llegarán a ser un solo cuerpo” ? Así que ya no son dos, sino uno solo. Por tanto, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.

Le replicaron: —¿Por qué, entonces, mandó Moisés que un hombre le diera a su esposa un certificado de divorcio y la despidiera?

—Moisés les permitió divorciarse de su esposa por lo obstinados que son —respondió Jesús—. Pero no fue así desde el principio. Les digo que, excepto en caso de infidelidad conyugal, el que se divorcia de su esposa, y se casa con otra, comete adulterio.

—Si tal es la situación entre esposo y esposa —comentaron los discípulos—, es mejor no casarse.

—No todos pueden comprender este asunto —respondió Jesús—, sino sólo aquellos a quienes se les ha concedido entenderlo.

Pues algunos son eunucos porque nacieron así; a otros los hicieron así los hombres; y otros se han hecho así por causa del reino de los cielos. El que pueda aceptar esto, que lo acepte.”

En este pasaje, que se refiere principalmente al matrimonio y el divorcio, Jesús mejora considerablemente la situación de la mujer. Según la ley de Moisés realizar un divorcio era realmente fácil:

“»Si un hombre se casa con una mujer, pero luego deja de quererla por haber encontrado en ella algo indecoroso, sólo podrá despedirla si le entrega un certificado de divorcio. Una vez que ella salga de la casa, podrá casarse con otro hombre.” (Deu. 24:1-2)

Jesús agarra esa Ley Mosaica –que él mismo había dado [8]- y la anula. Pero la invalida en base a su propio poder, sino usando las Escrituras. Y para eso cita Génesis 2:24:

“Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en un solo ser.”

¿Qué es lo que Jesús estaba enseñando?

Básicamente Jesús dice que Dios en la creación tenía un plan ideal para el hombre y la mujer: el matrimonio como una unión eterna de amor. Pero debido al pecado debió establecer leyes temporarias, como la del divorcio. Pero Jesús vino a la tierra para restaurar al hombre según el plan ideal de Dios, por lo cual el divorcio pasa de ser algo común a ser la última forma de solucionar problemas matrimoniales.

Dicho de forma más simple:

  1. Creación: plan original de Dios
  2. Después de la caída: leyes temporarias.
  3. Cristianismo: restauración del plan ideal de Dios.

Si aplicamos la misma idea de Cristo en la condición de la mujer, entonces tenemos que aceptar que como cristianos debemos buscar que el plan original de Dios –de un hombre y una mujer como iguales “en todo” [9]- sea restaurado en la humanidad.

Jesús y la relación con las mujeres

Durante su ministerio terrenal Jesús se relacionó con muchas mujeres. María fue su madre, su tia Elizabet profetizó sobre él (Luc. 1:39-45) y la profetisa Ana predicaba sobre él (Luc. 2:36-40). Fue su madre quien lo movió a hacer su primer milagro (Jn. 2:1-12). Se registra que mientras Jesús viajaba predicando había varias mujeres que lo acompañaban, lo atendían y lo ayudaban “con sus propios recursos” (Mr. 15:41; Luc 8:1-3). Fue una mujer samaritana la que –luego de un famoso encuentro en un pozo- consiguió que mucha gente consiga en Cristo (Jn. 4:1-42). Era en la casa de Lázaro, María y Marta donde Jesús se hospedó en muchas ocasiones (Luc. 10:38-42). Fueron estas dos mujeres quienes reconocieron a Cristo como el Hijo de Dios y el dador de vida (Jn. 11:1-44). Fue una mujer enferma por doce años quien fue sanada por su fe (Mr. 5:24-34; Luc. 8:43-48), y otra mujer que era siro-fenicia quien recibió elogios por su fe y una de las pocas personas no judías en recibir un milagro de Jesús (Mt. 15:21-28; Mr. 7:24-30). Jesús perdonó una mujer en el atrio del templo (Jn. 8:1-11).  Fue una mujer la única que –aunque fue duramente criticada por los hombres presentes- ungió a Jesús con aceite antes de su muerte (Mt. 26:6-13; Mr. 14:1-9; Luc. 7:36-50). La esposa de Pilato quien abogo por su libertad, cuando Jesús fue arrestado (Mt. 27:19). Mientras los discípulos lo habían negado y abandonado, fueron mujeres quienes lloraron mientras Jesús iba al Calvario (Luc 23:27). En el Gólgota los discípulos y muchas mujeres estuvieron observando desde lejos (Mt. 27:55-56; Mr. 15:40; Luc. 23:49), mientras que su madre y otras tres mujeres estuvieron al pie de la cruz (Jn. 19:25-27). Además de Jose de Arimatea y Nicodemo, hubo varias mujeres que ayudaron a preparar el cuerpo y llevarlo a la tumba (Luc. 23:55)

Fueron mujeres las únicas que visitaron su tumba y las primeras en ver el sepulcro vacío, así como conversar con los ángeles. También fueron las primeras en conversar con Cristo y recibir instrucciones de él luego de la resurrección (Mt. 28:5-10; Mr. 15:41; Jn. 20:1, 10-18).

Hay tres puntos que quiero resaltar sobre la relación de Jesús con las mujeres:

  1. Jesús tenía mujeres como discípulas, es decir les enseñaba.
  2. Ellas eran el sostén financiero de Jesús
  3. No hay registro de mujeres enemigas de Cristo.

Empecemos por el punto C. En los Evangelios se nos dice que los Escribas y Fariseos buscaban matarlo. Fue Judas quien lo traiciono. Y fueron los líderes Anñas, Caifás, Pilatos y Herodes quienes lo condenaron y crucificaron. En todos los Evangelios no existe ni siquiera una sola historia de alguna mujer que atacara, engañara o rechaza a Jesús. Sin excepción, todas las mujeres que se relacionaron con Cristo terminaron aceptándolo. Solo los hombres se opusieron a Jesús.

El punto B es muy importante, porque explica como Jesús, quien era un “ministro de tiempo completo”, podía sostenerse económicamente. Fueron estas mujeres quienes ayudaron a financiar a Jesús y los discípulos durante los tres años y medio de su ministerio.

El punto A, en cambio, es el más importante de todos. Jesús literalmente les enseñaba a las mujeres. Esto es importante porque los maestros tenían terminantemente prohibido hacer tal cosa. Según la Tradición judía las mujeres no podían ser tomadas como discípulas ni se les podía enseñar la Ley:

Es necesario notar que la Biblia no prohibía que las mujeres sean discípulas ni que aprendan de la Torah, sino que esta es una tradición puramente humana.

De modo que Jesús desobedeció una tradición humana que perjudicaba a las mujeres y les enseñó de la Biblia, aunque eso no estuviera permitido por la sociedad judía.

“Los sabios mandan que un hombre no enseñe a su hija la Tora, porque la mente de la mayoría de las mujeres no se puede adaptar a ser enseñada, sino que más bien ellas tuercen las palabras de la Tora en absurdos de acuerdo a la pobreza de sus mentes” (Talmud Torah, 1.13)

“¿Cómo sabemos que no somos mandados a enseñar a las mujeres? Porque está escrito (Deu. 11:19) “Y tu deberás enseñarles [la Tora] a tus hijos” pero no a tus hijas” (Gemara Kiddushim 29b)

“Que las palabras de la Tora sean quemadas antes de ser pasadas a las mujeres” (Talmud babilónico Yoma 66b)

Jesús desobedeció completamente estas tradiciones y les enseño a las mujeres la Palabra de Dios. Aunque estas tradiciones eran socialmente aceptadas y consideradas obligatorias, a Jesús no le importó.

Conclusión

Realmente no podemos saber qué es lo que Jesús hubiera hecho si se hubiera involucrado en el debate sobre la ordenación de la mujer. Pero sin lugar a dudas podemos deducirlo:

Jesús desobedeció tradiciones humanas que le impedían a la mujer aprender de Dios. Les enseño a las mujeres, recibió financiación de ellas y jamás se encontró con mujeres enemigas. Él deseaba restaurar el plan original de Dios en la humanidad, ese plan que fue establecido antes de la entrada del pecado. Cristo puso sobre todos, tanto hombres como mujeres, la misión de predicar el evangelio, bautizar y hacer discípulos. Dime, ¿Qué lado hubiera escogido un hombre así?


Referencias

[1] Elena de White escribió: “Fue Cristo quien, en medio del trueno y el fuego, proclamó la ley en el monte Sinaí.” (DMJ p. 43)

[2] A menos que se indique algo diferente todas las citas bíblicas han sido tomadas de la Nueva Versión Internacional.

[3] Para más información leer el artículo “Junia the apostle” de Nancy Vyhmeister, en la revista Ministry de Julio de 2013.

[4] El Deseado de todas las Gentes, p. 258

[5] 1 Co. 15:6; DTG, p. 757-758.

[6] Hechos de los Apóstoles, p. 87

[7] El mismo mensaje se encuentra en Mt. 5:31-32, así como en Mr. 1:1-12; 10:1-12 y Luc. 16:18

[8] Ver nota 1.

[9] Joyas de los Testimonios, p. 413

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