Introducción.
Los cristianos somos a veces “esquizofrénicos” acerca de la erudición. Estamos de acuerdo con Francis Bacon que “el conocimiento es poder” y lo obtenemos tanto como podemos, y o usamos para defender y proclamar el evangelio. Al mismo tiempo, reconocemos que la erudición puede socavar algunas de nuestras perspectivas preferidas. Así que luchamos con la pregunta: ¿Cómo podemos darle la bienvenida a la erudición de todo corazón cuando a veces parece socavar lo que pensamos que era verdad?
Una respuesta a esta pregunta puede ser descubierta mediante un estudio de la erudición como un don espiritual dado a la Iglesia por Cristo [1]. A través de este don, los cristianos pueden usar la erudición con seguridad para corregir y profundizar nuestra fe sin comprometer la verdad. En subsecuentes secciones de este artículo propongo que un don espiritual de la erudición basado en la Biblia y centrado en Cristo impulse el crecimiento de la iglesia y la misión internacional que es cósmica en su radio de acción.
Basada en la Biblia.
El drama del Antiguo Testamento de Daniel y sus amigos ilustra como Dios es la fuente del don espiritual de la erudición. “Dios los dotó de sabiduría e inteligencia” (Dan. 1:17) [2] para que así “tuvieran aptitudes para aprender de todo y que actuaran con sensatez; jóvenes sabios y aptos para el servicio” (1:4). También en el Nuevo Testamento, estos dones espirituales son indicados en la declaración de Pablo que “Dios ha establecido” “maestros” “en la iglesia” (1 Co. 12:28; Efe. 4:11) junto con “la palabra de sabiduría” y “la palabra de conocimiento” (1 Co. 12:8) [3]
Una de las razones por las que este don se necesita tanto es porque algunas partes de la Biblia son difíciles de entender. Pedro escribe que “nuestro amado hermano Pablo” “ha escrito” algunas cosas difíciles de entender, que personas ignorantes e inestables tuercen para su propia destrucción, como lo hacen con el resto de las Escrituras (2 Pedro 3:15-16) [4]. Mientras que solo Dios tiene un entendimiento perfecto de la Biblia, nosotros deberíamos estudiar diligentemente dado que (como Pedro indica) algunas malas interpretaciones pueden ser catastróficas.
El don espiritual de la erudición basado en la Biblia ayuda a la iglesia a discernir la diferencie entre la erudición verdadera y la falsa. Pablo advierte a los cristianos: “Cuídense de que nadie los cautive con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas, la que va de acuerdo con los principios de este mundo (kosmos) y no conforme a Cristo.” (Col. 2:8) [5] Aquí Pablo rechaza la filosofía que es contraria a Cristo mientras que propone una filosofía centrada en Cristo.
Centrada en Cristo.
Jesús, el Maestro Supremo, instruyó a sus eruditos que “el Espíritu Santo” “les enseñara todas las cosas” en un currículum centrado en Cristo dado que “Él testificará de mi” (Jn. 14:26; 15:26). Por lo tanto, “es mejor que yo me vaya” porque “muchas cosas me quedan aún por decirles, que por ahora no podrían soportar. Pero cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará a toda la verdad” (16:7, 12-13). Pablo también enseña acerca de “Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col. 2:2, 3).
El don espiritual de la erudición es apoyado por la salvación mediante Cristo como es ilustrado por la experiencia de los tres amigos de Daniel en el horno de fuego cuando el rey Nabucodonosor dijo “¡Pues miren! Allí en el fuego veo a cuatro hombres, sin ataduras y sin daño alguno, ¡y el cuarto tiene la apariencia de un dios!” (Dan. 3:25). Igualmente, en “el tiempo del fin” (12:4), “Miguel se levantará” (12:1) por su pueblo como se levantó con ellos en el horno de fuego. “Miguel el arcángel” (Judas 1:9) es “el Señor mismo” que “descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero.” (1 Tes. 4:16)
Crecimiento de la iglesia.
Mientras esperamos el regreso de Cristo, debemos hacer uso del don espiritual de la erudición con el propósito de hacer crecer la Iglesia. De esta manera, podemos volvernos más sabios que Daniel, quien escribió: “Aunque escuché, no pude entenderlo” (Dan. 12:8). A Daniel se le dijo “guarda estas cosas en secreto y sella el libro hasta la hora final” cuando “el conocimiento se incrementará” (12:4). Esta profecía será cumplida en la iglesia dado que “los malvados no entenderán nada” (12:10) de este incremento en conocimiento.
El don espiritual de la erudición apoya el crecimiento en fe, conocimiento y el ministerio o servicio. “Cuando Él ascendió”, Cristo “dio dones” (Efe. 4:8) a la iglesia “a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio, para edificar el cuerpo de Cristo. De este modo, todos llegaremos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios” (4:12-13). Esto incluye un “crecimiento que es de Dios” (Col. 2:19) a través de Cristo. “En el habita corporalmente la plenitud de la Deidad, y ustedes están completos en Él” (2:9-10) dado que “Él es la cabeza del cuerpo, la iglesia” (1:18; 1:24)
Misión Internacional.
El propósito del crecimiento de la iglesia es lograr una misión evangelística internacional. Equipada con los dones espirituales, incluyendo la erudición, la iglesia alcanzará a las naciones. “Este misterio… se ha manifestado a los santos (Col. 1:26), el cual “Dios se propuso dar a conocer… entre las naciones, que es Cristo” (1:27). Esta misión incluye la erudición de enseñar porque “nosotros predicamos” al “enseñar” a todos “en toda la sabiduría” “en Cristo Jesús” (1:28). Daniel describe nuestro destino de esta manera: “los sabios resplandecerán con el brillo de la bóveda celeste; los que instruyen a las multitudes en el camino de la justicia brillarán como las estrellas por toda la eternidad.” (Dan. 12:3)
Una erudición centrada en Cristo busca el beneficio de toda la humanidad. Elena de White nos enseña que “Cada miembro de iglesia debería interesarse en todo lo que concierne a la hermandad humana y a la hermandad en Cristo.” [6] “Estamos todos entretejidos en la gran trama de la humanidad”. [7] “Tengamos en mente que Cristo es el gran corazón central de donde la sangre de vida fluye a cada parte del gran cuerpo de la humanidad. Él es la cabeza de donde se extienden los nervios que alcanzan incluso las más pequeñas y remotas partes del cuerpo [de la humanidad]” [8]
Radio de acción cósmico.
Para cumplir efectivamente nuestra misión para las misiones, debemos incrementar nuestro entendimiento del radio de acción universal del don espiritual de la erudición. Mientras que ninguna persona puede perfeccionar ni siquiera una sola área de la erudición, cada cristiano es llamado a ejercitar el don “para el beneficio de todo” (1 Co. 12:7). Cualquier otra cosa menor es una deshonra para Jesús, nuestro Maestro Supremo.
La erudición cristiana es tan comprensiva como lo es el cosmos porque: mediante Cristo “todas las cosas fueron creadas… y Él es antes de todas las cosas y en Él todas las cosas subsisten” (Col. 1:16-17) y son reconciliadas (1:20). Cristo “es la cabeza de todo principado y poder” (2:10) [9]. Como Bruce Norma indica, “Pablo usaba un poco de la terminología cosmológica común” de su tiempo y la infundió “con un significado diferente” por la cual “Cristo” es “el comienzo y el fin de la cosmología” [10]
Inspirada por este Cristo Cósmico, Elena de White le dio la bienvenida a esta iluminación doble entre la ciencia y la teología. Ella escribió: “El libro de la naturaleza y la palabra escrita no están en desacuerdo, cada una da luz sobre la otra. Correctamente entendida ellas nos pueden familiarizar con Dios y su carácter al enseñarnos algo de las leyes sabias y beneficiosas a través de la cual Él trabaja. Así nosotros somos guiados a dorar su nombre y tener una confianza inteligente en su palabra” [11]
Conclusión.
Esta misma inspiración fue la que motivó un llamado que Elena de White hizo en el Colegio de Battle Creek en 1883: “Queridos jóvenes, ¿cuáles son las metas y los propósitos de sus vidas? ¿Ambicionan una educación para tener renombre y posición en el mundo? ¿Tienen el pensamiento, que no se atreven a expresar, de estar algún día en la cima de la grandeza intelectual; de sentarse en asambleas legislativas y deliberantes, y de ayudar a dictar leyes para la nación? No hay nada malo en estas aspiraciones. Cada uno de ustedes puede llegar a distinguirse. No deberían contentarse con adquisiciones mezquinas. Escojan una norma elevada y no escatimen esfuerzos para alcanzarla.” [12]
Un don espiritual de erudición basado en la Biblia y centrado en Cristo va a impulsar el crecimiento de la iglesia y la misión internacional que es cósmica en su radio de acción. Con un don tal dado por Dios, podemos atrevernos a ser como Daniel y sus amigos “a estos cuatro jóvenes Dios los dotó de sabiduría e inteligencia para entender toda clase de literatura y ciencia. Además, Daniel podía entender toda visión y todo sueño.” (Dan. 1:17) Y “el rey los interrogó, y en todos los temas que requerían de sabiduría y discernimiento los halló diez veces más inteligentes” que todos los demás (1:20)
Referencias
[1] 1 George E. Rice, “Spiritual Gifts,” Handbook of Seventh-day Adventist Theology (Hagerstown, MD: Review and Herald), 610-650.
[2] Todas las citas bíblica a menos que se indique algo diferente han sido tomadas de la Nueva Versión Internacional
[3] Robert A. Harris, The Integration of Faith and Learning (Eugene OR: Cascade, 2004).
[4] John D. Moores, Wrestling With Rationality in Paul (Cambridge: Cambridge University Press, 1995).
[5] Abraham J. Malherbe, Paul and the Popular Philosophers (Minneapolis, MN: Fortress, 1989).
[6] Testimonios para la Iglesia, p. 277
[7] Obreros Evangélicos, p. 46
[8] Review and Herald, 16 de Octubre de 1894
[9] Martin Hanna, The Cosmic Christ of Scripture (Berrien Springs, MI: Cosmic Christ Connections, 2006).
[10] Bruce Norman, “Pauline Cosmology: Relic or Relevant?” Journal of the Adventist Theological Society 3:2 (autumn 1992), 131-132; John Collins, “New Testament Cosmology,” in Cosmology and Theology, eds., David Tracy and Nicholas Lash (New York: Seabury, 1983), 3-7.
[11] Signs of the Times, March 20, 1884; Martin Hanna, The Use of Science in Theology: Case Studies of Langdon B. Gilkey and Thomas F. Torrance (PhD Dissertation, Andrews University, 2004).
[12] Mensaje para los Jóvenes, p. 46
Martin Hanna, PdD, disfruta sirviendo como profesor y co-editor de Andrews University Seminary Studies en el Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día. En su país natal –las Bahamas, y en Jamaica, él sirvió como consejero, preceptor, director del centro de investigación, y director del departamento de teología. Él disfruta aún más de su matrimonio con Henrietta (PhD en Enfermería) y está orgulloso de sus hijos Farez, Melody, y Zacarías.