La ordenación de la mujer, una perspectiva bíblica e histórica

La ordenación de la mujer, una perspectiva bíblica e histórica

Daniel Alberto Mora

 

La ordenación desde el punto de vista bíblico, es sencillamente el reconocimiento de los dones y ministerios que Dios otorga a una persona (Hechos 6: 1-3; 13: 1-3; 1 Tim. 5: 17; Tito 2:15): “[…] habían recibido ya su comisión de Dios mismo, y la ceremonia de la imposición de las manos no añadía ninguna gracia o cualidad virtual.” (WHITE, HAp, 131). En las Escrituras ninguno de los dones, entre los cuales está el del pastor-maestro, tienen restricción de genero (Ro 12:4-8; 1 Co 2:9-11, 27-28;  Efe 4:8, 11-16; Hch 6:1-7; 1Ti  2:1-3; 1 Pe 4:10,11).

Elena de White, dice que la Iglesia Católica pervirtió ese concepto de la ordenación equipándolo con un poder especial que daba jerarquía al clero por encima de todos los creyentes: “Ulteriormente, el rito de la ordenación por la imposición de las manos fue grandemente profanado; se le atribuía al acto una importancia infundada, como si sobre aquellos que recibían esa ordenación descendiera un poder que los calificaba inmediatamente para todo trabajo ministerial.” (Ibid). Incluyendo, que la teología católica expulso a las mujeres del ministerio, por la influencia pagana de los filósofos griegos que jerarquizaron la sociedad, poniendo a las mujeres en uno de los niveles más bajos (Aristóteles, Politics, 1.5.3-8).

En el NT encontramos que Jesús comisiono a 12 apóstoles varones y judíos, pero este hecho NO es una prueba para ordenar solamente a pastores judíos, así, como tampoco prohíbe ordenar mujeres. Jesús, los comisiono para que representaran a todos los hombres y mujeres que vendrían después de ellos (Juan 17:20-22): “El mandato que dio el Salvador a los discípulos incluía a todos los creyentes en Cristo hasta el fin del tiempo. Es un error fatal suponer que la obra de salvar almas sólo depende del ministro ordenado.” (WHITE, DTG, 761-762). Lucas, registra a una mujer llamada Tabita, la cual era una “discípula” (Hechos 9:36). Por lo que la comisión evangélica fue dada por Cristo para todos los creyentes, hombres y mujeres (Mt 28:19-20; Mr 16:15; Lc 24:47). Tanto hombres como mujeres fueron comisionados por Cristo para: (1) ir y hacer discípulos a otros, (2) bautizar y (3) autoridad en enseñar la doctrina. Es imposible exegéticamente, decir: “Las mujeres solo pueden predicar, pero no pueden bautizar ni adoctrinar.” Estas tres dimensiones están conectadas entre sí, para formar la comisión evangélica. Además, aquellos que usan el argumento de los apóstoles, lo hacen por medio del concepto católico de la “sucesión apostólica.” El cual restringe la comisión evangélica solo a los ordenados, y no reconoce que fue dada a toda la iglesia.

Elena de White, reconoció a las mujeres en el ministerio pastoral. Por ejemplo, ella citó pasajes como 1 Timoteo 5:17-18, donde Pablo habla de los Ancianos, para aplicarlo a las mujeres: “…no se equivoquen en descuidar y corregir el error de dar a los ministros menos de lo que debieran recibir… El diezmo debe ir a aquellos que trabajan en la palabra y doctrina, sean hombres o mujeres.” (WHITE, 1MR 263). Además, oriento a los jóvenes que se están preparando para ser ministros, la experiencia que el colportaje les dará en su preparación: “Es el acompañamiento del Espíritu Santo de Dios lo que prepara a los obreros, sean hombres o mujeres para ser pastores del rebaño de Dios” (WHITE, 6T 322); “El propósito principal de nuestro colegio era brindar a hombres jóvenes la oportunidad de estudiar para el ministerio y de preparar a personas jóvenes de ambos sexos como obreros en los diferentes ramos de nuestra causa.” (ídem., 5T, 563).

De igual manera, ella creía que los médicos adventistas debían ser ordenados igual que los ministros: “La obra del verdadero médico misionero es mayormente una obra de carácter espiritual. Incluye la oración y la imposición de manos; por lo tanto debiera separárselo para esta obra con la misma piedad con que se separa al ministro del Evangelio” (WHITE, Evangelismo, 397-398). Con el fin de “fortalecerlos para que no se aparten de la obra del sanatorio para dedicarse a la práctica privada.” En esta categoría, ella también incluyo a hombres y mujeres: “Hombres y mujeres…deberían estar… trabajando como evangelistas médico misioneros, ayudando a los que están comprometidos en el ministerio evangélico” (ídem., Loma Linda Messages, 386). Sin embargo, con la crisis de Kellogg (1900-1905), quedo una brecha entre los médicos y pastores que no se solucionó. Con el tiempo, esta práctica se perdió.

Elena de White, hablo de la ordenación de mujeres para diversos ministerios, perfectamente como una diacono o anciana: “[…] Debieran ser separadas para esta tarea por la oración y la imposición de manos. En algunos casos necesitarán el consejo de los dirigentes de la iglesia o del pastor. Pero si son mujeres consagradas que mantienen una comunión vital con Dios, serán un poder para el bien de la iglesia. Este es otro medio para fortalecer y hacer crecer la iglesia.” (WHITE, The Duty of the Minister and the People”, RH, 1895). Respecto, a la ordenación de pastoras, ella sentía que aún no había madurez para esto. Su secretario personal C. C. Crisler, señaló lo siguiente: “A menudo ella habló de los peligros a los que estaría expuesta la iglesia por esta práctica, frente a un mundo opuesto a esto.” (ídem., HD, 254). Este mundo opuesto, era el entorno cultural de esa época que causaría más oprobio que avance, por lo que ella no recomendó a los líderes separarse de la tradición. Ahora, pregúntese ¿Si ella creía que la OM era una abominación o una apostasía, porque no escribió nada al respecto, y menos condenado esta práctica?

Cristo es la única cabeza de la Iglesia, no el hombre (Ef 1:22; 5:23; Col 1:18). Como la cabeza de la iglesia, Cristo brinda la manifestación suprema del amor de Dios (Ef 5:23, 25), lo que demuestra y vindica el gobierno moral de Dios mediante el amor (Ro 3:4, 25-26; 5:8), y derrota, de ese modo, el falso gobierno del usurpador, el “príncipe de este mundo” (Jn 12:31; 16:11; cf. DA [DTG],758; 2T, 2:211). “Es Cristo, no el ministro, quien es cabeza de la iglesia” (WHITE, ST 27 enero 1890),  “Cristo es la única cabeza de la iglesia” (ídem, 21MR 274; cf. DA [DTG] 817, GC [CS] 51); “Dios no ha hecho alusión alguna en su Palabra a que él haya elegido a un hombre para que sea la cabeza de la iglesia.” (Ídem, CS, 49).

El liderazgo del vil sistema papal es “(1) jerárquico, basándose en una ‘cadena de mandos’ con un obispo monárquico como cabeza de la iglesia, con control final y completo de los asuntos de esta; (2) sacramental, es decir, que la vida espiritual de los creyentes, e incluso su salvación misma, dependía de ministros ordenados; (3) elitista, o sea sacerdotal, es decir, que el rito de la ordenación (imposición de las manos) imbuía a los ministros de facultades especiales; y (4) orientada a la función de cabeza, es decir, que quienes recibían la ordenación estaban ahora casados con la iglesia y asumían funciones de ‘cabeza’ en la iglesia, en lugar de la función de cabeza que tiene Cristo (‘in persona Christi capitis’; cf. Vicarius Filii Dei, ‘como representante del Hijo de Dios’).” (Adventist Review, Theologians Approve Statement on Headship, Agosto, 2014).

Cristo condeno la autoridad secular por su jerarquía (Mateo 20:25-28; Marcos 9:35), Por consiguiente, los dirigentes de la iglesia deben ser sirvientes (diakonos) y esclavos (doulos) humildes. Al mismo tiempo debieran ser respetados y apreciados profundamente por su trabajo diligente (1 Tesalonicense 5:12; 1 Timoteo 5:17; cf. Hebreos 13:7). La autoridad de los que dirigen la iglesia les es entregada por la iglesia que está compuesta de hombres y mujeres. Es una autoridad delegada por Cristo a su iglesia e implementada a través de su sistema representativo. ‘Todo miembro de la iglesia es parte del cuerpo de Cristo, que es la única cabeza. Siendo que cada miembro de la iglesia, varón o mujer, es parte del cuerpo de Cristo, un miembro no puede al mismo tiempo ejercer la función de cabeza en la iglesia. Del mismo modo, como Cristo es el Esposo exclusivo de la iglesia (que es metafóricamente la esposa de Cristo), los miembros de iglesia no pueden al mismo tiempo ser esposos de la iglesia sino que, colectivamente, hombres y mujeres juntos son la esposa de Cristo’” (Ibid).

Elena de White, creía que tanto hombres como mujeres están capacitados para dirigir en la Iglesia, como líderes-siervos, mediante el ejemplo de Cristo (Fil 2:5): “Jesús fue dado para que permaneciera a la cabeza de la humanidad, y enseñara por su ejemplo qué significa ministrar.” (WHITE, HAp, 289); “El Señor desea que sus siervos ministros ocupen un lugar digno de la más alta consideración. En la mente de Dios, el ministerio de hombres y mujeres existía desde antes de la creación del mundo” (ídem., 18MR, 380). Por lo que, “no son siempre los hombres los que están mejor adaptados para una administración exitosa de la iglesia. Si mujeres fieles tienen más profunda piedad y verdadera devoción que los hombres, podrían ciertamente por sus oraciones y su trabajo hacer más que los hombres cuyos corazones y vida no están consagrados.” (ídem., 19MR, 55-56). El hecho de que todos no pueden ministrar, no es una excusa para excluir a las mujeres: “La obra de Dios en esta tierra no podrá nunca terminarse antes que los hombres y mujeres abarcados por el total de miembros de nuestra iglesia se unan a la obra y aúnen sus esfuerzos con los de los pastores y dirigentes de las iglesias” (ídem, Servicio Cristiano, 87).

ANTIGUO TESTAMENTO

La humanidad fue creada a “imagen” y “semejanza” de Dios (Gn 1:26), con diferenciación de genero (Gn 1:27), por lo que ambos son iguales. No asigno roles diferentes a ninguno, a ambos se les ordenó ejercer dominio sobre los animales y liderar la creación (Gn 1:28-29). Por lo que nunca se va a encontrar roles diferentes, y menos que Adán dominaba sobre la mujer. Elena de White, enfatiza esto: “Cuando Dios creó a Eva, quiso que no fuera ni inferior ni superior al hombre, sino que en todo fuese su igual. La santa pareja no debía tener intereses independiente…” (WHITE, 3T, 484). El hombre sin la mujer era un ser incompleto (Gn 2:18, 24), aun Dios debía completar esa creación. Decir que el hombre es superior a la mujer, es enseñar que él estaba completo, contradiciendo lo que Dios dijo. Un error, es suponer que el hombre le pone un nombre a la mujer, ya que con esto se está diciendo que la mujer es igual a los animales. El término “varona” no es un nombre, sino una identificación sexual (Gn 2:23). Dios fue quien le puso nombre a ambos (Gn 5:2): “Mientras permaneciesen leales a Dios, Adán y su compañera iban a ser los señores de la tierra. Recibieron dominio ilimitado sobre toda criatura viviente” (ídem., HD, 21).

Con la caída, se estropea la relación varón-mujer (Gn 3). Elena de White dice que, “Adán y Eva estaban en posesión del Edén.” (WHITE, ST, 28 de abril, 1890). Ella, también señala que cuando la mujer peco, aun el dominio de la tierra no se había perdido completamente. Cuando el hombre peco, su responsabilidad fue más grande porque lo hizo con pleno conocimiento: “Adán no fue engañado como Eva, pero sí influido por ella para actuar del mismo modo: comer el fruto y arriesgarse a correr las consecuencias pues ningún daño, arguyó ella, le había sobrevenido. Adán cedió a la tentación de su esposa.” (ídem., CTr, 111). Por eso, Pablo atribuye este hecho de responsabilidad final que recae sobre él (Ro 5:12-14; 1 Co 15:22), aunque también dice que la mujer fue la primera en pecar (1 Tim 2:14): “Adán cedió a la tentación de su esposa. No pudo soportar verse separado de ella. Y así comió y perdió su integridad. A partir de aquel lamentable episodio, que introdujo el pecado en el mundo” (ibid); “[…] logrando vencer a Adán y Eva, reclamo el Edén como su hogar. Con orgullo se jactó de que el mundo que Dios había hecho era su dominio. Habiendo conquistado a Adán, el monarca del mundo, adquirió a la raza como sus súbditos, y ahora él debía poseer el Edén.” (ídem., RH, 24 de febrero, 1874). Es en este sentido que Dios lo llama primero al hombre, para pedirle explicaciones de su proceder deliberado.

Sin embargo, se encuentra que la sumisión de la esposa hacia su esposo, es consecuencia del pecado: “En la creación Dios la había hecho igual a Adán. Si hubiesen permanecido obedientes a Dios, en concordancia con su gran ley de amor, siempre hubieran estado en mutua armonía; pero el pecado había traído discordia, y ahora la unión y la armonía podían mantenerse sólo mediante la sumisión del uno o del otro. Eva había sido la primera en pecar, había caído en tentación por haberse separado de su compañero, contrariando la instrucción divina.” (WHITE, PP, 42-43). Claramente Elena de White, delinea el principio que sobresale en Génesis 3: “Si los principios prescritos por la ley de Dios hubieran sido apreciados por la humanidad caída, esta sentencia, aunque era consecuencia del pecado, hubiera resultado en bendición para ellos; pero el abuso de parte del hombre de la supremacía que se le dio, a menudo ha hecho muy amarga la suerte de la mujer y ha convertido su vida en una carga.” (Ibid). Esa supremacía, tenía el propósito de brindar a la esposa protección y cuidado. Esto refuerza el hecho de que no había ninguna jerarquía en la creación y tampoco dominio por parte del hombre hacia su esposa.

Algunos jerárquicos han tratado de forzar algunos textos, para dar la impresión de que el pecado de Eva, fue precisamente “usurpar” la autoridad de su marido, y querer elevarse al mismo nivel que él. Pero, esto no tiene ningún sustento. Por el contrario, la Sra. White señala claramente que el problema de Eva fue querer alcanzar el ser como “dios.”: “[…] se lisonjeaba con ascender a una esfera superior a la que Dios le había designado. En su afán de subir más allá de su posición original, descendió a un nivel más bajo.” (ibid).  La igualdad ya la tenía con su esposo. ¿Qué fue lo que le dijo Satanás a la mujer? “No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.” (Gn 3:4-5). Decir que el pecado de Eva, fue usurpar la “autoridad” de su esposo, es poner al hombre al mismo nivel que Dios. Nótese que la tentación de Satanás no fue hacia esa supuesta “autoridad” del esposo sobre ella. Sino contra la autoridad de Dios.

El texto Gn 3:16, es descriptivo, y no prescriptivo: “A Eva se le habló de la tristeza y los dolores que sufriría. Y el Señor dijo: ‘A tu marido será tu deseo, y él se enseñoreará de ti.’ En la creación Dios la había hecho igual a Adán.” (WHITE, Hogar cristiano, 100). Cabe destacar, que el regir del esposo hacia la esposa en el texto hebreo, no es el mismo regir del hombre hacia los animales. Gerhard Hasel, comenta: “El escritor cuidadosamente distingue entre el regir del hombre (‘ādām) sobre los animales y el regir del esposo sobre su esposa.  El texto hebreo emplea dos verbos diferentes los cuales son traducidos al inglés (y otras lenguas modernas) con la misma palabra.  El regir del hombre sobre los animales es expresado con el verbo rdh (1:26, 28).  El regir del hombre sobre su esposa es expresado con el verbo māšal (3:16).  En más de 100 usos de formas de la raíz msl en el Antiguo Testamento, no hay ni un ejemplo en el cual expresa al hombre rigiendo sobre los animales.” (HASEL, “Man and Woman in Genesis 1-3”, Adventist Archivaes).

Además, la sumisión no es a todos los hombres, sino solo a los esposos. Esto no impidió el liderazgo de las mujeres en el AT. María la hermana de Moisés se presenta como profetisa y una líder en el Éxodo (Ex 15:20), quien junto a su hermano elevan una canción de liberación (Ex 15:21). Se registra además las fallas que tuvo como dirigente (Num 12:1-5; Deuteronomio 24:9). Inclusive el lugar de su entierro es nombrado con un tiempo de luto, lo cual enfatiza su posición de liderazgo (Num 20:1). Dios dice por medio del profeta Miqueas que él la puso para dirigir a su pueblo: “Yo fui quien te sacó de Egipto, quien te libró de esa tierra de esclavitud. Yo envié a Moisés, Aarón y María, para que te dirigieran.” (Miq 6:4 NVI). La palabra heb. פָּנֶה  (paneh), unida a la partícula preposicional לְ (le’), que se traduce “delante de,” en este pasaje está asociada con el acto de dirigir, ejercer autoridad y liderazgo sobre algo. Lo que quiere decir que Dios puso a María para que fuese líder de su pueblo junto a sus hermanos.

Otro caso es Débora. El libro de los jueces trata dos asuntos importantes: (1) ¿Cómo será la vida de Israel una vez que ya estén en posesión de la tierra prometida?; y (2) ¿Cómo se gobernara el pueblo en ausencia de Moisés y Josué? Es en la segunda pregunta, donde surge la respuesta del gobierno por medio de los Jueces. Estos tipifican a Dios quien es el gran juez (Juec 11:27). Por lo que ellos eran levantados por Dios (Juec 2:16). Débora ejerció autoridad sobre toda la nación, incluyendo a los hombres (Juec 4:4-14). Ella, se denomina “madre de Israel,” como la matriarca (Juec 5:17). Elena de White, enfatiza que ella era la máxima autoridad: “En ausencia de los magistrados corrientes, la gente recurría a ella en busca de consejo y justicia.” (WHITE, RP, 321). Y Dios también la eligió para liberar a su pueblo: “En ese tiempo moraba en Israel una ilustre mujer conocida por su piedad; se llamaba Débora, y Dios eligió liberar a su pueblo mediante ella” (ídem., HD, 34). Así, como también a Barac (ídem, RP, 321).

En cuanto al hecho de que las mujeres no eran sacerdotes, Jacques Doukhan, expone de forma amplia el porqué de su ausencia: “Se dan dos respuestas básicas a la pregunta: ¿Por qué no una mujer sacerdote en Israel? La primera es histórica. La ausencia de mujeres en el sacerdocio israelita, un caso excepcional en el antiguo Cercano Oriente, donde las sacerdotisas abundaban y a menudo se las asociaba con la prostitución sagrada, debe entenderse como una reacción al sincretismo pagano y a las perversiones sexuales. La segunda es teológica. La Biblia no registra a ninguna mujer sacerdote en Israel, no porque el oficio sacerdotal implicara funciones proféticas (hubo profetisas en Israel), o porque implicara liderazgo o funciones de enseñanza (hubo mujeres jueces y mujeres “sabias” en Israel), sino más bien por la función sacrificial, el único acto sacerdotal negado a las mujeres (no hay evidencia bíblica de mujeres realizando sacrificios en Israel). Se puede explicar esta ausencia por la incompatibilidad del sacrificio, normalmente asociado con la muerte y el pecado, y la naturaleza fisiológica de la mujer tradicionalmente ligada en la Biblia con la vida y la gestación mesiánica.” (DOUKHAN, “Sacerdotisas en Israel: el porqué de su ausencia”. Además, el sacerdote levita del AT no se equipara con el don del pastor-maestro o el cargo designativo del obispo del NT. Este sacerdocio quedo anulado. Para un análisis sobre este tópico véase el siguiente enlace (MORA, Daniel Alberto, “El sacerdocio levítico del AT y el pastor-maestro en el NT”).

NUEVO TESTAMENTO

En el Nuevo Testamento encontramos mujeres que sirvieron en el ministerio, y ejercieron un liderazgo de servicio a sus comunidades cristianas. Pero, se ha tratado de lanzar oscuridad sobre esto.

Como se ha demostrado, el ministerio no tiene restricción de género. Tampoco los cargos designativos como Diacono y Anciano. En 1 Timoteo 3:1, se comienza la frase diciendo: “Si alguno desea obispado…” Pablo emplea el pronombre griego neutro “tis”, que significa: “cualquiera” (hombres/mujeres). No está interesado en establecer un género.  Luego en los siguientes versículos se da un panorama de las características que se esperan del obispo. Entre ellos aparece la frase “marido de una sola mujer,” la cual no es excluyente de género. Aquí, el principio es monogamia y fidelidad. Esta misma frase aparece en 1 Timoteo 3:12, en referencia a los diáconos: “Los diáconos sean maridos de una sola mujer, y que gobiernen bien sus hijos y sus casas”. Si la frase fuese restrictiva de género como dicen los jerárquicos, ¿cómo es que Febe es un diacono? (Ro 16:1-2) De allí, que los jerárquicos como Sorke y otros, han tomado la opción de buscar negar que Febe era un diacono. En realidad el problema de ellos, es que se basan del llamado “texto prueba”, que va contra nuestra hermenéutica adventista, para poder armar sus argumentos. Si las frases fueran excluyentes, entonces: (1) las mujeres pueden codiciar porque el décimo mandamiento seria solo para los varones: “no codiciaras a la mujer de tu prójimo.” (Ex 20). (2) Los hombres podrían usar joyas y vestidos costosos, porque en 1 Timoteo 2:9-10 Pablo está diciendo: “Así mismo las mujeres…”. (3) Santiago White, concluyo lo siguiente sobre esa teología: “[…] Estos críticos mezquinos parecen olvidar que el ‘hombre’ y los ‘hombres’ en las Escrituras, por lo general significan tanto para hombres como mujeres. El Libro dice que ‘está establecido para los hombres que mueran una vez.’ ¿Acaso las mujeres no mueren?” (WHITE, Spiritual Gifts, 3:24).

Respecto al gobernar bien sus casas, Pablo les dice a las mujeres que habían enviudado, que se casaran nuevamente: “…críen hijos, gobiernen (οκοδεσποτεν) su casa…” (1 Tim 5:14). Por lo que el acto de gobernar bien su casa y sus hijos, es aconsejado a hombres y mujeres. De hecho Elena de White, como se mencionó anteriormente, cita pasajes como 1 Timoteo 5:17 donde se habla de los Ancianos, y aplica principios que incluye a las mujeres (WHITE, MR, 1:263). El término griego presbuteros/episkopos, puede ser aplicado en ambos casos (1 Tim 4:14; 2 Tim 1:6; Tito 1:5). De manera que ¿dónde está el texto que prohíba explícitamente ordenar mujeres?

En cuanto a Febe, algunas consideraciones surgen del texto: (1) διάκονον es un término que se traduce, diacono. El título está en masculino, porque no existía un título femenino de la palabra en esa época. Es muy posterior el termino diaconisa. Por lo que ella, está aquí en un cargo de liderazgo (1 Tim 3:8-13). (2) Pablo la ubica como un oficial proveniente de una Iglesia: Cencreas. Esto  se afianza por el término προστάτις (Ro 16:2 BGT) La palabra prostatis, se aplica únicamente a una persona de rango y la cual tiene autoridad, sea por su cargo o posición social. En este caso su autoridad era por su servicio: “ha ayudado a muchos”. De hecho este término que aparece en la Septuaginta LXX, la traducción griega del AT, y la cual fue empleada por los apóstoles, vierte el termino prostatis a personas en funciones de liderazgo (1 Crónicas 27:31; 28:6; 2 Crónicas 8:10; 24:11). En el NT, el término se emplea en el liderazgo o acto de dirigir en la Iglesia. Por ejemplo, la primera vez que aparece esa palabra es en Romanos 12:7 “el que dirige…” (LBA), “si es el de dirigir, que dirija con esmero” (NVI); “el que preside, con solicitud” (R60), “he who leads, with diligence” (NAS). El otro pasaje donde se usa el termino prostatis que Pablo usa con Febe, aparece en 1 Tim 5:17, hablando de los Ancianos: “Los ancianos que gobiernan bien” (LBA); “Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia” (NVI); “Los ancianos que gobiernan bien” (R60); “Let the elders who rule well” (NAS).

El caso de Junia en Romanos 16:7, demuestra que esta mujer estaba contada entre los apóstoles. IONIAN, es un nombre femenino en la Roma del siglo I (el uso masculino es muy posterior, s. XVIII). En los primeros siglos, ningún teólogo puso en duda el hecho de que esta mujer era contada entre los apóstoles (episēmoi en). Lo cual no es extraño, ya que el apostolado es uno de los dones (1 Co 12:28). El termino apostolos, significa: “uno que es enviado.” Nancy Vyhmeister, señala que “las siete primeras versiones inglesAs, de Tyndale (1525–1534) a la KJV (1611), en todas tenemos Junia como una mujer.” (VYHMEISTER, “Junia the apostle”, Ministry, 2013). Elena de White, consideraba que Junia era una mujer: “Pablo en sus cartas a las Iglesias hace mención de mujeres que fueron trabajadoras con él en el evangelio. Escribiendo a los Romanos él dice: […] Saluden a Andronico y Junia, mis parientes, que son notables entre los apóstoles, que también fueron en Cristo antes de mí” (WHITE, North Pacific Union Gleaner, 4 de diciembre, 1904). Esto se refuerza por el hecho de que la versión usada por los pioneros era la KJV. Diferentes mujeres también fueron elogiadas por Pablo, como Evodia y Síntique (Fil 4:2), a las cuales les dice: “combatieron juntamente conmigo en el evangelio”. También Priscila, quien ejerció la autoridad de la enseñanza sobre la Iglesia (Hch 18), y junto a su esposo adoctrinaron a persona como el insigne Apolo.

CONTRA EL USO DEL “TEXTO PRUEBA”

Un texto sacado de su contexto, se convierte en un pretexto. La declaración de los adventistas, en cuanto a la hermenéutica que usamos para interpretar un pasaje, es vulnerado por los que se oponen a la OM. Aunque, nuestros pioneros, como se verá más adelante, nunca emplearon estos textos contra las mujeres, sino que buscaron darle una explicación; ahora están siendo usados por los jerárquicos desde la hermenéutica calvinista.

1 Corintios 11:3. Este es uno de los pasajes claves de la doctrina calvinista. El texto dice que el hombre es la cabeza (kephale) de la mujer. Por lo que, ellos interpretan el termino cabeza, como dominio o jefatura. De todos los casos donde aparece este término, no connota “jefatura,” sino “fuente.” El contexto del capítulo favorece el hecho de que Pablo termina apuntando, al hecho de que la mujer “procede del hombre” (1 Co 11:8-9). Pero, reconoce que ambos proceden de Dios (1Co 11:11-12). También, el capítulo no está discutiendo sobre el liderazgo de los hombres en la Iglesia, sino el asunto de “llevar velo cuando se va a orar” (1 Co 11:13). Para un análisis exhaustivo y especializado véase el siguiente enlace (REEVE, Teresa, “1 Corinthians 11:2-16 and the Ordination of Women to Pastoral Ministry”, TOSC, Asociación General).

1 Corintios 14:34-35. Este pasaje leído de forma superficial y literal, da la idea de que las mujeres no pueden hablar en la congregación o predicar. Sin embargo, cuando analizamos el contexto del pasaje nos damos cuenta que Pablo está hablando contra el desorden de las lenguas, por lo que le dice a hombres y mujeres que deben guardar silencio (1 Co 14:28, 30 y 34). El termino callar, σιγάω (gr. sigáo), es usado de forma intransitiva  en los tres casos, demostrando la necesidad de silenciarse en ciertos momentos (Lc 9:36; 18:39; 20:26; Hch 12:17; 15:12-13) para conservar un orden. Por lo que no tienen prohibido el predicar. Para un análisis más profundo del texto, véase (MORA, Daniel Alberto,  “Las ‘mujeres callen en la congregación:’ una contextualización de 1 Corintios 14:34-35, y su implicación en el liderazgo eclesiástico”, Aula 7, España).

1 Timoteo 2:11-12. (a) El sustantivo ἡσυχία (hesujia) (Lc 14:4; Hch 11:18; 21:14; 1Ts 4:11), y su significado primordial es “descanso, tranquilidad”. En el versículo 8, Pablo amonesta a los hombres: “orar sin contienda”; deben hacerlo en ἡσυχία (hesujia). Se emplea el verbo hupotasso, el Comentario bíblico adventista señala: “No imponerse”. Por otro lado el uso del plural “mujeres” cambia al singular “mujer”, demostrando que el aprendizaje individual, debe hacerse en tranquilidad, sometiéndose a la enseñanza doctrinal. El sustantivo se utiliza básicamente de la misma manera. Primero, se refiere al silencio que pone fin a una controversia (Hechos 22:2). Segundo, significa el evitar hablar de modo polémico y perturbador (1 Timoteo 2:11,12). Finalmente, designa la calma de la vida cristiana que evita perturbar la comunidad de los creyentes (RODRÍGUEZ, Ángel M., ); (b) “No permito”, se usa el mismo verbo de 1Co 14, que está en voz pasiva. En respuesta a un asunto particular. No existe en el texto una prohibición permanente. Ya que no existe ningún otro tipo de orden en este aspecto. (c) “αὐθεντεῖν” es la única vez que aparece este verbo en el NT. Por lo tanto no puede haber una comparación textual. La etimología de la palabra señala a un “autor,” alguien que hizo algo. Por eso se introduce en el texto lo sucedido en el Edén. El termino señala lo que Eva le hizo a Adán. Todo el pasaje, y los términos griegos apuntan a un estado actual en el momento en que Pablo escribe. Una situación que se desarrolló en Éfeso, y no en otras iglesias, por lo tanto Pablo está orientando a Timoteo para solucionar un determinado problema. El texto no aborda el asunto del liderazgo ni tampoco el tema OM, asuntos que no estaban siendo discutidos en Éfeso. Sino problemas de doctrinas heréticas. Para un especializado, véase el enlace (COSAERT, Carl P., “Leadership and Gender in the Ephesian Church: An Examination of 1 Timothy”, TOSC, Asociación General).

HISTORIA DE LOS ADVENTISTAS

“De acuerdo con la constitución de la iglesia primitiva, había un orden de mujeres a cargo de parte de los asuntos públicos de la iglesia consistente en dos clases: (1) Mujeres ancianas que presidían y supervisaban la moral de otras mujeres cristianas (2) Diaconisas que estaban a cargo de algunos de los puestos del ministerio, como bautizando a las mujeres convertidas, y que también recogían y distribuían las contribuciones para el alivio de los enfermos y pobres, además de otros puestos menos importantes.” (HASKELL, Stephen al Hno. SWhite [Carta], 13 de diciembre, 1878).

Santiago White, publico un artículo en 1858, donde hace énfasis en la creencia de que el Espíritu será derramado en los últimos días, según el profeta Joel (Jol 2:28-32). En pocas palabras, White estaba diciendo que la base de todos los dones (1 Co 12; Efe 4:21), no es en base al género, sino a la voluntad del Espíritu.  La predicación no es exclusiva de los hombres, sino que incluye a las mujeres. (WHITE, Santiago, “Unity and Gifts of the Church” RH, 7 de enero, 1858); Hewitt, se opuso al mal uso de pasajes sacados fuera de contexto como 1 Corintios 14:34: “nadie debería basar una teoría sobre un único versículo aislado” y que “todos los estudiosos de la Biblia tienen la costumbre de buscar todos los textos importantes que tienen que ver con cualquier tema y compararlos hasta que llegan a una comprensión satisfactoria de aquello que el autor inspirado quiere decir” (HEWITT, David, “Let your Women keep Silence in the Churches”, RH, 1857); “¿Acaso las lenguas de fuego no descendieron sobre ellas, del mismo modo que lo hicieron sobre sus hermanos? Por supuesto que sí. ¿Y cree que sus bocas, bautizadas por el Espíritu, permanecieron selladas y en silencio en una asamblea tan solemne como aquella? No. Los siervos y las siervas profetizaron porque el Espíritu les dio las palabras” (ROBBINS, RH, 8 de diciembre, 1859).

La totalidad de los pioneros que escribieron contra la interpretación popular de su época, que se valían de textos como 1 Co 14:34-35 y 1 Timoteo 2:11-12, para impedir el liderazgo de las mujeres. (MOWATT, RH, 30 de julio, 1861; ANDREWS, RH, 2 de enero, 1879; SMITH, RH, 30 de julio, 1861; WHITE, Elena, RH, 2 de enero 1897; ídem, RH, 19 de diciembre, 1879), demuestra que cual era su hermenéutica. Es lamentable que los teólogos adventistas con una concepción jerárquica estén volviendo a estos pasajes para buscar impedimentos contra las mujeres. De hecho, estos pasajes fueron empleados contra Elena de White por críticos de su época, y los pioneros la defendieron a ella. La base de su argumento es que la mayor parte de esos pasajes fueron escritos para el siglo I, y no tenían aplicación para su época (s. XIX). Por otro lado, ella nunca cito o comento estos pasajes en todos sus escritos, y menos para usarlos contra el liderazgo de las mujeres.

Esto llevo a que los pioneros extendieran credenciales ministeriales a las mujeres. “[…] se deberían tomar medidas para alentar e instruir apropiadamente a hombres y mujeres para la obra de la enseñar la palabra de Dios… para instruir a nuestros devotos jóvenes varones y mujeres, por toda la tierra, en los principios de la verdad presente, y los mejores métodos de enseñarles a la gente.” (General Conference, Action of GC, 1871; véase GC, RH, 17 de diciembre, 1878). Esta categoría fue creada en 1863 (GC, First Session, First Annual Meeting, 20 de mayo, 1863), siendo entonces ministro licenciado y ministro ordenado.

Sarah Lindsey, recibió una credencial por la Asociación de Nueva York, en 1871 (STRAYER, Adventist Heritage Fall, 1986). Ellen S. Lane aparece en la lista de personas que fueron certificadas por el Comité de Licencias y Credenciales, otorgada por la Asociación de Michigan, el 17 de octubre de 1878. En la siguiente sesión del 14 de noviembre, la Asociación de  Kentucky-Tennessee le otorgó una licencia ministerial a Julia Owen. (S. Osborn, “Kentucky and Tennessee Conference”, RH, 14 de noviembre, 1878). En 1879, en la Comisión de credenciales estuvo presente la Hna. Elena de White, en esa reunión se aprobó darle licencia a Hattie Enoch (BUTLER, Geroge I., “Proceedings of the Kansas Conference”, RH, 12 de junio, 1879). Puede consultarse la lista de mujeres certificadas como pastoras en el Yearbook de la denominación.

El carácter de estas licencias era para el ministerio pastoral. Elena de White, describe estas licencias. Hablando de Margaret Caro, su odontóloga personal, quien tenía una licencia ministerial, comenta: “Estoy muy encariñada con ella. Ella tiene su diploma de dentista y  sus credenciales como ministro.” (WHITE, Elena a Jennie Inggs [Carta 33], 1893). Ellas, eran pastores de distrito, bautizaban, oficiaban bodas y la cena del Señor. Esto está publicado en los libros de historia denominacional (véase, KNIGHT, George, Nuestra Iglesia: Momentos históricos decisivos [Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2008], 123-124). Mujeres como Minnie Sype, Lulu R. Withgman, Ruie Hill, entre otras, trabajaron y fundaron varias Iglesias. Otras mujeres, ocuparon cargos administrativos. Por ejemplo, Lorena F. Plummer quien recibió una licencia ministerial en 1893, fue elegida Secretario Ejecutivo de la Asociación de Iowa en 1897 (“Iowa”, Review and Herald, enero 12, 1897). En 1900, paso a ser Presidente interino de esa Asociación, hasta 1901 cuando la nombraron Directora Asociada de Escuela Sabática de la Asociación General (KNIGHT, George, Nuestra Iglesia, 128).

La práctica de ordenar mujeres existía en los cargos de Anciano y Diacono en la iglesia local, dentro del movimiento adventista. Brian E. Strayer, señala que el presidente de la Asociación de California, John N. Loughborough ordenaba regularmente a mujeres como Diáconos y Ancianos en la década de 1890. (STRAYER, Adventist Review, octubre, 2011; TIMM, Alberto, Seventh-day Adventists on Women’s Ordination a Brief Historical Overview, TOSC).  Por ejemplo, en enero 1 de 1899, ordeno como anciana a Leta Silkwood en la Iglesia de Santa Ana.

En 1881, diferentes pioneros pidieron la OM: “Se resuelve, que las damas poseedoras de las calificaciones necesarias para ocupar ese cargo pueden con perfecta propiedad ser apartadas mediante la ordenación para la obra del ministerio cristiano” (SMITH, Urías, “The Conference”, RH, 20 de diciembre, 1881).  Aquí, tenemos una fuerte evidencia, de cómo los adventistas consideraban el tema de la ordenación. Aunque, no se tomó ningún voto formal y el asunto quedó archivado ¿Cómo es posible que los pioneros adventistas pidieran ordenar mujeres al ministerio pastoral? Esta es una muestra irrefutable de que el tema de la ordenación surge dentro de las filas adventistas. ¡No fue un tema salido del feminismo! ¿Se atrevería alguien a decir que los pioneros eran feministas por pedir la OM?

A partir de 1871, la denominación adventista le extendió credenciales como ministro ordenado a Elena de White (RH, 14 de febrero, 1871). En la Comisión de 1878 aparece lo siguiente: “La Comisión de Credenciales y Licencias presentó el siguiente informe: Credenciales para: Santiago White, Sra. E.G. White, J. H. Waggoner, John Byington…L M. Kenyon, U. Smith… Se votó que las credenciales de estos ministros se renovarán de acuerdo con las recomendaciones del comité.” (GC, “Eighteenth Annual Session of the Michigan Conference of S. D. Adventists”, RH, 17 de octubre, 1878). La AG, siguió extendiéndole credenciales hasta su muerte en 1915. El Patrimonio White tiene seis credenciales en físico (1883, 1885, 1887, 1899, 1909 y 1913).

El hecho de que no estuvo en una ceremonia de ordenación, no quiere decir que no lo fuera. Ella, creía que su ordenación provenía de Dios: “En la ciudad de Portland, el Señor me ordenó como su mensajera, y aquí mis primeras labores fueron entregadas a la causa de la verdad presente.” (WHITE [Carta 138], 1909). El Patrimonio White, de la Asociación General señala: “El nombre de Elena de White estaba entre quienes fueron votados para recibir los papales de un ministro ordenado, aunque su ordenación no fue por la imposición de las manos de los hombres.” (WHITE, Arthur L., 3BIO, 377). En diferentes ocasiones, la Hna. White ungió a personas, un acto que era de los ordenados: “Después de que la ungí con aceite oramos por ella, y fue sanada totalmente y cayó postrada por el poder de Dios. Esa noche subimos a un bote de remos y fuimos por el lago cerca de una milla hasta la casa del Hno. Meade. Su hermana estaba allí con un niño muy enfermo. Lo ungimos con aceite y oramos por él, y Dios escuchó nuestras oraciones.” (WHITE, MPa, 267).

¡CUIDADO CON EL CALVINISMO!

¿Cuál es el problema de los teólogos jerárquicos? En realidad el problema, es la teología de la cual se están valiendo para brindar “respuestas” a la OM. Cuando surgió la necesidad de dar respuestas, Samuel Bacchiocchi no encontró nada entre el pensamiento de los pioneros adventistas o la doctrina de la Iglesia. Así, que encontró una base: “La doctrina de la cabeza”, la cual estaba propugnando el Concilio de Hombría y Femineidad Bíblica (CBMW), una organización calvinista basada en Wheaton, Illinois, y co-fundada por Wayne Grudem y John Piper. Es la organización más conocida e influyente que desarrolla y promueve la teología de la cabeza. De hecho, el libro que saco Bacchiocchi (Women in the role of the church), no contenía ninguna referencia adventista en su teología. Inclusive, el prólogo del libro lo hizo el mismo Wayne Grudem. Para ver los puntos de esta doctrina haga click en este texto y compárelo con lo escrito por aquellos que están contra la OM.

Los calvinistas y adventistas tenemos un principio doctrinal, que a mi parecer nos separa. El concepto de predestinación que ellos sostienen, contra la influencia arminiana-wesleyna del libre albedrio que los adventistas tenemos. Por esta razón nuestros pioneros lucharon contra esa hermenéutica calvinista muy común en su época. Inclusive, Elena de White enfrento las teorías de teólogos influenciados por el calvinismo, cuando ella abogo contra la abolición de la esclavitud (MORA, Daniel Alberto, “Elena de White y los Afroamericanos”, XI Simposio bíblico teológico: Ellen G. White, vida y ministerio. División Sudamericana, Universidad Adventista de Sao Paulo – Brasil, 30 abril al 4 de mayo).

En el asunto de la OM, los teólogos jerárquicos se han valido de este concepto de predestinación para impedir el liderazgo de las mujeres. La argumentación que usted encontrara en sus escritos, lo expone bien Ingo Sorke en su reciente panfleto  (SORKE, Women’s Ordination). Según ellos, las mujeres son “ontológicamente” iguales a los hombres, pero han sido diseñadas (predestinadas) con funciones inferiores a la del hombre. En pocas palabras: “el hombre fue creado (predestinación) para ser cabeza de la mujer.” Por lo cual, así, nunca podrán tener una función de liderazgo.

¿Pero esto tiene bases bíblicas? En realidad no. La mayoría de textos que ellos citan: 1 Co 11:3; 14:34-35; 1 Tim 2:11-12; Efe 5:22, lo hacen usando el principio de segregación y el “texto prueba.” Note que solo citan sin hacer un estudio cuidadoso del contexto histórico-cultural, gramática o principios. Hacerlo, haría caer su teoría. Porque ninguno de estos pasajes, están hablando en lo absoluto de la OM.

Por otro lado, no encontrara nada en los escritos de Elena de White que sugiera remotamente la doctrina de la cabeza. Le invito para que busque en las Creencias Fundamentales de los Adventistas, el Manual de Iglesia, Tratados de Teología, Comentario bíblico adventista o Working Policy, y vera que nunca los adventistas hemos sostenido este principio de la cabeza.

El problema no llega solo allí, sino que algunos les ha tocado alterar su cristología para poder forzar la predestinación de la mujer a un estatus de sometimiento. Si el hombre es cabeza de la mujer, la cabeza de Cristo es el Padre. Ahora, algunos están insinuando que el Padre al ser la cabeza de Cristo, muestra superioridad funcional. Otros, están sugiriendo que Jesús fue engendrado en la eternidad por Dios. Ángel Manuel Rodríguez ha enfrentado la hermenéutica de estas exposiciones jerárquicas en el TOSC.

ELENA DE WHITE

“Las Escrituras hablan con claridad acerca de las relaciones y los derechos de los hombres y mujeres.” (WHITE, 1T 372). Uno de los textos principales que ella cito, al igual que los pioneros, fue Gálatas 3:28. Los jerárquicos, niegan el impacto de la salvación en las relaciones entre los seres humanos. Ellos dicen que “el texto tiene que ver con la salvación y nuestro estatus vertical para con Dios.” ¿Acaso la salvación no tiene repercusión en la vida? ¿Los resultados de la conversión no repercuten en las acciones sociales? El contexto inmediato de este pasaje nos dice que estamos revestidos de Cristo y al bautizarnos pasamos a ser hijos de Dios (Gá 3:26-27). En el contexto mediato, Pablo estaba lidiando con el problema de los judaizantes que estaban diciendo que los gentiles debían circuncidarse para poder ser cristianos, óseos, hacerse judíos primero. En este sentido Pablo señala que en Cristo no debe haber barreras. Los resultados no solo eran salvíficos, porque los gentiles en lo vivencial no se circuncidaron. ¿Puede acaso alguien decir que está revestido de Cristo y robar? ¿Puede una persona cristiana ser hijo de Dios cuando aún sigue asesinando? NO. La igualdad debe ser practicada en lo vivencial, bien dijo Pablo: “someteos los unos a los otros” (Efe 5:21) y “que cada uno estime a su hermano como superior a él” (Fil 2). Aun, Santiago nos dice que hacer acepción o discriminación de personas es pecado (Stg 2).

Elena de White, al igual que los pioneros, se valió de este texto para derribar las discriminaciones. “Dios no conoce ninguna distinción por causa de la nacionalidad, la raza o la casta. Es el Hacedor de toda la humanidad. Todos los hombres son una familia por la creación, y todos son uno por la redención. Cristo vino para demoler todo muro de separación, para abrir todo departamento del templo para que cada persona pudiese tener libre acceso a Dios.” (WHITE, RP, 339). El pasaje de Gá 3:28, fue usado por ella para abogar contra la esclavitud afroamericana en 1861. Entonces, ella creía que la salvación tenía repercusiones en la vivencia: “Se han erigido paredes de separación entre los blancos y los negros. Estas paredes de prejuicios se desplomarán como las murallas de Jericó, cuando los cristianos obedezcan la Palabra de Dios, que ordena amor supremo al Hacedor y amor imparcial al prójimo” (ídem., 2MS, 549-551).

También, la Sra. White consideraba la importancia de que las mujeres se pongan en el puesto que Dios les dio en la creación: “Dios le dio a ella una conciencia, que no puede violar con impunidad. Su  individualidad no puede desaparecer en la de su marido, porque ha sido comprada por Cristo. Es un error imaginarse que en todo debe hacer con ciega devoción exactamente como dice su esposo, cuando sabe que al obrar así han de sufrir perjuicio su cuerpo y su espíritu, que han sido redimidos de la esclavitud satánica.” (WHITE, AH, 116). En los escritos de Elena de White, se encontrara ese principio del libre albedrío e igualdad… “La mujer debe ocupar el puesto que Dios le designó originalmente como igual a su esposo. El mundo necesita madres que lo sean no sólo de nombre sino en todo sentido de la palabra” (Ibid, 231); “Debe considerar que tiene igualdad con su esposo, que debe estar a su lado permaneciendo fiel en el puesto de su deber y él en el suyo.” (ibid).

Elena de White, consideraba que la relación de pareja debía ser en igualdad: “Ninguno de los dos debe tratar de dominar. El Señor ha presentado los principios que deben guiarnos. El esposo debe amar a la esposa como Cristo amó a la iglesia. La mujer debe respetar y amar a su marido. Ambos deben cultivar un espíritu de bondad, y estar bien resueltos a nunca perjudicarse ni causarse pena el uno al otro.” (WHITE, 7T, 47). Es cierto que la familia constituye un modelo de la Iglesia, pero no está presidida solo por los hombres. La Sra. White, creía que los esposos en igualdad representan a Dios (ídem, CN, 453) y la presiden: “Cada familia es una iglesia en la que presiden los padres. La primera consideración de los padres debiera ser trabajar por la salvación de sus hijos. Cuando el padre y la madre, como sacerdote y maestra de la familia, toman su posición plenamente del lado de Cristo, se ejercerá en el hogar una buena influencia.” (íbid., 521).

“Dios requiere que la esposa recuerde siempre el temor y la gloria de Dios. La sumisión completa que debe hacer es al Señor Jesucristo, quien la compró como hija suya con el precio infinito de su vida. Dios le dio a ella una conciencia, que no puede violar con impunidad. Su individualidad no puede desaparecer en la de su marido, porque ha sido comprada por Cristo.” (WHITE, HC, 100-101); “El secreto de la unidad se halla en la igualdad de los creyentes en Cristo. La razón de toda división, discordia y diferencia se halla en la separación de Cristo. Cristo es el centro hacia el cual todos debieran ser atraídos, pues mientras más nos acercamos al centro, más estrechamente nos uniremos en sentimientos, simpatía, amor, crecimiento en el carácter e imagen de Jesús. En Dios no hay acepción de personas” (ídem, 1MS, 304). Respecto a lo que Elena de White dijo sobre el movimiento feminista, véase el siguiente enlace (MORA, Daniel Alberto, “Elena G. de White y el movimiento en pro de los derechos de las mujeres”, Aula 7 [, España).

HACIA UNA COMPRENSIÓN ADVENTISTA DE LA ORDENACIÓN

La ordenación es sencillamente el reconocimiento del don o ministerio que el Espíritu Santo otorga sin distinción de raza o género. ¿Quiénes somos nosotros para impedir lo que Dios ha otorgado? Si una mujer muestra los frutos de su llamado como pastora-maestra, ¿Cuál es el temor de reconocerlas? “El Señor tiene una obra tanto para las mujeres como para los hombres. Ellas pueden ocupar sus lugares en la obra de Dios en esta crisis y él trabajará por medio de ellas. Si están imbuidas con el sentido de su deber y trabajan bajo la influencia del Espíritu Santo, tendrán precisamente el dominio propio que se requiere para este tiempo. El Salvador reflejará sobre estas abnegadas mujeres la luz de su semblante y les dará un poder que sobrepuje al de los hombres.” (WHITE, Ministerio de la bondad, 151).

Los adventistas no creemos en la “doctrina de la cabeza.” Esta enseñanza calvinista y ajena a la comprensión sana de las Escrituras, se basa en un modelo jerárquico, el cual violenta el sentido y significado de ciertos pasajes bíblicos para imponer la segregación. Nuestras doctrinas son claras en cuanto a este punto: “En Cristo somos una creación; las distinciones de raza, cultura, educación y nacionalidad, así como las diferencias entre las posiciones elevadas y humildes, ricos y pobres, varones y mujeres, no deben producir divisiones entre nosotros. Somos todos iguales en Cristo, el cual por un Espíritu nos ha unificado en una comunión con él y los unos con los otros; debemos servir y ser servidos sin parcialidad ni reservaciones (Ro 12:4,5; 1Co 12:12-14;  Mt 28:19,20;  Sal 133:1,2; 2 Co 5:16,17; Hch 17:26,27; Gá 3:27,29; Col 3:10-15; Efe 4:14-16; 4:1-6; Jn 17:20-23).” (Creencia n° 14: La Unidad del cuerpo de Cristo).

Necesitamos desafiar la comprensión católica del concepto de ordenación. El origen de la OM, no es tanto en el término; sino, el hecho de que esta parte de la doctrina de los dones y ministerios, los cuales son dados a todos. “Dios concede a todos los miembros de su iglesia en todas las edades, dones espirituales, los cuales cada miembro debe usar en el ministerio de amor para el bien común de la iglesia y la humanidad. (Ro 12:4-8; 1 Co 2:9-11, 27-28;  Efe 4:8, 11-16; Hch 6:1-7; 1Ti  2:1-3; 1 Pe 4:10,11)” (Creencia n° 17: Dones espirituales y ministerios).

Es imperante reconocer que la ordenación no es una doctrina. Los adventistas, no creemos que tal asunto sea un hito o pilar distintivo de nuestra fe. Por lo que la ordenación ha sido entendida históricamente en el movimiento adventista como una práctica, desde la funcionalidad. Esto se debe a la influencia anabaptista que nuestros pioneros tenían, lo cual anulaba todo lo sacramental, tanto de la ordenación como del pan y el vino (véase, REEVE, John, “Trajectories of Women’s Ordination in History”, AIIAS). Tratar de posicionar la ordenación como una doctrina, es sencillamente copiar el modelo católico y dogmatizar dicha práctica; es decir, aceptaríamos el sacramento católico de la ordenación.

Por otro lado, no hay ninguna enseñanza clara y directa en la Biblia que prohíba la OM. El argumento del silencio no es evidencia para impedir esta práctica. ¿Qué hacer entonces? Los pioneros, ante los silencios bíblicos sobre varios temas, crearan un principio que dio origen al desarrollo de la denominación: “Todos los medios que, según el sano juicio, harán progresar la causa de la verdad, y no estén prohibidos por claras declaraciones de las Escrituras, deben emplearse” (WHITE, Santiago, “A Complaint”, RH, 16 de junio, 1859). Aunque, la biblia no decía nada sobre el tener un nombre como Iglesia, hospitales, escuelas, universidades, uniones, divisiones o casas publicadoras, no fue impedimento para que existieran. El principio es: (1) no esté prohibido explícitamente por las Escrituras, (2) el sano juicio de que es lo mejor e (3) implementarse para el progreso de la misión.

Si las mujeres pastoras en ciertas regiones de la Iglesia, están haciendo crecer el mensaje y sustentan la misión, ¿por qué no habrían de ser reconocidas por medio de la ordenación?, ¿privaremos el crecimiento del mensaje adventista porque son mujeres las que están al frente? Lo más sensato es que cada División determine las necesidades de sus campos y feligreses. La unidad no significa uniformidad. Esto se ve reflejado en dos acciones que la Iglesia Adventista ya ha tomado: (1) La elección y ordenación de mujeres como Ancianas (GCC, “Women [Local Church] Elders–Election and Ordination”, 14 de octubre, 1984: 386-387), una práctica que se implementó desde 1984. Cada División ha decidido si incorporarlas en sus territorios o no, y la Iglesia mundial no se ha visto afectada por esto. (2) En el CG de Indianápolis de 1990. El debate del 12 de julio sobre el papel de la mujer en la Iglesia se centró sobre la recomendación del Concilio anual de 1989, la cual daría a los ministros licenciados o comisionados, sean hombres o mujeres, el privilegio de bautizar y oficiar bodas. La moción fue aprobada, SI: 776 / NO: 496 (GC, Tenth Business Session, en el 55º Congreso de la Asociación General, Indianapolis, Indiana, 11 de julio de 1990). Por lo que esto se ha venido incorporando en las Divisiones donde se aprobó. En la actualidad hay más de 3500 pastoras comisionadas.

Por último, la profecía de Joel 2, fue uno de los pilares fundamentales del movimiento adventista para comprender que en los tiempos finales, tanto hombres como mujeres recibirán abundancia de dones, con el propósito de proclamar el triple mensaje angélico. Creo profundamente, en base a lo que dice la Biblia y los Testimonios, que Dios ha llamado a hombres y mujeres para ser pastores de su grey. ¡Cuidado, y no estemos nosotros apagando la conducción del Espíritu Santo!

Como adventistas, no debemos temer al futuro, al menos que se olvide la forma como Dios dirigió a hombres y mujeres en el pasado: “Ninguna mano debe ser atada, ninguna alma desalentada, ninguna voz silenciada; dejad que cada individuo trabaje, privada o públicamente, para ayudar en el avance de esta obra grandiosa. Poned las cargas sobre los hombres y las mujeres de la iglesia, para que puedan crecer con la práctica, y así llegar a ser agentes en las manos del Señor para el esclarecimiento de quienes moran en tinieblas.” (WHITE, MPa, 87).

One thought on “La ordenación de la mujer, una perspectiva bíblica e histórica

  1. Esto es Adventista? Aquí hay muchas mentiras y manipulación… Que vergüenza. Juan 10:14 YO SOY el buen pastor, Efesios 5:23-30 la mujer representa a la iglesia y Cristo el pastor es cabeza de la iglesia, 1 Corintios 11:7;10 el hombre es cabeza de la mujer y la autoridad de la mujer es el hombre quien representa al pastor (Jesús) aquí está el dedo podrido del enemigo manipulando la biblia y el espíritu de profecía.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *