Editor de la Revista Adventista se pregunta: ¿Es Tiempo para Excluir?

Bill Knott, editor en jefe de la Adventist Review escribió el siguiente editorial:

“Un Tiempo para excluir”

Pocas acusaciones en la Norteamérica del siglo XXI gana impulso más rápidamente que el reclamo de que alguien o un grupo ha sido “excluido”, en parte esto se debe a nuestra triste historia de hacer justamente eso durante las sucesivas olas de aquellos que no encajaban en la imagen de la cultural anglo-europea dominante. Primero los nativos americanos, luego los afroamericanos fueron no solo relegados al margen, sino que en una trágica y aun no concluida historia, fueron rudamente maltratados, y después se les negó el acceso al sistema judicial, al establecimiento político, y, por supuesto, a la economía central. Generaciones de inmigrantes irlandeses, italianos, europeos orientales, hispánicos y asiáticos conocieron la frustración de estar apartados en el margen del poder cultural y el éxito, tanto mediante prejuicios, regulaciones y paranoia sutiles como públicas.

La marginación sociales es un asunto real y doloroso que el remanente de Dios debe tratar consistentemente al mostrar que aún es la comunidad inclusiva y abierta que soñaron Jesús y el Apóstol Pablo en sus enseñanzas.

Pero hay una clase de exclusión que es tanto saludable como necesaria para que la iglesia la practique. Eventos recientes han enfatizado porque ahora puede ser el momento para que el pueblo de Dios excluya reflexiva y sistemáticamente a aquellos elementos que han demostrado ser hostiles a nuestra vida armoniosa. Nuestra autoridad para hacer esto no es otra que la del apóstol de la inclusión, Pablo mismo, que famosamente declaró que “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, sino que todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gálatas 3:28). Pablo también contundentemente escribió: “Si alguien no obedece a lo que en esta carta decimos, señálenlo y no se junten con él, para que se avergüence.” (2 Tesalonicenses 3:14) y “nada tengas que ver con las fábulas profanas propias de viejas” (1 Timoteo 4:7). En otras palabras, excluye a personas así, excluye esas tonterías.

En la cacofonía de opiniones arremolinándose antes del reciente Congreso de la Asociación General en San Antonio, rápidamente nos dimos cuenta que hay voces sinceras y constructivas, incluso cuando no están de acuerdo entre ellas, que merecen ser parte de estos necesarios debates en los cuales la iglesia se ha involucrado. Ellos hablan con cortesía, humildad práctica, y nos dejan mejor que antes debido a los buenos razonamientos que nos provocan que hagamos, incluso cuando ellos no estábamos inicialmente atraídos a sus ideas.

Pero había, y hay, otras voces que mediante su estridencia y su corrosividad nos mostraron ampliamente que ellos no tienen en cuenta la salud del cuerpo de Cristo, sino solo su propio beneficio. Ellos se ganan la vida mediante nuestro dolor; ellos construyen sus reputaciones incluso mientras lastiman y desgarran el cuerpo de Cristo. Ataques Ad Hominem injustos sobre líderes de la iglesia, respetados profesores de teología, y prácticamente contra todos aquellos que no están de acuerdo con ellos se convierten en su mercancía para el comercio. Y tristemente, los medios colectivos adventistas los recompensan en la misma manera en que los anunciantes nacionales recompensan a los expertos enojados que pasan por encima a todos en los programas televisivos dominicales matutinos.

Así que aquí hay un llamado a cerrar nuestros oídos, proteger nuestros púlpitos, cambiar de canal, y retener nuestro dinero de aquellos de cualquier campo ideológico que practiquen comportamientos descorteses e injustos como los que presenciamos antes de San Antonio. Si, movámoslos a los márgenes; marquemos los límites de nuestra comunidad de una manera tal que solo el arrepentimiento y un cambio un su conducta les permite ser incluidos plenamente de nuevo.

Depende del cuerpo de Cristo defenderse cuando está bajo ataque de adversarios externos, o internos.


Fuente: http://www.adventistreview.org/1522-5

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