Conoce a la pastora adventista Danijela Schubert: La líder reticente

Para alguien que nunca quiso ningún rol de liderazgo, he recorrido un largo camino.

Recuerdo vívidamente cómo caminaba desde el edificio de administración de la universidad hacia las residencias con el que entonces era mi novio. Estábamos planeando nuestro futuro.

Mi novio sería pastor, y me casaría con él, aunque había pensado que nunca querría casarme con un pastor. También había dicho que nunca me casaría con un hombre rubio. ¡Pero también incumplí eso!

Y, aunque nunca quise ser una líder, ahora lo soy. Déjenme llevarlos por el camino que recorrí hasta convertirme en lo que soy hoy.

Volvamos a las residencias universitarias. Recuerdo que le dije a mi novio que estaba de acuerdo en vivir como la esposa de un pastor, pero él tenía que saber que no estaba dispuesta a tomar ningún rol de liderazgo. Él estuvo de acuerdo inmediatamente. ¿Qué más podía hacer un joven enamorado más que estar de acuerdo con su novia? Pensando en retrospectiva, tal vez él ni siquiera escuchó lo que dije.

Una de las primeras cosas que mi esposo me ofreció para hacer era tocar el órgano en la gran iglesia de Collonges-sous-Salève, la Facultad de Teología adventista en Francia. Protesté en vano. Estaba petrificada por tocar el órgano en el servicio de la iglesia. Allí tenía la costumbre de tocar una pieza clásica antes de que el culto comience. Además de eso, la primera estrofa de cada himno era tocada antes de que la congregación se una en canto.

Soy una música autodidacta y las piezas clásicas no son parte de mi repertorio. Sin embargo, el director de música estuvo feliz de proporcionar piezas simples para mi. Dirigí a esa iglesia en los servicios musicales durante los dos años que estuvimos en Francia.

Mi principal ocupación mientras estuve en Francia era limpiar casas para unas pocas familias acaudaladas, paseaba sus perros, cuidaba a sus bebes, planchaba su ropa y nos mantenía mientras mi esposo completaba su maestría en teología. Si haces un trabajo honesto, no importa que trabajo esa, lo importante es cuán bien lo hagas.

Mientras estuvimos en Filipinas, comenzó mi más extenso y mayor liderazgo. Me convertí en madre. ¡Qué emprendimiento fue ese! ¡Cuánto me cambió! ¿Cuán desafiante fue! Tuve que aprender muchas cosas, desaprender otras, investigar, orar, llorar, reír, esperar, desesperarme y amar. Creo que no hay ningún rol más grande que el criar niños que sean responsables, amorosos, miembros productivos de la sociedad y fieles a Dios.

Mientras estuve embarazada, surgió una oportunidad para completar una maestría. Aproveché esa oportunidad y florecí. Nunca pude imaginarme estudiando en un nivel de posgrado, nunca deseé estudiar en ese nivel, pero aproveché la oportunidad cuando se presentó. Para completar el título, tienes que ser un líder. Tienes que saber manejarte. ¿No es esa la parte más difícil del liderazgo?

El siguiente paso en nuestro camino fue la primera asignación de mi esposo como pastor en Wangaratta, un pueblo rural en Victoria, Australia. Nunca imaginamos, mucho menos planeamos, trabajar en Australia, pero aun así allí estamos. Estuve involucrada en la vida de la iglesia en muchas áreas: la Escuela Sabática de niños, música, visitación, reuniones de oración, hospitalidad, campañas evangelísticas, produciendo el boletín de la iglesia, etc.

Luego fuimos a Melbourne, ahora con dos niños. Nuevas oportunidades, nuevos desafíos, pero muchas similitudes a nuestro trabajo previo.

No obstante, el siguiente paso resultó ser un gran salto.

Es divertido cómo las cosas se desarrollaron. A mi esposo le ofrecieron trabajar en Paquistán. Nos dijeron que yo no tendría un trabajo allí. ¿Saben cuál fue la primera pregunta que me hicieron cuando llegamos allí? Fue: “¿Puedes trabajar en…?”.

No había falta de trabajo allí. Enseñé matemáticas en la escuela primaria, Inglés como segunda lengua para universitarios, le di clases domésticas a mis hijos y luego ocupé un trabajo no solo enseñando teología, sino liderando un departamento allí.

Recuerdo cuando la Asociación Adventista de Acreditación vino para una auditoría de rutina y una de sus recomendaciones fue reemplazar la decana mujer de la facultad de religión con un varón. Ellos afirmaron que nunca antes habían visto a una decana de una facultad de religión antes. Escuchen, yo no pedí ese rol. Lo recibí e hice lo mejor que pude. Sin embargo, ese pedido fue considerado y se le dio esa responsabilidad a un varón. En lugar de eso me convertí en la directora de la escuela primaria, mientras que aun continué enseñando varias materias en la facultad de teología. Paquistán fue definitivamente un gran paso en mi desarrollo como líder.

Me estoy acercando a la actualidad. Pero hay una parada antes: Papúa Nueva Guinea. Trabajé como profesora en la facultad de teología por nueve años. Durante cuatro de esos años mi responsabilidad adicional era dirigir la Escuela Sabática para adolescentes, una tarea que nadie más estaba dispuesta a tomar. Amé esa oportunidad. Incluso me ofrecí por mi propia cuenta. Esa pasión por jóvenes influyó en mi elección de estudios doctorales: un Doctorado de Ministerio en jóvenes, familia y cultura en el Seminario Teológico Fuller.

Mi trabajo en la sede de la División del Pacífico Sur comenzó siendo primero asistente del presidente. Esto me dio un panorama del trabajo y abrió mi puerta ligeramente hacia la administración. Este fue un tiempo muy difícil para mí. Hubo tantos cambios en mi vida que se sucedieron en un corto período de tiempo. Puede ser que escriba acerca de eso en otra ocasión.

Cuando dije “si” a un llamado para trabajar como secretaria asociada de la División, no me di cuenta de cuán difícil sería aprender este puesto.

Me han preguntado muchas veces si me gusta mi trabajo. Durante los primeros tres años, no podía encontrar una respuesta inmediatamente. Recuerdo que en una ocasión otra persona respondió por mí. Él dijo: “A nadie le gusta este trabajo. No es la clase de trabajo que alguien se ofrecería para hacer. Pero si se te pide que lo hagas tienes que dar lo mejor de ti”. En ese momento eso validó mis sentimientos. Sin embargo, he cambiado de opinion.

¿Qué es lo que hace la secretaria asociada de la División? Este es un trabajo significativo de liderazgo por varios motivos. Me encargo de documentar el trabajo oficial de la División, escribiendo la historia para la posteridad. Este es un trabajo tan importante, que para poder avanzar a menudo debemos consultar lo que se hizo en el pasado. Los futuros líderes regresarán y consultarán lo que he documentado. Contribuyo a la toma de decisión, hablando de diversos asuntos de muchos comités y juntas directivas, al votar y proporcionar información necesaria. Estoy involucrada en escribir reglamentos y políticas eclesiásticos, lo cual impacta en el ministerio de todos quienes son empleados por la Iglesia. Planifico eventos, como diversos comités, juntas y conferencias, donde se toman importantes decisiones que dirigen la obra de la Iglesia en este vasto territorio geográfico.

Para alguien que no quería ningún rol de liderazgo, he recorrido un largo camino. ¿Cómo sucedió todo esto?

Estuve dispuesta a decir “si” cuando Dios me llamó. Trabajé duro. Lloré. Pedí ayuda. Hice lo mejor que pude en cada circunstancia. Fui leal y comprometida. Confié persistentemente en Dios para que me de fortaleza y sabiduría.

¿Qué será lo siguiente? La respuesta es fácil. No quiero ir a ninguna parte. Aún estoy aprendiendo los gajes de mi oficio. Sin embargo, cuando Dios decida que es momento de mudarme, le dire “si”.


Danijela Schubert es doctorada en teología, y actualmente trabaja como la Secretaria Asociada de la División del Pacífico Sur.


Fuente: https://record.adventistchurch.com/2018/02/02/the-roundabout-road-to-leadership/

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