Cómo Determinar el Significado de las Escrituras

 

 

Cómo Determinar el Significado de las Escrituras

por Raymundo F. Cottrell

Si recibieres mis palabras, y mis mandamientos guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si inclinares tu corazón a la prudencia. . . Si como a la plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás. . . y hallarás el conocimiento de Dios (Proverbios 2:1, 2, 4, 5).

La Biblia es el documento literario más sobresaliente de todas las épocas. Ha influenciado el intelecto y las vidas de más personas que cualquier otro libro. Y continúa atrayendo el interés de una amplia multitud de lectores que la estudian a fondo. Desde personas casi analfabetas hasta los eruditos, y desde los que la consideran un producto estrictamente humano hasta los que confían profundamente en que es la Palabra inspirada de Dios.

Ningún otro documento literario ha llamado tanto la atención universal o ha sido comprendido en tantas formas. La variedad de las denominaciones cristianas lo muestra. ¿Por qué será que una producción literaria tan importante y de tanta influencia ha sido comprendida en forma tan distinta por tanta gente? ¿Acaso la Biblia es una especie de oráculo deifico que puede significar lo que a cualquier persona se le antoje? No, los escritores de la Biblia dirigieron mensajes explícitos a individuos específicos en diferentes circunstancias históricas. La gente interpretaba la Biblia en diferentes formas debido a sus presuposiciones y a los procedimientos que seguían cuando la leían. El propósito de este capítulo es identificar estos principios y procedimientos.

Requisitos para estudiar la Biblia con criterio investigador

Para comprender la Biblia, debemos primeramente poseer una mente disciplinada y bien informada. A continuación se establecen y analizan las cualidades esenciales de una mente tal:

Disposición para dejarse conducir por el Espíritu Santo. Según 2 Pedro 1:21, los escritores bíblicos fueron “movidos por el Espíritu Santo” con el fin de resguardar la transmisión de lo que les fue revelado, y su registro de ello. La capacidad de comunicar esa información a los lectores requiere la acción del Espíritu Santo, tal como la necesitaron el proceso revelatorio y la escritura.

Amplitud de criterio hacia la evidencia objetiva. La humildad y disposición de aprender son esenciales para comprender las verdades bíblicas. La forma como percibimos el proceso de inspiración, como evaluamos la información inspirada y formamos conclusiones en cuanto a la información, debe estar en armonía con las declaraciones de la Biblia misma, objetivamente comprendidas, y de acuerdo con la misma forma como los escritores bíblicos la ilustran. De otra manera, las presuposiciones y opiniones orgullosas contaminarán e invadirán el proceso de interpretación.

Aceptación de la verdad revelada. La verdad revelada llega a comprenderse plenamente sólo cuando se la experimenta y se la integra en los pensamientos, los procesos y el estilo de vida de una persona.

Dedicación a buscar la verdad. Debemos buscar cuidadosamente toda la evidencia importante con el fin de comprender correctamente lo que la Biblia nos dice en cuanto a cualquier punto específico. La búsqueda al azar de evidencia superficial e incompleta no nos lleva a la comprensión exacta de la Biblia.

Objetividad. En su máxima expresión, la verdad es objetiva. Existe fuera de la imaginación humana y no la afecta lo que una persona piense acerca de ella. Esto significa que la búsqueda y comprensión de la verdad requiere objetividad. Por supuesto, no es posible librarse completamente de los prejuicios.

Presuposiciones. La objetividad también requiere que una persona reconozca los “prejuicios”, esas premisas básicas que tienden a controlar la forma como evaluamos la evidencia y llegamos a nuestras conclusiones. Estas suposiciones previas deben estar expuestas a revisión en caso que encontremos evidencia convincente.

Proceso de razonamiento digno de confianza. El análisis digno de confianza requiere que estemos alerta a posibles errores en el proceso de razonamiento: aferrarse de la información que parece confirmar nuestras suposiciones pero ignorar lo que no está de acuerdo con ellas; generalización basada en evidencia insuficiente; permitir que las suposiciones controlen nuestra forma de evaluar la evidencia; sacar conclusiones que no están apoyadas por la evidencia; y tratar de interpretar pasajes o dificultades que están por encima de nuestro nivel de competencia.

Conocimientos requeridos: El estudio de la Biblia al nivel de investigación que procura identificar el significado exacto de lo que expresó un autor bíblico requiere un conocimiento básico del idioma en el cual él escribió, y los lenguajes de los antiguos manuscritos bíblicos. Deberíamos también estudiar arqueología para aprender acerca de los antecedentes culturales e históricos de la época del escritor.

Cooperación en la búsqueda de la verdad. Respeto por la capacidad y esfuerzos de otros buscadores de la verdad, es importante para nuestra propia investigación. ¡Puede ser que la otra persona tenga una percepción más completa y exacta! Al buscar la iglesia una comprensión más exacta de la Biblia, debe basarse en el consenso de todos los estudiosos competentes de la Biblia. Se puede profundizar la comprensión cuando hay respeto y confianza mutuos, y no se teme que las convicciones expresadas con responsabilidad provoquen represalias. Los administradores de la iglesia debieran proveer y proteger tal clima.

Aspectos de la Biblia que deben considerarse

Una característica fundamental de la Biblia que a menudo afecta la interpretación de ciertos pasajes es la forma como los factores divinos y humanos trabajan unidos en el proceso de la revelación. Para comprender esto necesitamos analizar las declaraciones de los escritores y la forma como sus escritos revelan su relación. Esto es crucial para lograr una interpretación exacta.

Pablo se refería a todos los escritores bíblicos cuando dijo que “toda la Escritura es inspirada por Dios” y que “los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo”(2Tim. 3:16; 2 Pedro 1:21). Los profetas de la antigüedad declaran que “la palabra del Señor” vino a ellos.

La forma como la Biblia muestra el aspecto humano del proceso de revelación es sin embargo, menos conocida, de modo que requiere comentarios adicionales.

La relación entre los factores divinos y humanos en la Biblia se comprende mejor en la persona de Jesucristo. El Concilio de Calcedonia, en el año 451 D.C. desarrolló la declaración clásica de esa relación, que ha sido aceptada por la mayoría de las comunidades cristianas, incluyendo los Adventistas del Séptimo Día. Según esa declaración del credo, Cristo era plenamente divino y plenamente humano. Las dos naturalezas existieron unidas en una Persona divino-humana; sin embargo eran distintas una de la otra.Además, la distinción entre ellas en la persona y la vida de Cristo puede verse claramente. Negar la plenitud de su divinidad o su humanidad representa mal y rebaja su integridad como Salvador y Señor.

De la misma forma, la negación de la naturaleza divino-humana de la Biblia denigra su integridad y autoridad.

Sin embargo, es importante distinguir entre los elementos divinos y humanos de la Biblia, no sea que el elemento divino sea confundido con el humano (y por lo tanto se lo descarte por creerlo falto de autoridad para regular tanto nuestras creencias como nuestras prácticas) o el elemento humano sea considerado divino (y así se le otorga equivocadamente la autoridad divina para regular las creencias y la conducta). Ambas alternativas comprometen la integridad de la Biblia y el principio de sola scriptura, frustran la misión original de la Biblia, invalidan la exégesis basada en ella y tienden a separar a sus lectores de Dios y de sus semejantes.

El principio de sola Scriptura

“La Biblia y sólo la Biblia” constituye el principio básico que gobierna no sólo la forma como llegamos a conclusiones respecto a la doctrina, sino también cómo se realiza la exégesis bíblica (que es la única base sólida a partir de la cual formulamos la doctrina). Las implicaciones de sola scriptura para exégesis bíblica son como sigue:

  • Para comprender la Biblia en forma exacta es esencial, dentro de lo posible, una objetividad completa.
  • El significado de la Biblia es lo que sus autores,inspirados por el Espíritu Santo, querían que significara dentro de las circunstancias históricas del momento y desde la perspectiva de la historia de la salvación existente cuando se la escribió.
  • El principio de sola scriptura requiere un concepto del proceso de revelación, formulado inductivamente, a partir de las declaraciones explícitas de las Escrituras y según lo demostrado por los autores bíblicos.
  • Las suposiciones previas deben estar sujetas a las Escrituras, en vez de lo contrario, y debemos modificarlas a medida que descubrimos información fidedigna de la Biblia.
  • El estudio de las Escrituras en los idiomas originales ayuda a definir el significado de una palabra, declaración o pasaje.
  • El uso y el contexto ayudan en la definición del significado de las palabras.
  • El idioma, el contexto literal, el contexto histórico-cultural y la perspectiva de la historia de la salvación ayudan a los estudiosos de la Biblia a determinar el significado de una declaración o pasaje.
  • La autoridad doctrinal está limitada a las enseñanzas claras de las Escrituras. Los conceptos que no son claros en la Biblia no deben elevarse a la posición de doctrina bíblica.

Preliminares

Deberíamos leer todo el documento o sección para identificar su contexto y el todo del cual cierta declaración en particular forma parte. ¿Quién era el autor? ¿Hablaba con autoridad por el Señor, narrando lo que era conocimiento común, citando a alguien más, o expresando su propia opinión? ¿Cuándo y bajo qué circunstancias escribió? ¿Cuál era su propósito? ¿A quién dirigió lo que escribió? ¿Cómo se relaciona con todo lo demás la declaración particular que estamos considerando? ¿Es el documento o sección que estamos considerando prosa, poesía,narración, didáctico, apocalíptico, o literatura de sabiduría? ¿Es el pasaje literal o figurativo? ¿Está expresando el autor una opinión aprobatoria o negativa?[1]

Procedimientos semánticos

Para la lectura corriente de la Biblia, cualquier traducción es adecuada. Pero para estudiar un pasaje con el fin de determinar su significado exacto, necesitamos estudiar el pasaje en el idioma original. La mayor parte del Antiguo Testamento fue escrito en hebreo, con unas pocas partes en arameo (forma posterior del hebreo). El Nuevo Testamento fue escrito en koine griego, el lenguaje común del mundo mediterráneo en los tiempos del Nuevo Testamento.

Cuando se traduce cualquier documento literario de un idioma a otro es inevitable que se pierda algo de su significado. Esto sucede especialmente en las traducciones de un idioma antiguo a uno moderno, debido a las extensas diferencias culturales, formas variadas de pensamiento, expresión y percepciones acerca de la vida, la realidad y el universo .Además, las características de estos idiomas antiguos a menudo tienen un significado importante para su interpretación exacta. Por ejemplo, debido a que el hebreo antiguo era pobre en vocabulario, muchas palabras llevaban una pesada carga semántica de lo que a nosotros nos parecen ideas que no son afines y que se podrían comprender sólo al examinar el contexto. Muchas palabras hebreas se mencionan sólo una vez en todo el Antiguo Testamento, y a menudo en un contexto que no aclara su significado. El significado de algunas palabras hebreas es completamente desconocido. Como resultado, la traducción puede llegar a reflejar las conjeturas del traductor. Esto se puede ver, por ejemplo, en las extensas notas de pie de página que se incluyen en algunas versiones en el idioma inglés).

Para un lector moderno sin una base anterior de conocimientos bíblicos, cualquier versión puede parecerle clara como el cristal. Pero en realidad, las dificultades de traducción pueden dejar el significado ambiguo o dudoso. Por lo tanto, es esencial definir claramente las palabras en el idioma original para poder comprender con exactitud una declaración o pasaje. Los posibles significados de una palabra se pueden hallar explorando su uso a través de toda la Biblia.

Procedimientos lingüísticos

Los antiguos escritos hebreos y arameos usaban solamente consonantes. El lector suplía las vocales que pensaba que necesitaba el contexto. Las vocales que ahora aparecen en las Biblias hebreas fueron agregadas por los masoretas siglos más tarde, después que el hebreo antiguo llegó a ser un idioma muerto. En algunas ocasiones, no se sabe si usaron las vocales correctas para un juego de consonantes. El uso de vocales diferentes podría dar una palabra distinta de la que quiso decir el autor. Por ejemplo, Jacob “se inclinó sobre la cabecera de la cama” (Gén. 47:31, el énfasis es nuestro). Los masoretas agregaron vocales a las consonantes hebreas mth, para que se leyeran mittah, o sea“cama”. Los traductores de la Septuaginta unos ocho siglos antes, habían traducido mth de manera que se leyera mattah, es decir, “vara”. ¿Cuál de las dos opciones expresa lo que el autor del Génesis quería decir?

Puntuación y procedimientos sintácticos

El antiguo hebreo no tenía espacios entre palabras. Sin embargo, en general la letra hebrea waw (que equivale a la w), si precede a la primera palabra de una frase o pensamiento, toma el significado de “y”, por lo cual se la usa en forma parecida a una coma, identificando así la frase como una unidad secundaria en una serie de unidades que componen una “oración”más larga. Esto se conoce como el waw consecutivo. Pero el mismo waw, que también podía usarse como “y”, servía de conjunción copulativa para conectar una serie de palabras individuales.

El texto de Dan. 9:25 ilustra las dificultades que pueden surgir: “. . . desde la salida del oráculo sobre el retorno y edificación de Jerusalén hasta un ungido príncipe, habrá siete semanas, y en sesenta y dos semanas se reedificarán plaza y foso. . .” (Versión católica de Nácar-Colunga, la cursiva es nuestra),”.. .hasta el Mesías, el Príncipe, habrá siete semanas y sesenta y dos semanas: la ciudad volverá a edificarse con calle y foso”(VM).

La Versión Moderna supone que la waw (“y”) entre las siete y las 62 semanas es copulativa, es decir, que se deben sumar las siete a las 62. La versión de Nácar-Colunga considera que la waw es consecutiva, es decir, que conecta toda la cláusula que la sigue con toda la cláusula precedente. Si la Versión Moderna estuviera correcta, la sintaxis hebrea necesitaría una “y” {waw) antes de la cláusula que dice: “la ciudad volverá a edificarse…” Sin embargo, no la tiene. Esta es evidencia concluyente de que en este caso, la versión Nácar- Colunga refleja mejor la sintaxis hebrea.

En Lucas 23:43 también la sintaxis se halla envuelta en la comprensión exacta de ese texto: “En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”. La palabra semeron (“hoy”) está entre las frases “te digo” y “estarás conmigo en el paraíso”. Podría pertenecer a cualquiera de las cláusulas, lo que hace la declaración ambigua. Decidir lo que Lucas quería decir depende del traductor o de las creencias y preferencias del exégeta.[2]

Una situación sintáctica diferente ocurre en 1 Tesalonicenses 4:14: “Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también a los que duermen en Jesús, Dios los traerá con él” (1 Tes. 4:14, Nácar-Colunga; el énfasis es nuestro). Los versículos 13 refieren que Jesús resucitó de la tumba, y que volverá a levantar a los que “duermen en él”. ¿Los “traerá” Dios [a ellos] con Cristo, así como “trajo” a Cristo de la tumba, los traerá Dios del cielo con Cristo? El texto griego podría traducirse de las dos formas. El contexto favorece la primera, y el comentario que hace Pablo en 1 Corintios 15:22, 23 lo confirma: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida” (Reina-Valera 1960; la cursiva es nuestra).

Procedimientos que envuelven expresiones idiomáticas

Con frecuencia, las palabras y frases bíblicas son usadas en forma idiomática, y una traducción literal podría sugerirle a un lector moderno un significado enteramente diferente de lo que el autor deseaba expresar. El significado era evidente para el escritor y los lectores de su época, pero hoy una traducción literal puede resultar engañosa. Tomemos por ejemplo la predicción de que Cristo iba a “resucitar” “después de tres días” (Marcos 8:31;la cursiva es nuestra). Para nosotros esto significa como 72 horas más tarde. Sin embargo, según la forma hebrea de calcular en forma inclusiva, podría significar apenas unas 26 horas después. Algunos, que no comprenden la forma inclusiva de calcular, insisten que Cristo fue crucificado el miércoles en vez del viernes.

Procedimientos contextuales

El factor más importante en la exégesis es el contexto en el cual ocurre una declaración. Cada declaración bíblica está relacionada con un contexto que es crucial para su significado; ninguna declaración bíblica está aislada de su contexto. Veamos por ejemplo: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9). Comúnmente se cita este pasaje como una referencia a la nueva tierra. Sin embargo, el contexto (versículos 1-8 y 10-16) hace evidente que Pablo tenía en mente las cosas maravillosas reveladas en la Palabra de Dios. Lo mismo sucede con Isaías 64:4, que es el texto que Pablo estaba citando.

Consideremos también Daniel 12:4: “Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará”. Esta cita se usa a menudo como predicción de la transportación moderna y el avance de la tecnología. Sin embargo, el contexto inmediato aplica la declaración al descubrimiento de las profecías de Daniel en el tiempo del fin: “Cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin”.

Por último, consideremos Gálatas 4:4: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo”. Esta declaración a menudo se interpreta como una referencia a las circunstancias apropiadas existentes en el mundo romano para el nacimiento y ministerio de Cristo. Sin embargo, el contexto (3:14-4:3) indica que se trata del tiempo cuando se cumpliría la promesa de Dios a Abrahán (3:15-17, 23:24).

Principios relacionados con formas variantes en la lectura de manuscritos

Tal como lo comprueban en abundancia las extensas notas de la Biblia Hebraica de Rudolph Kittel y el Novum Testamentum Graece de Nestle-Aland, evidentes, hay millares de lecturas variantes, tanto en el texto como en los márgenes de los antiguos manuscritos bíblicos hebreos y griegos. Las más importantes de ésas aparecen en forma de notas de pie de página o en las notas marginales de muchas traducciones inglesas. Muchas de estas lecturas variantes pueden ser de ayuda en la exégesis bíblica; sin embargo, su evaluación requiere cierta medida de competencia profesional.

Por ejemplo, en Juan se registra el en sanamiento del paralítico en el estanque de Betesda, diciendo que “un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese” (Juan 5:4). ¿Será que Dios realmente prefiere al que está mejor capacitado para lanzarse al estanque haciendo a un lado a otros inválidos y dejándolos languidecer, como le sucedía al paralítico? ¡Qué diferencia entre esto y la forma como Cristo sanaba a todos los que iban a él con fe! Hace como 40 años se descubrió en la Biblioteca Bodmer de Ginebra, un manuscrito conocido como Bodmer II. Viene del siglo segundo d.C., décadas más cercano al manuscrito original que cualquier otro, y el texto ha demostrado ser eminentemente de confianza. Bodmer II omite completamente Juan 5:4, indicando que no es parte del original.

Bodmer II también omite las palabras sin causa en la declaración de Jesús que dice: “…todo aquel que se aira sin causa contra su hermano, quedará expuesto al juicio” (Mat. 5:22 VM, la cursiva es nuestra). ¿Quiso Jesús realmente decir que está bien odiar a nuestro hermano, o tal vez hasta quitarle la vida, (versículo 21) si creemos que hay suficiente razón para hacerlo?

Principios para sacar conclusiones de la evidencia

Las conclusiones deben formularse inductiva y objetivamente, basadas en el peso de la evidencia:

  • Revisar y ordenar la evidencia.
  • Comprobar si está completa, si revela consenso, y si es digna de confianza.
  • Si la evidencia es ambigua o parece estar incompleta, no hacerse conclusiones y estudiar más.
  • Comprobar la objetividad de las fuentes, posibles defectos en el proceso de razonamiento, y brechas en la evidencia.
  • Las conclusiones deberían reflejar una evaluación justa del peso de la evidencia, incluyendo la admisión de datos posiblemente contradictorios.

Elena G. de White y la Exégesis Bíblica[3]

A través de todo su ministerio de cerca de 70 años, Elena de White exaltó constantemente la Biblia como “la única regla de fe y doctrina”.[4] Ella consideraba sus escritos, no como añadiduras o sustitutos de la Biblia, sino como una “luz menor” para guiarnos a la Biblia como “la luz mayor”[5] pero inspirados por el mismo Espíritu divino que inspiró a los autores de la Biblia.[6] Ella dijo que su papel era de “mensajera del Señor” para los adventistas del séptimo día.[7]

En sus escritos Elena de White menciona la Biblia unas 47.000 veces.[8] Un estudio profundo de su uso de las Escrituras que se llevó a cabo en 1973, identificó 27 usos diferentes que ella les dio, los cuales pueden clasificarse en dos categorías generales: (1) comentarios sobre un pasaje bíblico en su contexto histórico y literario, y (2) aplicación homilética de un pasaje fuera de contexto, en la cual ella aplica los principios bíblicos como guía para nuestra época.[9]

La primera de estas dos categorías, aunque no constituye en sí misma exégesis de un pasaje, está en armonía con la exégesis exacta del significado que el autor bíblico quería dar. En el segundo ejemplo, Elena de White aplica el principio inherente en el pasaje en una forma que difiere de la intención del autor. Adjudicarle a este comentario homilético un carácter de exégesis —esto es, pretender que refleja la intención del autor— es usar mal sus escritos, y aun abusar de ellos, haciéndolos parecer contradictorios a la Biblia. Elena de White no era exégeta, ni se consideraba tal. Comprendía su papel como mensajera de Dios y consideraba que sus comentarios eran homilías inspiradas, específicamente apropriados para las necesidades de la iglesia de hoy.[10] En muchas ocasiones se negó a hacer una declaración supuestamente autorizada en cuanto a un pasaje bíblico en debate. En 1888, por ejemplo, rehusó proveer la exégesis de “la ley” de Gálatas 3:24, e indicó a los delegados de la Sesión de la Asociación General de Minneápolis que fueran a la Biblia para obtener la información que buscaban. (Gálatas 3:24 fue el escollo en el cual se estrelló la discusión de la justificación por la fe).[11] Dos años más tarde ella escribió: “Jamás quisiéramos que se presenten los testimonios antes que la Biblia”.[12] Cuando se dirigió a los delegados de la sesión de laAsociación Gen­eral de 1901, dijo:

“No les pido que tomen mis palabras. Pongan de lado a la Hna. White. No citen mis palabras otra vez mientras vivan hasta que puedan obedecer la Biblia. . . Exalto hoy ante ustedes la preciosa Palabra. No repitan lo que yo haya pronunciado, diciendo: ‘La Hna. White dijo esto’ o ‘la Hna. White dijo aquello’. Investiguen lo que dice el Dios de Israel, y luego hagan lo que él manda’’.[14]

En 1910, cuando los dirigentes de la iglesia, agrupados en bandos contrarios en torno a de un debate que ya duraba diez años en cuanto al “continuo” de Daniel 8:11, 13, vinieron a Elena de White suponiendo que ella les aclararía en forma autorizada el punto en discusión, pero la sierva del Señor rehusó hacerlo, diciendo:

“Pido que mis escritos no sean usados como el argumento principal en la definición de cuestiones sobre las cuales ahora hay tanta controversia. . . “Pido ahora que mis hermanos en el ministerio no hagan uso de mis escritos en sus argumentos en cuanto a esta cuestión”.[14]

En resumidas cuentas, los comentarios que ha hecho Elena de White sobre pasajes bíblicos en su contexto histórico y literario (como en la serie de El conflicto de los siglos) siempre respetan dicho contexto y se hallan en armonía con la exégesis más sólida. Sus aplicaciones de los principios inherentes en los pasajes bíblicos son de naturaleza homilética y pastoral. No constituyen exégesis de la intención que guiaba al autor bíblico.A través de toda >u vida, ella animó a la gente a estudiar por cuenta propia la Biblia para poder comprender lo que los autores querían decir. De hecho, hasta insistía en que si la gente seguía su consejo, no se necesitarían sus escritos. En 1889 escribió: Si os hubieseis dedicado a estudiar la Palabra de Dios, con el deseo de alcanzar la norma de la Biblia y la perfección cristiana, no habríais necesitado los Testimonios”.[15]

La dimensión hermenéutica de la ordenación de las mujeres

Es apropiado que un capítulo como éste sobre hermenéutica bíblica que forma parte de un libro acerca de la ordenación de la mujer, enfoque el aspecto hermenéutico de los dos argumentos bíblicos principales que por lo general se presentan contra la ordenación de las mujeres —el “orden de la creación” y la “jerarquía” masculina.[16]

El “orden de la creación”

Según el argumento del“orden de la creación”, Adán tuvo prioridad sobre Eva porque fue creado primero. Pero la inferencia según la cual este argumento prohíbe la ordenación de las mujeres es un non sequitur. Esto es, la conclusión no se desprende de la premisa en la cual dice estar basada. El registro bíblico de la creación es inspiradora conclusión que se adopta no es una deducción inspirada. No es una enseñanza bíblica, sino la opinión de los que proponen el argumento. Este non sequitur es insertado en la Biblia, y así pone en peligro el principio de sola scriptura.

El argumento de “jerarquía”

El argumento de “jerarquía” contra la ordenación de las mujeres se basa en la declaración de Pablo en cuanto a que las mujeres deben estar sujetas a los hombres y no ejercer autoridad sobre ellos ni tomar parte en la iglesia (1 Cor. 11:7- 10,1 Tim. 2:11-14). La pregunta hermenéutica básica aquí es: ¿Fueron estas declaraciones dirigidas umversalmente, o se trataba de la aplicación de los principios del evangelio a una situación particular? Las prácticas y consejos de Pablo bajo diferentes circunstancias culturales no dejan duda de que estas instrucciones se aplicaban exclusivamente a circunstancias culturales. Tomemos, por ejemplo, su práctica personal y su consejo a los cristianos romanos y corintios con respecto al hecho de comer carne que había sido ofrecida a los ídolos:

Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que en sí nada es impuro. Pero si uno piensa que algo es impuro, para él es impuro… El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo por el Espíritu Santo…Es bueno no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece (Rom. 14:14-21, NRV).

Y si algún incrédulo os invita… de todo lo que os ponga delante comed, sin levantar cuestión de conciencia. Pero si alguien os dijera: “Esto fue sacrificado a los ídolos”. No lo comáis, por causa del que lo declaró, y por motivo de la conciencia, digo la conciencia del otro, no la tuya… No seáis tropiezo ni a judíos, ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios (1 Cor. 10:27-29, 32, 33, NRV).

El principio evangélico que esto abarca es:“No hagas nada que haga caer a tu hermano o hermana”. En los círculos judíos esto quería decir “no comas”. Es evidente que el consejo de Pablo estaba culturalmente adaptado y aplicado solo bajo ciertas circunstancias. De hecho, era contrario a su propia práctica en otras situaciones. Cuando Pedro volvió de Jerusalén después de haber comido con gentiles incircuncisos en el hogar de Cornelio,“los hermanos” lo desafiaron:“¿Por qué has entrado en casa de hombres incircuncisos, y has comido con ellos?” (Hechos 11:3). Hacer eso era una violación clara de los reglamentos judaicos. Pedro se defendió diciendo que el Espíritu Santo le había indicado claramente que debería hacerlo cuando estuviera entre gentiles creyentes incircuncisos. Más tarde, en la iglesia de los gentiles de Antioquía, cuando algunos judíos vinieron de Jerusalén “ se retraía y se apartaba, por temor a los de la circuncisión”. Al hacerlo, Pedro actuaba hipócritamente y Pablo “lo resistió cara a cara, porque era de condenar” (Gál. 2:11-14). La posición que Pablo tomó en esta ocasión estaba culturalmente condicionada a las circunstancias que hicieron la conducta de Pedro moralmente reprensible, y la censura de Pablo apropiada.

Cuando Pablo se asociaba con los cristianos gentiles, ignoraba los requerimientos culturales del judaísmo; cuando estaba entre los cristianos judíos, voluntariamente contemporizaba con ellos. Las circunstancias culturales condicionaban su práctica personal y sus instrucciones inspiradas sobre esos asuntos. Así, tal consejo estaba evidentemente limitado a la situación particular donde se daba. No tenía aplicación universal para todas las épocas, o bajo circunstancias diferentes ni aun en los tiempos del Nuevo Testamento. Pero el principio del evangelio involucrado tiene aplicación universal, aún en la actualidad. Debemos respetar las prácticas sinceras pero culturalmente condicionadas de los cristianos devotos.

Durante la última visita de Pablo a Jerusalén, sus compañeros, los apóstoles le pidieron que participara en un procedimiento ritual en el templo para demostrar a sus hermanos judíos en Jerusalén que él observaba los reglamentos rituales judaicos (Hechos 21:21-27). Complaciendo su pedido, Pablo, en principio, hizo lo mismo que Pedro cuando lo reprendió en Antioquía. La diferencia era los ambientes culturales: Los gentiles en Antioquía y los judíos en Jerusalén.

En su primera carta a la iglesia de Corinto, Pablo se dirigió a las mujeres diciendo: “callen en la iglesia. Porque no les es permitido hablar” y si ellas querían “aprender algo, pregunten en casa a sus esposos. Porque es indecoroso[17] que una mujer hable en la congregación” (1 Cor. 14:34, 33). Sin embargo en esta misma carta explica su propia conducta en apariencia inconsecuente bajo las diferentes circunstancias culturales:

Aunque soy libre de todos, me hice siervo de todos por ganar a mayor número. Con los judíos me hice como judío, por ganar a los judíos; a los que están sujetos a la Ley —aunque yo no estoy sujeto a la Ley—, como si estuviera sujeto a la Ley, para ganar a los que están sujetos a la Ley; a los que no tienen la Ley, me hice como si yo estuviera sin la Ley —aunque no estoy sin la Ley de Dios, sino en la Ley de Cristo—, para ganar a los que están sin Ley. Me hice débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me hice todo, para que de todos modos salve a algunos. Esto hago por causa del evangelio, para participar de él” (1 Cor. 9:19-23).

Sin lugar a dudas, la conducta personal de Pablo y su consejo como representante de Jesucristo estaban culturalmente adaptados a las circunstancias en las cuales se encontraba y a las cuales dirigía sus enseñanzas. Lo importante, el principio envuelto, era una adaptación de su propio estilo de vida y sus consejos a las creencias culturales, costumbres y prácticas de la gente que él anhelaba ganar para Cristo.

Lo más importante en la mente de Pablo, era alcanzar el éxito en la predicación del evangelio. De la misma forma debiera sucedemos a nosotros al considerar la ordenación de las mujeres al ministerio del evangelio. Una clara aplicación de este principio evangélico es la práctica de la ordenación donde sea aceptable culturalmente y ayude al avance de la causa, y evitar hacerlo donde no se la acepte, donde la considerarían ofensiva.

Si el gran apóstol fuera como delegado hoy a un Concilio Anual o a una Sesión de la Asociación General de la iglesia, daría su voto en favor de la ordenación de la mujer donde es cultural y socialmente aceptable, y votaría en contra en los lugares donde no se la acepta. Al imponer en la práctica consejos culturalmente orientados, como si fueran divinos, dolamos los sólidos principios hermenéuticos sólidos del evangelio y también representamos mal la Biblia estorbando así el ministerio y la misión del Espíritu Santo.


Sobre el autor: Raymond F. Cottrell ha servido a la Iglesia Adventista del Séptimo día durante 67 años como pastor, maestro, autor y editor. Mientras ir abajaba en la Review and Herald Publishing Association, desde 1952 basta 1977, escribió 2.000 páginas para el Comentario Bíblico Adventista, y 400 páginas para el Diccionario y la Enciclopedia y también participó en la edición del Comentario. Trabajó también como editor asociado de la Revista Adventista, y durante los últimos 10 años fue editor principal. Las obras del Sr. Cotrell incluyen Más allá del Mañana, Fe y Razón, y Crisis y Victoria. Ha sido un jubilado “activo” durante 18 años. Recientemente ha servido como editor de la revista Los Adventistas de Hoy.


Notas

  1. Lectura preliminar: véase la introducción de cada libro de la Biblia en el Comentario Bíblico Adventista. La opinión del autor no es clara: Eche. 3:19-22; 4:2, 3, 7; 6:8; 7:3,16,17.
  2. Suponiendo que la inspiración tanto de Lucas como de Pablo, por la analogía de la declaración de Pablo de 1 Corintios 15:12-24 inclina la opinión en favor de colocar la coma después, en vez de antes,“hoy”.Véase el siguiente párrafo.
  3. Cottrell,“Elena G. de White y la Biblia”, manuscrito no publicado.Véase la Nota 1.
  4. Elena G. de White, Fundamentáis of Christian Education [Fundamentos de la educación cristiana],pág. 126; cf., Early Writings [Primeros escritos], pág. 78; Selected Messages, [Mensajes selectos], tomo 1, pág. 416.
  5. Testimonies for the Churcb [Testimonios para la iglesia], tomo 5,pág. 663; Colporteur Ministry [Colportor evangélico], pág. 12 5.
  6. Carta 92,1900; Testimonies, tomo 5, pág. 663; Colporteur Ministry, pág. 125.
  7. Selected Messages, tomo 1, págs. 31,32
  8. Cálculo del número de registros en el Indice de los escritos de Elena G. de White, tomo 1, págs. 21-176.
  9. Véase la Nota 7.También Raymond F. Cottrell, “El uso de la Biblia por Elena de White” en Gordon M. Hyde, ed., Symposium on Biblical Hermeneutics [Simposio sobre hermenéutica bíblica], págs. 143-162. (El editor arbitrariamente eliminó varias páginas de mi manuscrito en el cual yo consideraba áreas problemáticas en el uso que hace de la Biblia Elena de White).
  10. Cottrell,“Elena G. de White y la Biblia”.
  11. White, Manuscrito 9,1888.
  12. El evangelismo, pág. 190.
  13. SelectedMessages, [Mensajes selectos], tomo 3,pág. 33.
  14. Ibid., tomo 1, pág. 193.
  15. Testimonies, tomo 5,pág.665.
  16. El aspecto bíblico del tema ha sido desarrollado con amplitud por diversos escritores, notablemente John C. Brunt,“The Ordination of Women:A Bible Perspective” [La ordenación de la mujer: una perspectiva bíblica], Ministry,septiembre de 1988.
  17. La “vergüenza” es una razón socio-cultural, no moral ni bíblica, de que las mujeres no hablen en público.

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