¿Católicos o adventistas?: El continuo conflicto sobre la autoridad + las 9.5 tesis
Por George Knight
En 31 de octubre de 1517, Martín Lutero clavó sus 95 Tesis en la puerta de la Catedral en Wittenberg, Alemania. Este año, el mundo protestante está celebrando el 500 aniversario de ese evento. El 8 de mayo, el presidente de la Asociación General, Ted Wilson, dirigiéndose a los profesores de la Universidad del Medio Oriente, citó a Ellen White, quien predijo que los adventistas del séptimo día continuarían esa Reforma hasta el final de los tiempos. Después de eso, citó 2 Timoteo 1: 7: «Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio».[1] Con este buen consejo en mente, comenzaremos nuestro estudio de la historia de la autoridad en el adventismo con Lutero y su lucha con la Iglesia romana.
Dado mi tema, muchas personas esperan que yo trate el tema del desarrollo de la autoridad eclesiástica en el adventismo. Pero la autoridad de la iglesia en la denominación está contextualizada dentro de la comprensión del Adventismo de la autoridad de la Biblia y de Ellen White. Como resultado, he dividido mi presentación en tres partes: el enfoque adventista de la autoridad bíblica, los pensamientos de Ellen White sobre la autoridad y el desarrollo de estructuras autoritativas en la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
El enfoque histórico del Adventismo sobre la autoridad bíblica
El adventismo se ha visto históricamente como un hijo de la Reforma Protestante. Como resultado, es crucial que reconozcamos que la Reforma no fue principalmente sobre indulgencias o incluso la justificación por la fe. En su corazón, la Reforma fue sobre el tema de la autoridad. «Lo nuevo en Lutero», escribe Heiko Oberman, «es la noción de la absoluta obediencia a las Escrituras contra cualquier autoridad; sean papas o consejos».[2] Esa idea es evidente en su testimonio ante la Dieta de Worms: «A menos que esté convencido por el testimonio de las Sagradas Escrituras o por razón evidente -porque no puedo creer solo en el papa o en los concilios… Me considero convicto por el testimonio de la Sagrada Escritura, que es mi base; Mi conciencia está cautiva a la Palabra de Dios. Así, no puedo y no me retractaré, porque actuar contra la conciencia no es ni seguro ni sano. Dios, ayúdame. Amén».[3]
Los comentarios de Ellen White sobre Lutero en el libro El conflicto de los siglos son útiles. Lutero «declaraba firmemente que los cristianos no debieran admitir más doctrinas que las que tuviesen apoyo en la autoridad de las Sagradas Escrituras. Estas palabras minaban los cimientos en que descansaba la supremacía papal. Contenían los principios vitales de la Reforma».[4] Una vez más, escribió, los romanistas «procuraron conservar su poderío, no por medio de las Escrituras, sino apelando a las amenazas, como lo hace siempre Roma en semejantes casos».[5] Finalmente, leemos que «en la actualidad los hombres se han alejado mucho de sus doctrinas y preceptos, y se hace muy necesario volver al gran principio protestante: la Biblia, únicamente la Biblia, como regla de la fe y del deber… La misma adhesión incondicional a la Palabra de Dios que se manifestó en los días tan críticos de la Reforma del siglo XVI, es la única esperanza de una reforma en nuestros días».[6]
En este punto es importante darse cuenta de que la principal herencia de la Reforma al Adventismo no es el Luteranismo o el Calvinismo, sino el Anabaptismo o la Reforma Radical, que en esencia sostuvo que los reformadores magisteriales no habían sido consistentes en su enfoque de la Sola Escriptura (la Biblia sola). Para los anabaptistas era erróneo detenerse donde Lutero, Calvino o Zwinglio lo hicieron teológicamente. Como resultado, ellos se movieron más allá de enseñanzas tales como el bautismo infantil y el apoyo estatal de la iglesia, sino hacia los ideales de la iglesia del Nuevo Testamento.
Quizás el mejor cuerpo religioso representativo en el espíritu del Anabaptismo en la Norteamérica del siglo XIX fue el movimiento Restauracionista, para el cual no había credo sino la Biblia misma. Su impulso para volver a la Biblia preparó el terreno para el adventismo. Tanto Joseph Bates como James White llegaron al Adventismo desde la Conexión Cristiana, una rama del Restauracionismo. Para White, «todo cristiano… está obligado a tomar la Biblia como una regla perfecta de fe y deber».[7]
En resumen, el Adventismo en su mejor momento en 2017 se encuentra sobre una firme plataforma de la Biblia sola como la regla de la fe y la práctica. Uno de los rasgos desafortunados del catolicismo romano y de muchos otros movimientos cristianos en la historia es que cuando no podían establecer sus demandas en la Biblia se sentían tentados a usar las amenazas y la fuerza respaldadas por la autoridad eclesiástica.
En este punto de nuestra discusión de la autoridad bíblica necesitamos examinar brevemente dos textos: el Concilio de Jerusalén de Hechos 15 y la función de atar y desatar de la iglesia en Mateo 18:18. Esos pasajes se han vuelto importantes debido a su uso en documentos recientes producidos por la Asociación General. En esos documentos, un pasaje favorito es Hechos 15. Un documento de septiembre de 2016 señala que «lo que a menudo se llama el ‘Concilio de Jerusalén’ es significativo tanto por su proceso como por la decisión teológica que resultó de este». La decisión del Concilio «fue considerada como vinculante para las iglesias en todos lados». Y leemos, «en resumen, la lección del Concilio de Jerusalén es que, en la Iglesia, la diversidad de prácticas puede ser permitida, pero sólo después de que un cuerpo representativo haya aceptado permitir alguna variación».[8]
Como veremos, esas son conclusiones muy interesantes cuando se ven desde la perspectiva de lo que realmente ha tenido lugar en la historia adventista reciente. Pero antes de hacerlo, será útil examinar las observaciones de Ellen White sobre el Concilio. En Los hechos de los apóstoles señala que «eran la voz de la más alta autoridad en la tierra», una descripción que después aplicaría a los congresos de la Asociación General. Esas palabras también se encuentran en La historia de la redención, donde la sección del Concilio tiene el título editorial de «El primer congreso de la Asociación General». La sección señala que el Concilio fue convocado porque los judíos no creían que Dios autorizaría un cambio de las prácticas tradicionales. Pero, ella concluye, que «Dios mismo había decidido esta pregunta favoreciendo a los gentiles con el Espíritu Santo» para demostrar la necesidad del cambio. En resumen, Dios había dado el Espíritu a los gentiles de la misma manera que tuvo con los judíos.[9] Así fue aprobada la unidad en la diversidad.
El punto sobre el Espíritu solucionando la controversia es interesante ya que en el congreso de la Asociación General de 2015 no hubo ningún testimonio de pastoras acerca de cómo el Espíritu Santo ha bendecido sus ministerios de la misma manera que los hombres, el mismo tipo de testimonio que había llevado a romper el estancamiento sobre la aceptación de los gentiles en Hechos 15 (véanse los versículos 8 y 9) y había reforzado a muchos miembros del Comité de Estudio de Teología de Ordenación, establecido por la Asociación General, para aprobar por una clara mayoría el concepto de permitir que las divisiones que deseen ordenar mujeres puedan avanzar. En ese sentido, el proceso de toma de decisiones de Hechos 15 no fue seguido.
Otro punto a destacar es que en Hechos 15 todas las decisiones tenían una clara base bíblica. Lo mismo no se puede decir del voto de la sesión de la Asociación General de 2015, como veremos en nuestro enfoque de la autoridad eclesiológica del adventismo.
Diversos señalamientos deben hacerse en relación con Hechos 15. En primer lugar, Pablo más tarde optó por no seguir la decisión del Concilio de Hechos 15:20, 29 con respecto a la abstención de los alimentos sacrificados a los ídolos. Esto es evidente en 1 Corintios 10: 23-30.[10] Donde en los versículos 25 y 27 se afirma que se puede comer la carne ofrecida a los ídolos si no ofende a nadie, una decisión que va directamente contra Hechos 15 con su prohibición categórica. Así que, encontramos a Pablo añadiendo condiciones y haciendo excepciones basadas en el contexto cultural. Lo que Pablo pudo haber hecho fue anunciar que la primera Asociación General en sesión había aprobado una regla universal y que tenía una copia de la carta para demostrarlo. Eso habría resuelto el problema y salvado a Pablo de usar mucha tinta y explicación. En realidad, no encontramos a Pablo en ninguna de sus cartas refiriéndose al Concilio de Hechos 15, aunque podría haber sido útil para él.
Un segundo punto que debe ser observado es que la Iglesia Adventista del Séptimo Día no sigue las reglas «universales» de Hechos 15:29, 20 ya que no prohíbe comer sangre, requiriendo que los comedores de carne en su medio coman solo carne kosher que ha sido matada de la manera adecuada para que la sangre se drena completamente de ella. Por lo tanto encontramos que los adventistas son similares a Pablo al interpretar y descartar aspectos de la decisión basados en gran medida en consideraciones culturales.
Con estos hechos en mente, se puede argumentar que la verdadera lección que se obtiene de Hechos 15 es la unidad en la diversidad, con los judíos y los cristianos gentiles teniendo libertad para seguir caminos diferentes, porque el Espíritu Santo fue derramado de la misma manera en ambos grupos.
En cuanto a Mateo 18, los documentos de septiembre de 2016 producidos por la Secretaría de la Asociación General afirman que «los Adventistas del Séptimo Día creen que la autoridad concedida a la Iglesia por Jesús permite a los líderes de la Iglesia tomar decisiones que obliguen a todos los miembros». Tales decisiones del liderazgo, dice la nota en el documento, se hacen «en las Sesiones de AG y Concilios Anuales».[11]
Esa es una perspectiva interesante, especialmente a la luz del uso que la Iglesia Católica Romana da a ese pasaje y su paralelo en Mateo 16 para enseñar que todo lo que la iglesia vota en la tierra es ratificado en el cielo. Pero el griego en el versículo dice en realidad que «todo lo que atares en la tierra habrá sido atado en el cielo». (RV60). El comentario bíblico Adventista del Séptimo Día está en lo correcto cuando observa que «los representantes de Cristo en la tierra tienen el derecho y la responsabilidad de atar todo lo que ya ha sido atado en el cielo, y de desatar todo lo que ya ha sido desatado en el cielo».[12]
La observación del Comentario bíblico adventista sobre el pasaje paralelo en Mateo 16:19 es aún más clara. A saber, la función vinculante y pacificadora de la iglesia es «de exigir o de prohibir aquello que la Inspiración revela con claridad. Ir más allá de esto, es poner la autoridad humana en lugar de la autoridad de Cristo… tendencia que Dios no puede tolerar en aquellos que han sido designados como supervisores de los ciudadanos del reino de los cielos en la tierra».[13] Ellen White hace lo mismo cuando señala que «todo lo que la iglesia haga que esté de acuerdo con las instrucciones dadas en la palabra de Dios será ratificado en el cielo».[14]
Lo que es más interesante en el uso repetido por la Asociación General de los versos atar y desatar es que utiliza consistentemente Mateo 18:18 y descuida Mateo 16:19. Esto es comprensible ya que Mateo 16:18, 19 no sólo establece la función vinculante de la iglesia, sino que también contiene la observación de Cristo acerca de Pedro y la roca sobre la cual Cristo construirá su iglesia y las llaves del reino, convirtiéndola en el fundamento de la eclesiología católica romana. Con esto en mente, es más fácil ver por qué los documentos de la Asociación General enfatizan Mateo 18:18 pero evitan el pasaje paralelo. No hay mucho que ganar en el uso del pasaje favorito del catolicismo, aunque transmita esencialmente la misma idea. Pero un aspecto fascinante del uso de esos versos es que tanto los adventistas en sus documentos recientes, al igual que los católicos romanos, han interpretado mal el texto de la misma manera para fines similares.
Un punto interesante relacionado con el uso que hace la Asociación General de Mateo 18 es que no es la iglesia la que llama pastores sino Dios, según Efesios 4:11. Toda la iglesia terrenal puede hacer esto, atar o ratificar la decisión de Dios a través de la comisión o la ordenación. Eso es bíblico, así como la imposición de manos en reconocimiento al llamado de Dios. Lo que no es bíblico es la ordenación tal como la conocemos. De hecho, nuestra palabra inglesa «ordination» [ordenación] no deriva de «ninguna palabra griega usada en el Nuevo Testamento, sino del latín ordinaire».[15] Como resultado, las traducciones modernas tienden a usar palabras tales como «appoint» [designar] o «consecrate» [consagrar] donde la KJV usa «ordain» [ordenar].[16] La palabra «ordenación», como los adventistas la usan, no es una enseñanza bíblica, sino que encuentra sus raíces en la iglesia primitiva y medieval temprana.[17] Desde esta perspectiva, la distinción entre ordenar y comisionar es un juego de palabras sin sustento bíblico.
El enfoque histórico de Ellen White sobre la autoridad
En el corazón de la comprensión de Ellen White de la autoridad religiosa estaba el lugar de la Biblia. «La Biblia», escribió, «debe ser nuestra norma para toda doctrina y práctica. . . . No debemos recibir la opinión de nadie sin compararla con las Escrituras. Aquí está la autoridad divina que es suprema en asuntos de fe. Es la palabra del Dios viviente la que debe decidir todas las controversias».[18] Ese pensamiento afianzó la teología de Ellen White a través de su largo ministerio.
En cuanto a su propia autoridad, ella (como lo hicieron los otros fundadores del adventismo) la consideró derivada de la autoridad de la Escritura y subordinada a esta. Ella describió su relación con la Biblia como «una luz menor para conducir a los hombres y las mujeres a la luz mayor».[19]
En muchos aspectos, el episodio más esclarecedor respecto a la posición de Ellen White sobre la autoridad tuvo lugar en relación con el congreso de la Asociación General de 1888.[20] En ese evento tuvo que confrontar a aquellos que empujaban las perspectivas adventistas tradicionales en varios niveles de autoridad humana. Uno de los enfoques era la autopercepción del presidente de la Asociación General, G. I. Butler, de tener «la posición más alta que nuestro pueblo podía imponer» y su reivindicación de derechos y responsabilidades especiales en la solución de asuntos teológicos en la iglesia. Ellen White tomó muy poco en cuenta esta idea. Poco después de las reuniones de 1888 escribió que Butler «piensa que su posición le da tal poder que su voz es infalible». «Ningún hombre debe ser autoridad para nosotros», escribió.[21]
Un segundo enfoque que tuvo que tratar fue el intento de usar la tradición adventista para resolver los problemas bíblicos. Ella, respondió a esa táctica escribiendo que «como pueblo estamos ciertamente en gran peligro, si no estamos constantemente vigilando para evitar considerar nuestras ideas, solo porque han sido atesoradas desde hace tiempo, son doctrina bíblica y en cada punto infalible, y medir a todos por la regla de nuestra interpretación de la verdad bíblica. Este es nuestro peligro, y este sería el mayor mal que jamás podría llegar a nosotros como pueblo».[22]
Una tercera categoría de autoridad humana que tuvo que afrontar en la época de 1888 fue el impulso en el congreso de Minneapolis de resolver problemas teológicos y bíblicos estableciendo la posición oficial de la denominación mediante un voto formal de la Asociación General reunida en Congreso. Como siempre, Ellen White tenía palabras para la denominación sobre ese tema. «La iglesia», escribió, «puede aprobar una resolución sobre resolución para disuadir el desacuerdo de opiniones, pero no podemos forzar la mente y la voluntad, y así eliminar el desacuerdo. Estas resoluciones pueden ocultar la discordia, pero no pueden apagarla y establecer un acuerdo perfecto. Nada puede perfeccionar la unidad en la iglesia, sino el espíritu de tolerancia a Cristo». W. C. White expresó su opinión con respecto a un voto oficial para resolver las cuestiones disputadas declarando a los delegados de Minneapolis que se sentiría obligado a «predicar lo que creía, sin importar que decidiera la Asociación».[23]
Sin relación con el acontecimiento de 1888, pero íntimamente relacionada con el problema de la autoridad eclesiástica, la declaración de Ellen White en El conflicto de los siglos dice que «el comienzo de la gran apostasía consistió precisamente en que se quiso suplir la autoridad de Dios con la de la iglesia».[24]
Un segundo tema importante relacionado con la visión histórica de Ellen White sobre la autoridad tiene que ver con la Asociación General como la autoridad más alta de Dios en la tierra. Ese tema será tratado en la próxima sección principal de este documento, que trata de la autoridad eclesiástica en el adventismo.
Pero antes de pasar a ese tema necesitamos examinar brevemente la perspectiva de Ellen White sobre la ordenación. Hemos notado anteriormente que la ordenación practicada por la iglesia no es un asunto bíblico. Pero, según Ellen White, se convirtió en un tema importante en la historia de la iglesia primitiva. Al tratar la imposición de manos sobre Pablo y Bernabé en Hechos 13: 3, ella escribió que Dios «instruyó a la iglesia… por revelación que se los apartara públicamente para la obra del ministerio. Su ordenación fue un reconocimiento público de su elección divina». Ellos «habían recibido ya su comisión de Dios mismo, y la ceremonia de la imposición de las manos no añadía ninguna gracia o cualidad virtual… Por ella se colocaba el sello de la iglesia sobre la obra de Dios… Ulteriormente, el rito de la ordenación por la imposición de las manos fue grandemente profanado; se le atribuía al acto una importancia infundada, como si sobre aquellos que recibían esa ordenación descendiera un poder que los calificaba inmediatamente para todo trabajo ministerial».[25] Al hablar de la misma situación en otro lugar, dice lo mismo, pero añade que su ordenación por la imposición de manos «únicamente aplicaba el sello de la iglesia a la obra de Dios, como una manera de reconocer su designación para un oficio ya señalado».[26]
Al hablar del abuso del término «ordenación» en la iglesia, Ellen White se refirió indudablemente en parte al enfoque sacerdotal de la autoridad del sacerdocio conferido por la ordenación que les dio el poder de transformar el pan y el vino en el cuerpo real y la sangre de Cristo. Pero más específicamente al poder jerárquico del clero superior, en el cual la autoridad excesiva se ha concedido tradicionalmente a los obispos con la función especial del jefatura como padres de la iglesia. Este poder se confiere a través del «sacramento de las órdenes sagradas o de la ordenación».[27]
Dada la cantidad de tensión generada en algunos círculos adventistas sobre el tema de la ordenación, se podría suponer que de alguna manera el poder y la autoridad está siendo transferido a los ordenados. Si bien esto puede ser el caso de la teología católica romana, no se sostiene ni en la Biblia ni en los escritos de Ellen White. Por el contrario, así como el bautismo no borra el pecado original sino que es más bien un símbolo exterior de un corazón cambiado, y así como el pan y el vino no se transforman mágicamente en el cuerpo y la sangre de Cristo en el sacrificio de la misa sino que son símbolos de lo que Cristo realizó en la cruz, así también es la imposición de manos en lo que ha llegado a llamarse ordenación no confiere poder, sino que es simbólica en reconocimiento del poder ya conferido por Dios en el llamado y capacitación de un pastor. Lo que cuenta no es el acto de la ordenación sino el llamado de Dios. Y la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha reconocido durante muchos años que Dios llama hombres y mujeres al ministerio pastoral. La única diferencia es que la iglesia ha optado por llamar a una ordenación y a la otra comisión. Esta gimnasia verbal no bíblica debe conducir a los ángeles a rascarse sus cabezas en la perplejidad. Sin embargo, todo parece estar claro en los reglamentos adventistas.
Pero al menos Ellen White es franca sobre el tema. Ningún poder o autoridad se transfiere en la ordenación. Eso es un producto de la historia de la iglesia. Y, en las palabras del Revelador, gran parte del mundo cristiano parece seguir a la bestia (Apocalipsis 13:3) sobre el entendimiento y la importancia de la ordenación.
Aspectos históricos del enfoque adventista sobre la eclesiología
Hasta ahora este artículo ha examinado el enfoque adventista de la autoridad bíblica y el acercamiento histórico de Ellen White a la autoridad. Así se ha puesto el escenario para un examen de la lucha de la denominación para encontrar y ser fiel a una visión equilibrada y bíblica de la autoridad eclesiástica.
Los primeros adventistas y la autoridad eclesiástica: 1843-1863
Mirando hacia atrás en los inicios del adventismo, nadie podría haber predicho que a mediados del siglo XX el Adventismo del Séptimo Día sería la denominación más estructurada de la historia del cristianismo, con cuatro niveles de autoridad por encima de la congregación local.[28] El hecho claro es que los primeros adventistas temían a las iglesias estructuradas. Y con muy buena razón. Ese miedo se expresó muy bien en la reunión de octubre de 1861 que vio el establecimiento de la primera Asociación local. Parte de la discusión en esa reunión histórica tuvo que ver con el desarrollo de una declaración formal de creencias. John Loughborough tomó la iniciativa en la discusión y estableció cinco puntos progresivos que expresan bien la actitud de la mayoría de sus oyentes.
«El primer paso de la apostasía», señaló, «es levantar un credo, diciéndonos lo que creeremos.
- «La segunda es hacer de ese credo una prueba de discipulado.
- «La tercera es probar a los miembros por ese credo.
- «El cuarto para denunciar como herejes a los que no creen en ese credo.
- «Y, quinto, comenzar la persecución contra tales».[29]
James White también expresó sus temores: «hacer un credo», escribió, «es establecer exclusiones, y bloquear el camino a todos los avances futuros». Las iglesias que habían establecido credos «han marcado un lineamiento para el Todopoderoso. Dicen virtualmente que el Señor no debe hacer nada más allá de lo que ha sido marcado en el credo. . . . La Biblia es nuestro credo. Rechazamos todo en la forma de un credo humano. Tomamos la Biblia y los dones del Espíritu; abrazando la fe que así el Señor nos enseñará de vez en cuando. Y en esto tomamos una posición contra la formación de un credo. No daremos un paso, en lo que estamos haciendo, para convertirnos en Babilonia [como opresión]».[30]
Esos puntos son informativos para aquellos de nosotros que vivimos 150 años después. Mientras White temía una rigidez de retroceso que inhibiría la dinámica progresiva en lo que los primeros adventistas consideraban como una verdad presente en curso, Loughborough expresó el miedo de la persecución para los que no se alinearon con las posiciones oficiales.
Y los participantes en esa reunión de 1861 tenían buenas razones para temer a los cuerpos religiosos organizados. Estaba fresco en sus recuerdos como fue la persecución de los Milleritas en 1843 y 1844, cuando los pastores perdieron sus púlpitos y los seguidores sus membresías a causa de su creencia en la enseñanza de la Biblia en el Segundo Adviento. Habían llegado a ver la religión organizada en términos de la Babilonia perseguidora de los libros de Daniel y Apocalipsis. No fue casualidad que George Storrs escribiera a principios de 1844 que «ninguna iglesia puede ser organizada por la invención del hombre sin que se convierta en Babilonia en el momento en que es organizada». En el mismo artículo Storrs afirmó que Babilonia «es la vieja madre y todas sus hijas [las denominaciones protestantes]; se conocen por la semejanza de la familia, un espíritu dominante, señorial; un espíritu para reprimir una búsqueda libre de la verdad y una libre expresión de nuestra convicción de lo que es la verdad».[31] Charles Fitch tuvo la misma opinión en su famoso sermón llamado «Calling Millerites to come out of Babylon» [Llamando a los milleritas a salir de Babilonia], las denominaciones caídas.[32]
Fue el temor a Babilonia como perseguidora de iglesias que evito que los seis grandes grupos que salieron del movimiento millerita se organizaran antes de las décadas de 1850 y 1860. Y ninguno, excepto los adventistas sabatistas, se organizaría por encima del nivel congregacional.[33]
El temor de las denominaciones organizadas como Babilonias perseguidoras permanece como el fundamento de las primeras actitudes adventistas con respecto a la organización como iglesia. Pero en la década de 1850, James White comenzó a enfatizar un significado bíblico alternativo de Babilonia. En julio de 1859 hizo saber en el lenguaje más descriptivo que estaba harto y cansado de la mención de Babilonia cada vez que alguien mencionaba la organización. «Hermano Confusión», escribió, «comete una equivocación muy flagrante al llamar a la organización, que está en armonía con la Biblia y el sentido común, como Babilonia. Dado que Babilonia significa confusión, nuestro hermano errante tiene la misma palabra estampada en su propia frente. Y nos atrevemos a decir que no hay otro pueblo bajo el cielo más digno de la marca de Babilonia que los que profesan la fe del Adventismo y que rechazan el orden de la Biblia. ¿No es hora de que nosotros, como pueblo, abracemos de corazón todo lo que es bueno y correcto en las iglesias?».[34] Es imposible sobrestimar la fuerza de la redirección de White del énfasis de Babilonia siendo visto principalmente como persecución a la de confusión. Ese nuevo énfasis fue muy lejos para preparar el camino para que los Sabatarios se organicen como un cuerpo religioso, posean propiedad legal, paguen a los pastores de forma regular, asignen pastores a los lugares donde fueran necesarios y desarrollen un sistema para transferir la membresía. Al final, el desarrollo de la organización de la iglesia tuvo un fin importante, es decir, agilizar la misión de la denominación.
Pero la redefinición de Babilonia fue sólo una de las transformaciones que permitió a los adventistas sabatarios organizarse. Una segunda transformación esencial tenía que ver con ir más allá del literalismo bíblico de los primeros días de White, cuando se creía que la Biblia debía explicar explícitamente cada aspecto de la organización de la iglesia. En 1859 argumentó que «no deberíamos tener miedo de ese sistema al que la Biblia no se opone y que está aprobado por el sentido común».[35] De este modo había llegado a una nueva hermenéutica. White se había apartado de un principio de interpretación bíblica que sostenía que las únicas cosas permitidas por las Escrituras eran aquellas cosas que eran explícitamente aprobadas, a una hermenéutica que permitía desarrollos que no contradecían la Biblia y estaban en armonía con el sentido común. Ese cambio era absolutamente esencial para avanzar con pasos creativos en la organización de la iglesia que él defendería en la década de 1860.
Sin embargo, esa hermenéutica revisada puso a White en oposición a aquellos que mantenían un enfoque literalista de la Biblia, que exigían una declaración explícita para cada cosa antes de que la iglesia pudiera aceptarlo. Para responder a esa mentalidad, White señaló que en ninguna parte de la Biblia se decía que los cristianos debían tener un periódico semanal, una imprenta de vapor, construir lugares de culto o publicar libros. Continuó argumentando que la «iglesia viviente de Dios» necesitaba avanzar con oración y sentido común.[36]
Sin el cambio radical en los principios hermenéuticos no habría habido ninguna organización entre los Sabatarios por encima de la congregación local. Pero la nueva hermenéutica les permitió no sólo organizarse sino crear una estructura que hiciera posible llevar su mensaje único a los confines de la tierra. La misión, debemos recordar nuevamente, siempre estuvo detrás de la mentalidad adventista, ya que trató de avanzar dinámicamente sobre la base de una hermenéutica que permitió aquellas cosas que no contradecían la Biblia y estaban en armonía con el sentido común.
Con la nueva hermenéutica y la nueva definición de Babilonia en su lugar, los Sabatarios estuvieron en posición de desarrollar el concepto no bíblico de las Asociaciones locales en 1861 y el concepto igualmente no bíblico de una Asociación General en 1863. Este último movimiento se realizó «con el propósito de asegurar la unidad y la eficiencia en el trabajo y promover los intereses generales de la causa de la verdad presente y de perfeccionar la organización de los adventistas del séptimo día».[37]
Las tensiones eclesiásticas y la creación de las Uniones: 1863-1903
Como era de esperar, se desarrollaron tensiones entre la autoridad de las Asociaciones locales y la de la Asociación General. En agosto de 1873, por ejemplo, en el contexto de la falta de respeto por los oficiales de la Asociación General, James White señaló que «nuestra Asociación General es la más alta autoridad terrenal entre nuestro pueblo y está diseñada para hacerse cargo de todo el trabajo en este y todos los demás países».[38]
Luego, en 1877, la Asociación General reunida en congreso votó que «la autoridad suprema bajo Dios entre los Adventistas del Séptimo Día se encuentra en la voluntad del cuerpo de ese pueblo, expresada en las decisiones de la Asociación General al actuar dentro de su jurisdicción apropiada; y que tales decisiones deben ser aceptadas por todos sin excepción, a menos que se pueda demostrar que están en conflicto con la palabra de Dios y los derechos de la conciencia individual».[39] Ese voto parece bastante claro, James y Ellen lo aceptaron. Cabe señalar, sin embargo, que se enfatiza las limitaciones relacionadas con la «jurisdicción apropiada» de la Asociación General y «los derechos de la conciencia individual».
Curiosamente, Ellen White en varias ocasiones se preguntó si las decisiones de la Asociación General eran siempre la voz de Dios. En 1891, por ejemplo, escribió: «me vi obligada a asumir la posición de que la voz de Dios no está en la gestión y las decisiones de la Asociación General… Muchas de las posiciones adoptadas como voz de la Asociación General han sido la voz de uno, dos o tres hombres que estaban engañando a la Asociación».[40] En 1896, también señaló que la Asociación General «ya no es la Voz de Dios».[41] Y en 1901 escribió que «el pueblo ha perdido la confianza en aquellos que tienen la administración de la obra. Sin embargo, oímos que la voz de la [Asociación General] es la voz de Dios. Cada vez que he oído esto, he pensado que era casi una blasfemia. La voz de la Asociación debería ser la voz de Dios, pero no lo es».[42]
Un análisis de esas afirmaciones negativas indica que se refieren a ocasiones en que la Asociación General no actuó como órgano representativo, cuando su poder de decisión estaba centralizado en una persona o en unas pocas personas, o cuando la Asociación General no había estado siguiendo principios sanos.[43]
Esa conclusión se alinea con las declaraciones de Ellen White a lo largo del tiempo. De hecho, ella se refirió específicamente a ese punto en un manuscrito leído ante los delegados del congreso de la Asociación General de 1909 en la que ella respondió a las actividades cismáticas de A. T. Jones y otros. «A veces», le dijo a los delegados, « cuando un pequeño grupo de hombres encargados del manejo general de la obra procuró ejecutar en nombre de la Asociación General planes imprudentes y restringir la obra de Dios, he dicho que ya no podía considerar voz de Dios la de la Asociación General representada por estos pocos individuos. Pero esto no es decir que no deben respetarse las decisiones de un congreso de la Asociación General compuesto de una asamblea de personas debidamente nombradas por representantes de todas partes del campo. Dios ordenó que tengan autoridad los representantes de su iglesia de todas partes de la tierra, cuando están reunidos en el congreso de la Asociación General».[44]
La segunda etapa de reestructuración organizacional tuvo lugar entre 1901 y 1903,[45] cuando se realizaron varios cambios importantes. Los dos más importantes fueron el reemplazo de las organizaciones auxiliares autónomas (como las que controlaban la educación, las publicaciones, la obra médica, la escuela sabática, etc.) con el sistema departamental y el desarrollo de las Uniones para actuar como unidades administrativas intermedias entre la Asociación General y las Asociaciones locales. Ambas innovaciones habían sido experimentadas en Sudáfrica y Australia antes del congreso de 1901. Y ambas habían sido desarrollados en respuesta a las necesidades de las misiones regionales. Y ambas se desarrollaron en oposición a los pronunciamientos y procedimientos de la Asociación General.
El presidente de la Asociación General, O. A. Olsen, creyó ver «elementos de peligro» en los sistemas departamentales y le dijo a A. T. Robinson en Sudáfrica que no desarrollara departamentos.[46] Pero era demasiado tarde. Debido a la gran cantidad de tiempo que tomó para comunicarse desde Norteamérica, Robinson había instituido el programa y se dio cuenta que funcionaba.
Es interesante que los dirigentes de la Asociación General también se opusieron a la creación de Uniones.[47] Pero W. C. White y A. G. Daniells, presidente y secretario del campo australiano, avanzaron a pesar de los consejos de la sede. Años más tarde, Daniells informó que no todo el mundo estaba feliz con la idea de las Uniones. «Algunos de nuestros hermanos pensaron entonces que el trabajo iba a estropearse, que íbamos a destrozar la organización en pedazos, e iniciar un cisma allá en las islas del Mar del Sur». Pero en realidad, él observó, el resultado fue todo lo contrario. El nuevo enfoque organizativo facilitó en gran medida la misión de la iglesia en el Pacífico Sur, mientras que la nueva Unión Australasiana seguía siendo una parte leal e integral del sistema de la Asociación General.[48]
Aquí tenemos que recordar una lección importante en la historia de la organización adventista. Es decir, que las dos principales innovaciones adoptadas por la Asociación General de 1901 nacieron en respuesta a la misión regional y ambas se desarrollaron en oposición a los consejos de la Asociación General. Pero funcionaron. La lección principal es que sin la libertad de experimentar el adventismo no tendría su actual sistema de organización.
Ellen White estaba encantada con el desarrollo de las Uniones. Al pedir una reforma en el primer día de la sesión de 1901, señaló a los delegados que «Dios no ha puesto ningún poder monárquico en nuestras filas para controlar esta o aquella rama de la obra. El trabajo ha sido muy restringido por los esfuerzos para controlarlo en todas las líneas… Si la obra no hubiera sido restringida por un impedimento aquí, y un impedimento allá, habría avanzado en su majestad».[49] En el congreso de 1903 declaró que «ha sido una necesidad organizar Uniones, para que la Asociación General no ejerza una dictadura sobre todas las Asociaciones separadas».[50]
Sobre la base de esos y otros comentarios, el difunto Gerry Chudleigh ha sostenido que las uniones «fueron creados para actuar como muros entre la AG y las Asociaciones, haciendo imposible ejercer una dictadura». Él apoyó su imagen de muro con dos puntos principales. En primer lugar, «cada unión tenía su propia constitución y estatutos y debía ser gobernado por su propio electorado». Y segundo, «los oficiales de cada unión debían ser elegidos por su propia circunscripción de unión y, por lo tanto, no podían ser controlados , sustituidos o disciplinados por la AG».[51]
«Para decirlo lo más directo posible», escribió Chudleigh, «después de 1901, la Asociación General podría votar lo que quisiera que las uniones y las Asociaciones hicieran o no, pero las Uniones y las Asociaciones eran autónomas y podían hacer lo que creían que sería mejor para el avance de la obra de Dios en sus campos. El comité ejecutivo de la AG, o la Asociación General en sesión de negocios, podría votar para despedir a un presidente de una Unión o presidente de la Asociación, o votar para fusionar una Unión o Asociación con otra, pero su voto no cambiaría nada: la Unión o la Asociación seguiría existiendo y los delegados miembros podían elegir a quien querían como presidente».[52] Un ejemplo del Adventismo contemporáneo es la Asociación del Sureste de California, que tiene una presidenta ordenada, a pesar de los deseos de la Asociación General.
La situación se veía bien en 1901 con las Uniones en su lugar. Pero el impulso de unidad y uniformidad por la Asociación General a lo largo del tiempo erosionaría los logros de 1901. El paso más significativo en esa línea, como veremos, tuvo lugar en el congreso de la sesión de la Asociación General de 1995.
La erosión del ideal de unidad en la diversidad, desafortunadamente, comenzó poco después de la sesión de 1901. Los dos años siguientes serían testigos de una gran lucha por el control del adventismo entre el presidente de la Asociación General A. G. Daniells y J. H. Kellogg, el poderoso líder de la obra médica de la denominación.
Ellen White, en 1894, había establecido «la unidad en la diversidad» como «el plan de Dios», con la unidad alcanzada por cada aspecto de la obra conectada a Cristo la vid.[53] En 1901 y 1902 Daniells había defendido ese ideal, notando en 1902 a la Unión Europea que solo «porque una cosa se hace de cierta manera en un lugar no es razón por la cual se debe hacer de la misma manera en otro lugar, o incluso en el mismo lugar al mismo tiempo».[54]
Pero ese ideal empezó a ceder a fines de 1902 cuando las fuerzas de Kellogg intentaron destronar a Daniells y reemplazarlo con A. T. Jones, quien estaba por ese tiempo del lado del médico. En esa lucha, las fuerzas de Kellogg/Jones impulsaron la diversidad. Esta dinámica impulsó a Daniells a enfatizar la unidad mientras avanzaba hacia una postura más autoritaria. Así, el delicado equilibrio entre la unidad en la diversidad se perdió poco después del congreso de 1901. Y, como señala Barry Oliver, la unidad a expensas de la diversidad ha sido el centro de atención de los dirigentes de la Asociación General desde la crisis de 1902.[55]
El único desarrollo significativo en la estructura de la Iglesia Adventista desde 1901/1903 tuvo lugar en 1918 con la creación de Divisiones mundiales de la Asociación General. Pero hay que señalar que las divisiones no son Uniones con sus propios distritos, sino con partes de la administración de la Asociación General que representan el órgano central en diversas partes del mundo.[56]
Una tentación constante de la Asociación General a lo largo de su historia ha sido superar los límites de su autoridad. El presidente de la Asociación General George I. Butler generó uno de los movimientos más audaces en esa dirección en 1873. «Nunca», escribió en la primera página de su pequeño libro titulado Leadership, hubo un «gran movimiento en este mundo sin un líder… Como la naturaleza otorga a los hombres una variedad de dones, se deduce que algunos tienen puntos de vista más claros que otros de lo que mejor avanza los intereses de cualquier causa. Y el mejor bien de todos los interesados en cualquier objeto dado será alcanzado siguiendo inteligentemente los consejos de los más cualificados para guiar». Butler no tenía duda de que James White había desempeñado un papel similar al de Moisés, y que en todos los asuntos de la conveniencia en la causa adventista era correcto «darle preferencia a su juicio [el de James White]».[57] El congreso de la Asociación General de 1873 adoptó oficialmente las ideas de Butler. Pero tanto James como Ellen finalmente se sintieron incómodos con el documento y escribieron en contra de muchos de sus principios.[58] Como resultado, los congresos de 1875 y 1877 rescindieron el respaldo, especialmente a aquellas secciones que trataban de que el liderazgo se «confinara a un solo hombre».[59]
Kevin Burton en su reciente tesis de maestría sobre el libro Leadership de Butler hizo un excelente trabajo demostrando que Butler escribió con James White como el líder que tenía en mente. Pero el alcance autoimpuesto de la investigación de Burton no permitió la demostración que el estilo y las demandas de Butler en el documento de 1873 reflejan su propio estilo y demandas en el conflicto 1888.[60] El 1 de octubre de 1888, Butler escribió una larga carta a Ellen White enfatizando repetidamente que él tenía «la posición más alta» en la denominación y debería tener los derechos que van con esa posición. Ella le respondió el 14 de octubre diciendo que él «no entendía [su] verdadera posición», que tenía «ideas falsas de lo que pertenecía a su posición», que había vuelto su «mente hacia canales equivocados», que él «no había seguido el ritmo de la providencia de Dios», y que había mezclado sus «rasgos naturales de carácter» con su obra. Lo más grave de todos los cargos fue que estaba tratando de manipular la información que sería presentada ante el congreso de la Asociación General de 1888. En declaraciones al presidente de la Asociación General y Uriah Smith (el secretario), ella escribió que «no debes pensar que el Señor te ha colocado en la posición que ahora ocupan como los únicos hombres que deben decidir si más luz y verdad vendrán al pueblo de Dios». Ella señaló en esta carta y en otras que la influencia de Butler había llevado a otros delegados del congreso a «despreciar la luz».[61]
Un amplio estudio de la crisis de 1888 indica que el problema más serio que preocupaba la reunión de Minneapolis fue la aseveración de la posición y la manipulación de datos por parte del presidente y sus colegas.[62] Debe señalarse a propósito que el tema del libro Leadership de 1873 de Butler era la «unión» y el «orden».[63] La unidad era el objetivo en ese documento y la misma preservación de la unidad sería la meta de Butler en la manipulación de datos en el período de 1888. Butler, como sabemos, perdió la lucha de 1888. Él había tratado de imponer no sólo la unidad sino la uniformidad teológica en la denominación. Pero Ellen White luchó contra él con el ideal alterno de unidad en la diversidad. De acuerdo al secretario electo para la Asociación General en 1890 ella no estaba tan interesada en la unidad teológica como en la unidad de tener un espíritu de Cristo construido sobre el amor fraternal.[64]
La lección principal que debe salir de la crisis de 1888 es la unidad en la diversidad. Ese mismo principio sería la base de la reforma de las estructuras eclesiásticas en 1901. Como vimos anteriormente, el ideal de la unidad en la diversidad había comenzado a encontrar grandes dificultades en 1902 cuando Daniells comenzó a afirmar su autoridad como presidente de la Asociación General en su lucha con Kellogg. En ese momento, la diversidad comenzó a tomar una posición secundaria ante la unidad, en 1903 Ellen White tuvo que advertir al presidente reformador de la Asociación General que no podía «ejercer un poder monárquico sobre [sus] hermanos».[65]
Eliminación del Muro de las Uniones: 1980-2016
A pesar de la tentación de Daniells de utilizar erróneamente el poder de su cargo, el equilibrio entre la unidad y la diversidad institucionalizada por la creación de Uniones se mantuvo bastante bien durante la mayor parte del siglo XX. En su resumen de ese período, Gerry Chudleigh señala que las constituciones y los estatutos creados y votados en la sesión de 1901 para las primeras Uniones «no contenían ningún requisito de que las uniones adoptaran o siguieran reglamentos, procedimientos, programas, iniciativas, etc.».[66]
Pero eso comenzaría a cambiar en los documentos legales de la denominación en la década de 1980 y llegaría a un clímax en la década de 1990 y en las dos primeras décadas del siglo XXI. En los años ochenta se observó el desarrollo por la Asociación General de una «Constitución y Estatutos Modelo de Unión». En 1985, los Reglamentos Eclesiásticos-Administrativos establecieron que el modelo debía ser «seguido lo más apegado posible». Pero para 1995, la misma sección observaría que el modelo «deberá ser seguido por todas las Uniones… las secciones de los estatutos que aparecen en negrita son esenciales para la unidad de la iglesia mundial, y deberán ser incluidas en los estatutos como adoptados por cada Unión. Otras secciones del modelo pueden ser modificadas». En 1985 el modelo estipulaba que todos los «propósitos y procedimientos» de las uniones estarían en armonía con los «reglamentos y procedimientos eclesiásticos-administrativos» de la Asociación General. En 1995 se habían añadido «programas e iniciativas» de la Asociación General. Y en 2000 todos los «reglamentos» fueron incluidos.[67] Todas estas adiciones estaban en negrita. Así, entre 1985 y 2000, los Reglamentos Eclesiásticos-Administrativos no sólo borraron el modelo de 1901 de unidad en la diversidad establecido para las Uniones en la campaña dirigida por Ellen White hacia la descentralización, sino que se transformaron progresivamente hacia la centralización de la autoridad en un impulso por la unidad con cada vez menos diversidad.
El desafío para la Asociación General a mediados de los años ochenta fue lograr que las actuales Uniones adoptaran el nuevo modelo. En eso, tuvieron éxito en algunas Uniones y fracasaron en otros. El caso de la Unión del Pacífico Norte nos proporciona un vistazo a la dinámica. En septiembre de 1986 esta Unión rechazó el modelo. Pero quizás el hecho más significativo relacionado con ese rechazo fue la lectura de la carta del presidente de la Asociación General, Neal Wilson, a los delegados. Wilson dejó en claro que la Asociación General era la «máxima autoridad en la iglesia» y que tenía autoridad para crear organizaciones subordinadas. Luego reprendió a la Unión del Pacífico Norte por haber creado su propia constitución dos años antes, que no estaba en armonía con el modelo. También amenazó a la unión incumplidora, alegando que consideraba que «la única otra opción» era iniciar una investigación «para determinar si [la] unión. . . está funcionando dentro del espíritu y las pautas establecidas para las Uniones, entendiendo que se tomarán medidas apropiadas en el caso de las organizaciones que no se ajusten a la norma».[68]
Esa amenaza inamovible indica que el tipo de acciones amenazadas por la Asociación General en 2016 tienen una historia. Y esa historia está sólidamente arraigada en el endurecimiento de la relación entre las Uniones y la Asociación General en los Reglamentos Eclesiásticos-Administrativos modificados.
La década de los noventa sería testigo de la decisión de los líderes de la Asociación General de acelerar la centralización de autoridad. Robert Folkenberg, nuevo presidente de la Asociación General, enfrentándose a la importante pero ardua tarea de mantener el orden en una iglesia mundial masiva, estableció en 1991 la Comisión sobre la Organización Mundial de la Iglesia, que se reunió varias veces hasta que su trabajo terminó en 1994. Los aspectos exitosos de trabajo de la Comisión fueron a la Asociación General de 1995. Otros cayeron al borde del camino. Todos ellos abordaban la centralización de la autoridad.
Entre los que cayeron por el camino fue un intento de quitar el derecho exclusivo de las congregaciones locales de desfraternizar miembros. El estímulo para esta acción fue el hecho de que Desmond Ford, famoso por Glaciar View, y John Osborne de Prophecy Countdown todavía mantenían la membresía de la iglesia en congregaciones compasivas que no las desfraternizarían. El caso de Osborne es interesante ya que, aunque vivía en Florida, su membresía, amenazada allí, había sido rescatada por la Iglesia de Troya, Montana, donde nunca había vivido. En ese momento la Asociación General amenazó con disolver la iglesia. Todavía recuerdo recibir una llamada telefónica a última hora de la tarde de uno de los líderes de la congregación diciéndome que tenían un ultimátum: desfraternizar a Osborne o la disolución como iglesia adventista. La congregación fue disuelta, pero la membresía de Osborne había sido rescatada por la Iglesia Village en Angwin, California. Curiosamente, era la Iglesia de Pacific Union College en la misma ciudad la que tenía la membresía de Ford. Ninguna de las congregaciones respondió al pedido de desfraternizar a los dos hombres. Pero la solución parecía obvia: otorgar a los niveles superiores de la estructura de la iglesia la prerrogativa de despedir a los miembros de la iglesia local.[69] Idealmente, el mismo tipo de lógica podía ser usada para quitar las credenciales ministeriales y disolver las congregaciones. Por lo tanto, los niveles «superiores» tendrían más control sobre las situaciones que creían que los niveles inferiores no estaban manejando correctamente.
Bert Haloviak, archivista de la Asociación General en ese momento, señala que él, Paul Gordon del Patrimonio White, y un miembro del Instituto de Investigación Bíblica fueron convocados a la oficina de Folkenberg y a cada uno se le pidió escribir un documento con la «agenda oculta» de las iniciativas de la Asociación General. El artículo del Instituto fue escrito por Raoul Dederen de Andrews University. En total, tres documentos, aunque escritos de manera independiente y desde diferentes perspectivas, concluyeron que la Asociación General no tenía bases para hacer cosas tales como desglosar miembros. Recuerdo a Dederen, un colega mío de la época, con especialidades en eclesiología y teología católica, habiendo observado en la reunión de Cohutta Springs de marzo de 1993 que algunas de las iniciativas propuestas eran esencialmente el resurgimiento del catolicismo medieval.[70]
Los aspectos más exitosos de las recomendaciones de la Comisión fueron pasadas al congreso de la Asociación General de 1995. Ese congreso no sólo presenció un endurecimiento de las medidas de control incluidas en las constituciones modelo, sino que también aprobó una legislación que permitía que las Uniones, las Asociaciones y las Misiones incumplidoras se disolvieran si no se ajustaban a los reglamentos e iniciativas de la Asociación General. Desde 1995, los Reglamentos Eclesiásticos-Administrativos de la Asociación General contiene una nueva sección titulada «Descontinuación de Asociaciones, Misiones, Uniones y Uniones de Iglesias mediante Disolución y/o Expulsión».[71] Utilizando los requisitos cada vez más centralizadores de la constitución modelo, la nueva sección (B 95) proclama el poder de disolver cualquier Unión, Asociación o Misión que esté en desacuerdo con los reglamentos de la Asociación General. Con lo que se ha convertido en la política B 95, la Asociación General llegó al punto en que podría amenazar la existencia de las Uniones de la División Norteamericana en septiembre y octubre de 2016.
Mientras tanto, las medidas que se intentaron a principios de los años noventa habían encontrado una buena resistencia tanto en los comités como en las reuniones de los Concilios Anuales. Susan Sickler, como miembro de la Comisión de Gobierno y del Comité Ejecutivo de la Asociación General, lo vio como un «gran arrebatamiento de poder», mientras que Herman Bauman, presidente de la Asociación de Arizona, dijo que la esencia del informe de la comisión se podría deletrear «con las letras C-O-N-T-R-O-L». Un miembro de la Asociación General bromeó en una conversación privada de que «lo que la Iglesia Católica le tomó 300 años en lograr, lo estamos haciendo en 150».[72]
Folkenberg, por su parte, «no dejaba de decir que esto no era en modo alguno una centralización del poder». En respuesta, un presidente de Unión de la División Norteamericana señaló a la Comisión que «si camina como un pato y se viste como un pato, es un pato». Neal Wilson, que tenía sus propios problemas con su sucesor, apoyó agresivamente a aquellos que veían la cuestión como centralizadora.[73]
Ted Wilson, entonces presidente de la división que abarcaba a Rusia, habría dicho en una reunión de la comisión que tendría dificultades para conseguir que algunas de las recomendaciones sean aceptadas en un país que acababa de salir del comunismo.[74] Ese, no hace falta decirlo, es una opinión pertinente que puede tener importancia en 2017 para aquellos que entienden el significado de la Reforma Protestante.
Hay que hacer una última observación en relación con la Comisión de Gobierno. Es decir, que algunas personas o personas «del alto mando» en la Asociación General aparentemente manipularon los datos para que la forma final del informe de la comisión no se alineara con lo que se votó. Folkenberg no indicó «cómo y por qué llegó a su forma final sin discusión sin una votación de la comisión».[75] La manipulación de los datos reaparecería en 2015.
Ahora pasamos al congreso de la Asociación General de 2015 como el último bloque de construcción que condujo a la amenaza de incumplimiento emitida en el Concilio Anual de 2016. El gran acontecimiento del congreso de 2015, por supuesto, fue el voto para no permitir a las divisiones la opción de ordenar pastoras. Esa acción es bastante clara. Pero la forma en que tuvo lugar deja abierta la cuestión de si la acción representa un voto de «voz de Dios» promulgado por la Asociación General reunida en congreso.
Para captar la importancia de ese tema necesitamos ir a principios de la presidencia de Ted Wilson cuando estableció el Comité de Estudio de Teología de la Ordenación (TOSC). Este panel mundial de más de 100 académicos y no académicos que tenían la responsabilidad de estudiar el tema, se reunió en 2013 y 2014 con el objetivo de informar a la iglesia sobre cuestiones de ordenación a nivel académico para que un voto informado pudiera tener lugar en 2015.[76] El estudio le costó a la denominación cientos de miles de dólares. Como señaló la Secretaría de la Asociación General, «se oyeron voces de todas partes del mundo; los argumentos y documentos de apoyo de todas las perspectivas se hicieron libremente disponibles en línea… El proceso fue inigualable tanto en amplitud como en profundidad».[77] Todos estos puntos son ciertos y se incluyeron en un documento que sugería sanciones para aquellas uniones que no se habían alineado con el voto de 2015. Todo esto se resume con fuerza en un documento titulado «Un Estudio del Gobierno y la Unidad de la Iglesia» desarrollado por la Secretaría de la Asociación General en septiembre de 2016.
Pero, desafortunadamente, el «Estudio» en la actualidad sentó las bases para la desunión, ya que infló el valor del documento para sus propios fines, pero no informó de las conclusiones de TOSC. Esa maniobra es simplemente la punta de un desagradable iceberg.
Aunque parece imposible después de haber gastado tanto dinero y tiempo en el proyecto, los resultados de TOSC nunca fueron presentados claramente al congreso de la Asociación General en el momento de la votación. Y por buenas razones. Al parecer, el consenso de TOSC no apoyaba las conclusiones deseadas de ciertos individuos en la parte superior de la estructura del poder denominacional.[78] Así, los delegados de 2015 no fueron informados de que una super-mayoría de 2/3 (62 a favor y 32 en contra) de los miembros de TOSC estaba a favor de permitir que las divisiones hicieran la elección sobre ordenar pastoras.[79] Además, los delegados no fueron informados de que al menos nueve[80] de las 13 Divisiones de la iglesia en sus informes al TOSC estaban a favor de permitir que cada división hiciera su propia decisión sobre la ordenación femenina. El informe final de TOSC tampoco presentaba esos datos. Sin embargo, si presentó las posiciones de tres grupos distintos de delegados que se desarrollaron durante el viaje de dos años de TOSC. Pero los delegados en el congreso de 2015 no fueron informados explícitamente de que dos de esas orientaciones estaban a favor de que cada división hiciera su propia elección.[81]
Si se hubieran informado de las conclusiones reales del TOSC, la votación, con toda probabilidad, hubiera sido diferente. Después de todo, un cambio del 10% en la votación habría cambiado el resultado. La cuenta final en la sesión de la Asociación General en San Antonio fue de 977 (42%) en favor de la flexibilidad en la ordenación a 1.381 en contra, una votación notablemente cercana considerando cómo se manejó el proceso.
No menos importante que los problemas asociados con la votación fue la no neutralidad del presidente de la Asociación General, quien recordó a los delegados de la sesión el día de la votación que conocían su posición sobre el tema (claramente entendida como contra la ordenación de mujeres). Esa no neutralidad era bastante mala, pero fue expresada con el pleno conocimiento de que una mayoría significativa de TOSC, un comité que había autorizado para resolver el problema, había concluido recomendando que las divisiones tuvieran el derecho de ordenar a las mujeres si eligieran para hacerlo.[82] Y en una iglesia mundial en la que la gran mayoría de los delegados provienen de culturas tribales y católicas romanas, una palabra del máximo administrador de la denominación tiene importancia. La Unión de Noruega expresó una idea importante al sugerir que si la unidad figuraba en la agenda del presidente de la Asociación General, podría haber informado claramente de las conclusiones de la TOSC y había pedido una solución en consonancia con sus resultados.[83]
En este punto se debe anotar el «disgusto» generalizado expresado por un grupo significativo de miembros de la TOSC en la reversión del presidente de la Asociación General. Al principio de las reuniones, cuando al parecer parecía que los participantes cuidadosamente seleccionados llegaban a la conclusión «correcta», Ted Wilson habló al comité sobre la importancia de su trabajo, que no se trataba simplemente de otra investigación sobre un tema muy estudiado, sino que sus hallazgos marcarían la diferencia. Pero cuando la recomendación de la mayoría fue a la inversa, Wilson indicó en la reunión final que era en gran medida un comité norteamericano y que si hubiera sido un comité mundial la decisión habría sido diferente. Se le recordó al presidente públicamente que, aunque muchos de los miembros trabajaban en Norteamérica, eran de hecho de todo el mundo. Pero fue en vano. En ese momento parece que las conclusiones del comité se habían vuelto no tan importantes y fueron marginalizadas en el congreso de 2015.[84]
También hubo serias irregularidades en la votación de 2015, pero este no es el lugar para debatirlas[85]. Por otro lado, debe señalarse que no importa el resultado de la votación o cómo podría haber resultado, el procedimiento en sí sufrió por la supresión y manipulación de información. Se trata de una acusación grave, pero no hay alternativa frente al manejo de las conclusiones de la TOSC y el uso indebido de ellas en los documentos de la Asociación General, lo que pone de manifiesto la importancia del estudio sin informar de sus resultados.[86]
William Johnsson, editor jubilado de la Revista Adventista, ha señalado que 2015 pasará a la historia como el congreso más divisivo de la Asociación General desde 1888.[87] Y él está en lo correcto. Lo interesante es que, en ambos congresos, los principales responsables de la Asociación General manipularon datos. En la era de 1888 fue el presidente G. I. Butler, a quien Ellen White criticó por su deseo de decidir qué información llegaría a los delegados.[88] Sólo se puede adivinar quién decidió suprimir y manipular el informe de las conclusiones de TOSC en 2015, pero la única posibilidad es un par de personas cerca de la cima de la estructura de la Asociación General.
El significado de la manipulación y supresión de datos cruciales que se habían producido a un costo inmenso con el propósito de informar a la iglesia tiene vastas implicaciones, especialmente porque Ellen White, como vimos anteriormente, afirmó repetidamente en los años 1890 que ya no sostenía que la Asociación General fue la voz de Dios porque sus decisiones eran realmente las decisiones de unos pocos hombres. Eso es exactamente lo que encontramos en los eventos previos a la votación en San Antonio. Algunas personas decidieron qué información iba a los delegados. Incluso el documento «Estudio del Gobierno y la Unidad de la Iglesia» de la Asociación General señaló que Ellen White estaba disgustada cuando «dos o tres hombres» trataron de controlar la misión de la iglesia o cuando «sólo media docena en la sede mundial» buscaba «ser un poder gobernante y controlador». El documento de «Estudio» estaba en lo correcto en su uso de ese material inspirado. Pero estaba totalmente equivocado cuando afirmó que lo que sucedió a finales de los años 1800 «está un mundo alejado de la situación actual».[89] En realidad era la misma situación y dinámica, con algunas personas en su capacidad de tomar decisiones que controlaban información y eventos. Como resultado, desde la perspectiva de los escritos de Ellen White, no tenemos un voto de la voz de Dios de la iglesia mundial en 2015. En cambio, tenemos la misma vieja manipulación y aproximaciones de poder real que ella detestaba en 1888 y la década de 1890.
Y la manipulación no era meramente de datos, sino también del proceso. Aquí un ejemplo debería ser suficiente. Los documentos de la Asociación General elevan el concilio de Hechos 15 «casi tanto por su proceso como por la decisión teológica que resultó», pero esa apreciación no fue evidente en San Antonio. Por un lado, los documentos de la Asociación General no describen el proceso de los Hechos 15. Más bien, infiere que el proceso estaba siendo votado para ser seguido por obediencia obligatoria.[90] Pero Hechos 15 describe no sólo el proceso real, sino también el punto de inflexión esencial en ese proceso. El progreso en Hechos 15 estuvo verdaderamente basado en el proceso y vino cuando Pedro fue capaz de demostrar que el Espíritu Santo no hizo ninguna distinción entre judíos y gentiles, sino que descendió de la misma manera a ambos grupos (Hch 15: 8, 9). Sin esa evidencia no habría habido sino división continua. Pero con ella hubo reconciliación y unidad. ¿Qué hubiera sucedido en San Antonio sí el proceso usado en Hechos 15 hubiera sido el mismo ese día de la votación? En el programa se hubieran puesto testimonios de personas que demuestren que el Espíritu Santo descendió sobre los ministerios pastorales/evangelísticos de las mujeres de la misma manera que para los hombres. Tales testimonios fueron importantes en la reunión final del TOSC y ayudaron a que una gran mayoría de los participantes, a pesar de su posición personal sobre la ordenación de las mujeres, aprobara la flexibilidad en la práctica de ordenar a las mujeres.[91] Pero las pocas personas que establecieron el procedimiento en San Antonio decidieron no seguir el modelo de Hechos 15, aunque los documentos de «Estudio del Goberino de la Iglesia» citan ese pasaje para reforzar la posición autoritaritativa de la Asociación General.
Se podría decir mucho más sobre la manipulación de datos y procesos en los eventos relacionados con la votación de 2015. Pero las ilustraciones son muchas y mi tiempo es corto. La conclusión final es que la votación no resuelve nada. Pero sí dividió la denominación de maneras trágicas. Aquí algo de sabiduría de James y Ellen White habría ayudado. James había escrito en 1874 que «el poder del credo ha sido llamado al rescate [de la unidad de la iglesia] en vano. Se ha dicho verdaderamente: «El pueblo estadounidense es una nación de señores». En una tierra de ostentada libertad de pensamiento y de conciencia, como la nuestra, la fuerza de la iglesia no puede producir la unidad; sino que ha causado divisiones, y ha dado lugar a sectas y grupos religiosas casi innumerables».[92]
Su esposa tenía la misma opinión. «La iglesia puede aprobar resolución tras resolución para resolver todo desacuerdo de opiniones», escribió en 1892, «pero no podemos forzar la mente y la voluntad, y así eliminar el desacuerdo. Estas resoluciones pueden ocultar la discordia, pero no pueden apagarla ni establecer un acuerdo perfecto».[93] Desde su perspectiva, sólo la clara palabra de la Escritura podría traer verdadera unidad.
Cristo expresó una idea pertinente cuando proclamó que el que tiene oídos necesita oír «lo que el Espíritu dice a las iglesias» (Apo 3:22). Una vez escuché a un hombre muy sabio decir que aquellos que les gusta citar a Ellen White deberían escuchar todo lo que ella tiene que decir y no usarla para lograr sus propios objetivos. Aquí hay dos selecciones que han sido relevantes a lo largo de la lucha del Adventismo por la autoridad. En 1895 ella escribió que « El poder despótico que se ha desarrollado, como si el cargo hubiera convertido a los hombres en dioses, me hace temer, y debe producir temor. Es una maldición dondequiera se lo ejerza y quienquiera lo ponga en práctica. Este enseñoramiento del legado de Dios creará un resentimiento tan grande hacia la conducción humana que producirá un estado de insubordinación». Ella continuó recomendando que «el único curso seguro es quitar» a tales líderes, puesto que «todos ustedes son hermanos», a menos «que un gran daño sea hecho».[94]
Otra visión fascinante viene de los Testimonios. «No deben considerarse la inteligencia y el juicio de un hombre como suficientes para dirigir y modelar una asociación.… El presidente de una asociación no debe pensar que su juicio personal ha de regir el de los demás… Se han presentado y votado muchísimos asuntos que implicaban mucho más de lo que se anticipaba y de lo que los votantes hubiesen concedido si se hubiesen tomado el tiempo de examinar el asunto desde todos los puntos de vista».[95] En esa cita encontramos un excelente consejo para los que tomarán decisiones adventistas a medida que se acercan al Concilio Anual de 2017.
Entonces, ¿dónde estamos en 2017?
Dado que el problema que se ha desarrollado en los últimos años es sobre la ordenación de las mujeres, debería comentar brevemente el tema.
- No está prohibido en la Biblia
- No está prohibido en los escritos de Ellen White.
- La Reglamentos Eclesiásticos Administrativos de la Asociación General no estipula un requisito de género.[96]
- No es una cuestión establecida, debido a la supresión de la información y la manipulación del proceso en 2015.
- Su práctica no se detendrá porque no hay evidencia bíblica para hacerlo.
- Su prohibición no puede ser resuelta por una sola votación. Los líderes adventistas deben abstenerse de buscar usar los reglamentos como si fuera el Derecho Canónico del Catolicismo. Tenemos que recordar que el adventismo es post-Reforma.
Es verdad que en 1990 la denominación votó oficialmente no para ordenar a las mujeres al ministerio del evangelio debido a «el posible riesgo de desunión, disensión y desviación de la misión de la iglesia».[97] Esa votación, debemos notar, no afirmó que la práctica sea incorrecta. No era un voto teológico, sino uno basado en los motivos prácticos de que podrían causar desunión. Eso fue hace 27 años y la denominación ha descubierto que la unidad puede fracturarse en más de una dirección. El hecho claro en 2017 es que la iglesia está seriamente dividida en la ordenación de las mujeres. Pero probablemente no lo estaría si las conclusiones generadas por el TOSC no hubieran sido suprimidas en San Antonio y si el proceso de Hechos 15 hubiera sido utilizado en el congreso, y si los líderes de la Asociación General hubieran utilizado las conclusiones de TOSC como una herramienta para traer unidad y reconciliación a la iglesia.
Pero ese enfoque de reconciliación no se llevó a cabo. Como resultado, un pequeño grupo en la sede denominacional decidió ejercer lo que se creía que era su autoridad en septiembre y octubre de 2016, meses que fueron testigos del vértice de la evolución de la autoridad eclesiológica adventista y la continuación de los resultados problemáticos que James y Ellen White había predicho por el uso de tal autoridad. La recomendación inicial de septiembre, formulada en las oficinas presidenciales, utilizó las normas de los Reglamentos Eclesiásticos-Administrativos desarrolladas en los años ochenta y noventa para centralizar la autoridad. Especialmente importante fue B 95, votado como reglamento en el congreso de 1995, que autorizó la «disolución» de las Uniones incumplidoras que no estaban en armonía con los reglamentos de la Asociación General. Ese documento inicial, cuyo contenido básico se filtró a Spectrum, instó a la disolución de las uniones ofensoras y su reconstitución como misiones adjuntas a la Asociación General. De esta manera, los dirigentes de las Uniones podrían ser removidos y reemplazados, y se podría convocar reuniones electivas para revertir los votos sobre la ordenación.[98] Mis fuentes, muchas de las cuales solicitaron confidencialidad ante el actual clima intimidatorio y amenazador de la denominación,[99] me dijeron que la propuesta inicial, que no tenía una opinión generalizada, fue retirada, y todas las copias fueron recogidas por el presidente de la Asociación General.
Lo que eventualmente surgió de un proceso complejo fue el documento generado por la Secretaría titulado «Un Estudio sobre el Gobierno y la Unidad de la Iglesia». Este no es el lugar para criticar ese documento,[100] pero su existencia apunta a una paradoja interesante. Es decir, que la acción de la Asociación General en Silver Spring para corregir las uniones incumplidoras está en desacuerdo con los propios reglamentos de la Asociación General. Mitchell Tyner, abogado general adjunto jubilado de la Asociación General, me señaló esta cuestión. Él apunta a que los principales administradores de la denominación en septiembre y octubre de 2016 se dispusieron a aprobar un reglamento para tratar con las Uniones incumplidoras, a pesar de que tal reglamento ya existía. De acuerdo con B 95 15, todas las acciones en relación con las uniones incumplidoras deben ser iniciados por la División. Y «si el comité ejecutivo de la división determina que una Unión/Unión de iglesias con estatus de Asociación está en apostasía o rebelión y debe ser expulsada de la hermandad mundial de las uniones, la División remitirá el asunto al Comité Ejecutivo de la Asociación General.[101]
Con un procedimiento claro ya en los Reglamentos Eclesiásticos-Administrativos, Tyner, con su formación jurídica, se preguntó en voz alta por qué alguien querría crear un nuevo reglamento. La respuesta más probable, señala, «parecería que B 95 no era exactamente lo que querían hacer los iniciadores de este episodio».[102]
Para decirlo sin rodeos, las oficinas presidenciales de la Asociación General tuvieron que salirse de los reglamentos para hacer valer sus argumentos en favor de castigar a aquellos que se consideraba que estaban fuera de los reglamentos. Después de todo, los Reglamentos Eclesiásticos-Administrativos detallan en lenguaje inequívoco que la disolución de las uniones debe comenzar en el nivel de División. Pero si es improbable que la División que llegue a la respuesta «correcta», deben utilizarse alternativas. La alternativa seleccionada, en este caso, era que la presidencia salga de los reglamentos para llevar a cabo la tarea. Así que tenemos un caso de incumplimiento flagrante con los Reglamentos Eclesiásticos-Administrativos para castigar el incumplimiento.
Obviamente, lo que se necesita es un nuevo reglamento que permita al presidente de la Asociación General iniciar acciones contra cualquier persona que se considere merecedora de tal atención. Tal reglamento, por supuesto, sería un paso importante hacia el papismo y el irrestricto poder despótico.
Tyner señala que los directivos de la Asociación General «han decidido más de una vez ignorar los reglamentos sí parece lo mejor que pueden hacer, como si los reglamentos fueran opcionales, no obligatorios. Esto es un poco como la posición de Richard Nixon de que, si el presidente lo hace, no es ilegal».[103] Esta idea bastante embarazosa nos lleva al 2017, durante el cual el Concilio Anual debe actuar sobre el destino de los peldaños más bajos de la organización que deben ser atendidos por su propio incumplimiento en la ordenación de las mujeres. Para decirlo con suavidad, el liderazgo de la Asociación General se ha apoyado en una situación extraordinaria en la evolución (o revolución) en la autoridad adventista.
Tal vez en este punto de nuestra historia podríamos beneficiarnos de una palabra del autor de la estructura de la iglesia adventista, que afirmó en 1874 que «la organización estaba diseñada para asegurar la unidad de acción y como una protección contra la impostura. Nunca fue concebida como un azote para obligar a la obediencia, sino, más bien, para la protección del pueblo de Dios». Curiosamente, James White publicó esa declaración exacta al menos dos veces, pero con comentarios diferentes cada vez. En 1874 agregó que «la fuerza de la iglesia no puede presionar a la iglesia en un solo cuerpo. Esto se ha intentado, y ha probado ser un fracaso».[104] Y en 1880 añadió que «los que trazaron el plan de nuestra iglesia, de las organizaciones de las Asociaciones y de la Asociación General, trabajaron para proteger el precioso rebaño de Dios contra la influencia de aquellos que podría, en mayor o menor grado, asumir el liderazgo. No ignoraban los males y los abusos que habían existido en muchas de las iglesias del pasado, donde los hombres habían asumido la posición que pertenece a Jesucristo, o lo habían aceptado a manos de sus hermanos de mente estrecha».[105] Y si necesitamos más comentarios de su esposa, debemos recordar su declaración de que la iglesia debe pensar en todas las posibles consecuencias de cualquier acción votada antes de promulgar una ley.[106]
Con esos pensamientos en mente debemos recordar que la Iglesia Católica medieval nunca se vio a sí misma como perseguidora de nadie. Sólo se estaba asegurando de que la gente estuviera en línea con el Derecho Canónico, su versión de los Reglamentos Eclesiásticos-Administrativos.
Ha sido un largo viaje, pero este trabajo debe ser llevado a una conclusión. Un poco de historia demuestra que las ideas del Adventismo sobre la autoridad de la iglesia han recorrido un largo camino en 150 años. James Standish, anteriormente miembro del Departamento de Libertad Religiosa de la Asociación General, ha escrito que «como un movimiento, estamos resbalándonos muy peligrosamente hacia la jerarquización, el formalismo y el dogmatismo que nuestros pioneros rechazaron explícitamente».[107]
A lo largo de esa línea, debemos recordar que parte de la estrategia de James White para lograr que los adventistas se organizaran en primer lugar fue ayudarles a ver que el uso bíblico de la palabra «Babilonia» no sólo significa persecución, sino también confusión. White los convenció del segundo significado. Pero parece que la denominación está ahora intentando resucitar al primero. Por supuesto, dado el incumplimiento de la Asociación General con sus propios reglamentos, tal vez ambos significados estén en evidencia en 2017.
En el espíritu del Año de Lutero y el llamado del presidente de la Asociación General a ser fieles a los principios de la Reforma, estoy ofreciendo mis propias 9.5 tesis (no tengo tiempo para 95). Pero primero quiero señalar que hay momentos para palabras suaves. Pero llegará un momento, como descubrió Martín Lutero, para las palabras firmes. Como Lutero, amo a mi iglesia y espero su reforma. Creo que Lutero escribió sus proposiciones con amor en su corazón. Y puedo asegurarte que hago lo mismo. Realmente deseo ver la reconciliación. Aquí están mis 9.5:
9.5 Tesis[108]
- La única base para la unidad de los cristianos es la Escritura, la confianza y el amor de Dios.
- El Manual de la Iglesia deja claro que la Asociación General es la «autoridad suprema» para la iglesia mundial, «bajo Dios».[109]
- Es Dios quien llama a los pastores. Todo lo que la iglesia puede hacer es reconocer el llamado de Dios mediante la imposición de manos.
- La ordenación no es un tema bíblico. (Los pasajes que usan la palabra en la KJV generalmente significan nombrar o consagrar.) En la Biblia no hay absolutamente ninguna diferencia entre ordenar y comisionar.
- Para los adventistas la Biblia es la única fuente de doctrina y práctica. Una apelación a los reglamentos no es una apelación a la Biblia. Una votación mediante un congreso de la Asociación General no es equivalente a la evidencia bíblica.
- Sobre temas no establecidos definidamente en la Biblia, James White utilizó el único camino posible para avanzar en la unidad de misión cuando pasó de una hermenéutica que estipulaba que las prácticas debían expresarse de manera explícita en la Biblia a una hermenéutica que sostenía que las prácticas eran permisibles sí no contradecían la Escritura y estaban en armonía con el sentido común. (La nueva hermenéutica hizo posible que los adventistas sabáticos se organizaran como una denominación.)[110]
- Las así llamadas uniones separatistas no están fuera de armonía con la Biblia.
- El adventismo se ha movido a veces de ser una iglesia basada en la Escritura a una basada en la tradición y los pronunciamientos eclesiásticos.
- Los líderes de la Asociación General en 2017 están acercándose peligrosamente a imitar la iglesia medieval en su llamado a una seria disciplina de grandes sectores de la iglesia sobre la base de una cuestión no bíblica.
9.1. Los recientes documentos y procedimientos de la Asociación General no reflejan fidelidad a las enseñanzas de la Biblia en Hechos 15 o Mateo 18.
9.2. Debido a la omisión de los datos y la manipulación de los acontecimientos que rodean el proceso de votación, no creo que la votación de 2015 sobre la ordenación de las mujeres indicara la voz de Dios.
9.3. Una de las funciones importantes de los antiguos profetas hebreos era confrontar a los sacerdotes y reyes sobre su abuso de autoridad. Una de las funciones de Ellen White era confrontar a los presidentes de las Asociaciones por razones similares. Y, si hubiera un profeta en el adventismo moderno, ese profeta encontraría mucho que hacer.
9.4. La atmósfera actual de confrontación en el adventismo no ha sido provocada por las uniones, sino por los líderes de la Asociación General y por sus tácticas no bíblicas y manipuladoras.
9.45. Las reuniones de octubre de 2017 pueden ayudar a la Iglesia Adventista mundial a decidir si quiere moverse más hacia una eclesiología adventista o hacia una heterogeneidad más católica romana.
9.5 Las así llamadas uniones incumplidoras deben mantenerse unidas, ponerse en línea con las exigencias de la Asociación General o caer una a una. Martin Niemöller, uno de los principales pastores protestantes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, escribió una pieza reflexiva: «Primero vinieron por los socialistas, y yo no dije nada, porque yo no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y yo no dije nada – porque yo no era un sindicalista. Entonces vinieron por los judíos, y yo no dije nada, porque yo no era judío. Luego vinieron a buscarme … y no quedó nadie para hablar».
Para concluir, dos recuerdos históricos son importantes. Primero, las palabras de Pedro en Hechos 5:39: «Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres». En segundo lugar, las palabras de Lutero en la Dieta de Worms: «Yo no puedo someter mi fe ni al papa ni a los concilios, porque es tan claro como la luz del día que ellos han caído muchas veces en el error así como en muchas contradicciones consigo mismos. Por lo cual, si no se me convence con testimonios bíblicos… yo no puedo ni quiero retractar nada, por no ser digno de un cristiano hablar contra su conciencia. Heme aquí; no me es dable hacerlo de otro modo. ¡Que Dios me ayude! ¡Amén!».[111]
Notas
[1] «Lebanese University Encouraged to Reach Middle East through Medicine», Adventist News Network, 9 de mayo de 2017.
[2] Heiko A. Oberman, Luther: Man Between God and the Devil (New York: Image Books, 1992), 204.
[3] Ibid., 39.
[4] Ellen White, El conflicto de los siglos, 118.
[5] Ibid., 148.
[6] Ibid., 188.
[7] James White, «The Gifts of the Gospel Church», Review and Herald, 21 de abril de 1851, 70. En adelante RH.
[8] Secretaria de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día, «Summary of A Study of Church Governance and Unity», septiembre de 2016, 5; ídem., «A Study of Church Governance and Unity» septiembre de 2016, 13.
[9] Ellen White, Los hechos de los apóstoles, 159; ídem, La historia de la redención, 323, 319.
[10] Pablo también plantea la cuestión en 1 Corintios 8 y muy probablemente en Romanos 14, pero 1 Corintios 10 es el pasaje más explícito sobre el tema.
[11] Secretaria, «Summary», 6, cf. 4; ídem, «A Study», 12.
[12] Francis D. Nichol, ed. The Seventh-day Adventist Bible Commentary (Washington, DC: Review and Herald, 1953-1957), 5:448.
[13] Ibid., 5:433.
[14] Ellen White, Testimonios para la iglesia (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 1998), 7: 250.
[15] Russell L. Staples,«Una concepción teológica de la ordenación» en Mujer y ministerio: Perspectivas bíblicas e históricas, ed. Nancy Vyhmeister (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 1998), 139; véase también Darius Jankiewicz, «The Problem of Ordination: Lessons from Early Christian History», en South Pacific Perspectives on Ordination: Biblical, Theological and Historical Studies in an Adventist Context, eds. Graeme J. Humble y Robert K. McKiver (Cooranbong, NSW: Avondale Academic Press, 2015), 101-129.
[16] Ver por ejemplo: Tito 1:5; Marcos 3:14; Juan 15:16; Hechos 1:22; 14:23; 16:4.
[17] Véase Ellen White, HAp, 130-132.
[18] Ellen White a «Brethren who shall assemble in General Conference», Carta 20a, 5 de agosto, 1888.
[19] Ellen White, El colportor evangélico (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1999), 129. Para un análisis más exhaustivo sobre el tema, ver George Knight, «Visions and the Word: The Authority of Ellen White in Relation to the Authority of Scripture in the Seventh-day Adventist Movement», en By What Authority? The Vital Question of Religious Authority in Christianity, ed. Robert L. Millet (Macon, GA: Mercer University Press, 2010), 144-161.
[20] Para un tratamiento más completo de la crisis de la autoridad en los acontecimientos que rodearon la sesión de la Asociación General de 1888, ver George Knight, Angry Saints (Nampa, ID: Pacific Press, 2015), 121-140.
[21] I. Butler a Ellen White, Carta, 1 de octubre de 1888; Ellen White a Mary White, Carta 82, 4 de noviembre de 1888; ídem, a M. H. Healey, Carta 7, 09 de diciembre de 1888; Cf. ídem, a I. Butler, Carta, 14 de octubre de 1888.
[22] Ellen White, Manuscrito 37, 1890 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, s/f, 1890)
[23] Minneapolis Tribune, 18 de octubre de 1888; Ellen White, Manuscrito 24, 1892 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, s/f, 1892); Minneapolis Journal, 18, 1888, 2. Énfasis añadido.
[24] Ellen White, CS, 291.
[25] Ellen White, HAp, 131.
[26] Ellen White, HR, 318.
[27] Ver Catechism of the Catholic Church: With Modifications from the Editio Typica (New York: Image, 1995), 433-437; Jarislav Pelikan, The Riddle of Roman Catholicism (Nashville: Abingdon, 1959), 84, 124-125; Richard P. McBrien, Catholicism, study edition (San Francisco, Harper & Row, 1981), 558-559, 846-847.
[28] La Iglesia Católica Romana, por ejemplo, sólo tiene dos niveles de autoridad por encima de la congregación local.
[29] Joseph Bates y Uriah Smith, «Doings of the Battle Creek Conference, Oct. 5 & 6, 1861», RH, 8 de octubre de 1861, 148.
[30] Ibid.
[31] George Storrs, «Come Out of Her My People», The Midnight Cry, 15 de febrero de 1844, 237-238.
[32] Charles Fitch, «Come Out of Her, My People» (Boston: J. V. Himes, 1843).
[33] Ver George R. Knight, William Miller and the Rise of Adventism (Nampa, ID: Pacific Press, 2010), 228-250.
[34] James White, «Yearly Meetings», RH, 21 de julio de 1859, 68.
[35] Ibid.
[36] Ibid.
[37] John Byington y Uriah Smith, «Report of General Conference of Seventh-day Adventists» RH, 26 de mayo de 1863, 204-206.
[38] James White, «Organization», RH, 05 de agosto de 1873, 60.
[39] «Sixteenth Annual Session of the General Conference of S. D. Adventists», RH, 04 de octubre 1877, 106; énfasis añadido.
[40] Ellen White, Manuscrito 33, 1891 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, s/f, 1891).
[41] Ellen White a «Men Who Occupy Responsible Positions», Carta 4, 01 de julio de 1896.
[42] Ellen White, Manuscrito 37, 1901 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, abril de 1891).
[43] Barry David Oliver, SDA Organizational Structure: Past, Present and Future (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 1989), 98-99.
[44] Ellen White, Testimonios para la iglesia (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 1998), 9:209.
[45] Para un análisis amplio sobre la reorganización, véase Oliver, SDA Organizational Structure.
[46] A. Olsen a A. T. Robinson, Carta, 25 de octubre de 1892; ver George R. Knight, Organizing for Mission and Growth: The Development of Adventist Church Structure (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2006), 78-80 para la secuencia de eventos.
[47] General Conference Committee Minutes, 25 de enero.
[48] General Conference Bulletin, 1913.
[49] General Conference Bulletin, 1901.
[50] Ellen White, Manuscrito 26, 1903 (Silver Spring, MD: Ellen G. White Estate, 03 de abril de 1903).
[51] Gerry Chudleigh, Who Runs the Church? Understanding the Unity, Structure and Authority of the Seventh-day Adventist Church (s/l: AdventSource, 2013), 18; énfasis añadido.
[52] Ibid.
[53] Ellen White a «the General Conference Committee and the Publishing Boards of the Review and Herald and Pacific Press», Carta 71, 08 de abril de 1894; ver también, ídem, Testimonies, 9:259- 260.
[54] A. G. Daniells, European Conference Bulletin, 2, citado en Oliver, 320.
[55] Oliver, 317 n. 2, 341.
[56] Ver Knight, Organizing, 133-140.
[57] George I. Butler, Leadership (Battle Creek, MI: Steam Press, 1873), 1, 8, 11, 13.
[58] Ver por ejemplo, [James White] en una serie titulada «Leadership» que se publicó en Signs of the Times desde el 04 de junio de 1874 al 09 de julio de 1874; en adelante ST. Ellen White, Testimonies, 3:492-509.
[59] James White y Uriah Smith, «Proceedings of the Fourteenth Annual Session of the S. D. Adventist General Conference», RH, 26 de agosto de 1875, 59; James White y A. B. Oyen, «Sixteenth Annual Session of the General Conference of S. D. Adventists» RH, 04 de octubre de 1877, 106.
[60] Kevin M. Burton, «Centralized for Protection: George I. Butler and His Philosophy of One-Person Leadership» (Tesis de maestría, Andrews University, 2015).
[61] I. Butler a Ellen White, 01 de octubre de 1888; Ellen White a G. I. Butler, 14 de octubre de 1888.
[62] Ver, Knight, Angry Saints, passim.
[63] Ver, Burton, 60.
[64] Ellen White a «the General Conference Committee and the Publishing Boards of the Review and Herald and Pacific Press», 08 de abril de 1894; D. T. Jones a J. D. Pegg, 17 de marzo de 1890; D. T. Jones a W. C. White, 18 de marzo de 1890.
[65] Ellen White a «Elder Daniells and His Fellow Workers», Carta 49, 12 de abril de 1903.
[66] Chudleigh, Who Runs the Church? 31.
[67] Stanley E. Patterson, «Kingly Power: Is It Finding a Place in the Adventist Church?», Adventist Today, septiembre-octubre 2012, 5; Chudleigh, Who Runs the Church?, 32-33; Working Policy of the General Conference of Seventh-day Adventists, edición 1999-2000 (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000), 125-126.
[68] Rosmary Watts, «North Pacific Reasserts Constitutional Independence», Spectrum, febrero de 1987, 29-33. La carta de Wilson se encuentra como apéndice en las páginas 31-33.
[69] «Church Leaders Favor Model Constitution», Adventist Today, mayo-junio de 1995, 19; «Administration Seeks Greater Control», Adventist Today, noviembre-diciembre de 1994, 23, 26.
[70] Susan S. Sickler a George R. Knight, Carta, 27 de febrero de 2017; Bert Haloviak a George R. Knight, Carta, 07 de marzo de 2017; «Administration Seeks Greater Control», 26.
[71] Designado en el Working Policy como B45 en ediciones posteriores a 1995 pero ahora como B95.
[72] Susan S. Sickler a George R. Knight, 27 de febrero de 2017; «Administration Seeks Greater Control», 23, 26.
[73] Ibid.
[74] Ibid., 26.
[75] Ibid., 23.
[76] «General Conference Theology of Ordination Study Committee Report, June 2014», 3-7. Un examen de la lista de miembros del comité revela que una gran parte, si no la mayoría, no eran académicos.
[77] Secretaría, «A Study of Church Governance», 41; Secretaría, «Summary of A Study», 14.
[78] Como se verá más adelante, muchos de los participantes del TOSC quedaron desilusionados cuando el presidente de la Conferencia General cambió su opinión sobre la importancia de la comisión desde su primera reunión, cuando parecía que presentaría la respuesta «adecuada» a su último, en el que la mayoría votó en contra de su posición.
[79] TOSC «Report».
[80] Este punto necesita más investigación en los 13 informes de la división. Nueve divisiones a favor de la diversidad es el número más bajo que he encontrado. Algunas fuentes informan 11 y otras 12 divisiones a favor de la flexibilidad.
[81] TOSC «Report», 122, 123
[82] Ibid., 12, 122, 123.
[83] Unión Noruega, «A Response to ‘A Study of Church Governance and Unity’», 4 de octubre de 2016; Ver William G. Johnsson, Where Are We Headed? Adventism after San Antonio (Westlake Village, CA: Oak and Acorn Publishing, 2017), 153-161 por una version públicada del documento.
[84] Recuerdos de varios participantes que desearon permanecer anónimos.
[85] Ver, por ejemplo, George R. Knight, «The Role of Union Conferences in Relation to Higher Authorities», Spectrum, vol 44., no. 4 (2016), 40.
[86] Secretaría, «Summary of A Study», 14; Secretaría, «A Study» 40, 41; ver también Barry Oliver a George R. Knight, 20 de febrero de 2017.
[87] Johnsson, Where Are We Headed?, 1.
[88] Ellen White a G. I. Butler, 14 de octubre de 1888.
[89] Secretaría, «A Study», 34.
[90] Secretaría, «Summary of A Study», 5; Secretaría, «A Study», 13; énfasis añadido. Ver también Mark A. Finley, «United in Message, Mission, and Organization», Ministry, abril de 2017, 14.
[91] Recuerdos de varios delegados que pidieron permanecer anónimos.
[92] James White, «Leadership», ST, 4 de junio de 1874; énfasis añadido.
[93] Ellen White, Manuscrito 24, 1892.
[94] Ellen White, Special Testimonies: Series A (Payson AZ: Leaves-of-Autumn, n.d.), 299-300; énfasis añadido. Traducido parcialmente en ídem, Los eventos de los últimos días, 95.
[95] Ellen White, 9T, 221; énfasis añadido.
[96] Ver Working Policy, L 35, L 50. El lenguaje sexista votado en estas secciones no es un reglamento votado, sino una decisión editorial en la década de 1980. Ver Knight, «The Role of Unions», 41: Gary Patterson, crítica sin título del documento de la Secretaría sobre «Unions and Ordination», 1.
[97] «Session Actions», Adventist Review, 13 de julio de 1990, 15.
[98] Ver, e.g., Bonnie Dwyer,«General Conference Leadership Considers Takeover of Unions that Ordain Women», 29 de septiembre de 2016, http://spectrummagazine.org/print/7661.
[99] La mayoría de mis fuentes han solicitado confidencialidad, dada la atmósfera intimidatoria en el edificio de la Asociación General, en las instituciones de la Asociación General, y entre otros empleados denominacionales que tienen esperanza por un futuro en los campos superiores de la denominación. De hecho, la intimidación y las amenazas en asuntos relacionados a las finanzas y la financiación han estado en el «aire» emanando de Silver Spring. No es ningún accidente de ningún profesor de Andrews University o su seminario teológico estén participando en esta conferencia. El «poder despótico» está vivo y sano. Es una fortuna que algunos de nosotros estemos jubilados y estemos más allá de la autoridad intimidatoria.
[100] Por una crítica perpicaz, ver Unión Noruega, «A Response to ‘A Study of Church Governance and Unity’,» 4 de octubre de 2016.
[101] Mitchell Tyner, http://spectrummagazine.org/article/2016/10/10/analysis-use-general-conference-working-policy-case-unions-ordain-women.
[102] Ibid.
[103] Ibid., énfasis añadido.
[104] James White, «Leadership», ST, 9 de julio de 1874, 28.
[105] James White, «Leadership», RH, 17 de junio de 1880, 392.
[106] Ellen White, Testimonies, 9:278.
[107] Citado en Johnsson, Where Are We Headed?, 74.
[108] Incluso un lector casual descubrirá que, al igual que Lutero, me ha resultado un poco difícil evitar que el número de estos se expanda, de allí la maniobra de 9.1 y 9.2, para que así pueda mantener el simbolismo 9.5.
[109] Seventh-day Adventist Church Manual, 16va ed. (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000), 27; énfasis añadido.
[110] Ver George R. Knight, «Ecclesiastical Deadlock: James White Solves a Problem that Had No Answer», Ministry, julio de 2014, 9-13; ídem, «James White finds the Answer», en Women and Ordination: Biblical and Historical Studies, ed. John W. Reeve (Nampa, ID: Pacific Press, 2015), 113-120.
[111] Ellen White, CS, 148.