Beatriz S. Neall – Una teología de mujer

Una vez fui a un seminario que hacia énfasis sobre la subyugación de la mujer en la “cadena de mandato.” Una esposa debe someterse bajo la sombrilla de su esposo aunque esa sombrilla permita colarse las gotas de agua, se nos dijo. Dios honraría su obediencia aun si el esposo se equivocara, de la misma forma que rescató a Sarah del error de Abraham.

Pensé que esta era una visión romántica que sería entretenida probar, especialmente porque me quitaba la responsabilidad. Pero cuando verifiqué la posición de Elena White, el impacto quitó mis ideas románticas. Ella proclamó fuertemente que cada persona tiene que darle cuenta a Dios, que nadie debe mezclar su individualidad dentro de la personalidad de otro ser humano,1 que el abuso de la supremacía masculina sobre la mujer causaba que el sendero de la mujer fuera amargo,2 los esposos deben tratar a las esposas como si fueran iguales, como ellas fueron creadas para serlo,3 no citando las Escrituras para defender su dominio.4 ¡En poco tiempo se pudo notar que nuestra autora favorita no apoyaba el punto de vista de “cadena de comando” en el papel de la mujer!

De inmediato tuve que encarar el hecho de que aquella líder de seminario y Elena White estaban usando las Escrituras de maneras diferentes. ¿A cuál debía creer? Abraham Lincoln notó que el Norte y el Sur en los Estados Unidos ambos leían la misma Biblia y le oraban al mismo Dios, pero llegaron a conclusiones opuestas sobre el caso de la esclavitud. Los cristianos hoy dia están divididos de la misma forma sobre el tema del rol de la mujer. Como interpretar la Biblia y aplicarla al presente es un punto crítico.

Interpretando y Aplicando la Escritura Algunos dicen, “No es necesario interpretar la Biblia – solo hay que hacer lo que manda.” Pero no toda la Escritura lleva el mismo peso. Ni el cristiano más conservador sería capaz de apedrear a su propio hijo, aunque en Deut. 21:21 se encuentra ese mismo mandato. Por el hecho de que la Biblia fue escrita en lenguas antiguas a gentes de antaño no hay manera de evitar la tarea de interpretarla.

El primer paso debe ser comprender el significado del pasaje en el tiempo que fue escrito. Esta tarea, llamada exégesis es intentar determinar la intención original del escritor y escuchar la palabra de la misma forma que lo hicieron los oyentes originales. Es importante descubrir las circunstancias con las cuales el escritor estaba tratando. A menudo hay claves en el libro mismo u otras Escrituras por el mismo escritor. ¿Porqué, por ejemplo mandó Pablo que las mujeres guardaran silencio en la iglesia? (ICor. 14:34) ¿Acaso estaba él enfrentando un problema especial?

Después de determinar lo que el escritor estaba diciéndoles a sus lectores originales, necesitamos aplicar el pasaje a nuestro propio tiempo. ¿Qué nos esta diciendo hoy la Palabra de Dios? Este proceso se llama hermenéutica (aunque muchas veces el término se usa para el proceso entero de la interpretación.) ¿Se pueden aplicar las palabras de Jesús al joven rico de “vended todo lo que tenéis y dadlo a los pobres,” a todo lector? Al leer la palabra de Dios hoy dia para oír su voz, no siempre nos es posible aplicar el texto directamente a nosotros.

Aún al usar los escritos de Elena White, se nos ha enseñado a “considerar el tiempo y el lugar.” ¡Su consejo de los 1860’s que las faldas se llevaran más cortas sería desastroso cuando tantas mujeres llevan hoy minifaldas! Cuando un consejo específico no se puede aplicar, uno debe buscar el principio que es la base de ese consejo. La preocupación de la Hermana White era por la salud y la modestia. ¿Acaso la declaración de Pablo “No permito mujer ninguna a enseñar” (ITim. 2:12) es un mandato universal o un consejo para una situación especifica? He aquí una tarea para la hermenéutica.5

Otros principios generales también son útiles al interpretar las Escrituras. Los Adventistas del Séptimo Día tienen una llave valiosa para aplicar la Palabra al día de hoy. Las escrituras de Elena White. Su interpretación de los textos de Pablo sobre la mujer será vital en este estudio.

Otro principio bien acogido por los Adventistas como reformistas que son es que el estado de antes de la Caída es el ideal que se debe poner delante del hombre y la mujer hoy. Ciertas prácticas como la esclavitud, poligamia, comer carne, y el uso de bebidas alcohólicas, mientras que son comunes en las Escrituras y no prohibidas específicamente, no representan; el ideal de Dios para la humanidad. Típicamente, la misión adventista es llamar al mundo a “regresar al Edén.” El Edén ideal es importante para el papel y estado de la mujer.

Jesús, como la suprema revelación de Dios, es el ejemplo supremo de la manera como los seres humanos deben tratarse los unos a los otros. En el estudio del papel de la mujer, el ejemplo de Jesús debe llevar el mayor peso.

Al buscar dirección de las Escrituras en casos contemporales que no son exactamente parecidos a los datos que se hallan en la Biblia, buscamos precedentes Bíblicos. ¿Deberán estos precedentes aplicarse rígidamente? ¿Cómo aplicó Jesús las Escrituras? ¿Cuál valoró Él más, la ley y precedente, o el bienestar de la gente?

¿Y qué se debe hacer si las Escrituras guardan silencio acerca de un caso? Muchas veces es necesario buscar, “la trayectoria” de las Escrituras. Si uno puede ver la dirección hacia donde esta apuntado un proyectil y calcular su velocidad, uno puede pronosticar donde va a aterrizar. En la cuestión de la esclavitud, la Biblia supone su existencia y no da mandato ninguno para aboliría (Pablo hasta les dice a los esclavos que obedezcan a sus amos); pero los principios Bíblicos de la hermandad, la dignidad de la humanidad, la libertad para escoger, y la necesidad que uno tiene de desarrollar sus dones, son guías en dirección hacia la abolición. En el estudio del rol de la mujer, como en la esclavitud, es necesario determinar la trayectoria de las Escrituras.6

Para cerciorarnos de nuestra interpretación de las Escrituras necesitamos hacemos la pregunta, “¿Que está haciendo Dios en realidad?” ¿Está Él actuando de acuerdo con lo que nosotros entendemos de las Escrituras, o acaso Él se niega a estar limitado? En base a las Escrituras Pedro creyó que los judíos no debían asociarse con los gentiles (véase Lev. 20:26 y Neh. 9:2) y que los gentiles no serian salvos sin primero convertirse en judíos. El Espíritu Santo deshizo su teología al actuar de una manera contraria a sus expectativas. (Hechos 10:28, 44, 45). Dios se estaba moviendo y Pedro tuvo que aprender a moverse con Él.

¿Cómo se está moviendo hoy Dios? ¿Emplea El a la mujer para enseñar, guiar, ejercer autoridad? La Iglesia Adventista del Séptimo Día reconoce que Dios llamó a una mujer para ser Su mensajera en estos últimos días. Las acciones de Dios deben ser una medida para comprobar nuestra interpretación de las Escrituras.

La Mujer Según Dios La Creo

¿Qué creó Dios al crear a la mujer? ¿Algo menos que un hombre por haber sido creada después que él, de él, y para él? ¿Algo igual al hombre porque fue tomada de su lado? Hay una abundancia de significados en el simple relato de Génesis 1:26, 27: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señorée en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastre sobre la tierra.” “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, varón y hembra los creó.”

Ya que el hombre es a imagen de Dios, es necesario descubrir como es Dios. El texto indica que Él no es un ser solitario, sino una unión de mas de uno. Dios (en Hebreo Elohim, forma plural) dice, “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza.” He aquí conversación entre miembros de la Deidad – tres personas obrando juntas en armonía. ¿Entonces cuál es el significado cuando Dios dice, “Hagamos al hombre a nuestra imagen?” El versiculo siguiente explica: “Entonces Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Gen. 1:27)

El hombre como varón y hembra constituye la imagen de Dios. Dios-en- relación creo al hombre-en-relación. Hombre (Heb. adan) quiere decir “ellos.” Según Dios es una confraternidad de tres seres que viven en una relación de amor, el varón y la hembra  han de también vivir en una relación de amor. Al ser creados, el varón y la hembra forman una unidad. Es una unidad que refleja la semejanza de Dios.9

Génesis 5:1,2 enriquece ese concepto: “Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en el que creó Dios al hombre (adán) a semejanza de Dios lo hizo. Varón y hembra los creó; y los bendijo, y llamo el nombre de ellos Hombre (Adán) el día que fueron creados.”

Algunos han pensado que el varón adán era a imagen de Dios y que la hembra adán era a imagen del hombre, y por eso, inferior a él. Este texto nos dice algo completamente contrario: El hombre a imagen de Dios es a la vez hombre y mujer. Aunque el varón fue el primer humano formado (Gen 2:7), él no era la criatura perfecta que Dios tenía en mente. La evaluación de Dios fue, “no es bueno que el hombre esté solo (versiculo 18). Solo con la creación de la mujer el hombre se convierte completo y “bueno.”

Mientras que la mayoría de nosotros reconocemos que Dios no es un ser sexual, casi pensamos en Él como varón porque Él es nuestro Padre, Rey y Novio. Pero un cuidadoso estudio de la Biblia revela que Dios a menudo usa figuras femeninas para descubrir su personalidad y acciones. El se compara a sí mismo a una mujer que está de parto (Deut. 32:18; Isa. 42:11), o a una mujer con su crianza (Isa. 49:15). El nombre El-Shaddai literalmente quiere decir, “Dios, mis senos” – o sea, Dios la procedencia de mi nutrición y aliento.” La compasión divina de Dios se expresa por una forma de palabra hebrea por el vientre, el lugar de protección donde Dios lleva a su pueblo. Dios también se compara a si mismo a una madre aguila o una madre gallina cuidando a su polluelo (Deut. 32:11,12; Mat. 23:37). Ya que Dios se describe a sí mismo con características varoniles y femeninas, es necesario imaginarlo con características de varón y hembra.

La tarea de subyugar al mundo y dominar la tierra, el mar, y los cielos fue puesto sobre el hombre y la mujer (Gen. 1:26, 28). Gobierno y autoridad son un mandato para ambos. Si solo uno gobernara, sería desobedecer los mandatos de Dios.

El historia de la creación en Génesis 1 nos indica que ambos el hombre y la mujer fueron creados en la imagen de Dios para tener dominio sobre la tierra. No hay evidencia que el uno es superior al otro. Fueron creados iguales.

Génesis 2 nos cuenta la historia de la creación del hombre y la mujer en mayor detalle. Dios creó al hombre primero y le dio el oficio de nombrar los animales para animar en él un sentido de soledad y necesidad – en toda la creación “no se halló ayuda idónea para él.” (Verso 20). Entonces dijo Dios, “No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. (Verso 18, NIV). Algunos han concluido por la palabra “ayuda” (Hebreo, ezer) que la mujer es inferior al hombre – su sirviente. Pero en la consideración divina, el servicio es un símbolo de honor (e.g. Mat. 23:11). El antiguo testamento repetidamente hace referencia a Dios como nuestra “ayuda” (ezer) en tiempo de necesidad.

También la palabra “idónea” tiene significado en hebreo. Literalmente quiere decir “como si estuviera al frente de él (el hombre) – Yo le haré ayuda como si estuviera al frente de él.” Si la mujer hubiera sido creada en una posición inferior, el escritor debió haber usado una preposición que significa “después” o “detrás.” El texto indica que no hay subordinación de la ayuda de Adán. En vez de ello, Dios creó a la mujer para estar ”al frente de” Adán, lo cual simboliza la igualdad (¡si no la superioridad!) en todos aspectos.

Ni el hombre ni la mujer fueron hablados a la existencia – ambos fueron formados por Dios mismo, Adán del polvo de la tierra, Eva de algo aún mas noble, la costilla de Adán. La creación de la mujer de la costilla del hombre no quiere decir que es una posición de subordinación por su parte, pero que ella fue creada para pararse a su lado en igualdad, su compañera, “su ayuda idónea para él.”

Pero había un sentido mas profundo en la manera de crear a Eva. Marido y mujer fueron creados una carne (“hueso de mis huesos y carne de mi carne”) y entonces se convierten una carne (“Un hombre…se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gen. 2:23, 24). La unidad de sustancia debía ser constantemente nutrida por una unidad aún mas cercana en la relación. Aunque es posible discutir las prioridades del uno sobre el otro por razón de la orden de creación (el varón porque fue creado primero [1 Tim. 2:13), o la hembra porque las creaciones mas altas vinieron últimas), el espíritu de rivalidad por el lugar más alto es ajeno al espíritu de los narrativos de la Creación. El hombre y la mujer en su esplendor primitivo tuvieron amplia razón para admirar y respetarse el uno al otro.

Si el hombre o la mujer fueren creados el uno superior al otro, no esta claro en Génesis, dependiendo de como los datos son interpretados. A continuación se encuentra un sumario de los dos lados de la cuestión:

La Mujer es Exaltada

  1. Las mas altas creaciones vinieron últimas
  2. La mujer tuvo origen mas elevado que el el hombre, que vino del polvo
  3. “Ayuda” significa un estado mas elevado.
  4. La mujer debía quedar “al frente” del hombre.

Es mas probable que el hombre y la mujer fueron creados para ser iguales, aunque diferentes en función y papel. Cuando únicamente se necesita mencionar los argumentos de la superioridad es cuando un sexo pierde el respeto por el otro. Es entonces cuando la historia de Génesis da evidencia en ambas direcciones.

La caída y la maldición

La entrada del pecado trajo cambios trágicos a la familia humana. Los mandamientos originales de Dios al hombre y la mujer fueron alterados. En la creación el hombre y la mujer fueron mandados a tener dominio sobre la tierra. Ahora al hombre le tocaba mandar sobre su mujer. Ellos debían fructificar y multiplicar. Ahora el papel de la mujer en la procreación debía ser acompañada por dolor y tristeza. Al hombre le tocaba labrar la tierra. Ahora él tiene que luchar contra la tierra para poder ganar su vida de ella.

Observadores han intentado descubrir los factores mitigantes en el triste cuadro de Gen. 3. Primero, la mujer en general no fue sujeta al hombre en general, sino solamente esposas a sus propios esposos. La jerarquía existió solo dentro de la relación matrimonial. Segundo, en la declaración, “el se enseñoreará de ti” (Ver. 16) la palabra mandar (mashal) no era tan fuerte como la palabra usada para mandar sobre los animales (radah) en Gen. 1:28. Tercero, el Nuevo Testamento tomó el concepto de mandar al concepto de servir, de lo cual se hablará mas adelante.

¿Cómo debe la iglesia hoy dia reaccionar a la Caída y sus resultados? ¿Serán los pronunciamientos de Génesis 3 los mandatos de Dios para la raza humana? ¿O serán ellos una descripción de los resultados del pecado? ¿Es ‘la maldición” prescriptiva o descriptiva? ¿Es la misión de Cristo y la iglesia perpetuar los resultados del pecado o rescatar la raza de los resultados de la maldición?

La sentencia de Génesis 3 es la muerte. ¿Acaso se permite intentar extender o mejorar la vida? La sentencia de Génesis 3 es trabajo y sudor. ¿Sera permisible inventar maneras de hacer el trabajo mas liviano y evitar el sudor? La sentencia de Génesis 3 es dolor y parto de nacimiento. ¿Es permisible buscar maneras de reducir o eliminar ese dolor? La sentencia de Génesis 3 es subyugación de la mujer a su marido. ¿Es permisible una manera de vivir en mejor armonía?

La respuesta es inequívoca: Jesús vino a llevarse la maldición. “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (Gálatas 3:13) “El viene a hacer sus bendiciones fluir por doquiera se halle la maldición.

Mujeres en el Antiguo Testamento

Después de la Caída el hombre abusó de la mujer rebajándola. Las mujeres en algunas sociedades fueron rebajadas a poco mas que bienes o mercancias – propiedad del hombre de la misma forma que él poseía una casa, tierra, animales, y esclavos. La monogamia cambió a poligamia, y el divorcio de esposas por sus esposos añadió al sufrimiento de las mujeres. La estructura patriarcal de la sociedad situó a la mujer bajo la autoridad del hombre toda su vida, primero bajo el padre, luego su esposo, y si este muriese, el hermano de su esposo. Los hombres eran dominantes, según se pudo ver en tratos sociales, religiosos y legales.

A las mujeres hebreas en general les fue mejor que a otras mujeres en el Cercano Oriente, como se puede demostrar en un estudio comparativo de leyes semíticas. La mujer israelita era miembro de la comunidad del pacto aunque no llevaba señal externa de circuncisión. El matrimonio y parir hijos eran funciones esenciales de su vida.

Mientras que algunas leyes trataban a los hombres y las mujeres como iguales, (el adúltero y la adúltera ambos debían ser destruidos [Levítico 27:2-7] las hijas eran menos deseadas que los hijos [12:1-5]). El décimo mandamiento identifica a la esposa como propiedad (Éxodo 20:17). Aún en una sociedad patriarcal, las mujeres a veces llenaban el papel de líderes. Hubieron profetas femeninas tales como Miriam (Éxodo 15:20), Deborah (Jueces 4:4), Hulda (2 Reyes 22:14) y la mujer de Isaías (Isaías 8:3). Mujeres tales como Rut y Ester se convirtieron en heroínas femeninas. Pero las historias Bíblicas son mayormente acerca de hombres.

Jesús y las mujeres

El judaísmo en los días de Jesús tenía una oración que decía así:

Bendito seas Tú, O Señor nuestro Dios, Rey del Universo, Que no me has hecho un pagano. Bendito eres Tú, O Señor nuestro Dios, Rey del Universo que no me has hecho un pagano. Bendito eres Tú o Señor nuestro Dios, Rey del Universo que no me has hecho un esclavo. Bendito eres Tú, O Señor nuestro Dios Rey del universo, que no me has hecho una mujer.

Los hombres veían a las mujeres no solo como inferiores y tontas, pero una forma de tentación que se debía evitar. En semejante ambiente social Jesús nació y vivió. Pero él nunca menosprecio a las mujeres o habló de ellas como si fuesen inferiores.

Aunque numerosas parábolas rabínicas han sido preservadas, las mujeres apenas aparecían en ellas, y las veces que si aparecían era en un papel malo. Pero en sus enseñanzas, Jesús habló a menudo de las mujeres. Él comparó al reino de Dios con una mujer haciendo pan (Mateo 13:33); Él asemejó a Dios a una mujer buscando una moneda perdida (Lucas 15:8-10); Él habló de 10 vírgenes (Mateo 25:1- 13) y de una viuda persistente suplicando justicia (Lucas 18:1-8). Él también alabó a una viuda pobre que echó su dinero en una caja de ofrendas (Marcos 12:41-44).

Los fariseos le preguntaron a Jesús, “¿Es legal divorciarse de la esposa por cualquier causa?” (Mateo 19:3) para ver al lado de cual escuela rabínica se iba a poner, la de Shammaii, que creía que solo un fallo moral era causa para divorciarse, o de parte de Hillel, que permitía el divorcio por las causas mas simples, como quemar la comida o echarle demasiada sal a la sopa.

En su respuesta Jesús apoyó la institución del matrimonio señalando el estado ideal de la Creación: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y los dos serán una sola carne” (Marcos 10:7,8). Y añadió, “Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (versículo 9). Al no permitir a los hombres divorciarse de sus esposas, Jesús ubicó a la esposa en un nivel igual al esposo. El no tenía doble medida.

Jesús ocasionó que se elevaran algunas cejas el día en que se asoció con la mujer de Samaria. Los judíos veían a los samaritanos no solo como enemigos, sino como impíos. El Rabí Eliezer ben Hyrcanus dijo, “Comer pan samaritano es como comer carne de cerdo.” Y la Mishna decía que hijas de los Samaritanos son menstruantes desde la cuna.” Esto quería decir que no solo eran impías las mujeres Samaritanas, sino todo lo que ellas tocaban, incluyendo su vasija de agua. Para hacer las cosas peores, ella también estaba moralmente corrompida. Aún así Jesús le pidió agua a ella, le trajo salvación, y visitó su pueblo.

Los rabís tenían un dicho, “Un hombre no hablará con una mujer en la calle, ni con su propia esposa… por causa de lo que los hombres podrían decir.” Pero Jesús les hablaba a las mujeres públicamente en desafío de la costumbre judia, confortando a una viuda en una procesión fúnebre (Lucas 7:13), demandando conocer a la mujer inmunda que lo había tocado en el gentío (Lucas 8:45), y tocando y sanando a una mujer inválida en la sinagoga. Jesús aprobó la libre asociación entre los hombres y las mujeres. La respuesta a la inmoralidad no era que las mujeres se recluyeran sino que los hombres controlaran sus pensamientos (Mateo 5:28).

En el judaísmo a las mujeres por lo general no se les permitía estudiar bajo un rabí. “Algunas de ellas pudieron haber aprendido bajo el tutelaje de sus padres o de sus esposos en el hogar al leer la Biblia, pero como esto envolvia aprender la antigua lengua hebrea, probablemente esos casos eran raros.” Algunos rabís se oponían fuertemente a enseñarles a las mujeres. Según una vieja tradición, “Si un hombre da a su hija conocimiento de la ley, es como si le hubiera enseñado libertinaje.” Ella pudiera convertirse activa en la vida publica y estar expuesta a seducción.

Jesús favoreció la enseñanza de la mujer. Cuando visitó el hogar de Maria y Marta en Betania, Maria tomó un lugar a sus pies – la posición acostumbrada de un discípulo de un rabí (Como Pablo fue enseñado a los pies de Gamaliel). Aunque las mujeres judias eran exentas de aprender la ley, y aunque Marta necesitaba la ayuda de Maria en la cocina – el dominio tradicional de la mujer – Jesús defendió el derecho de aprender de Maria. El no iba a permitir que Marta, ni la tradición previnieran que Maria aprendiera igual que Sus discípulos varones.

A pesar del respeto que Jesús les tuvo a las mujeres, y el hecho que no temía ignorar los convencionalismos de su tiempo, no escogió mujeres como discípulos. ¿Acaso esto indica que no es su voluntad que las mujeres sean ordenadas al ministerio? Como fundador del nuevo Israel espiritual, Jesús escogió 12 hombres para corresponder a los 12 hijos de Jacob. Las mujeres no hubieran complementado el modelo que Él tenia en mente. Pero Jesús si tenia un grupo de discípulas femeninas que estuvieron con Él durante todo su ministerio, desde las primeras giras en Galileo hasta los últimos eventos de su vida.

“Y los doce estuvieron con Él, y también algunas mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades: Maria, llamada Magdalena…Juana, la esposa de Cuza, intendente de Herodes, y Susana, y muchas otras, que le servían de sus bienes.” (Lucas 8:1-3).

Estas mujeres estuvieron con Jesús durante su crucifixión (Mateo 27:55,56; Marcos 15:40,41) entierro (Mateo 27:61) y resurrección (Mateo 28:1; Juan 20:1,2). Ellas permanecieron con Él cuando los hombres se olvidaron de Él y huyeron. Ellas estuvieron presentes cuando el Espíritu Santo fue derramado en el Pentecostés (Hechos 1:13,14). Ellas complementan el criterio de discípulo nombrado por Pedro, menos el hecho que no eran hombres (Versículos 21, 22).

Jesús originalmente escogió 12 hombres, a quienes llamó apóstoles (Lucas 6:12-16), y los envió con poder a sanar y autoridad sobre todos los demonios. Luego encomendó a 70, los cuales envió de dos en dos con el mismo poder (Lucas 10:1- 12). Es razonable presumir que entre los 70 habían discípulos femeninas, que previamente se habían unido al grupo durante el ministerio de Jesús en Galilea (Lucas 8:1-3). En el Pentecostés el número había crecido a 120. Estos recibieron las primeras bendiciones del Espíritu Santo que se habían prometido, de las cuales las primeras experiencias eran una muestra (Lucas 3:16).

Los evangelios no dan un término técnico para la ordenación (Jesús llamó, escogió, y designó a los 12 y los 70). Esa obtención de poder era cada vez la mayor evidencia de ordenación. Pedro en su sermón de Pentecostés enfatizó la importancia del derramamiento del Espíritu Santo sobre las mujeres:

“Derramare mi Espíritu sobre toda carne, vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, vuestros ancianos soñaran sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos dias derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.” (Hechos 2:17,18, citando de Joel 2:28,29).

Este texto, de mucho tiempo uno de los favoritos de los Adventistas del Séptimo Día para defender el llamado de Elena de White, afirma que el don del Espíritu en los últimos días es universal (toda carne): no hay discriminación entre los sexos (hijos e hijas) o discriminación de edad (hombres jóvenes y viejos) o discriminación de clase (siervos y siervas). He aquí un ejemplo claro de la obtención de poder de las mujeres en el Nuevo Testamento para la proclamación del evangelio.

Pablo basó su reclamo de ser apóstol a base de que el Cristo resucitado se le había aparecido (1 Corintios 15:4-9). Interesantemente en su lista de las personas a quien Jesús apareció, él omite a las mujeres, aunque ellas eran las primeras testigos de la Resurrección. “Y que se apareció a mas de quinientos hermanos a la vez…Después se le apareció a Jacobo, después a todos los apóstoles. Y al último de todos, como a un abortivo, se me apareció a mi.” (1 Corintios 15:5-8).

A la manera de sus dias, Pablo mencionó solo a hombres como testigos significantes de la Resurrección. En ese tiempo a la mujer no se le permitía testificar porque se había concluido en Génesis 18:15 que ella podía ser mentirosa. Jesús no evaluó a las personas de esa manera. Aunque los discípulos no creyeron a Sus testigos (Lucas 24:10,11, 22-24), Jesús dio el mensaje mas estupendo de la historia – la noticia de que El había resucitado – a mujeres. Las mujeres fueron una fuerza poderosa en la rápida diseminación de la Cristianidad en el mundo ¿Quien puede decir que ellas no eran apóstoles?

Mujeres en la iglesia del Nuevo Testamento

¿Que diferencia causó Jesús en las vidas y los roles de las mujeres? En la iglesia del Nuevo Testamento vemos cambios profundos en la relación entre los hombres y mujeres por causa del evangelio. Las mujeres fueron libradas para servir y dirigir en proclamar las buenas nuevas.

Hay tres categorías de textos tratando con las mujeres en el Nuevo Testamento. La primera se puede llamar prescriptiva, porque el texto prescribe , o manda, “la manera que las cosas deben ser.” La segunda – descriptiva el texto describe lo que estaba sucediendo en las iglesia del Nuevo Testamento. La tercera categoria es correctiva; por ejemplo, los textos que relatan como Pablo corrigió ciertos abusos que se habían infiltrado dentro de la iglesia;

Textos Prescriptivos. En el Pentecostés el Espíritu Santo introdujo poder y libertad en la proclamación del evangelio; “Y en los postreros dias, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne. Vuestros hijos y vuestras hijas profetizaran, vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñaran sueños; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos dias, y ellos profetizarán” (Hechos 2:17,18).

En su famoso sermón del Pentescostés, Pedro anunció que una nueva orden había sido introducida – el cumplimiento de la profecía de Joel de los últimos dias. En vez de solamente los líderes tener el Espíritu y profetizar como en los días de Moisés (Números 11:24-30), todo el pueblo de Dios puede recibir el Espíritu y profetizar. La palabra “todo” quiere decir mujeres tanto como hombres, jóvenes tanto como viejos, esclavos tanto como libres. La obra de proclamar el evangelio quedaría abierta para todas clases de personas.

Pablo estaba tan vehemente como Pedro acerca del gran cambio efectuado por el evangelio en las relaciones entre hombres y mujeres: “Ya no hay judio ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni hembra; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”. (Gálatas 3:28).

Esta proclamación reprocha el sentido prevaleciente de aquellos que daban gracias a Dios por no ser gentiles, esclavos, o mujeres. Tal orgullo ha muerto en el bautismo Cristiano (véase el versículo 26) del cual uno se levanta con una nueva identidad trascendiendo raza, estado social, y sexo.

Hay quienes intentan debilitar esta gran declaración al limitarla a la posición del individuo ante Dios en cuestiones de salvación. Pero Pablo indicó que a él le interesaba la igualdad social tanto como la igualdad espiritual. En la misma carta él redondamente reprendió a Pedro por ejercer discriminación social contra los gentiles (Gálatas 2:11,12). Él aclaró que en Cristo no hay distinciones sexuales, raciales, ni sociales.

El entendimiento de Pablo en la relación matrimonial también había sido profundamente afectado por la nueva libertad en Cristo: “El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser, por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia” (1 Corintios 7:3-5).

Aquí Pablo declara que el matrimonio cristiano envuelve completa mutualidad. El antiguo dominio del varón sobre la hembra y la manipulación femenina del hombre son reemplazados por consideración de los deseos del otro. La declaración de Pablo, “no hay ni varón ni hembra” no elimina la sexualidad, como algunos estaban enseñando (1 Timoteo 4:3), pero lo afirma. Lo que si elimina es la cadena-de-mando mentalmente común en las sociedades patriarcales del día.

En el mismo capítulo Pablo afirma la soltería como un don especial de Dios, librando a uno para seguir su llamado sin cargos ni complicaciones de la vida familiar (1 Corintios 7:32-35). Esta perspectiva era rara en una sociedad en la cual las mujeres debían su identidad y seguridad de los hombres en sus vidas, y en la cual su rol principal era casarse y parir hijos. Pablo afirma la seguridad de los hombres y las mujeres casados y solteros.

Habían algunos en la congregación de Corinto quienes estaban empañando o confundiendo diferencias sexuales en sus profesiones de religión (1 Corintios 11:3-15). Tal vez pensaron que para ser espirituales ellos debían vencer la sexualidad (véase 1 Timoteo 4:3). O ellos pudieron haber introducido un rito de cambio sexual como se practicaba en los cultos licenciosos de Dionisio, donde los hombres se vestían de mujeres y las mujeres como hombres. Sea cual sea el problema que Pablo enfrentaba en Corinto, él insistió que los hombres y las mujeres mantuvieran su identidades sexuales en el vestir y la cabellera. Él citó Génesis 2 para aclarar a los cristianos de Corinto que las distinciones sexuales eran parte del plan de Dios, comenzando en Edén.

Otra dimensión del problema surge en este caso. Parece que las mujeres, con su nueva libertad en Cristo estaban intentando dominar a los hombres (cf. 1 Timoteo 2:12). Para contrarrestar esta tendencia, Pablo citó argumentos de la creación que respaldan el estado elevado del hombre (véase 1 Corintios 11:8,9). (Como se mencionó anteriormente en este articulo, el relato de la creación da apoyo igual al estado elevado de la mujer.)

Entonces, para restaurar el aspecto balanceado de los sexos, de nuevo él afirmó el estatus de igualdad de los hombres y las mujeres en Cristo: “Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón; porque asi como la mujer procede del varón, también el varón nace de la mujer; pero todo procede de Dios (versículos 11, 12).

“En el Señor” hay interdependencia mutua de los sexos y un aprecio mutuo por los dones especiales de cada uno, porque los dos igualmente “son de Dios.”

Textos Descriptivos. Hay un número de referencias en el Nuevo Testamento acerca de las mujeres que ejercen liderato en las iglesias cristianas. La naturaleza casual de algunos de estos textos indica que estos actos eran comunes y aceptados, sin necesidad de justificarlos.

“Todo varón que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta su cabeza. Pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza” (versos 4,5).

He aquí una referencia casual a la realidad que las mujeres estaban orando y profetizando en las congregaciones cristianas. Debemos recordar esto en conexión a los pasajes que dicen “guarden silencio” que discutiremos mas adelante.

“Al otro día, saliendo Pablo y los que con él estábamos, fuimos a Cesárea; y entrando en casa de Felipe el evangelista, que era uno de los siete, posamos con él. Este tenía cuatro hijas doncellas que profetizaban (Hechos 21:8,9). Este texto puede ser visto como el cumplimiento de la profecía de Joel citada por Pedro en el Pentescostés que tus “hijos y tus hijas profetizarán”

“Ruego a Evodia y a Síntique, que sean de un mismo sentir en el Señor. Asimismo te ruego también a ti, compañero fiel, que ayudes a éstas que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están el el libro de la vida (Filipenses 4:2,3).

Evodia y Síntique eran lideres en la iglesia de los Filipenses, colaboradoras que trabajaron al lado de Pablo. Era importante para la iglesia que ellas reconciliaran sus diferencias.

“Os recomiendo además nuestra Hermana Febe, la cual es diaconisa de la iglesia en Cenerea; que la recibáis en el Señor, como es digno de los santos, y que la ayudéis en cualquier cosa en que necesite de vosotros; porque ella ha ayudado a muchos, y a mi mismo.”  La traducción “diaconisa” es engañosa porque hay connotaciones modernas que no se hallaban en el antiguo Griego. En realidad la palabra es masculina y quiere decir sirviente, diácono o ministro. Pablo usa esta palabra para describirse a sí mismo y a Apolos (1 Corintios 3:5) y aquellos con el oficio de diácono en la iglesia (1 Timoteo 3:8-10). Febe también es llamada una ayudante, prostatis, que en forma de verbo describe el trabajo de un capataz o administrador (verso 5). Ella era un líder importante en su congregación.

“Saludad a Priscila y a Aquila, mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron sus vidas por mi; a los cuales no sólo y doy gracias, sino también todas las iglesias de los gentiles (Romanos 16:3,4).

Prisca (quien Lucas llama Priscila) se nombra antes ques su esposo en varias ocasiones, probablemente porque tenia una personalidad mas sobresaliente. Ella y Aquila eran socios de Pablo hasta su muerte (2 Timoteo 4:19), líderes de una iglesia de hogar (1 Corintios 16:19), y maestros de la Palabra. Priscila hasta ayudó a enseñar a Apolos, el apóstol, que era él mismo “un varón elocuente, poderoso en las Escrituras” (Hechos 18:24). Para hacer una contribución significativa al conocimiento de él, ella debió ser también una gran estudiante. Priscila es un claro ejemplo de una mujer que tuvo autoridad de maestría sobre un hombre.

“Saludad a Andrónico y a Junia, mis parientes y mis compañeros de prisiones, los cuales son muy estimados entre los apóstoles, y que también fueron antes de mi en Cristo (Romanos 16:7).

Juniaa era verdaderamente admirable, una mujer apóstol. Aunque la mayoría de las traducciones modernas dan el nombre masculino – Junias – los padres de la iglesia prinitiva Origen (AD 185-253), Jerónimo (340-419) y Crisóstomo (344-407) consideraban el nombre femenino. No fue hasta el siglo trece que el nombre fue entendido como masculino. Chrysostom elogió, “¡O, cuan grande es la devoción de esta mujer, que ella debe ser contada merecedora del nombre apóstol!”

“Saludad a María, la cual ha trabajado mucho entre vosotros…Saludad a Trifenia y a Trifosa, las cuales trabajan en el Señor (versos 6-12).

En su carta a los Romanos Pablo enumera nada menos que 10 mujeres colegas de él quienes eran misioneras prominentes y líderes de las tempranas comunidades cristianas.

Estos textos aclaran que en las iglesias de Nuevo Testamento el liderazgo de las mujeres era un hecho en la vida diaria. Los textos prescriptivos y descriptivos anteriormente citados dan evidencia que en Cristo no iba a haber discriminación a base del sexo.

Textos Correctivos. Contra este cuerpo de evidencia es necesario examinar los dos pasajes que aparentemente contradicen la evidencia citada arriba. Necesitamos determinar si estos textos describen el plan de Dios para todas las mujeres en todos los tiempos, o si tienen que ver con los problemas de los dias de Pablo.

“Como en todas las iglesias de los santos, vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar, sino que estén sujetas, como la ley lo dice. Y si quieren aprender algo, pregunten en casa a sus maridos; porque es indecoroso que una mujer hable en la congregación” (1 Corintios 14:33,35).

Es importante notar aqui que las mujeres del tercer grupo en la iglesia de Corinto a las cuales Pablo mandó a guardar silencio para permitir que otros hablasen (versículo 30). Las mujeres no son las únicas señaladas para reprochárseles.

Pablo no da motivo para silenciar a las mujeres; pero sería provechoso considerar las circunstancias que él estaba enfrentando. En esos dias las muchachas de poca educación, las casaban en la pubertad a hombres que les doblaban la edad, y eran limitadas a permanecer en sus hogares. La religión era la mayor esfera de la vida pública en la cual las mujeres participaban, funcionando como sacerdotes, prostitutas del templo, y oráculos de sortilegio. Los prosélitos de Pablo venían de cultos impíos que participaban en alborotadoras orgías, cambios de sexo rituales, y frenética profetización, en las cuales las mujeres eran las mayores participantes.

Sus cartas indican que había inmoralidad, borracheras, y loco desorden en la iglesia de Corinto (1 Corintios 5:1; 11:21;14:23), y aparentemente las mujeres recientemente libradas eran la cabeza de todo eso. Bajo esas circunstancias es comprensible que él insistiera que las mujeres mantuvieran silencio en la iglesia (1 Corintios 14:34,35), y que ambos sexos preservasen sus identidades sexuales en vestir y actitud (1 Corintios 11:6-15). Aún así, la misma carta dice que las mujeres pueden orar y profetizar en la iglesia si están vestidas apropiadamente.

El otro texto problemático se encuentra en la carta que Pablo le escribió a Timoteo acerca de la iglesia en Efeso: “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia (1 Timoteo 2:11-15).

A Pablo le preocupaba que maestros de falsedad trajeran doctrinas especulativas al redil (1 Timoteo 1:3-7). Ya que él prohíbe que las mujeres enseñen, es posible que algunas de ellas, sin aprender la ley, no solo se dejaban engañar pero promulgaban “doctrinas de demonios,” tontas fábulas,” (versículo 7); por eso Pablo pidió que ellas aprendieran en silencio y no enseñaran en la iglesia.31 Algunas de estas maestras atacaban el hogar al prohibir el matrimonio (versículo 3).

Pablo tomó la posición de que las mujeres han de permanecer con sus esposos (1 Corintios 7:12-16) y encontrarse entre los salvos dando de parto a sus hijos (1 Timoteo 2:15) y cuidando el hogar (Tito 2:4,5). A las mujeres que aspiran enseñar pero habían sido ellas mismas engañadas por falsos maestros, Pablo les habló de la vulnerabilidad de Eva al engaño. Su uso de Génesis fue ilustrativo y no lo normal para todos los tiempos.

Pablo logró un balance en medio de los extremos al echar su peso en la dirección opuesta de los extremistas. Cuando él luchó contra los que defendían los viejos prejuicios, él expresó la audaz visión de Gálatas 3:28. Cuando discernió lo que querían decir las nuevas libertades, habló de parte de lo antiguo como en Corinto. Nuestra tarea no es armonizar las dos tendencias en sistema perfecto, sino discernir donde debiera ir el énfasis.

En este punto es significativo notar lo que Elena de White dice acerca de los textos de Pablo que prohíben a las mujeres hablar en la iglesia, ya que ella no se limitó a si misma con esas restricciones. De acuerdo al índice de versículos bíblicos de sus escrituras, ella no hace ninguna referencia a esos cruciales pasajes, aunque hace uso de los pasajes circundantes. Ella estaba ciertamente al tanto de estos versículos ya que estos fueron usados en su contra por aquellos que desafiaban su derecho a hablar en las iglesias. Los líderes de iglesia la defendieron por usar los argumentos citados arriba. Solo se puede concluir que ella pensaba que los versículos que restringen a las mujeres tenían una aplicación local no relevante a todas las épocas y lugares.

Las restricciones de Pablo hacia las mujeres en la iglesia no debieran ser consideradas como teniendo fuerza de ley. Estas restricciones son mejor entendidas como aplicaciones de ley. Algunas leyes son fundamentales y duraderas, y sirven como base para leyes menores. Como ejemplos están los Diez Mandamientos y, en los Estados Unidos, la Constitución. Leyes para algunos casos siempre se desprenden de casos específicos cuando la ley básica debe ser aplicada. En las Sagradas Escrituras a menudo empiezan con la palabra “cuando” o “si” – “cuando un buey corneare a un hombre,” tal y tal cosa se deberá hacer (ver Éxodo 21 y 22).

Leyes en referencia a casos no tienen la fuerza duradera de leyes fundamentales, y podrían con el tiempo ser cambiadas o descartadas. Jesús distinguía entre las dos clases de leyes en el caso de la mujer acusada de adulterio (Juan 8:1-11). Él sostuvo la ley de los Diez Mandamientos en contra del adulterio al decirle a la mujer Véte, y no peques más.” Pero ignoró la ley de caso que decía “si un hombre es encontrado acostado con la mujer de otro hombre ambos deberán morir.” (Deut. 22:22). Él no consideraba esa ley como vigente en sus días. Es un error el dar a cada precedente bíblico el peso de ley eterna.

Si lo hiciéramos, tendríamos que ejecutar a cualquiera que recoja leña en Sábado (Num. 15:32-36), o que fuera rebelde (Deut. 21:18-21), o que mienta en frente de un representante de Dios (Hechos 5:1-11). Las afirmaciones de Pablo que restringen a las mujeres nos dicen como él manejó los problemas en las iglesias griegas. Tales afirmaciones son lumbreras como ejemplos de como problemas similares. Pero ellas no tienen la fuerza de una ley eterna y universal. Pocos intérpretes modernos aplicarían los versículos rígidamente a las mujeres – que ellas deben permanecer calladas en la iglesia, que ellas nunca deben enseñar o tener autoridad sobre hombres. Habían numerosas excepciones a estas reglas aún en los días de Pablo, como pudimos notar.

SER CABEZA Y SUBORDINACION
Cuestión de Jerarquía

La doctrina de “cadena de comando” viene de las declaraciones de Pablo en cuanto a liderazgo masculino y subordinación femenina. Para explicar lo que él quiere decir, Pablo hace una interesante comparación: “La cabeza de una mujer es su esposo, y la cabeza de Cristo es Dios.” (1 Corintios 11:3). Aquí Pablo compara la relación esposo/esposa con la relación Dios/Cristo. Esta comparación abre el camino para un entendimiento de como una jerarquía opera entre iguales, ya que Cristo es igual que Dios (Juan 5:18; Filipenses 2:6) aunque subordinado a El (Juan 14:28), derivando todos sus poderes de Dios (Juan 5:19; 6:57), y haciéndolo todo a las órdenes del Padre (Juan 14:31). Esta tensión entre igualdad y subordinación es significativa porque Jesús en su rol de igual/subordinado es el modelo para la mujer.

Algunos suponen que la dependencia que Jesús tenía en Dios era temporal, aplicándola solamente a Su humanidad, pero un estudio cuidadoso de la evidencia apoya el punto de vista de que es permanente. Jesús consideraba la acción independiente como pecaminosa, señalando que su dependencia en el Padre era evidencia de su deidad (Juan 7:18). Generalmente suponemos que ser Dios significa ejercitar autoridad, actuar independientemente, hacer decisiones e imponerlas en otros, promover la voluntad propia, y atraer gloria para uno misma. En opinión de Jesús todas estas posturas son evidencias de la naturaleza del Padre como la más alta evidencia de su igualdad con el Padre.

La interrogante surge en el papel que desempeña el Padre. ¿Domina Él? ¿Actúa Él autónomo? Jesús reveló que el Padre actúa solamente consultando al Hijo (Juan 5:17; 20-22; 8:16). Parece haber un sometimiento mutuo de uno a la voluntad del otro. Esto es los que constituye la unidad de la autoridad divina. No solo eso, pero hay ocasiones cuando el Padre y el Hijo intercambian papeles. El Padre “dio todo juicio al Hijo” (Juan 5:22). Durante el ministerio terrenal de Cristo el Padre otorgó “toda cosa en su mano” (Juan 3:35; 13:3) – El entregó el gobierno de este mundo al Hijo hasta que cada enemigo sea destruido; entonces Cristo devolverá el reino al Padre y se sujetará a El. (1 Corintios 15:24-28)

El modelo celestial ilustra que las relaciones hombre/mujer debieran ser caracterizadas por armonía, consultas, y el trabajar juntos, sin que ninguno haga decisiones independientes. Puede haber intercambio de papeles, con uno u otro liderando en diferentes areas. Todos vivimos en una telaraña de jerarquías en el hogar, iglesia, y el mundo del trabajo diario, simultáneamente liderando y siguiendo.

En el matrimonio es natural que el esposo y la esposa ejerciten liderazgo en sus áreas de destreza personal. No es prudente que el uno trate de dominar al otro.

SUMISION MUTUA

La idea de “cadena de comando” que hay solamente una cantidad limitada de poder por la que el hombre y la mujer pelean a menos que el control le sea dado a uno. Se basa en lo militar y el modelo de reyes al que Dios fuertemente se opuso cuando Israel demandó un rey (1 Samuel 8). Jesús se opuso a este modelo también: “Sabéis que aquellos que están supuestos a gobernar sobre los gentiles se enseñorean de ellos, y sus grandes ejercitan autoridad sobre ellos. Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:42-45).

Jesús rechazó el uso de poder para dominar a otros. El enseñorearse un hombre de otro hombre, o de hombre sobre mujer, es una distorsión de la imagen de Dios. Ser la cabeza no es controlar mas ser una fuente de poder y fortaleza que capacite a otros a alcanzar su potencial, lo cual no es menos que ‘la medida de la estatura de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13). Cristo es la cabeza de la iglesia en el sentido de que Él es su fuente de vida – ‘la Cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios” (Colosenses 2:19; Efesios 4:15, 16).

Al describir el papel de cabeza en el esposo, Elena White habla de su fortaleza y soporte y grandes afectos sobre los cuales se apoya la esposa. En el plan de Dios la cabeza no reprime. Capacita.

Aunque el consejo de Pablo a esposos y esposas en Efesios 5:18-32 nos suena patriarcal en este siglo veinte, es revolucionario para todas las estructuras sociales basadas en la lucha por el dominio. El pasaje habla de ser cabeza y de sumisión, sin embargo la dinámica en la que se basa transforma los términos en algo opuesto al significado normal.

Pablo se toma poético en el tema de las relaciones esposo-esposa. El mandamiento “Llenáos del Espíritu” emite un torrente melódico que produce gozo, agradecer, estar sujetos el uno al otro por reverencia a Cristo, esposas a esposos, y esposos con amor a sus esposas (versículos 18 – 22). (Note que donde el español tiene el imperativo, “Esposas, estad sujetas…,” en el griego no hay tal imperativo. El único mandamiento es estar llenos del Espíritu.

En el contexto de poder a través del Espíritu, Pablo afirma el principio de sumisión mutua siguiendo el ejemplo de Cristo: “Estad sujetos el uno al otro en reverencia a Cristo” (versículo 21). Uno podría preguntarse si Cristo, la cabeza, se sometió alguna vez a la iglesia o a la humanidad, pero esto es precisamente lo que Pablo quiere decir. Cristo, quien era igual con Dios, “se vació a si mismo, tomando la forma de siervo, habiendo nacido en la semejanza de hombres” (Filipenses 2:7).

Cristo mismo declaró que gobernar era servir; el estar arriba era estar debajo (Marcos 10:42-45; Lucas 22:24-27; Juan 13:13-16). A la luz del ejemplo de Cristo, Pablo pide a los creyentes que se sometan el uno al otro, o, como el afirma en otro lugar, “Honraos unos a otros por encima de vosotros mismos” (Filipenses 2:3). Como parte de esta mutua sumisión, Pablo pide a las esposas que se sometan a sus esposos, y a los esposos que amen a sus esposas. En aquella sociedad, las mujeres ya habían sido socializadas para hacer sacrificios por los hombres en sus vidas, mientras que los hombres habían sido socializados para dominar a las mujeres y esperaban ser servidos por ellas. En vista del poder del Espíritu para llenar a aquellos en una posición de “bajo poder,” y elevarlos a una madurez en Cristo (ver Efesos 3:19, 4:13), Pablo les pide ahora someterse a sus esposos por una motivación diferente, una auto- subordinación genuina en vez de una sumisión a las demandas de esposos o de la sociedad. Como cristianas ellas están llamadas a subordinarse imitando a Cristo y como resultado de reconocerle a El, no a sus esposos, como Señor.

Y la osada comparación de Pablo entre el esposo como cabeza y Cristo como cabeza se basa no en lenguaje de “señorío” sino en lenguaje de “siervo de sacrificio.” Siendo que el papel de Cristo como cabeza es capacitar al cuerpo para crecer y auto- construirse (Efesos 4:15, 16), asimismo el papel del esposo como cabeza es de nutrir y querer a la esposa (Efesos 5:29) y madurez. En Cristo no hay lucha por poder sino urna sumisión mutua que edifica el lado fuerte de otros y no toma ventaja de sus debilidades.

La caída del ser humano introdujo el dominio del hombre sobre la mujer, lo cual rápidamente degeneró en opresión masculina y degradación femenina. Para corregir este error, la redención introduce el ser cabeza como un poder transformador, liberador que exalta lo femenino (sea como iglesia o como mujer) a alturas de lo celestial (Efesios 1:22-23; 3:20; 4:15, 16; 5:25-32). El propósito de ser cabeza nunca ha de ser limitar, restringir o humillar. (Pablo nunca acopla el concepto de ser cabeza con sus restricciones temporales sobre las mujeres.) El ser cabeza nunca es exclusivo. Nunca muestra un aviso de “no entrar” en la puerta. ¿Cómo podría la cabeza ser admitida mientras el cuerpo es excluido? Cristo mismo abre el circulo interior de la cabeza de la Deidad a la humanidad (Juan 17:21). El propósito de ser cabeza en los escritos de Pablo es siempre de capacitar, dar poder, exaltar.

¿Cómo entonces debieran las mujeres responder? ¿No debieran ellas, inspiradas por la visión, buscar desarrollar cada talento (Mateo 25:14-23), ejercitar cada don otorgado por Dios (1 Corintios 12:8-11), y la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4:13)? Entonces podrán ellas cumplir el papel que Dios les diera como ayudantes en frente del hombre, co-gobernantes sobre la tierra, siervas de la humanidad. Entonces de una posición de fortaleza ellas podrán también fortalecer al débil, levantar a los caídos, y ayudar al oprimido.

¿UTILIZA DIOS A LAS MUJERES?

Habiendo examinado una porción de la evidencia bíblica concerniente a la mujer, debemos finalmente preguntar ¿Qué esta haciendo Dios? En nuestra época, há utilizado Dios a las mujeres en papeles apostólicos y pastorales? Es asombroso que una iglesia que fue levantada en gran parte por el ministerio de una mujer, y la cual desde su infancia ha defendido el llamado de Dios a las mujeres, debiera tener problemas con este punto en cuestión.

La interrogación de que Elena White fue ordenada o no es un subterfugio teológico. ¿Cómo podrían manos humanas ordenarla cuando Dios mismo le había señaladamente dado poder con el más grande de los dones? Ella no solamente enseñó, ayudó en la formulación de la doctrina, y ejercitó autoridad sobre hombres – aun presidentes de la Conferencia General – sino que ella hizo el trabajo de ambos profeta y apóstol. Ella condujo en la fundación y desarrolla de un nuevo movimiento y sus muchas instituciones. Ella fue “enviada” a través de todos los Estados Unidos, a Europa, y al lejano continente de Australia para plantar el mensaje en áreas donde nunca había sido escuchado antes. Ella dejó un legado de escritos inspirados destinados a guiar este movimiento hasta el fin del tiempo.

Por razones de espacio no podemos mencionar a destacadas mujeres que Dios llamó al trabajo del evangelio, aunque muchas de ellas están identificadas en otros capítulos de este libro. La gran misión de Hudson Taylor en el interior de China utilizo los esfuerzos de valientes mujeres quienes estaban entre los “setenta” y los “ciento veinte” a quienes El envió. Estas mujeres a menudo solas, fueron pioneras en el trabajo bajo las circunstancias más difíciles.

El movimiento misionero del siglo diecinueve recayó fuertemente en las mujeres como recurso, asi lo demuestra Kit Watts. La congregación más grande en el mundo hoy día está estructurada sobre miles de mujeres líderes de celular de grupo, algunas de las cuales están ahora siendo enviadas a otros países para levantar iglesia. El Adventismo ha tenido su buena porción de mujeres sobresalientes.

La iglesia Adventista ahora necesita decidir si va a animar la participación de las mujeres en el trabajo de tiempo completo del ministerio y ordenarlas para esa labor. Mientras la iglesia duda, la mayor parte de las mujeres adventistas están invirtiendo su tiempo y energías en empleos seculares. En vista de la abrumadora labor de misión mundial que confronta esta iglesia, ¿no debieran las mujeres adventistas escuchar el llamado a dedicar sus vidas a tiempo completo para trabajar diseminando el evangelio? ¿No debiera la carga y responsabilidad de la labor mundial descansar en sus hombros? ¿No debieran haber 100 mujeres ministros donde ahora hay una?

 

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