La Historia de la Primera Pastora Adventista en Noruega

En 1978 el Cielo envió un cargamento de pura gracia divina a Noruega. Su nombre era Jenny Nygarrd, y tenía por ese tiempo 29 años de edad. Ella recién había finalizado la capacitación ministerial en el Atlantic Union College en los Estados Unidos y estaba a punto de convertirse en la primera mujer pastora en Noruega.

Jenny Nygaard3

Jenny creció en una familia afectuosa en la costa del océano en el área más ventosa de oeste de Noruega. La línea de la cosa está salpicada con islas que rompen el viento, pero en esta parte de la costa no hay nada que amortigüe el fiero clima. Su familia era luterana, al menos en nombre. Tal vez influenciada por una tradición de viajar por el mar, Jenny viajó al extranjero. Primero para trabajar en un hospital para marineros noruegos en Londres, después a la ciudad de New York, donde ella trabajó en una famosa peluquería. En su trabajo ella conoció a una mujer que la introdujo al Adventismo. Jenny aceptó lo que escuchó y abrazó la fe en Cristo y el mensaje adventista del séptimo día. Ella también tuvo un nuevo sentido de su llamado que la llevo al Atlantic Union College. Y después, en 1978, ella regresó a Noruega para comenzar su obra ministerial. Su familia no estaba feliz acerca de su elección de fe o vocación, pero ellos no dudaron de la profundidad de la convicción de Jenny.

Jenny Nygaard

Fue evidente desde el mismo comienzo de su obra pastoral que Jenny era pura gracia. Y yo digo esto cuidadosamente, completamente consciente del prestigio teológico de la palabra “gracia”. Aunque no había precedente para una mujer pastora en la Iglesia Adventista en Noruega, Jenny no necesitaba un precedente. A veces el testimonio propio es el argumento más fuerte, y para Jenny el argumento del testimonio propio silenciaba cualquier oposición que pudiera haber habido. Ella tenía un profundo sentido de vocación; tenía dignidad; exudaba calidez y dulzura; y se comunicaba mediante una manera ferviente y completamente irresistible. Cuando ella se paraba en el púlpito la audiencia estaba en silencio, a menudo absorta. Si es posible, ella aún era más efectiva a nivel personal, visitando personas en sus hogares. Presencié ambas cosas en primera persona, viéndola involucrarse en la obra evangelística en las opulentas comunidades en el oeste de Oslo. Ella es una  encarnación de la gracia caminando a nuestro alrededor, pensaba a menudo en mi interior. Años más tarde una pareja que aceptó la fe adventista por ese tiempo hablaron con gratitud de los pastores y las personas que los guiaron, pero siempre con Jenny en una categoría especial. Hubieron muchas influencias, y después estaba Jenny Nygaard.

El cáncer atacó a Jenny en 1982, pero los estragos de la enfermedad no olvidaron la gracia. Durante el tratamiento ella fue sustentada por la gracia de Dios y por la compañía de su hermana María que siempre estuvo a su lado. Los medicamentos contra la náusea no eran tan efectivos en ese entonces como lo son ahora, y el entendimiento de las medidas paliativas era mucho menos adecuado. Cuando Jenny vino para su tratamiento de radiación en el Hospital Nacional de Cáncer en Oslo, sus vómitos empezaban en el lobby, y a veces en el estacionamiento. Cuando el cáncer se infiltró en su espina dorsal Jenny sufrió dolores como los que nunca he visto en mi considerable experiencia con cuidado terminal de pacientes de cáncer. Se le realizó una operación en la espina dorsal, pero incluso esto no le mitigó el dolor, y los doctores del hospital de ese tiempo no entendían la morfina y la usaban raramente. El pastor de Oslo por ese tiempo, Magdalon Lin, un ex presidente de la División de Medio Oriente y África Oriental, visitó a Jeny fielmente en el hospital, a veces guiándose por las audibles expresiones de dolor que salían de su cuarto. Él dijo que el sufrimiento de Jenny excedió al de Job. Jenny estaba perdida ante el tsunami de dolos, pero ella decía que el pecado era una realidad peor que el dolor. Ella vivió la gracia, y ella murió en ella, demacrada, el 23 de Mayo de 1983, sin llegar a los 34 años de edad.

Se me pidió que oficien en el funeral, ya que era un amigo de Jenny. Trabajé como doctor y evangelista por ese tiempo y no tenía planeado oficiar funerales. Pero no pude decir que no a participar, a buscar palabras de consolación y esperanza, a ver su cuerpo descansando en un día frío y ventoso en el cementerio a unos pocos kilómetros del hogar de Jenny. Si alguna vez viajas a uno de los paisajes más excelsos y escénico en la costa superior de Noruega, mira hacía la cosa mientras los barcos pasan la Playa Hustad y allí, no muy lejos de la línea de la costa, está la tumba de Jenny.

Un lazo se creó ese día entre la hermana de Jenny, María, su madre y yo. Tal vez otro día cuente el resto de la historia, nuestra historia; lo que pasó durante los años siguientes. Pero la realidad nos ha dado una historia para contar acerca de Jenny, la primera mujer pastora adventista del séptimo día en Noruega.

La ordenación significa cosas diferentes a personas diferentes. En la tradición protestante la ordenación no confiere ninguna virtud, puesto, llamado,  aptitud o tarea. La ordenación, sobre todas las cosas, es en el pensamiento protestante un reconocimiento de virtud, llamado y aptitud que ya existe en la persona. Dios, en este sentido, es el jefe y Ordenador exclusivo. La iglesia no puede ordenar verdaderamente, solo puede reconocer la ordenación dada por Dios que es evidente en una persona. Jenny Nygaard fue ordenada por el cielo para un ministerio de gracia excepcional y completo. Fue muy breve, seguro, pero fue suficiente para romper el hielo y abrir nuestros ojos al hecho de que el llamado de Dios al ministerio pastoral trasciende el género. Lo vimos en la vida de Jenny Nygaard. El testimonio propio habló. El discernimiento responde con una palabra “Amén”.

 


Fuente: http://spectrummagazine.org/article/2015/06/24/memory-norway%E2%80%99s-first-woman-seventh-day-adventist-pastor

 

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