EVALUACIÓN DE LOS ARGUMENTOS USADOS POR AQUELLOS QUE SE OPONEN A LA ORDENACIÓN DE MUJERES AL MINISTERIO
Ángel M. Rodríguez
Introducción
A continuación, examinaremos los argumentos y opiniones que se ofrecen para construir una hipótesis contra la ordenación de mujeres al ministerio. No se trata de evaluar personas sino argumentos. Es obvio que los que se oponen a la ordenación de mujeres al ministerio, están tratando de conocer la voluntad de Dios para la iglesia, como se manifiesta en la Biblia y en el Espíritu de Profecía. Ellos, al igual que aquellos con quienes no están de acuerdo, están comprometidos para con el Señor, las Escrituras y la iglesia. Se ha realizado el mejor esfuerzo para entender sus argumentos; pero, si mal interpreté sus puntos de vida, estaré dispuesto a hacer los cambios necesarios. Es imposible evaluar todos los argumentos y las opiniones ofrecidas por ellos dentro de las limitaciones de tiempo que tenemos. Por lo tanto, el análisis se enfocará en los argumentos principales.
La forma en que han presentado su hipótesis conjuntamente, proporciona la estructura organizativa para este documento. Después de una evaluación de la metodología usada por ellos y su acercamiento al texto bíblico, así como de los escritos de Elena de White, se examinará la cuestión de la primacía pre-caída en el AT y NT. Esto será seguido por una discusión de la supuesta exclusividad de género en el liderazgo espiritual en la Biblia, y de los argumentos que utilizan para interpretar pasajes que parecen socavar sus puntos de vista. La última sección se centrará en los argumentos extraídos de los escritos de Elena de White.
Metodología y Hermenéutica
La metodología usada por nuestros amigos no está definida explícitamente, por lo que es necesario tratar de reconstruirla a partir de los documentos que presentaron. Su interpretación de 1 Timoteo 3:2 se encuentra en el centro mismo del tema. Según ellos, la frase “marido de una sola mujer” no necesita interpretación, porque su significado es claro. Es un mandato divino, incuestionable, declarando que los Ancianos de la iglesia tienen que ser hombres. Su comprensión de este texto determinará su lectura de los pasajes bíblicos relacionados con el tema del liderazgo masculino/femenino. Creen que su comprensión de 1 Timoteo 3:2 se apoya en el hecho de que, a lo largo de la Biblia, los líderes espirituales del pueblo de Dios siempre han sido hombres. Esta práctica, creen ellos, se basa en el principio de la supremacía masculina (1 Co 11:2-16).
No está claro cómo, metodológicamente, se mueven desde el liderazgo masculino universal y exclusivo sobre las mujeres, al liderazgo masculino en la iglesia. Para ellos, la metáfora de la iglesia como una familia es muy significativa. En el hogar, el marido es cabeza de la mujer y, en la iglesia, que se define como la familia de Dios, el Anciano es la cabeza de las mujeres. Afirman encontrar apoyo para esta idea en 1 Corintios 11:2-16, donde Pablo dice que el hombre, entendido principalmente como el Anciano de la iglesia, es la cabeza de la mujer. Por lo tanto, las mujeres en la iglesia deben ser sumisas y tienen prohibido enseñar; han de estar en silencio (1 Ti 2:11; 1 Co 14:33-34).
Basándose en 1 Corintios 11:2-10, ellos, en primer lugar, trazan la primacía volviendo a la condición previa a la caída de Adán y Eva; y, en segundo lugar, ellos buscan apoyo en la primacía eterna de Dios sobre Cristo. Estos dos detalles les permiten concluir que la primacía pertenece a las relaciones inter-trinitarias y desempeña un papel fundamental en el orden del reino cósmico de Dios y en su iglesia en la tierra. Llegan a la conclusión de que la ordenación de mujeres al ministerio sería una violación del orden divino establecido por Dios en la creación. Como se puede ver, la metodología es inseparable de las conclusiones finales.
La cuestión de la hermenéutica está en el centro del debate. ¿Cómo se puede encontrar una respuesta bíblica a la pregunta de si las mujeres deben o no deben ser ordenadas al ministerio? Ellos están convencidos de que lo que se necesita, es una clave hermenéutica que se pueda utilizar para armonizar todo lo que dice la Biblia sobre el tema. Afirman haber encontrado esta clave en 1 Timoteo 3 y 1 Corintios 11. Se concuerda en que “antes de poner arbitrariamente un texto por encima de otros, todos los pasajes sobre un determinado tema deben ser estudiados cuidadosamente y cada palabra se debe considerar cuidadosamente”[1]. Se añade que primero se debe hacer dentro del contexto inmediato de cada pasaje. Se dará un vistazo más de cerca a algunos de sus principios hermenéuticos.
La claridad de la Escritura. Se afirma que el significado de los pasajes del NT utilizados por ellos son claros, y que sus conclusiones se basan en el claro significado de los textos[2]. Estamos de acuerdo en que el mensaje básico de la Escritura es claro y accesible a todos, sobre todo en asuntos relacionados con la salvación. Pero, los estudiantes de la Biblia saben que hay muchos pasajes difíciles de la Escritura que requieren trabajo esforzado y oración para entenderlos. Lo que ocurre, por ejemplo, en 1 Corintios 11:2-16, el cual es un pasaje notoriamente complicado[3]. Ellos reconocen que es importante hacer estudios de los términos; pero, inmediatamente declararon que Elena de White también dice que los términos no son de inspiración[4]. Hay que preguntarse acerca de la intención de tal comentario. Al asumir que los pasajes del NT enseñan claramente la supremacía masculina en la iglesia, la solidez de la exégesis que ellos ofrecen es cuestionable.
El contexto. La cuestión del contexto de un pasaje se encuentra en el centro de las diferencias hermenéuticas entre ambos grupos. Parece que tenemos una comprensión diferente de lo que es el contexto de un pasaje y cómo ese contexto contribuye a la interpretación de los textos bíblicos específicos. Aunque todos están de acuerdo que el contexto es de gran importancia en la interpretación de un texto bíblico, la mayoría de los documentos que se están evaluando tienden a restarle importancia a su significado. Así, por ejemplo, la situación religiosa en Éfeso y Corinto no se examina cuidadosamente. Al parecer, el temor de un exceso de contextualización no permite que tomen el contexto cultural en serio[5], aunque otras preocupaciones también pueden estar presentes. Sin embargo, la situación es más grave cuando se trata del contexto inmediato de algunos de los pasajes críticos. Por ejemplo, en el caso de 1 Corintios 11:2-16, el autor del artículo no pretende proporcionar una justificación contextual para su inclusión en la carta[6]. Si el propósito del pasaje es de reafirmar la supremacía en la iglesia, como argumenta el documento, entonces la carta no ofrece una razón para su discusión. Pero, si el tema principal no es la primacía; entonces, hay razones contextuales para su inclusión. Con respecto a 1 Timoteo 2:11-14, el autor indica que el contexto de interpretación del pasaje no es 1 Timoteo, sino Génesis 1-3. En consecuencia, el documento no ofrece una razón contextual, una situación local en la iglesia que nos ayudaría a entender porqué Pablo lo incluyó en la epístola. Se supone que Pablo se dirige a una situación local, pero esta situación no se identifica. Otro escritor ignora el contexto inmediato del pasaje, argumentando que 1 Timoteo es similar a una última voluntad o testamento, o que es como un manual de la iglesia; ellos no necesitan un contexto para entenderlo: “Pablo escribió 1 Timoteo enfocándose en la preparación de él (Timoteo) para ministrar en su prolongada ausencia. Una cuidadosa lectura de la epístola no revela nada que sea de relevancia exclusivamente local”[7]. Luego pasa a argumentar que “son más importante los contextos bíblicos a los que Pablo se refiere, que explicar su propio significado”[8]. Este pasaje es separado de su contexto inmediato, con el fin de poder utilizarlo para apoyar una lectura particular de la misma. Este intento de ignorar el contexto inmediato del pasaje, es justificado mediante el argumento de que Pablo está describiendo lo que es de valor universal para la iglesia[9]. En este punto, solo se puede decir que el establecimiento de lo que es universalmente válido es necesario; pero, con el fin de definir lo que es universal, primero se tiene que entender el problema específico que Pablo está tratando de resolver en la iglesia de Éfeso. De lo contrario, lo que se universaliza puede no ser lo que la Biblia esté universalizando —como es la situación en este caso. Una vez que se saca a un pasaje de su contexto inmediato, hermenéuticamente se avanza de forma independiente, sin controles de interpretación.
La totalidad de las Escrituras. Todos están de acuerdo que, en el estudio de la Biblia, se debe tomar en cuenta todo lo que ella misma dice sobre el tema específico. Esto requiere que todos estudien cada pasaje en su contexto, antes de establecer conexiones con otros pasajes. Los documentos que se están tratando, como se ha indicado, seleccionaron un grupo de pasajes del NT que, presuntamente, son muy claros sobre el tema de la primacía, ordenación al ministerio y la diferenciación de género, usándolos para interpretar otros pasajes sin antes escuchar a los otros textos en sus propios términos. Una lectura de los documentos que discuten sobre el liderazgo previo a la caída en Génesis 1-3, indica claramente que la intención de los escritores era demostrar la presencia de un liderazgo pre-caída en Génesis y socavar los argumentos de aquellos que no están de acuerdo con ellos. Lo que supuestamente encontraron en el NT, lo impusieron sobre el Génesis. Al menos uno de los documentos explícitamente reconoce este procedimiento: “El hecho de que el relato de Gen 1-2 no plantea la cuestión de la primacía directamente lo suficiente como para que los estudiosos puedan demostrar que está ahí, no invalida la visión teológica del escritor inspirado del NT en el asunto”[10]. Esto será aclarado más adelante. Otro ejemplo se encuentra en su interpretación de Romanos 16:1. La frase “Febe, diácono de la iglesia en Cencrea” no significa lo que dice, porque, de acuerdo con 1 Timoteo 3:12, un diácono debe ser hombre[11]. Ellos silencian el testimonio de un texto a través del sonido de la voz del intérprete. No hay que poner el texto bíblico en oposición el uno con el otro, sino buscar una armonización adecuada que respete o rinda homenaje a la contribución de cada pasaje. Hay que escuchar cada pasaje en sus propias condiciones.
Uso de los escritos de Elena de White. Este es, posiblemente, el tema más sensible en el ámbito de la hermenéutica. ¿Cómo deben usarse sus escritos en la interpretación de la Biblia? El documento “Comité de estudio sobre los métodos bíblicos” (MBSC) declara, “Sus exposiciones [las de Elena de White] sobre cualquier pasaje bíblico determinado, ofrecen una guía inspirada en el significado de los textos sin agotar su sentido o adelantarse a la tarea de la exégesis”[12]. Esta es una guía segura. Pero, parece haber sido tomada en el sentido de que “ella era un intérprete inspirado de la Escritura, no en función de la exégesis, sino en la revelación de explicar el significado de un texto en particular”[13]. Esto significa que si se interpreta un pasaje literalmente, también deberíamos tomarlo literalmente, y que si ella “lo entiende en un contexto particular, debemos tomar en serio también ese contexto”[14]. Lo mejor que se puede hacer aquí, es trabajar dentro del rol que se le asigna a ella y ver en qué medida son coherentes.
Otro de los problemas que se ha encontrado en la mayoría de los documentos, es que su uso de Elena de White carece de equilibrio. Ellos tienden solo a citar lo que apoye sus argumentos. El mejor ejemplo que puedo dar, es las citas que se utilizan para apoyar la idea de que el contenido de la Biblia es claro. Ofrecen muchas declaraciones de sus escritos sobre este tema; pero, nada sobre la importancia de un cuidadoso estudio profundo de la Biblia y los desafíos que estos estudios representan. La mayoría de sus declaraciones sobre la necesidad de tener en cuenta los tiempos y las circunstancias en las que los escritores bíblicos vivieron y escribieron, es casi ignorada. Se debe esperar de ellos para examinar todo lo que Elena de White dice sobre el tema, o para decirnos acerca de otras declaraciones de ella que son necesarias armonizar con lo que nos están ofreciendo.
Por último, se debe tener muy claro que, mientras se afirma el importante papel de Elena de White entre el pueblo remanente de Dios del tiempo del fin, todas las doctrinas tienen que basarse en la Biblia. Se ha afirmado constantemente que ninguna de las doctrinas se basa en sus escritos y se debe seguir sosteniendo esta convicción. Esto significa que, si bien es bueno y necesario que todos exploren su contribución en el tema, la Biblia es y siempre debe ser la norma final. Si la iglesia va a tomar una decisión sobre el significado y la práctica de la ordenación bíblica para el ministerio, tendría que hacerlo sobre la base del texto bíblico.
Diatriba hermenéutica. Aquellos que se oponen a la ordenación de la mujer, acusan a quienes están en desacuerdo con ellos de usar una hermenéutica no bíblica, y no adventista. Este tipo de diatriba no es constructiva, y se cierra la posibilidad de cualquier conversación significativa. Se aleja de una evaluación de los argumentos en sí mismos, en una evaluación del carácter y las intenciones de los que participan en el debate. Este enfoque parece tratar de resolver el problema, al infundir el miedo contra los que no están de acuerdo con ellos; ellos son el enemigo. Una lectura cuidadosa de sus documentos dejó en claro que los principales problemas hermenéuticos que se enfrentan, se encuentran en la definición y aplicación de un principio de interpretación bíblica, es decir, el uso adecuado del contexto de un pasaje bíblico.
En resumen, la hermenéutica utilizada por aquellos que se oponen a la ordenación y la inclusión de ambos géneros, no parece ser completamente fiel al MBSC. Afirman estar siguiendo los principios de la tota Escritura, la Escritura se interpreta a sí misma y la sola Escritura; pero, su uso de algunos pasajes bíblicos como su clave hermenéutica para interpretar o re interpretar otros pasajes (¿Un canon dentro de un canon?), plantea preguntas sobre la validez de su hermenéutica. Su principal problema hermenéutico es, en gran parte, su deseo de probar su punto de vista y socavar los argumentos de aquellos que apoyan la ordenación de mujeres al ministerio.
La primacía previa a la caída
El concepto de una primacía pre-caída intenta explicar porqué las mujeres deben estar bajo la sujeción del marido y a los líderes de la iglesia. Sin esta, la supremacía masculina sería una decisión divina, arbitraria. La respuesta siempre es simple: El liderazgo es una parte esencial del orden establecido por Dios para su reino cósmico. Este orden de la creación refleja la primacía funcional inter–trinitaria que caracteriza a la Deidad. Se argumenta que, si bien los miembros de la Trinidad tienen la misma naturaleza, funcionalmente operan sobre la base de la primacía. El Hijo y el Espíritu están bajo la sumisión al Padre. Por lo tanto, la primacía es la manera en que Dios y el universo funcionan, y regula el papel de los ángeles y la experiencia de Adán y Eva.
La primacía y la Deidad
Al parecer, no todos los que se oponen a la ordenación de las mujeres al ministerio creen en la supremacía eterna del Padre sobre el Hijo[15]. Sin embargo, se debe abordar a causa de las graves consecuencias que tiene para nuestro cuerpo de creencias. Se esperaba una evaluación crítica de este argumento por aquellos que lo tomaron de los escritos de estudiosos evangélicos y lo introdujeron dentro de la teología adventista; pero no se hizo. En mi opinión, esta es una grave desviación de la teología adventista y la doctrina.
Se redefine la doctrina bíblica de Dios. Los adventistas creen que dentro del misterio de la Deidad, existe una pluralidad de personas; sin embargo, es solo Dios. Nunca los adventistas han especulado sobre el misterio del ser interior de Dios. La propuesta es que se está invitando a hablar de lo que nunca se va a comprender, cayendo así, en un terreno peligroso. Si uno de los tres miembros de la Trinidad ha sido el eterno líder de los otros dos, incluso en el nivel funcional, se ha introducido una fisura dentro de la unidad de la Divinidad que se pone muy cerca de politeísmo. Si un miembro de la Trinidad tiene que decir a los demás lo que deben hacer y cuándo hacerlo, entonces, se debe concluir que el ejercicio de los atributos divinos de los otros dos está siendo limitado, o que todos ellos no tienen los mismos atributos divinos que se complementan entre sí. Si se insiste en que la primacía eterna es consistente con el monoteísmo, se tendría que discutir algo muy cerca de modalismo —un solo Dios que funciona de tres maneras diferentes.
Al parecer, no se han dado cuenta que el concepto de una primacía eterna dentro de la Divinidad, es incompatible con la distinción entre la igualdad de la naturaleza y la diferenciación funcional dentro de la Trinidad. Si el Hijo había estado eternamente bajo sujeción al Padre, entonces, esto es lo que le define; esto es lo que él es y no por lo que hace. Habría existido siempre en subordinación al Padre. Aquí, la naturaleza y la función se fusionan. A diferencia del Padre, es incapaz de existir por sí mismo y ejercer plenamente su libertad divina, y esto es lo que Él sería. El ser y la acción son inseparables. La acción es un reflejo de lo que la persona es. Aquí no hay dicotomía. La distinción entre la naturaleza y la función ya no tiene validez dentro de la Deidad. Parte del problema es que nuestros amigos parecen confundir la sumisión con la función. La sumisión es una condición o estado del ser, que se expresa en el ejercicio de determinadas funciones. Una sumisión eterna no es algo que la persona hace, sino el estado eterno de esa persona. Por lo tanto, la sumisión y la función no pueden estar separadas unas de la otra.
La primacía eterna y la expiación. La idea de una primacía eterna dentro de la Deidad requeriría una redefinición de la doctrina de la expiación. En el corazón de la expiación está el amor de Dios, manifestado en el auto sacrificio y las acciones salvíficas divinas desinteresadas hacia los pecadores. No había nada que obligara a Dios para salvarnos. La primacía eterna del Padre podría implicar que el sacrificio del Hijo fue el resultado de una orden dada por el Padre a Él para salvarnos; la asignación de una función. Esto destruiría la doctrina bíblica de la expiación, y dañaría de manera radical la comprensión bíblica de la naturaleza del amor divino.
La única forma válida en la que mis amigos evitan tener que redefinir las doctrinas de Dios y la expiación, es afirmar que la subordinación eterna del Hijo al Padre fue voluntaria. Es exactamente lo que sugieren. Esto, supuestamente, sería preservar la distinción entre el ser y la función. Pero, esta “solución” introduce en su argumento una inconsistencia lógica; incluso una contradicción lógica. Es esta: Si la subordinación del Hijo al Padre fue voluntaria, no podría haber sido eterna. “Voluntario” significa que, hasta un momento particular en la eternidad, el Hijo no estaba bajo sumisión al Padre. Esto no era su condición “natural”; pero, que por alguna razón estaba dispuesto a asumir. La conclusión es obvia: la primacía dentro de la Deidad no puede ser eterna.
Falta de apoyo bíblico. El problema más grave con la primacía eterna del Padre es la falta de apoyo bíblico. En vano se buscaría en las Escrituras un “Así dice el Señor” respecto a este tema. Ellos solo pueden citar 1 Corintios 11:3: “Y la cabeza de Cristo es Dios”[16]. Pero, no hay absolutamente nada en el contexto sobre una primacía eterna del Padre. El hecho de que este concepto distorsione las doctrinas de Dios y la expiación, es una alerta sobre el hecho de que una interpretación sustentada en 1 Corintios 11:3, es una mala interpretación del texto. Existen otras maneras de interpretar este pasaje que preservan la unidad teológica de la Biblia.
Elena de White. En sus escritos, ella desconoce y no dice nada acerca de una primacía eterna del Padre. La idea de que el Hijo estuvo eternamente en sumisión al Padre, entró en la historia del cristianismo a través de la enseñanza de la sucesión eterna del Hijo del Padre. Los adventistas han considerado que este concepto se basa en la tradición no bíblica. La primacía eterna del Padre es el resultado de la especulación humana. Algunos adventistas argumentan que el Hijo de Dios tomó la forma de un ángel antes del origen del pecado, y que, en la condición de un ángel, Él estaba bajo sumisión al Padre. Sin embargo, esto no quiere decir que Él estaba como el Hijo eterno de Dios, bajo el señorío eterno del Padre[17]. Lo mismo podría decirse de la encarnación. El Hijo de Dios estaba voluntariamente bajo sujeción al Padre; pero, esto no quiere decir que este era su condición desde la eternidad. La decisión de salvar a la raza humana fue una decisión en la que las tres personas de la Trinidad participaron hasta que juntos pudieron decir: “Vamos a salvar a la raza humana”. Esto es lo que, en la acción, decidieron hacer por la humanidad.
La propuesta que ofrecen los opositores para justificar la supremacía del varón sobre la mujer en la iglesia, crea más problemas de los que resuelve. Lo que define las relaciones y funciones entre los miembros de la Deidad no es la primacía, sino el divino amor abnegado. El universo, según Elena de White, ha sido siempre gobernado por el amor eterno de Dios, y no por un principio cósmico llamado primacía. Este amor se manifiesta en el cosmos como el servicio desinteresado para con Dios y los demás. Puesto que el amor divino gobernó el cosmos, había perfecta armonía dentro de la creación de Dios.
La primacía y los ángeles
Todavía se tiene que abordar la cuestión de la supremacía entre los ángeles. Tanto la Biblia como Elena de White apuntan a algún tipo de jerarquía entre los ángeles. Se lee acerca de querubines, serafines, arcángeles y ángeles en general. No se puede negar que el orden dentro de las huestes angélicas requiere algún tipo de liderazgo. Lo que necesita ser explorado es la naturaleza de este orden angélico armonioso y la base sobre la cual fue establecido. Se puede argumentar que, cuando Dios estaba creando a los ángeles, Él decidió crear a algunos como serafines, a otros como querubines y a algunos como ángeles comunes. Estos serían sus roles eternos. Si se tuviera que asumir que este era el caso, sería imposible encontrar una razón para la jerarquía. Solo se podría decir que Dios quería que funcione de esta manera. En otras palabras, se trataba de una decisión divina, arbitraria que, eternamente, limita el papel de los ángeles a una esfera particular de acción, sin poder jamás superarla. Esta explicación se hizo eco en la acusación de Lucifer de que Dios era arbitrario y que el Creador, por diseño, había restringido el desarrollo personal de sus criaturas (cf. Gn 3:2).
La segunda posibilidad es argumentar que el orden angelical se basa en el servicio. En este caso, la posición de los ángeles no estaba predeterminada por decreto divino. Más bien, fue el resultado de los dones que se les encomiendan y su uso en el desarrollo del carácter. Se sabe que el orden cósmico se estableció en el concepto fundamental del servicio:
Tanto las cosas del cielo como las de la tierra declaran que la gran ley de la vida es una ley de servicio. El Padre infinito cuida la vida de toda cosa animada. Cristo vino a la tierra “como el que sirve” (Lc 22:27). Los ángeles son “espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación” (Heb 1:14). La misma ley de servicio está impresa en todos los objetos de la naturaleza. Las aves del cielo, las bestias del campo, los árboles del bosque, las hojas, el pasto y las flores, el sol en los cielos y las estrellas de luz, todos tienen su ministerio. El lago y el océano, el río y el manantial, todos toman para dar.[18]
La ley del servicio mantiene todo funcionando armoniosamente. Esto es llamado por Elena de White como “las armonías celestiales”[19]. Ella nunca usó el término “dominio” o algo similar para definir con mayor precisión esa armonía. White señala que “en su ministerio, los ángeles no son como siervos, sino como hijos… La obediencia no es trabajo penoso para ellos. El amor a Dios hace de su servicio un gozo”[20].
Se puede sugerir que fueron asignados a los puestos de liderazgo entre los ángeles sobre la base del servicio, y no sobre la base de quien fue creado primero.
Cuanto más cuidadosamente se cultiva el intelecto, tanto más eficazmente podrá emplearse en el servicio de Dios, si se lo coloca bajo el dominio de su Espíritu. Los talentos usados son talentos multiplicados. La experiencia en las cosas espirituales amplía la visión de los santos y de los ángeles, y ambos crecen en capacidad y conocimiento mientras trabajan en sus respectivas esferas[21].
Se sabe que los ángeles son promovidos a nuevas posiciones, lo que significa que no fueron creados para llenar un puesto en particular, sin la posibilidad de nuevas oportunidades de servicio. Gabriel no era un querubín protector; pero, se le asignó esa posición después de la caída de Lucifer[22]. De hecho, Lucifer fue exaltado a la posición de querubín; que no era suya por naturaleza[23]. Este fue “designado” por Dios[24]. Él había desarrollado los dones que el Creador le dio por encima del resto de los ángeles[25]. Al final del conflicto, él entenderá que si se hubiera mantenido fiel, hubiera recibido otras posiciones de honor[26]. Desde que las posiciones fueron asignadas por Dios sobre la base del servicio, la sumisión de los ángeles a los nuevos líderes angelicales era voluntaria, en el sentido de que se podían ver las razones por las que el Creador les da sus nuevas funciones de servicio. A medida que pasaba el tiempo, las funciones serían modificadas como consecuencias de los nuevos honores otorgados por Dios a otros ángeles. Nadie se limitó a un papel particular en el Reino de Dios. Hubo un orden armonioso en el que cada criatura inteligente podría desarrollar libremente el potencial que Dios le dio sin ninguna restricción predeterminada y arbitraria; no estoy seguro sobre la base del género. “Mientras todos los seres creados reconocieron la lealtad del amor, hubo perfecta armonía en el universo de Dios. Cumplir los designios de su Creador era el gozo de las huestes celestiales”[27]. Si tuviéramos que utilizar el término “liderazgo” dentro de esta condición sin pecado, tendríamos que identificar a Dios como la cabeza del cosmos y de nadie más.
La primacía antes del pecado, Adán y Eva
Los argumentos utilizados por los opositores a la ordenación de mujeres para apoyar la primacía pre-caída de Adán, están bajo la influencia de los eruditos evangélicos. Ellos usan su interpretación de 1 Timoteo 2:13 (Adán fue creado antes que Eva) y 1 Corintios 11:8, para interpretar Génesis 1-3[28]. En otras palabras, se fueron a Génesis con la idea preconcebida de la primacía de Adán antes de la caída y afirman haberlo encontrado allí[29]. Así es como ellos argumentan: A pesar de que la creación de Adán antes de Eva no implica necesariamente la autoridad de Adán, hay suficiente evidencia en Génesis 1-3 para interpretar la supremacía de Adán en términos de liderazgo. Entre ellos mencionan que Eva fue creada de la costilla; en beneficio de Adán, fue traída a él, y él le dio un nombre. Además, Adán se le fue confiado la ley de Dios —para trabajar la tierra y no comer del árbol del bien y del mal—, antes de que Eva fuera creada. En otras palabras, se esperaba que él la instruyera a ella. El pecado entró en el momento que Eva usurpó la primacía de Adán. Después del pecado, Dios restauró la primacía de Adán, llamándolo primero para que respondiera como representante de la familia humana, mediante el restablecimiento oficial de la primacía de él sobre Eva.
Al evaluar estos argumentos, hay que distinguir entre los hechos y las opiniones. Al examinar el texto bíblico del Génesis, es claro que la idea de liderazgo o autoridad sobre algo, está presente. Dios puso a la flora y la fauna bajo el poder de Adán y Eva (Gn 1:26-28). También, está claro que la sujeción de la mujer a Adán fue anunciado después de la caída (Gn 3:18). Nada se dice en el texto sobre Dios colocando un ser humano bajo la autoridad de otro ser humano antes de la caída. Hay algunos otros hechos: Adán y Eva fueron creados a imagen de Dios; Adán fue creado primero y da nombres a los animales; Dios le pidió que cuidara del jardín y le prohibió comer del árbol; Dios creó a Eva de una costilla de Adán; ella fue traída a él como su compañera; Eva pecó primero y luego Adán; Adán fue llamado primero a dar cuenta de su pecado; y Adán fue designado como cabeza de Eva. Lo demás es interpretación u opinión basada en la mayoría de los casos en el silencio del texto. Se examinarán algunos de los argumentos más importantes con más detalle.
Adán creado primero. Aunque los opositores sostienen que el hecho de que Adán fuese formado primero en la creación no significa necesariamente la primacía, creen que dentro de su contexto, de hecho, apunta a la primacía de Adán; él tenía autoridad sobre ella. Está claro que, en Génesis 1-2, la prioridad temporal no significa ni implica la primacía. Si ese fuera el caso, los animales habrían gobernado sobre Adán y Eva. También, fueron creados antes de que el sábado fue creado/instituido y, por lo que sabemos, nadie afirma que los seres humanos tienen autoridad sobre el sábado. Por el contrario, Jesús declaró que solo el Hijo del Hombre tiene autoridad sobre el sábado (Mr 2:27).
Pero, la pregunta sigue siendo: ¿Por qué Adán/el hombre fue creado primero? Esta es una invitación a especular; el texto no brinda ninguna respuesta. Se puede discutir que los opositores dan prioridad a la primacía, aunque no se encuentre en el texto. Tal vez, lo que se puede encontrar en el texto, es un ataque sutil contra la superioridad del hombre sobre la mujer, mediante la interpretación de la supremacía de Adán como una señal de un ser incompleto. Pero, esto es pura especulación. Una cosa está clara contextualmente, es decir, que su prioridad significa que la creación de los seres humanos todavía no se ha completado. La narración no está tratando de mostrar su superioridad sobre Eva, sino, más bien, lo muestra como un proyecto incompleto[30]. El Adán de Génesis 2 no es el Adán de Génesis 1. El Adán de Génesis 2 es el Adán masculino de Génesis 1, que fue creado a imagen de Dios como hombre y mujer. El ’ādam de Génesis 2 es la hā’ādam de Génesis 1 en el proceso de creación. Se podría decir que la prioridad de Adán en la creación es negativa, ya que apunta desde un ser inacabado; a lo incompleto. Argumentar que se está apuntando a una supremacía de Adán sobre Eva, es perder la intención del autor bíblico proporcionado por el contexto de la narración.
La creación de los seres humanos fue un evento único en el relato de la creación en el Génesis. Dios había creado dos seres libres a su propia imagen, para existir en perfecta unión con los demás y con Él. Para lograr su propósito, Dios decidió crear a cada uno como una entidad separada y en diferentes momentos. Después los unió a ambos con el fin de constituirlos en uno solo. Su unión no se hizo impulsado por el instinto, sino por la conciencia de cada uno, y por el descubrimiento del otro como un igual —otro yo. Esto parece ser lo que la narrativa está abordando. La prioridad de Adán se representa en Génesis como parte de la creación de los seres humanos. La antropología del capítulo 2 está basado en Génesis 1:27-28. La narración no concluye hasta que los dos son creados a imagen de Dios. Fue en este momento que, según Génesis 1, el ser humano como hombre y mujer fueron nombrados para gobernar sobre la creación, y no sobre otro ser humano. Se tiene que leer Génesis 1 y 2, juntos.
Adán como custodio de la ley de Dios. El argumento es que Dios le dio a Adán dos órdenes antes de que Eva fuera creada, constituyéndolo así en un custodio de la ley de Dios. Él era el responsable, “como cabeza de la familia para compartir estas instrucciones con la mujer y velar por que se siguieran estas instrucciones”. Se convirtió en “el instructor dentro de la familia humana”[31]. Estos argumentos son los más fuertes que tienen y, si se demuestra que es correcta, su teoría tendría algún fundamento. Pero, el problema que enfrentan es que las conclusiones que obtienen se basan en el silencio de la Biblia. Hay que comenzar con el asunto de Adán como profesor de Eva. Aquí, la Biblia guarda silencio; pero, Elena de White no. Ella señala que: “El jardín del Edén era el aula, la naturaleza el libro de texto, el Creador mismo era el Maestro, y los padres de la familia humana los alumnos”[32]. Los dos funcionan como estudiantes y ambos tienen el mismo privilegio:
Adán y Eva recibieron conocimiento comunicándose directamente con Dios, y aprendieron de él por medio de sus obras. Todas las cosas creadas, en su perfección original, eran una expresión del pensamiento de Dios. Para Adán y Eva, la naturaleza rebosaba de sabiduría divina. Pero por la transgresión, el hombre fue privado del conocimiento de Dios mediante una comunión directa, y en extenso grado del que obtenía por medio de sus obras[33].
En estas declaraciones no se encuentra ningún rastro de la primacía de Adán, o la posición privilegiada como maestro sobre Eva. Dios no solo los creó iguales, sino que también los trata como iguales. En este caso, se tiene un “Así dice el Señor”.
Ahora bien, respecto a Adán siendo el encargado de la ley de Dios, la Biblia no es muy silenciosa. La orden que se le dio a Adán de no comer del árbol prohibido, también Dios se lo dio a Eva. Ella declaró: “Pero, en cuanto al fruto del árbol que está en medio del jardín, Dios nos ha dicho [plural en hebreo]: ‘No coman de ese árbol, ni lo toquen; de lo contrario, morirán’” (Gn 3:3). Se podría cuestionar el significado sencillo del texto —Dios dijo a Adán y Eva— argumentando que Dios no le dijo personalmente a Eva, sino que lo hizo a través de Adán[34]. Hay que quedarse con el significado literal del texto, ya que también es apoyado por Elena de White:
Como los niños son educados por padres fieles, de la misma manera Adán y Eva fueron instruidos en cuanto a lo que se esperaba de ellos como criaturas inteligentes de Dios. Toda disposición se hizo mediante la cual las bendiciones pudieran ser aseguradas a la raza humana, excepto una leve restricción se colocó sobre la inocente pareja para probar su lealtad a Dios. El Señor les dijo, “pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis”[35].
Según ella, Génesis 2:17 estaba dirigida por Dios para Adán y Eva. No hay necesidad de explicar una afirmación tan clara.
Pero, ¿cómo debemos interpretar la orden dada a Adán para “trabajar” y “cuidar” del huerto? ¿No haría este punto una diferenciación funcional que daría a Adán un papel de liderazgo? No se está seguro de cómo el trabajo en el jardín estaría, incluso, sugiriendo la primacía pre-caída; al menos que sea interpretado en cuanto a la condición post caída, en la que hombre era responsable para trabajar la tierra y así obtener alimentos para la familia. Los que se oponen a la ordenación de la mujer, han llegado a la conclusión de que, como el texto bíblico no dice que Eva debía también trabajar la tierra, esto era responsabilidad exclusiva de Adán. Esto es entrar, una vez más, en el terreno de la especulación. Pero, no hay necesidad de especular.
Se sabe con exactitud lo que sucedió en el Edén con respecto a este punto en concreto. Elena de White escribe:
En su feliz inocencia, el Señor puso a Adán y Eva en el Jardín del Edén, y les dio empleo en adornar y mantener el jardín que había hecho para ellos. En la actividad de cuerpo y mente, ellos tenían los medios para obtener lo bueno, y glorificar a su Padre celestial. Al igual que los ángeles de Dios, que se dedicaban a hacer lo bueno, en cumplimiento de los mandamientos de Dios, el hombre siempre estuvo para participar en el trabajo serio[36].
En caso de que haya alguna duda, ella enfatiza que, “El que enseñó a Adán y Eva en el Edén a cuidar el huerto, enseñará a los hombres hoy día”[37]. Esto no requiere ningún otro comentario; pero, tiene un efecto dominante sobre otros argumentos. Cualquier argumento basado sobre la supuesta diferenciación de funciones entre Adán y Eva, relacionados con su trabajo exclusivo en el jardín y como custodio de la ley, puede ser rechazado de inmediato. Lo que se ha encontrado no es la primacía pre-caída, sino un Dios amoroso que los creó como iguales y que también trató con ellos como iguales. La supuesta evidencia de la primacía de Adán, sigue siendo deficiente.
La creación de Eva. La creación de Eva se utiliza para afirmar el papel del liderazgo del hombre en Génesis, usando varios argumentos. En primer lugar, se sugiere que la diferenciación de género dirigida en el relato es acerca de “la diferenciación de los roles del marido”[38]. En otras palabras, se trata de un papel diferente del hombre que apunta a su función de liderazgo. Está claro que el énfasis principal de la historia es la diferenciación de género, Dios creó varón y mujer. Con la creación de una mujer, la creación del ’ādām de Génesis 1:26 se ha completado. Cuando se sugiere que se está tratando aquí con funciones que apuntan al papel de liderazgo de Adán, se ha ido más allá del texto bíblico. En primer lugar, debemos entender que el género no es acerca de la función, sino del ser. La masculinidad y la feminidad no son funciones, sino lo que se es. Algunos son seres humanos masculinos y otros son seres humanos femeninos. La diferenciación de género se trata de la igualdad dentro de la diferenciación de género, y sobre el misterio de la unidad dentro de una pluralidad. Los dos son uno (Gn 2:24). Esto no es sobre el rol de liderazgo del marido dentro de la diferenciación[39]. Aunque la diferenciación de género no es una distinción funcional que implica diferentes funciones; ciertamente, no implica que la responsabilidad primordial de la mujer en el jardín era solo tener hijos y la del hombre era únicamente trabajar en el jardín. Como se ha visto, este tipo de argumento no puede ser apoyado por la evidencia. Hay que añadir que la responsabilidad parental fue dada por el Señor a los dos (Gn 1:28).
En segundo lugar, también se argumenta que desde que Eva fue creada de la costilla de Adán para ser su compañera, y fue creada inmediatamente por causa de él, fue hecha para servirle. El liderazgo está, según ellos, al menos de forma implícita. Este tipo de argumentación puede ser posible si se separan los capítulos 1 y 2 de Génesis. La razón de la creación de Eva no es que Adán tenía algunas necesidades que ella estaba para suplir, sino que Dios quiso crear a Adán como hombre y mujer. El uno sin el otro estaba incompletos.
Con respecto a la frase en hebrea ‘ezer kenegdo, “ayuda idónea”, se está de acuerdo en general con la mayoría de los opositores que puede expresar igualdad[40]. Pero, por desgracia, continúan argumentando que, puesto que la frase es sobre distinciones de género, señalan también una diferenciación funcional en la que el hombre desempeña el papel principal. Esto se supone que es el caso y, por consiguiente, no hacen ningún intento de demostrarlo por el contexto. Nadie puede negar una diferenciación funcional; pero, la diferenciación funcional no significa, y no siempre exige, la primacía. Se está planteando la cuestión de la igualdad de la naturaleza versus las diferenciaciones funcionales. La primacía, para ellos, se basa en la diferenciación de género.
Ser versus función. Cuando se afirma que, desde el principio, Dios puso a Eva bajo una amorosa sumisión a Adán, no solo porque él fue creado primero, sino también porque ella fue creada como una mujer; ellos están, de hecho, eliminando la distinción entre la función y la naturaleza. ¡Dado que la primacía pertenece al orden de la creación, la manera en que Dios los creó, no es funcional! La primacía de Adán sobre Eva indicaría que ella era, por naturaleza, creada para estar por debajo de él. Pero, no solo eso, este tipo de sumisión hubiera sido definitiva. A lo largo de la eternidad, Eva estaría bajo la autoridad de Adán. Esto no es una sumisión voluntaria al hombre, sino algo que pertenece a la estructura misma de su relación y de la creación misma. Ella fue creada para estar por debajo de él, y no había nada que pudiera hacer al respecto.
Si se fuera a preguntar porqué Dios los creó de esta manera, la única respuesta posible sería: “¡Porque Él deseaba que fuera así!”. En otras palabras, esto fue una decisión arbitraria. Dios lo creó primero para que él gobierne sobre ella. El terreno bíblico para el liderazgo ya no sería el servicio basado en el desarrollo del carácter, sino en el orden de la creación. Uno fue creado para gobernar, mientras que el otro fue creado para ser gobernado. Aquí, la función y la naturaleza son inseparables, porque están vinculados con el acto divino de la creación. Esto, también, afecta de manera negativa la libertad de la voluntad y tiende a respaldar la acusación de Satanás, de que la voluntad de Dios es arbitraria. Elena de White escribió:
Lucifer tomó la posición que, como resultado de la ley de Dios, el mal existía en el cielo y en la tierra. Este interpuso contra el gobierno de Dios la acusación de ser arbitrario. Pero esta es una mentira, enmarcada por el autor de todas las mentiras. El gobierno de Dios es un gobierno de libre albedrío, y no hay un acto de rebeldía o de obediencia que no sea un acto de libre albedrío[41].
La primacía pre-caída de Adán sobre Eva implica que, en el momento en que Eva fue creada, comprendió que ya estaba bajo la sujeción de Adán. Esto es esencialmente diferente de la sumisión voluntaria del Hijo con el Padre, y el de los ángeles a otros ángeles. En estos dos casos había una razón, pero no en el caso de Eva. Aquí, la sumisión implicaba la imposición de limitaciones permanentes a su libre albedrío. Esto tiene que ver con las distinciones ontológicas, porque implica que Adán tenía una naturaleza superior.
Afortunadamente, Elena de White deja claro que Eva estaba solo bajo la sumisión a Dios como Creador. Satanás sabía esto y lo usó indebidamente para tentarla y engañarla:
Él le dijo que Dios le ha prohibido comer del fruto, con el fin de mostrar su autoridad arbitraria, y para mantener a la santa pareja en un estado de dependencia y sometimiento. Él le dijo que en la infracción de este mandamiento, la avanzada iluminación sería suya; que iba a ser independiente, libre de la voluntad de un superior[42].
Satanás la tentó a aspirar e ir en busca de un nuevo papel en la vida con total independencia, no de Adán, sino de Dios. También, White afirma la funcionalidad y la llamada igualdad ontológica de Adán y Eva: “En la creación, Dios la había hecho igual a Adán. Si hubiesen permanecido obedientes a Dios, en concordancia con su gran ley de amor, siempre hubieran estado en mutua armonía”[43]. Esto es acerca de la ontología, ya que es una referencia al momento en que fueron creados. Pero, también se trata de la igualdad en la función. El orden divino no consistió en el sometimiento de Eva a Adán, sino en su obediencia a Dios, “la gran ley de amor”. En lugar de la primacía, se encuentra una armonía de acción que habría dado lugar a la preservación del orden divino. La propia armonía de ellos no fue determinada por la sumisión del uno al otro, sino que se encuentra en su sometimiento mutuo a Dios.
Elena de White es clara con respecto a la igualdad de Adán y Eva en función, además de cuestiones relacionadas con el género. Ella dice:
Creados para ser la “imagen y gloria de Dios”, Adán y Eva habían recibido capacidades dignas de su elevado destino. De formas graciosas y simétricas, de rasgos regulares y hermosos, de rostros que irradiaban los colores de la salud, la luz del gozo y la esperanza, eran en su aspecto exterior la imagen de su Hacedor. Esta semejanza no se manifestaba solamente en su naturaleza física. Todas las facultades de la mente y el alma reflejaban la gloria del Creador. Adán y Eva, dotados de dones mentales y espirituales superiores, fueron creados en una condición “un poco menor que los ángeles”, a fin de que no discernieran solamente las maravillas del universo visible, sino que comprendiesen las obligaciones y responsabilidades morales[44].
La facultad de la mente y el alma de ambos, refleja la gloria de Dios; ambos tenían dones mentales y espirituales, y podían comprender sus responsabilidades y obligaciones morales. White declara que, “Adán y Eva salieron formados de la mano de su Creador en la perfección de cada dotación física, mental y espiritual”[45]. Siendo que esta es la situación, hay que preguntarse, ¿por qué Eva necesitaría a Adán como la cabeza, puesto que ambos tenían la misma perfección del carácter y la mente? Un liderazgo pre-caída era innecesario en el jardín del Edén[46].
Eva creado de Adán y para Adán. Este es uno de los principales argumentos usados por aquellos que se oponen a la ordenación de mujeres para apoyar la primacía pre-caída de Adán[47]. El argumento está tomado de 1 Corintios 11:8-9: “De hecho, el hombre no procede de la mujer sino la mujer del hombre; ni tampoco fue creado el hombre a causa de la mujer, sino la mujer a causa del hombre”. Habiendo concluido que en este pasaje, Pablo está enseñando el liderazgo masculino antes de la creación, ellos lo buscan en el relato de la creación en Génesis. En otras palabras, esta idea es llevada por ellos a Génesis y se convierte en una herramienta hermenéutica para interpretar la narrativa. Un enfoque hermenéutico adecuado requeriría que se interpretase la creación de Eva “de” Adán y “para” Adán, dentro de su contexto inmediato en el Génesis. Cuando leemos el texto en Génesis, está claro que la creación de Eva es parte de Adán y para él[48]. En otras palabras, se está informando acerca de un acto divino de la creación que parece similar; pero, diferente de los actos anteriores de Dios de la creación registrado en Génesis 1.
En Génesis 1, después de la creación de Dios por decreto, Él crea a través de la separación. Él separa la luz de las tinieblas (v. 4); separó las aguas que están abajo, de las aguas que están arriba (v. 7); Él separó la tierra de las aguas (v. 9); etc. En la creación del hombre, Dios tomó el polvo de la tierra, separándolo desde el suelo, creando al hombre (2:7). En el caso de Eva, la sacó de una costilla de (separada de) Adán, creando a una mujer (2:22). En los casos anteriores, la separación sería permanente y dio como resultado fenómenos diferentes y radicales de creación. De hecho, juntar lo que Dios separó habría resultado en de-creación (e.g. el diluvio) o el fin de la vida humana (e.g. regresando al polvo significa que los humanos han muerto; 3:19). En el caso de Eva, somos testigos de un fenómeno nuevo en la historia de la creación. Lo que se separó —“de Adán”, es ahora traído “a Adán”. Hay una reunificación. La creación de la mujer fue a través de la separación y la reunificación. Ella fue sacada de su carne, y ahora se unen y se convierten en una sola carne (2:24)[49]. Esto significa que Dios no creó dos seres radicalmente diferentes, sino dos de la misma clase para que pudieran coexistir en perfecta armonía; no en el caos. De otra manera habrían permanecido separados. Por lo tanto, las frases “de Adán/para Adán”, hacen hincapié en la igualdad de los dos dentro de la diferenciación de género y no el sometimiento del uno al otro. La sujeción en el Génesis se basa en las diferencias radicales. Por ejemplo, los seres humanos se enseñorearon de la fauna y la flora; la luz del sol y de la luna durante el día y la noche preservando así las reglas de separación entre la luz y la oscuridad lo cual es parte del orden de la creación. Esta lectura de la creación de Eva se basa contextualmente y hace innecesario tratar de encontrar en el texto lo que no existe, a saber, la primacía pre-caída de Adán.
Adán pone un nombre a Eva. Mucho se ha hablado del supuesto nombramiento de Eva por Adán (2:23). Supuestamente, dar un nombre significa o implica superioridad. Aquí, ellos usan el contexto. Adán puso nombre a los animales porque estaban bajo su dominio (2:19-20). Tras la caída, él le pone un nombre a la mujer reafirmando su sometimiento anterior (3:16). Algunos comentarios están en orden. En primer lugar, Génesis 2:23 es una exclamación poética de alegría y asombro en el que su igualdad es el punto principal, no el nombrarla: “Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará ‘mujer’ [’iššah], porque del hombre [’iš] fue sacada”. Adán celebra el hecho de que, ahora, él tiene una compañera que corresponde a su propia naturaleza. Ella es su colega e igual a él, “hueso de mis huesos y carne de mi carne”. La terminología que utiliza no sugiere en absoluto que ella iba a estar bajo su liderazgo, sino que enfatiza su igualdad. Ella no pertenece al reino de los animales, sino que, como él, es un ser humano.
En segundo lugar, se debe notar que en la segunda parte del versículo, los verbos están en la forma pasiva (“se llama”, “fue llevado a cabo”). No hay duda de que el segundo verbo es un pasivo divino: Dios tomó algo fuera de/para el hombre. Esto sugiere que lo primero es también un pasivo divino: Dios le llamó “mujer”[50]. El verbo no solo es pasivo, sino que también está en tercera persona del singular masculino y se puede traducir: “Este será llamada [por el Señor] mujer”. El contexto lo admite, porque el título mujer se usa antes de que Adán lo usara. Dios le trajo a la mujer, y Adán reconoce ese hecho. En tercer lugar, incluso si se sostuviera que Adán está dando un nombre a la mujer, esto no quiere decir que Dios le dio autoridad sobre ella. El dar un nombre no significa necesariamente el sometimiento o la primacía[51]. Al nombrar a ella, Adán está reconociendo la magnificencia de la obra de Dios y de su magnanimidad, no su dominio sobre ella. De hecho, al nombrarla a ella, él también enfatiza la igualdad de género y la diferenciación (ella es ’iššah y él es ’iš)[52]. En cuarto lugar, el nombramiento de los animales se toma, generalmente, para significar que Adán tenía dominio sobre ellos. El contexto indica que, mediante la asignación para Adán de la tarea de nombrar a los animales, Dios quería que se diera cuenta de que necesitaba una compañera y no que él tenía dominio sobre ellos. En este caso, los nombres conducen a la auto-realización de que él es diferente de los animales. Note también que, en contraste con 2:23, el texto dice que Dios trajo los animales y las aves para que Adán les diera nombres (2:19). Este explícito propósito divino está ausente en 2:23 –no se dice que Dios trajo a Eva a Adán para que le pusiera un nombre.
Eva usurpó la primacía de Adán. Una vez que se supone que el Génesis 1-2 enseña la primacía de Adán, es necesario explicar cómo vino Eva a pecar primero. La respuesta es que Eva usurpó la primacía de Adán y esto la llevó al pecado[53]. Las implicaciones de este tipo de especulaciones son muy graves. Esto implica que el primer pecador no sería Eva, sino Adán. Él le falló al Señor por no cumplir con la responsabilidad que se le asignó como cabeza de la familia humana. Evidentemente, esto va en contra de lo que dice Pablo en 1 Timoteo 2:14 —Eva fue la primera en pecar. Pero, incluso, si se tuviera que pasar por alto este problema teológico, aún se tiene que enfrentar el problema de la rebelión de Eva contra Dios y su marido, por asumir una función que no se le había sido asignado a ella. En otras palabras, el pecado entraría en el mundo, porque Eva no se sometió a la autoridad de Adán y no por causa de que ella comió del árbol prohibido. Los dos habrían sido pecadores antes de comer del fruto. Esto va en contra de las claras enseñanzas de la Biblia y Elena de White[54].
La siguiente declaración es usada para indicar que Adán no cumplió con su responsabilidad como cabeza sobre la mujer:
Adán comprendió que su compañera había violado el mandamiento de Dios, menospreciando la única prohibición que les había sido puesta como una prueba de su fidelidad y amor. Se desató una terrible lucha en su mente. Lamentó haber dejado a Eva separarse de su lado. Pero ahora el error estaba cometido; debía separarse de su compañía, que le había sido de tanto gozo. ¿Cómo podría hacer eso?…[55]
Observe que la declaración establece el hecho de que ambos eran responsables ante Dios, porque Él les ordenó a los dos no comer del árbol. El hecho de que Adán lamentara haber permitido a Eva pasear sin su compañía, no quiere decir que él era su jefe. En otro lugar, White parafrasea la misma declaración de una manera ligeramente diferente: “Adán lamentó que Eva se hubiera apartado de su lado, pero ya todo estaba hecho”[56]. La instrucción divina para permanecer juntos fue dada a ambos y cada uno era responsable de obedecerla. Mantenerse juntos les habría protegido del enemigo[57]. Elena de White describe las instrucciones dadas a ambos de la siguiente manera: “Los ángeles aconsejaron a Eva que no se separara de su esposo en el desempeño de sus tareas, porque podría llegar a encontrarse con el adversario caído. Si se separaban, estarían en mayor peligro que si estuvieran juntos”[58]. La razón de no separarse no era que Eva estaba bajo el control de Adán, sino que si alguno de los dos se separaba, ambos estarían en mayor peligro. Esto no tiene nada que ver con el liderazgo antes de la caída. Tenían que trabajar en armonía perfecta movidos por el amor divino.
Adán como monarca. Existen varias declaraciones de Elena de White en la que se refieren a Adán como el monarca de la tierra. Son usadas para apoyar su liderazgo antes de la caída. Ella dice: “Adán fue coronado rey en el Edén… Hizo de Adán el legítimo soberano de todas las obras de las manos de Dios”[59]. Sus declaraciones deben leerse cuidadosamente antes de llegar a conclusiones definitivas.
En primer lugar, se tomará en sentido literal la afirmación de que Adán era un monarca en el Edén. Se podría suponer que esto puede haber sido una función particular que Dios le asigna a él y no a Eva. ¿Significa esto que ella estaba bajo sujeción a él? White es muy clara con respecto a la naturaleza del reino de Adán. Ella dice que, “Se le dio dominio sobre toda cosa viviente que Dios había creado”[60]. Dios “lo hizo señor de toda la tierra y de cuantos seres la habitaban… toda la naturaleza estuvo bajo su señorío”[61]. Ella dice específicamente: “Adán había sido rey de los seres inferiores”[62]. Su reinado estaba limitado a la tierra y todas las criaturas inferiores. Eva no estaba bajo sujeción a él como monarca.
Pero, las declaraciones necesitan un análisis más cuidadoso. Está claro que cuando Elena de White llama a Adán “rey/monarca”, ella está basándose en Génesis 1:26-28: “Adán fue designado por Dios para ser monarca del mundo, bajo la supervisión del Creador”[63]. En el Génesis, el papel de príncipe o monarca del mundo se les dio tanto a Adán como a Eva. ¿Por qué iba a limitarlo solo a Adán? La respuesta es que: Ella no lo está limitando solo a Adán. Ambos eran monarcas en el Edén. White es clara al respecto: “Mientras permaneciesen leales a Dios, Adán y su compañera iban a ser los señores de la tierra. Recibieron dominio ilimitado sobre toda criatura viviente”[64]. Pero aun así, ¿por qué ella iba ser tan enfática con respecto a la situación de Adán?
Hay otra manera de armonizar sus declaraciones acerca de Adán como monarca y los seres humanos, hombres y mujeres, como monarcas. Desde que Adán fue creado antes que Eva, fue coronado como rey inmediatamente después de su creación y antes de la creación de Eva. La declaración anterior de Elena de White, entonces, está describiendo lo que tuvo lugar inmediatamente después de su creación. Una vez que Eva fue creada, ambos fueron nombrados reyes de la creación, como se indica en Génesis 1:26. Después que Eva pecó, Adán fue el único monarca fiel que quedó en la tierra, antes de que él también cayera en pecado, perdiendo así todo dominio sobre el mundo. White se refería a esta tragedia cuando escribe, “Había conquistado a Adán, el monarca del mundo, y ahora todos los seres humanos serían sus súbditos. Poseería el Edén y establecería allí su trono como monarca del mundo”[65].
Independiente de cómo se armoniza lo que Elena de White dice acerca de Adán como monarca en el Edén, esto no admite una primacía pre-caída del hombre sobre la mujer. El dominio humano sobre otro ser humano no se encuentra en Génesis 1-2.
La naturaleza de la primacía de Adán sobre Eva. Los que abogan por la primacía antes de la caída, se enfrentan a la difícil tarea de definir la naturaleza de esa primacía o lo que involucra esto. Ellos buscaron los escritos de Elena de White, en un esfuerzo para encontrar respuestas a esta pregunta apremiante, y encontraron una declaración que parece proporcionar una respuesta:
Dios mismo dio a Adán una compañera. Le proveyó de una “ayuda idónea para él”, alguien que realmente le correspondía, una persona digna y apropiada para ser su compañera y que podría ser una sola cosa con él en amor y simpatía. Eva fue creada de una costilla tomada del costado de Adán; este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, sino que más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él. Siendo parte del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne, era ella su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y afectuosa que debía existir en esta relación. “Porque ninguno aborreció jamás a su propia carne, antes la sustenta y regala”. “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y allegarse a su mujer, y serán una sola carne” (Ef 5:29; Gn 2:24)[66].
La frase clave es “debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él”. El énfasis de la declaración está en su igualdad. Con el fin de encontrar aquí el concepto de liderazgo, argumentan, como ya se ha señalado, que hay una diferencia entre la igualdad en la naturaleza y la diferenciación funcional. Las diferentes funciones, de acuerdo con ellos, apuntan a la primacía. Supóngase por un momento que la frase citada está describiendo la naturaleza de la primacía de Adán sobre Eva. Su liderazgo consiste en amarla y protegerla. Nadie podría argumentar que si ella estaba amándolo y protegiéndolo, ella estaría usurpando la primacía de Adán. Nadie se atrevería a sostener que Eva no amaba a Adán. De hecho, Elena de White dice que para Adán, antes de la creación de Eva, “No existía nadie de la misma naturaleza y forma a quien amar y de quien ser amado”[67]. El hecho de que se esperaba que ella lo amara, no tiene nada que ver con la primacía. Para “protegerla” podría sugerir alguna forma de liderazgo, sobre todo si era responsabilidad de Adán para protegerla del ángel caído, como ellos sugieren. Esto implicaría que Adán era espiritualmente superior a Eva, y que ella no estaba obligada a protegerlo. Esto es un poco extraño, porque la Biblia dice claramente que ella fue creada para ser su ayudante. Entonces, ¿Qué significa cuando Elena de White dice que él estaba “para protegerla”? Este es otro caso en que se utiliza el silencio para apoyar la primacía.
Dado que Elena de White no dice que Eva estaba para proteger a Adán, se concluye que él era el líder. Sin embargo, para Elena de White, la protección de un enemigo común era una cuestión de mutua responsabilidad: “Los ángeles aconsejaron a Eva que no se separara de su esposo en el desempeño de sus tareas, porque podría llegar a encontrarse con el adversario caído. Si se separaban, estarían en mayor peligro que si estuvieran juntos”[68]. En otras palabras, había interdependencia de funciones entre Adán y Eva: “Cuando Dios creó a Eva, quiso que no fuera ni inferior ni superior al hombre, sino que en todo fuese su igual. La santa pareja no debía tener intereses independientes…”[69]. También, los dos tenían para disfrutar de la protección de Dios contra su enemigo común[70]. Ellos debían protegerse el uno al otro para permanecer juntos y reclamar la ayuda divina cuando alguno fuera tentado.
Los documentos que se han analizado, ofrecen otras definiciones de la naturaleza de la primacía pre-caída sin ser capaces de proporcionar la evidencia necesaria. Nos encontramos con declaraciones como esta: Adán fue a recibirla, proveer para ella, protegerla y guiarla[71]. Esto implicaría que la mujer poseía algunas debilidades internas para que Adán la proveyera. De hecho, esta idea se afirma explícitamente: “Al parecer, la serpiente tentó a la mujer porque ella delató alguna debilidad de su parte en obedecer la orden”[72]. Esto parece sugerir que ella era el eslabón débil en el jardín, y Satanás se aprovechó de ella. Se argumenta, además, que la primacía de Adán fue sacrificada[73] y que la sumisión de Eva fue “espontánea y sencilla”[74]. Ella, espontáneamente y sin esfuerzo, aprueba y respalda el hombre en su papel de liderazgo. No se proporciona ninguna evidencia para apoyar estas sugerencias. Incluso, llegaron a sugerir que ella no estaba consciente del hecho de que Adán era la cabeza. Pero, nos preguntamos, ¿cómo puede ser el caso, si “la respuesta adecuada a la autoridad designada es el honor, la sumisión y respeto por esa autoridad?”[75].
La situación se hace más difícil, cuando se dice que el hombre es de la mujer, el “jefe espiritual en virtud de ser creado primero”[76]. Las implicaciones de esta afirmación son asombrosas. Esto implica que la mujer era inferior espiritualmente al hombre. Su bienestar espiritual dependía de su marido, que era la cabeza espiritual. En otras palabras, él era el mediador entre Dios y ella. Reconociendo las implicaciones de dicha declaración, ellos argumentan que “la mujer no necesita venir a Dios a través de cualquier hombre, incluyendo a su esposo”[77]. Ella tiene acceso directo a Dios[78]. Uno se queda pensando qué es lo que significa cuando dicen que Adán era “el jefe espiritual” de la mujer. Sin decir nada acerca de la falta de apoyo bíblico para estas sugerencias, ellos intentan describir una primacía pre-caída cuya lógica no se explica en la Biblia ni en los escritos de Elena de White.
Tal vez, el principal problema de su comprensión de la primacía pre-caída es que se basan en una premisa errónea. Creen claramente que la diversidad de funciones presupone la primacía. En consecuencia, ni siquiera tratan de demostrar que este es el caso; simplemente, asumen que esto es así. Esto pone una de las principales debilidades de su posición. Inconscientemente, argumentan desde la situación de la caída a la situación previa a la caída. No debería ser un problema suponer que Adán y Eva pudieron haber tenido algunas responsabilidades o funciones específicas para llevarlas a cabo como seres inteligentes. El problema es que los opositores parecen asumir que Adán se le asignó a Eva y esto, a su vez, se toma en el sentido de que ella estaba bajo su liderazgo. Hoy en día, a menudo, es el caso que la persona que asigna responsabilidades a los demás, tiene un papel de liderazgo; pero, no hay razón para suponer que este fue también el caso de Adán y Eva antes de la caída. Pero, quizá, lo más importante, ni la Biblia ni Elena de White declaran que Adán le asignó las funciones específicas a Eva. Por el contrario, como ya se demostró, la evidencia que se tiene señala a Dios como Aquel que asigna responsabilidades específicas a cada uno de ellos. Este incluso fue el caso después de la caída, según consta en Génesis 3. Cada uno de ellos era directamente responsable ante Dios por su comportamiento.
La primacía después de la caída
La discusión del dominio post-caída de Adán intenta demostrar que la primacía del hombre existía antes de la caída. Dos argumentos principales se usan para apoyar esta idea: (1) después de la caída, Dios llamó primero al hombre, tomándolo en cuenta como la cabeza y representante de la humanidad. (2) La autoridad de Adán, después de la caída, confirma su liderazgo antes de ser identificado como el que trabaja la tierra, y la mujer como responsable de tener hijos en el hogar. Supuestamente, esta era la situación antes de la caída. Este último argumento ya ha demostrado ser inválido porque Adán y Eva eran los responsables del jardín y la procreación.
El primer argumento merece un poco de atención. ¿Por qué Dios llamó a Adán primero para dar cuenta, y no a Eva? Después de todo, ella fue la primera en pecar. Se pueden ofrecer varias respuestas a esta pregunta y, una de ellas es proporcionada por los que están en contra, en el lado opuesto del argumento: Esto demuestra que Adán era el líder que representaba a la mujer. En muchos sentidos la respuesta es problemática. En primer lugar, sugiere que antes de la caída, Eva no responde directamente a Dios por sus acciones, sino que lo hace a través de Adán. Había una distancia entre ella y Dios, y el hombre era su mediador. Ningún indicio sobre esto aparece en el relato de la creación. De hecho, este no fue el caso, incluso después de la caída. El único Mediador entre Dios y los seres humanos (hombres y mujeres) es Cristo. Cada persona, individualmente, tiene que dar cuenta a Dios por lo que hace. En segundo lugar, es importante notar que si Adán estaba siendo llamado a rendir cuentas como representante o como la cabeza de la mujer, él no lo sabía. En lugar de explicar por qué ellos habían pecado, él simplemente habló por sí mismo: “Escuché que andabas por el jardín, y tuve miedo…”. Debía esperarse que dijera: “Nosotros escuchamos que andabas por el jardín, y tuvimos miedo…”. Entonces, Dios le pidió a Eva que respondiera, lo que sugiere que cada uno habló por sí mismo (él/ella). Dios era la “cabeza” de los dos.
La segunda manera de explicar por qué Adán fue llamado primero se basa en el contexto de la historia, la visión de Pablo sobre la entrada del pecado en el mundo y en algunas declaraciones de Elena White. La referencia paulina es bastante clara. Según él, el pecado entró en el mundo por la transgresión de una persona: Adán (Ro 5:12). En este caso particular, él entiende el pecado como un poder, un rey que gobierna opresivamente contra la humanidad. Esta no es la definición solamente del pecado como la transgresión de una ley, sino el pecado como una fuerza cósmica que usurpó el dominio de los seres humanos en el mundo. Con esto en mente se puede regresar al Génesis. Dios le dio a Adán y a Eva dominio sobre la creación (Gn 1:26). Se sugiere que, cuando Eva pecó, el dominio que Dios le concedió a los seres humanos aún no estaba totalmente perdido. Adán era ahora el único administrador fiel del Señor. Es solo después de que Adán peca, que se pierde el dominio. Esta sugerencia puede acercarse a la especulación; pero, este no es el caso. Elena de White proporciona información más explícita que apoya esta argumentación. Ella declara que, “Adán y Eva estaban en posesión del Edén”[79]. Ella continúa diciendo que, una vez que Satanás había
logrando vencer a Adán y Eva, reclamó el Edén como su hogar. Con orgullo se jactó de que el mundo que Dios había hecho era su dominio. Habiendo conquistado a Adán, el monarca del mundo, adquirió a la raza como sus súbditos, y ahora él debía poseer el Edén[80].
Es solo después de la caída, que el dominio de ambos en el Edén y la tierra, se perdió. Lo que significa que el pecado de Adán fue en un sentido más perjudicial que el de Eva[81] y, por consiguiente, Dios lo llamó para dar cuenta antes de llamar a Eva. Adán estaba completamente consiente de lo que estaba haciendo; no fue engañado. Fue precisamente a través de él que el dominio se perdió, y el pecado entró en el mundo. Lejos de demostrar que él era la cabeza de la mujer, llamándolo primero, señala el carácter penoso de su pecado. Si después de la caída, la mujer se encuentra bajo su primacía, no es porque su pecado fue peor que el de Adán, sino porque ella indujo a Adán a introducirse en el pecado[82].
En conclusión, en vano se busca una evidencia clara a favor de una primacía pre-caída en Génesis 1-3. No se ha podido encontrar. Aunque los que están contra la ordenación creen firmemente que está ahí, ellos, intencionalmente, lo han introducido en su lectura del texto e interpretación de otros pasajes bíblicos; lo que refleja una seria debilidad en su argumento y hermenéutica. En el reino de Dios, el liderazgo, o si se lo prefiere “primacía”, se basa en el amor y el servicio desinteresados a los demás, y no, por ejemplo, en ser creado primero. La sugerencia de un dominio pre-caída de Adán sobre Eva, crea más problemas teológicos y doctrinales de los que tratan de resolver, y es incompatible con la ley del amor y servicio que gobierna el reino cósmico de Dios.
Primacía en el NT
Se examinará la interpretación de los pasajes claves del NT utilizados por aquellos que se oponen a la ordenación y que, aparentemente, apoyan la supremacía masculina sobre las mujeres en la iglesia.
1 Corintios 11:2-17
Cuando se trata de 1 Corintios 11:2-17, hay que plantearse varias preguntas. La primera de ellas es, ¿qué quiere decir Pablo cuando dijo: “…Cristo es cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es cabeza de Cristo” (v. 3, NVI)? Uno de los documentos encuentra aquí una primacía, en el sentido de tener autoridad sobre alguien —Cristo sobre los hombres, el hombre sobre la mujer y Dios sobre Cristo[83]. La frase “cada hombre” se interpreta en el sentido que se refiere a todos los miembros varones de la iglesia. Si este es el caso, ¡entonces, este pasaje parece estar diciendo que Cristo no es cabeza de los miembros femeninos de la iglesia; ya que no están sujetas a Él![84] Por supuesto, se podría argumentar que están bajo su sumisión a través de sus maridos. Pero, entonces, los esposos se convertirían en sus mediadores espirituales. La siguiente frase “el hombre es cabeza de la mujer”, argumenta que se está refiriendo principalmente a los hombres y las mujeres en la iglesia, no a los esposos y esposas[85]. El dominio es empujado fuera de la esfera familiar e introducida en la iglesia. Esta posición sostiene que kephale significa “cabeza”[86]. Pero, es un hecho que el término griego tiene varios significados, entre ellos “fuente”, un significado que es apoyado por el contexto (vv. 8-9, 11-12)[87].
La segunda pregunta que debe hacerse está relacionada con la supuesta supremacía de los líderes varones sobre las mujeres en la iglesia. ¿Es el objetivo principal de 1 Corintios 11: 2-17 reafirmar el sometimiento de la mujer a los líderes de la iglesia? Se busca en vano alguna evidencia en el contexto que apoye esta idea. De hecho, la discusión no es ni siquiera sobre la ordenación al ministerio. El documento no fue capaz de proporcionar la evidencia, ya que no está allí. El autor solo emite una opinión: “La autoridad y la primacía espiritual han sido confiadas al hombre, por lo menos a los individuos particulares designados como padres espirituales o líderes, ya sea en el hogar o en la iglesia”[88]. Esta declaración asume lo que se espera demostrar. Si la oposición a la ordenación de mujeres como ministros se basa en el supuesto hecho de que van a estar bajo la sumisión de los Ancianos de la iglesia o de los hombres en general, este pasaje no ofrece ningún apoyo a esa teoría.
La cuarta pregunta que hay que abordar, es si el pasaje es una discusión de la primacía absoluta. Se ha sugerido de acuerdo al texto, que las mujeres en la Iglesia y en el hogar están bajo sumisión. Es interesante observar que en el documento no se dice por qué Pablo se dirige al tema de la primacía. Simplemente dice, “No hay ninguna indicación clara de su [Pablo] motivación para escribirles sobre este tema”[89]. Esto es verdadero, si Pablo estuviera tratando de demostrar que las mujeres están bajo la autoridad de los hombres en la Iglesia.
Primera de Corintios 11 es un texto muy difícil. Ha sido interpretado a través de la historia en caminos muy opuestos. Teresa Reeve proporciona una buena alternativa que es consistente con el resto de la Biblia y leal al contexto del pasaje[90]. Se añadirán algunas reflexiones a sus sugerencias. El pasaje trata de regular la participación masculina y femenina en la oración y la profecía en la iglesia (vv. 4-5). No se trata de restringir los roles de las mujeres en la Iglesia. El texto provee instrucciones sobre la diferenciación de género, expresada a través de una práctica cultural, y trata de hacer de Dios el centro de culto. Los hombres no deben usar velo, mientras que las mujeres deben llevarlo cuando dirigen en la oración o en la proclamación de la palabra de Dios, a través de un mensaje profético. Por lo tanto, es la diferenciación de género, establecida por el Señor en la creación, reafirmada en la iglesia entre los que proporcionan el liderazgo a los mismos.
La práctica se apoya en una razón teológica. Cuando los hombres oran o profetizan, glorifican a Dios por no llevar el velo, y las mujeres lo glorifican llevándolo, no a sus maridos o los hombres en la iglesia. Al usar un velo, el cabello de las mujeres también conserva su propia gloria que, según Pablo, se muestra a través de su cabello largo (11:15). Las mujeres no deben permitir que los hombres las priven de dar gloria al Señor. Cuando dirigen en el culto, es el deber de ambos (hombres y mujeres) apuntar a Dios, y no entre sí o para ellos mismos[91]. En cierto sentido, esta idea es un desarrollo de 1 Corintios 10:31: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”. El resto de los argumentos giran en torno a estas ideas fundamentales.
El velo libera a la mujer para solo dar gloria a Dios. De hecho, cuando ella lo hace “tiene autoridad sobre su cabeza” (v. 10). En griego dice: “la mujer debe tener autoridad en/sobre/la cabeza.” Esto es acerca de la autoridad que una mujer tiene, y no de la autoridad que otra persona tiene sobre ella. Podría ser que “la cabeza” signifique “su propia persona”. Esto significa que ella está autorizada para orar y profetizar en la iglesia con el uso de un velo, que cubre toda la gloria humana y su propia gloria, haciendo la gloria de Dios la cosa más importante en la iglesia[92]. Los ángeles también se gozan cuando los hombres y las mujeres se unen para dar toda la gloria a Dios. Se trata de la igualdad tanto en esencia y función. Primera de Corintios 11:2-16 no está tratando la autoridad de los líderes masculinos de la iglesia sobre las mujeres en la iglesia.
1 Corintios 14:33-35
No hay una diferencia significativa de opinión sobre el significado de este pasaje entre los que apoyan la ordenación de mujeres al ministerio y los que se oponen a ella. El pasaje está lidiando con el “discurso perjudicial tanto por hombres como mujeres en la iglesia”. Los versos 33b-35 que prohíben a las mujeres hablar en la iglesia, debe entenderse en este contexto”[93]. Se ha dicho con razón, que la cuestión aquí, “es simplemente el comportamiento perturbador que trae deshonra para el Señor y la confusión en el servicio de adoración. Eso es ciertamente el contexto en el que se establece este pasaje. El silencio aquí es la disposición de dejar de lado el propio interés en el ámbito del culto en favor de la edificación de toda la iglesia”[94]. Por desgracia, el escritor continúa argumentando que el papel de la mujer es especialmente una apelación aquí, en armonía con el espíritu de la Ley; esperando que las mujeres manifiesten un espíritu sumiso, especialmente ante la presencia de los hombres en el culto, donde, según 1 Corintios 11, los hombres tienen un liderazgo espiritual. Este pasaje debe leerse a la luz de 1 Corintios 11[95].
Al darse cuenta de que este pasaje no enseña sobre el liderazgo masculino en la iglesia, el escritor decide introducirlo en el texto, señalando que lo encontrado en 1 Corintios 11 debe leerse también en este pasaje. Pero, esto va en contra del contexto del pasaje, según el cual el tema que se discute no es la supremacía masculina, sino el comportamiento desordenado en el servicio de adoración (ver 1 Co 14:33-40). En un contexto como estar en silencio y sumiso, se ofrece como la solución para evitar la interrupción de la adoración[96]. Esta sumisión se muestra en el silencio durante la adoración y se aplica no solo a las mujeres, sino también a los hombres[97].
1 Timoteo 2:11-15
Se encuentra que, el documento sobre 1 Timoteo 2:11-5 es un interesante artículo en el que arrastra todos los argumentos básicos usados por aquellos que se oponen a la ordenación de las mujeres al ministerio. El autor comienza con una discusión del contexto del pasaje argumentando que el tema principal en 1 y 2 de Timoteo y Tito, es la importancia de la enseñanza correcta de la doctrina de la Iglesia. La autoridad para enseñar fue concedida por Jesús y, de acuerdo a 1 Timoteo, Pablo fue llamado a ejercerla. Pablo confió esto a Timoteo y a los Ancianos de la Iglesia; todos ellos varones.
A continuación, se indica que en el pasaje específico en la discusión, Pablo está dejando claro que en la iglesia las mujeres no deben asumir el papel de la enseñanza del Anciano. Él no está hablando de esposas y maridos, sino de distinción de género y las funciones específicas que Dios asignó a los hombres y a las mujeres, en particular en la iglesia. Pablo está hablando a la iglesia universal en todas las edades. Las mujeres deben guardar silencio, ser sumisa a los hombres, y no ejercer autoridad sobre ellos. La condición de las mujeres en la iglesia es la misma que en la casa, porque la iglesia es la familia de Dios. Los hombres que manejan bien sus hogares, son llamados por Dios para administrar Su familia: la iglesia. Tienen autoridad sobre las mujeres. La autoridad eclesiástica para enseñar en la iglesia está restringida a los varones. Las mujeres pueden enseñar a otras mujeres y, probablemente, a los niños. Pablo, según el documento sostiene, da dos razones para este orden eclesiástico. La primera es la primacía pre-caída del hombre sobre Eva, basado en el hecho de que Adán fue creado antes que ella. La segunda es que Eva fue engañada por Satanás, en asumir el rol de supremacía de Adán y en hacerla pecar. Su pecado consistió en usurpar la primacía de Adán. En el lado positivo, Dios le dio a la mujer una de las responsabilidades más importantes dados a cualquier ser humano, es decir, la crianza de los niños en el hogar.
Observaciones generales
Análisis limitado del contexto inmediato[98]. En el documento se hace hincapié en la importancia de la autoridad adecuada a la enseñanza[99]; pero, ignora el papel de los falsos maestros en la iglesia. Reconoce que Timoteo se está oponiendo a los falsos maestros y que estos son los hombres, pero no hay discusión sobre su influencia en la iglesia y entre las mujeres. El debate del autor de que el contexto es muy limitado y, como se ha indicado, él no hace ningún esfuerzo para establecer el contenido del pasaje con el mundo conceptual, proporcionado por la propia epístola. De esta manera, él falla en algunos elementos exegéticos importantes.
Limitando las bases para la primacía de Ancianos. Si Adán representa a todos los hombres y Eva a todas las mujeres, ¿por qué motivos la supremacía masculina se limita a los Ancianos varones de la iglesia? El autor no explica cómo se trasladó la primacía universal del varón a la primacía específica del Anciano en la iglesia, que, por cierto, no se menciona en el pasaje[100]. Si el concepto de liderazgo se basa en el orden de la creación y no se limita al matrimonio, entonces, todos los varones deben ser identificados como los jefes de todas las mujeres en todas partes y en cualquier momento. Por supuesto, el autor no está argumentando esto. Pero esta cuestión metodológica permanece.
La verdadera Cabeza de la Iglesia. Aunque el documento sostiene que la sujeción de la mujer al hombre en nuestro pasaje no es sumisión de las esposas al marido, utiliza la relación marido-mujer para justificar la supremacía masculina en la iglesia. Esto se hace mediante el uso de la metáfora de la iglesia como la familia de Dios. En casa, el hombre es la cabeza; y en la iglesia, la cabeza es el Anciano[101]. Pero, no hay necesidad de pasar por todo esta argumentación compleja, si nos limitamos a reconocer que nunca en la Biblia o en los escritos de Elena de White, los Ancianos de la iglesia o los Pastores son llamados cabezas sobre las mujeres de la Iglesia. El liderazgo masculino en la iglesia no se encuentra en la Escritura[102]. La única cabeza de la iglesia es Cristo. Elena de White es muy enfática en este asunto. Ella rompe con la metáfora de la familia como apoyo a una primacía literal de líderes de la iglesia sobre la mujer cuando dice que, “El esposo es la cabeza de la familia, como Cristo es la cabeza de la iglesia”[103]. Si bien está afirmando la metáfora de la iglesia como la familia de Dios, ella no aplica esta metáfora al liderazgo de los Ancianos de la Iglesia. Ella afirma enfáticamente, “Que se vea que Cristo es la cabeza de la iglesia, no el ministro”[104]. Fue el mal uso de esta metáfora que, hasta cierto punto, llevó al catolicismo a introducir el concepto de un Papa (Padre) para la iglesia universal.
Definición de la enseñanza autorizada. Según el documento, la autoridad pública de enseñanza debe ser ejercida solo por varones[105]. Lo que falta es una definición oficial de la naturaleza de esta autoridad de enseñanza. ¿Se trata de la enseñanza de las doctrinas correctas? ¿Se trata de la incapacidad de la mujer para enseñar a un hombre? ¿Será esto porque ella es deficiente? ¿Qué es lo que un hombre/Anciano puede hacer específicamente que una mujer no puede hacer en la iglesia? Sabemos que ellas pueden enseñar, por lo que esto, probablemente, se deba a algunas enseñanzas específicas sobre la sumisión. ¿Se conoce lo que es estar en sumisión? El documento en cuestión sugiere que no se trata de “el tipo de enseñanza, sino a quién”[106]. La consecuencia lógica de esta declaración sería que, ya que las mujeres estaban bajo la autoridad de los Ancianos, no podían enseñarles a ellos; pero, que podían enseñar a todo el mundo, incluyendo a los hombres que no son Ancianos.
Frente a esta confusión, de acuerdo con la Biblia y la enseñanza oficial de la Iglesia, entendida como la comunidad de los creyentes, es que debe ejercer la enseñanza en la totalidad de sus miembros, de acuerdo con sus dones. Los Ancianos, como supervisores, son responsables de asegurarse de que lo que se enseña en la iglesia, es la verdad apostólica; esto se acentúa en las epístolas pastorales, pero no son los únicos maestros. Existe un don llamado el de enseñanza y creo que todos están de acuerdo en que no se limita a los Ancianos o los miembros masculinos de la iglesia (Ro 12:7; 1 Co 12:28). A través del don de la profecía, ejercida por los hombres y las mujeres, Dios enseña y edifica su Iglesia (cf. 1 Co 14:3). Pablo, también menciona que cuando se reúne la iglesia, cualquiera puede compartir un “himno”, una “palabra de instrucción/enseñanza”, una “revelación” o incluso una “lengua”; pero, esto debe hacerse “para el fortalecimiento de la iglesia” y de una manera ordenada (1 Co 14:26; también Col 3:16). Se espera que los creyentes sean maestros (Heb 5:12). La autoridad de la enseñanza está determinada por su fidelidad a las Escrituras y no por el sexo de la persona que lo proclama (ver Is 8:20).
Comentarios exegéticos
El documento no es principalmente un estudio exegético del pasaje; pero, sí es un estudio de algunos de los términos usados en ella, a la luz de la cuestión de si las mujeres deben ser ordenadas al ministerio.
Ausencia de la idea principal. En la discusión del pasaje, el autor no alcanza la idea principal que Pablo está discutiendo: “Una mujer debe aprender”. Esta es una idea positiva que debe tratar de explicarse por qué Pablo está pidiendo a la iglesia esto, para asegurarse de que las mujeres puedan estar debidamente capacitadas. La epístola (el contexto inmediato del pasaje) deja claro que esto es necesario porque los falsos maestros están fomentando falsas enseñanzas[107]. Las mujeres tienen el derecho de aprender; pero, el mensaje cristiano se les debe enseñar con los maestros confiables de la iglesia. Entonces, Pablo procede a discutir cómo esta enseñanza se llevará a cabo[108]. Ellas van a aprender “en el silencio y completa sumisión”. Se trata de un asesoramiento pedagógico excelente. Tenga en cuenta que “en plena sumisión” no está inactivada por el nombre de la persona a quien se sometan[109]. El contexto indica claramente que son para estar sumisas al maestro. En el versículo 12, Pablo desarrolla dos ideas, en silencio y en sumisión. El aprendizaje en el silencio significa que todavía no están preparados para enseñar y, por lo tanto, Pablo dice claramente que él no permite que las personas que están aprendiendo actúen como maestros. “En completa sumisión” significa que no deben tener autoridad sobre el hombre. La pregunta es quién es este hombre y el contexto indica que este es el maestro. Estamos de acuerdo en que el pasaje no se trata de los esposos y esposas[110]. El maestro podría ser un Anciano o una persona con el don de enseñar. Pablo cierra el versículo 12 con la forma en que se inició en el versículo 11: Las mujeres deben estar en silencio. Esta es la actitud esperada de un verdadero estudiante.
Significado de “estar en silencio”. El documento carece de un estudio cuidadoso de la palabra “silencio” (hesuchia, “silencio, tranquilidad, descanso”)[111]. La forma verbal significa “estar en silencio, estar tranquilo/calmado”. Pablo está llamando a “una actitud de atención y receptividad”[112] por parte de las mujeres como estudiantes. La palabra griega familiar hace hincapié en silencio como la ausencia o evasión de conflictos. Filón escribió, “¿ha dicho alguien algo digno de ser escuchado? Presten mucha atención, no les contradigan, guarden silencio (gr. en hesuchia, como Moisés enseñó (Dt 27:9): Calla y escucha”[113]. El uso de este término por Pablo, indica que las mujeres no estaban asumiendo la actitud de los estudiantes y estaban interrumpiendo el proceso de enseñanza, por lo que es necesario que él ordene a no discutir con el profesor, sino aprender en silencio. Iban a ser sumisas tanto al profesor como al contenido de las enseñanzas.
El significado de tener autoridad sobre el hombre. El documento no se ocupa adecuadamente del verbo authenteō. El significado del verbo es un tema de debate; pero, para decir que simplemente significa “ejercer autoridad sobre”,[114] no revela el significado del verbo. Como lo ha demostrado Cosaert, el uso del verbo en los documentos de todo el tiempo de Pablo, indica que este tipo de autoridad es de carácter negativo, que expresa la idea de un uso dominante y abusivo del poder[115]. Este entendimiento no es anacrónico[116]. Este uso del verbo asume una situación de conflicto, y este significado es apoyado por el deseo de Pablo para que las mujeres estén en silencio. También, implica que estaban interrumpiendo el proceso educativo. El verbo no es usado para describir la autoridad de un Anciano de la iglesia. Por lo tanto, la afirmación de que Pablo ha elegido “un término específico que se emplea más de manera natural en la conjunción contextual de Ancianos”, necesita ser aclarado o es totalmente infundado.
Mandato universal. Está claro que Pablo se dirige a una situación local[117]; de lo contrario, el fin de estar en silencio no solo sería universal en la naturaleza, sino absoluta. Las mujeres tendrían prohibido, permanentemente por Pablo, hablar en la iglesia, sin excepción alguna. Se sabe que esto no era lo que Pablo quiso decir (ver 1 Co 11:4). Las implicaciones de la naturaleza universal, permanente y absoluta del orden, solo se pueden evitar si Pablo estaba tratando con un problema particular en una iglesia o iglesias específicas. Una vez que se estableció, entonces, podemos proceder a identificar los principios universales que se están promoviendo en el texto[118]. Hay varias cosas que tienen un valor universal. En primer lugar, la iglesia tiene la responsabilidad de enseñar el mensaje de salvación y sus implicaciones para las mujeres cristianas. En segundo lugar, esto se debe hacer por las personas que están capacitadas para enseñar. En tercer lugar, los que están estudiando el mensaje no debe actuar como maestros o desafiar al profesor o el contenido de la enseñanza. No se debe permitir que enseñen. En cuarto lugar, se espera que los estudiantes aprendan, mostrando respeto al maestro y al no interrumpir el proceso educativo. Cualquier intento de controlar el proceso ha de ser rechazado. Estas directrices se aplicarían a los hombres y las mujeres que son estudiantes del Evangelio en cualquier iglesia, en cualquier parte del mundo, y han de ser aplicadas por los líderes de la iglesia local.
Adán y Eva. Los versículos 13 y 14 son los más difíciles de interpretar en el pasaje. Aquellos que se oponen, encuentran en la alusión a Adán y Eva un orden de la creación, que exige a las mujeres a estar en silencio en la iglesia y en sujeción a los líderes de la iglesia. En la iglesia, las mujeres no están para hacer lo que hizo Eva en el Edén, es decir, para usurpar el liderazgo masculino. Encuentran en el versículo 13, dos razones dadas por Pablo para apoyar este punto de vista: (1) Adán fue designado por Dios para tener autoridad sobre Eva en la creación, al ser creado antes que ella. (2) Eva debía estar sumisa a él; pero, ella optó por usurpar su autoridad. Estos argumentos demostrarían más allá de toda duda que la prohibición de Pablo era universalmente válida[119].
Pablo menciona a Adán como primero; pero, él no lo interpreta. Él se limita a establecer un hecho bíblico, Adán fue creado antes que Eva. No desarrolla explícitamente un argumento utilizando la frase. Cuando se sostiene que el pasaje está enseñando que Eva usurpó la autoridad de Adán, se trata de una opinión sin ningún apoyo implícito o explícito del texto o su contexto[120]. Lo que más sorprende es que la supuesta usurpación de la primacía de Adán que se encuentra en el texto, se utiliza para re-interpretar Génesis 2, mientras que, al mismo tiempo, se argumenta en cuanto a lo que Pablo está diciendo en base a Génesis 2. Pero, la verdad es que ellos afirmaron encontrar en Pablo lo que luego se lee en Génesis 2[121]. Ya se ha demostrado que este no es el caso. La otra posibilidad es interpretar a Pablo a la luz de Génesis —la Escritura se interpreta a sí misma. En este caso, la secuencia “primero-posterior”[122] apuntaría a su igualdad, y la importancia de que ambos trabajen juntos contra un enemigo común. Ellos estaban en perfecta armonía. Incluso, se puede argumentar que la prioridad en la creación está siendo contrastada con la prioridad en el pecado, con el fin de demostrar que el engaño no es inevitable. Sin embargo, el punto principal de Pablo en su argumento no es Adán, sino la experiencia de Eva. La referencia a ella encaja muy bien en el contexto. (1) En ambos pasajes las mujeres participan. Pablo les aconseja a ellas y él señala que la experiencia de Eva podría ser útil para ellas. (2) En ambos relatos se enfrenta el problema de los falsos maestros. En Éfeso, las mujeres estaban escuchando a los falsos maestros fomentar sus puntos de vista dentro de la iglesia, mientras que en el jardín había un intruso, un falso maestro, enseñando la mentira a Eva. (3) La preocupación fundamental de Pablo sale de la experiencia de Eva. El enemigo la engañó y Pablo teme que las mujeres en Éfeso estuvieran siendo engañadas y, como Eva, pudieran convertirse en instrumentos del engaño. Él dice que “…algunas ya se han descarriado para seguir a Satanás” (1 Ti 5:15). Como podemos ver, no hay necesidad de introducir en el texto la idea de la primacía pre-caída de Adán, en base a su prioridad temporal o en el hecho de que él le dio un nombre a Eva. Según el contexto, el principal interés de Pablo no está en la cuestión de la primacía, sino sobre el peligro de los falsos maestros y el engaño.
Las mujeres y la procreación. Los opositores a la ordenación de la mujer creen que, dado que en este pasaje “Pablo está discutiendo las responsabilidades y restricciones de los roles de género”,[123] la referencia a la función principal de la mujer como procreadora es apropiada. El lugar de la mujer está en casa. Esta es una comprensión que minimiza el papel de la mujer en el hogar y en la iglesia. Solo se necesita señalar la diversidad de roles que las mujeres desempeñaron en la iglesia apostólica que las mantenía lejos de casa, sirviendo al Señor, o el ministerio de Elena de White. El documento proporciona una lista de citas de los escritos de White en un lado de la cuestión, omitiendo muchas otras declaraciones de ella que han proporcionado una imagen con más equilibrio de sus puntos de vista. Un breve ejemplo es suficiente: “Dios ha bendecido a la mujer con talentos que debe usar para glorificarle, conduciendo a Él a muchos hijos e hijas; pero, son muchas las que, pudiendo trabajar con eficiencia, se ven sujetadas al hogar para atender a sus pequeñuelos”[124].
Primera de Timoteo 2:15 es un pasaje muy difícil. La mejor forma de analizarlo es colocarlo en el debate general de Pablo en la epístola. “En lugar de mirar de manera despreciativa al matrimonio y la maternidad (cf. 4:3l 5:9-10, 14), Pablo les recuerda a las mujeres de Éfeso el valor del matrimonio y de engendrar hijos como bendiciones dadas por Dios”.[125] Las mujeres se salvarán —esto es importante para Pablo— si perseveran en la fe, el amor y la santidad, es decir, por no escuchar a los falsos maestros y manteniendo el compromiso con el mensaje cristiano.
La interpretación de este pasaje, ofrecido por los que apoyan la ordenación de mujeres al ministerio, se basa en el contexto; está en perfecta armonía con el Génesis y está libre de especulaciones innecesarias que no se pueden admitir en el texto bíblico. Cuando se mira hacia atrás, en los argumentos utilizados por los opositores a la ordenación, surge la pregunta de si el argumento de la primacía es tan importante. Es un argumento basado en inferencias y, en algunos casos, son conjeturas que no fortalecen su causa contra la ordenación de mujeres al ministerio. Ninguno de los pasajes bíblicos analizados por ellos tratan la cuestión de la ordenación al ministerio, y tampoco se ocupan de la cuestión de la autoridad de los Ancianos sobre las mujeres en la iglesia. Cuando se supone que un Anciano de la iglesia, siguiendo el modelo de la familia, era la cabeza de la Iglesia como familia de Dios, la implicación sería que él tenía autoridad sobre todos los miembros de la Iglesia, hombres, mujeres y niños. Si la autoridad de los Ancianos se ejerce sobre todos los miembros de la iglesia, ¿qué es lo que hace a las mujeres tan diferentes que no pueden ser ordenadas al ministerio? El argumento de la primacía ciertamente no parece ayudar a su causa, sino que les lleva a un callejón sin salida. Ellos necesitan un nuevo argumento que no se base en la idea de la supremacía. Afirman haberlo encontrado en la declaración “El obispo debe ser marido de una sola mujer” (1 Ti 3:2), interpretado por ellos en el sentido de que el Anciano tiene que ser hombre. Este parece ser el único argumento importante que tienen para apoyar su posición.
1 Timoteo 3:1: marido de una sola mujer
La interpretación que ellos hacen del pasaje de 1 Timoteo 3:2, se basa en una lectura del texto que asume que solo los hombres pueden ser Ancianos. Esto es apoyado por el uso del pronombre tis (“alguno”) en 3:1; la oscilación en función del género se encuentra en 1 Timoteo 2:8-3: 12, la frase “marido de una sola mujer” y la primacía masculina de la familia como un pre-requisito para los Ancianos[126].
Uso del pronombre indefinido “tis”. “…Si alguno [tis] anhela obispado, buena obra desea” (1 Ti 3:1). El pronombre tis se usa para argumentar a favor de la exclusividad de los Ancianos varones;[127] pero, este no es un argumento válido. En griego se trata de un pronombre indefinido que, como tal, no está interesado en la definición de género. Mediante el uso de este pronombre, es claro que “Pablo no está tratando de introducir el género en el debate, sino simplemente encomiar al cargo del supervisor como una posición digna de aspiración”.[128] Esto se apoya en el hecho de que el apóstol “no se centró en los deberes o habilidades asociadas con la oficina de un supervisor, sino en el carácter que debe definir un líder espiritual”.[129] Se acepta que en la lista de las calificaciones que da Pablo, “es por el carácter y la demostración de habilidades de liderazgo espiritual”.[130] Por lo tanto, cuando Pablo dice “alguno”, significa “alguno”. Este es el significado literal del texto. Cosaert ha demostrado que cuando Pablo usa el pronombre indefinido para referirse a un género en particular, utiliza pronombres o sustantivos de género específicos para dejar claro lo que quiere decir. Los otros casos en 1 Timoteo, donde Pablo usa el pronombre indefinido es, en sí mismo, una “referencia genérica a los seres humanos”[131].
Variación del género-específico en 1 Timoteo 2:8-3:13. El argumento es que, dado que en 1 Timoteo 2:8, Pablo se dirige exclusivamente a los hombres, a las mujeres en 2:9-15, a los hombres en 3:1-10, a las mujeres en 3:11, y a los hombres en 3:12-13, las instrucciones a los Ancianos son de un género específico y exclusivo.[132] En primer lugar, no se cambió de género en 3:1, porque el pronombre es indefinido “si algunos…”. En segundo lugar, sería un grave error concluir que, dado que Pablo está hablando de la mujer en 2:8, 15, lo que él dice se aplica exclusivamente a ellas y no a los hombres. ¿Las mujeres son las únicas que deben vestirse con modestia y sin joyas? ¿Deben esperarse buenas acciones solo de las mujeres y no de los hombres? ¿Solo los hombres deben “levantar manos santas, sin ira ni contienda”? ¿Las mujeres son las únicas que “aprenden en silencio y sumisión”? Aunque Pablo puede formular el consejo en un lenguaje específico de género, lo que dice no es exclusivo de género. La llamada “diferenciación de género” no es un argumento de peso.
“Marido de una sola mujer”. Se argumenta que esta frase se aplica única y exclusivamente a los varones.[133] Los que se oponen a la ordenación de la mujer no aceptan el hecho de que esta es una frase muy inusual, que se encuentra solo tres veces en la Biblia (1 Ti 3:1, 12; Tit 1:6). En primer lugar, si el requisito es que un Anciano debe ser un hombre casado, los hombres solteros e incluso los viudos serían excluidos del ministerio. No existe evidencia bíblica para apoyar esta posición. Pablo parece haber sido soltero, al menos por algún tiempo durante su ministerio. Además, Elena de White no admite esta interpretación. Ella nunca se opuso a emplear hombres solteros en el ministerio. Fueron reconocidos. Ella escribió, “Se me mostró que la utilidad de los jóvenes ministros, casados o solteros, con frecuencia queda destruida por el apego afectivo que mujeres jóvenes manifiestan hacia ellos”.[134] Se podría argumentar que los pastores no casados fueron ordenados después de casarse; pero, ella no señala tal cosa. Nunca les pidió a pastores que eran viudos a renunciar al ministerio. Por el contrario, se les apoyó y animó a los que querían contraer matrimonio (por ejemplo, S. N. Haskell y J. N. Andrews).
En segundo lugar, el énfasis de la frase no está en el género. El orden de las palabras pone el énfasis en “uno”, indicando así la fidelidad y la pureza moral. Como Cosaert indica, esta es una frase idiomática que apunta al carácter del Anciano y no a la exclusividad de género. La mejor evidencia textual para apoyar esta sugerencia se encuentra en 1 Timoteo 5:9, donde Pablo escribe en relación con una viuda, que ella debería haber sido “esposa de un solo marido”. En este caso, una lectura literal de la frase, enfatizando el género específico, sería prácticamente sin sentido o declarando algo obvio: “La viuda debe ser una mujer casada con un hombre…”. En tercer lugar, hay evidencia bíblica que indica que la frase no es exclusiva de un género. También, se espera que un diácono sea “marido de una sola mujer” (3:12). De acuerdo con la interpretación de los opositores, esto significaría que solo los hombres podían ser diáconos. Afortunadamente, algunos de ellos reconocen que en Romanos 16:1, Febe es identificada por Pablo como diácono —ejerce el cargo de diácono.[135] Esto también es apoyado por Elena White. También, hay una fuerte posibilidad de que en 1 Timoteo 3:11, se está discutiendo las calificaciones de mujeres diáconos. Siendo este el caso, la frase “marido de una sola mujer” no excluye a las mujeres de ser Diáconos y Ancianos.
La administración del hogar. El Anciano tiene que ser un hombre porque se espera que administre bien su casa. La metáfora de la iglesia como la familia de Dios, se toma de forma literal, que requiere una cabeza masculina visible para gobernar sobre ella o para dirigirla. Con el fin de aclarar esta cuestión, se debe tener en cuenta dos importantes evidencias. En primer lugar, se esperaba de los diáconos que “gobiernen bien sus hijos y sus casas” (1 Ti 3:12); pero, este requisito no excluye a las mujeres del diaconado. En segundo lugar, Pablo esperaba que las mujeres “gobiernen sus hogares” (oikodespoteō, “gobiernen su casa”; 1 Ti 5:14) y no solo los hombres. Como Cosaert ha demostrado, las mujeres ocupaban cargos administrativos importantes en el hogar y en la sociedad en la época del NT. Esta responsabilidad particular no se limita a los miembros masculinos de la iglesia. Después de todo, el principal interés en esta titulación es que el Anciano debe ser una persona con una buena experiencia administrativa y espiritual, como lo demuestra la forma en que ha quedado su casa.
Las mujeres y el liderazgo
Se afirma que en toda la Biblia, los cargos más importantes de liderazgo entre el pueblo de Dios, ha estado en manos de los hombres y este se basaría en el concepto de la supremacía masculina. Con el fin de demostrar la falacia de este argumento, solo tenemos un caso en el que una mujer ocupó uno de los puestos más altos de liderazgo en Israel o en la iglesia. El cual no es difícil de encontrar.
Débora. Los opositores consideran que Débora fue, principalmente, un profeta cuya función profética se amplió para incluir un elemento jurídico.[136] Lo que se pasa por alto, es que muy pocos profetas en el AT son llamados jueces y profetas. Estas dos funciones se atribuyen a Moisés (Éx 18:16) y Samuel (1 S 7:6, 15-17). Esto sugeriría que ella era el máximo líder de Israel en ese momento, como profetiza y jueza. No hay duda de que los jueces eran los líderes de Israel antes de que la monarquía existiera (Jue 2:11-19), y quienes también tenían funciones judiciales. El lugar de su residencia se encontraba cerca del norte de Israel, pero no muy lejos del sur, por lo que era más fácil para todo Israel venir a su guía como jueza y profetiza. Al momento de la crisis, ella fue un instrumento de Dios para liberar a su pueblo: “En ese tiempo moraba en Israel una ilustre mujer conocida por su piedad; se llamaba Débora, y Dios eligió liberar a su pueblo mediante ella. Su nombre era Débora”.[137] Este fue el trabajo de los jueces durante esa época (ver Jue 2:16). Guiada por el Señor, ella pidió a Barak para que sea líder militar; pero, ella estuvo directamente involucrada en reunir a las tropas (5:13-14). Ella tenía autoridad sobre los hombres como profeta y jueza. La lista de las tribus que participaron en esta acción militar, muestra que Débora fue reconocida como la líder. Esto explica por qué Barak quería que lo acompañara. Elena de White apoya esta descripción de Débora, cuando escribe: “Rehusaba entrar en tan dudosa empresa, a menos que Débora lo acompañase y apoyase sus esfuerzos con su influencia y consejo”[138]. Su influencia sobre el pueblo es la de un sabio, profeta y juez. No existe ninguna razón para creer que ella estuvo directamente involucrada en la batalla; pero, este fue también el caso de otros líderes militares que, en ocasiones, utilizaron a sus generales, mientras permanecían a cierta distancia de la batalla. Su liderazgo es tan impresionante que, cuando Barak vacila y ella accede estar en el campo de batalla con él, le señala que esto estaría en contra del papel tradicional de la mujer y culturalmente perjudicial para Barak; él experimentará vergüenza. Pero, a él no le importa porque quiere que el mejor líder de Israel esté con él para acompañarlo. En este punto, los opositores citan a Elena de White: “Débora era conocida como profetisa, y en ausencia de los magistrados regulares, la gente acudía ante ella para buscar consejo y justicia”.[139] Utilizan esta declaración para demostrar que ella era principalmente una profetisa. Sin embargo, no se puede pasar por alto lo evidente, es decir, que no hay nada moral o espiritualmente malo en tener a una mujer en los principales roles de liderazgo entre el pueblo de Dios. La llamada excepción demuestra que, aunque a veces puede que no sea necesario disponer de las mujeres en esos puestos, si la necesidad está ahí, es correcto hacerlo.
Compañero de trabajo en el Señor. Existen una serie de pasajes importantes en los que Pablo menciona diferentes compañeros de trabajo, sirviendo al Señor en las iglesias. A menudo, estos individuos son considerados como personas que trabajaron bajo Pablo o que eran sus ayudantes; pero, este no es el caso. Eran obreros del Señor como Pablo. Hablando de Apolos y él mismo, Pablo dice, “Somos colaboradores de Dios” (1 Co 3:9). Apolos era un hombre bien educado que conocía las Escrituras y enseñó a otros acerca de Jesús (Hch 18:24-25). Priscila y Aquila lo instruyeron en el evangelio de Jesús, quien aceptó y pasó a proclamarlo (vv. 26-27). Otros compañeros de trabajo mencionados por Pablo, son Urbano y Estaquis (Ro 16:9), Timoteo (v. 21; 1 Ts 3:2), Tito (2 Co 8:23), Epafrodito (Fil 2:25), Clemente (4:3), Aristarco, Bernabé, Jesús/Justo (Col 4:10-11), Filemón (Flm 1:1), Epafras, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas (v. 24). Todos ellos son, al igual que Pablo, proclamadores del evangelio de la salvación y el fortalecimiento de las iglesias. Entre los compañeros de trabajo, Pablo menciona a varias mujeres. Se incluye a Priscila y su esposo (Ro 16:3), Evodia y Síntique (Fil 4:2-3).
La importante función de estos compañeros de trabajo, es evidente por la forma en que Pablo se refiere a ellos y sus responsabilidades. Se expresa muy bien de ellos y, cuando debe reprender a alguno de ellos, es discreto y cuidadoso. Este es el caso de Evodia y Síntique, quienes parecen que tenían problemas personales, los cuales podían perjudicar la unidad de la iglesia. Pablo apela a ellas para que resuelvan su problema, y le pide a otro compañero de trabajo para que les ayudara (Fil 4:3). Lo que tenemos aquí es compañeros que se ayudan entre sí, para resolver un problema que podría haber dividido a la iglesia. Estas damas tenían una posición importante de liderazgo en la iglesia. ¿Cuáles eran las responsabilidades que tenían los compañeros de trabajo? Ellos son los principales servidores (diakonoi) de la iglesia: “Después de todo, ¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo? Nada más que servidores por medio de los cuales ustedes llegaron a creer” (1 Co 3:5). En 3:9, Pablo añade, “En efecto, nosotros [Apolos y Pablo] somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios”. Puesto que son siervos, no están para enseñorearse sobre los miembros de la iglesia (2 Co 1:24). Ellos proclaman el mensaje de salvación con fervor misionero y fortalecen la fe de los creyentes en sus comunidades (Hch 18:17). Al igual que Epafrodito, podían estar ubicados en una iglesia en particular de la que salían a servir (Fil 2:25). Este también era el caso de Evodia y Síntique. La función de los compañeros de trabajo de Dios era tan importante, que Pablo instó a los miembros de la iglesia de Corinto, para que “os sujetéis [hupotassō] a personas como ellos [la familia de Estéfanas], y a todos los que ayudan [gr. “a cada trabajador compañero”] y trabajan [trabajador]” (1 Co 16:16).[140] Sería difícil argumentar que la sumisión a los compañeros de trabajo deba limitarse a los varones, cuando Pablo llama explícitamente a algunas mujeres “compañeras” de trabajo. Encontramos aquí a damas que desempeñan importantes roles de liderazgo, a quienes los miembros de la iglesia deben sujetarse.
Elena de White apoya la idea de situar a la mujer en puestos administrativos. Después de analizar la entronización de David y las instrucciones que Dios le dio, ella aplica la narrativa a los líderes de la iglesia:
Aquellos que estén en posiciones de responsabilidad deben ser hombres y mujeres que teman a Dios, que tengan bien claro en sus mentes que no son más que seres humanos. Deben ser personas que gobiernen bajo la tutela de Dios y para Él. ¿Le expresarán la voluntad de Dios a su pueblo? ¿Permitirán que el egoísmo empañe sus palabras y sus acciones? Luego de conquistar la confianza del pueblo como dirigentes sabios, que temen a Dios y guardan sus mandamientos, ¿empequeñecerán la posición exaltada que el pueblo de Dios debiera ocupar en estos días de peligro? Por abrigar un espíritu de confianza propia, ¿se transformarán en falsos orientadores que guiarán al pueblo a amistarse con el mundo en vez de mostrarles el camino al cielo?[141]
La declaración es importante, ya que deja claro que una mujer puede ser colocada en los puestos de responsabilidad que requeriría de ellas “gobernar bajo Dios y para Él”, y enseñar la voluntad de Dios a la gente. En otra declaración, ella fomentó la educación de hombres y mujeres jóvenes, y la necesidad de esta preparación; ella dice, “Cuando se necesitan mujeres equilibradas, que no demuestren una educación barata, sino más bien una educación apropiada para ocupar cualquier cargo de confianza, no aparecen con facilidad”.[142] Las mujeres bien entrenadas pueden ocupar cualquier puesto de confianza como lo hizo Débora.
Este consejo se basa en el concepto bíblico de un verdadero liderazgo. Las posiciones de liderazgo se basan en la ley cósmica del amor, que se expresa en el servicio y no en la supremacía masculina. Fue este mismo principio importante que, basado en la naturaleza de Dios, Jesús instituyó en su Iglesia: “Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos… No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor, y el que manda como el que sirve” (Lc 22:25-26). Esto no se basa en el género; pero, sí en un espíritu de servicio.
Elena de White, ordenación y autoridad
El documento que analiza la ordenación y la autoridad en los escritos de Elena de White,[143] es un trabajo interesante y se basa en los argumentos que ya hemos analizado y encontrado defectuosos. Se examinarán algunos de los nuevos y más importantes argumentos, usados en el documento para apoyar la exclusión de las mujeres del ministerio ordenado.
Adán como cabeza y representante
Este argumento se basa en Romanos 5:12, que ya se ha examinado. El autor sostiene que, de acuerdo a este pasaje, Adán pecó como representante de la raza humana. También se apoya en dos declaraciones hechas por Elena de White:
El sábado fue confiado y entregado a Adán, padre y representante de toda la familia humana. Su observancia había de ser un acto de agradecido reconocimiento de parte de todos los que habitasen la tierra, de que Dios era su Creador y su legítimo soberano, de que ellos eran la obra de sus manos y los súbditos de su autoridad. De esa manera la institución del sábado era enteramente conmemorativa, y fue dada para toda la humanidad.[144]
Bajo la dirección de Dios, Adán debía quedar a la cabeza de la familia terrenal y mantener los principios de la familia celestial. Ello habría ocasionado paz y felicidad. Pero, Satanás estaba resuelto a oponerse a la ley de que nadie “vive para sí” (Ro 14:7). El deseaba vivir para sí. Procuraba hacer de sí mismo un centro de influencia. Eso incitó la rebelión en el cielo, y la aceptación de este principio de parte del hombre trajo el pecado a la tierra.[145]
Lo primero que se debe observar sobre estas citas, es que ellas no están tratando con el tema de la autoridad de Adán sobre Eva. Es cierto, Adán, como un padre de la familia humana, está representándola. Esto se basa en el concepto bíblico de la solidaridad humana, según la cual un individuo puede representar la totalidad o la mayoría de la humanidad.[146] Uno podría argumentar igualmente que en un mundo libre del pecado, Eva, que era la madre de la familia humana, también habría tenido un papel representativo. Esto encuentra apoyo en el hecho de que, según Elena de White, el sábado no solo se le confió a Adán, sino que también se le dio a Eva: “El sábado fue dado a Adán y Eva en el Edén y para toda su posteridad”.[147] En otras palabras, cuando Dios dio el sábado a Adán y Eva, estaba también dándolo a su posteridad, ya que ellos son sus representantes.
En la segunda declaración, se nos dice que “Adán debía quedar a la cabeza de la familia terrenal y mantener los principios de la familia celestial”. Aquí, la primacía se define, específicamente, como su responsabilidad de mantener los principios de la familia celestial. Este era el plan de Dios para la raza humana. Aquí, no hay nada acerca de su dominio sobre Eva antes de la caída. Nadie se atrevería a decir que Eva de ninguna manera era responsable de mantener los principios de la familia celestial entre sus descendientes. Se mantiene la posibilidad que, en la descripción de Adán, Elena de White no necesariamente estaba excluyendo a Eva de tener esa misma responsabilidad. En cualquier caso, el hecho es que la primacía de Adán se limita específicamente a sus descendientes, hombres y mujeres; pero, no incluye a Eva. Este tipo de primacía no se asignó ni será cedida a todos sus descendientes varones y, por tanto, dichas declaraciones no apoyan la idea de que, por decreto divino, las mujeres debían someterse a los hombres.[148]
Había una perfecta armonía entre Adán y Eva; pero, no se basaba en el dominio de ella. Elena de White es muy clara:
Si hubiesen permanecido obedientes a Dios, en concordancia con su gran ley de amor, siempre hubieran estado en mutua armonía; pero, el pecado había traído discordia, y ahora la unión y la armonía podían mantenerse solo mediante la sumisión del uno o del otro.[149]
Como se ha señalado, lo que los mantuvo juntos, en perfecta armonía con los demás, no era la primacía de Adán o la sumisión de Eva a él, sino su mutua sumisión a Dios.
La autoridad en la Iglesia
Se suele estar de acuerdo que hay diferentes niveles de autoridad en la iglesia, como se representa en el ministerio de los ancianos y diáconos. Sin embargo, el documento pasa a sugerir que la autoridad eclesiástica reside solo en los hombres ordenados al ministerio como Ancianos.[150] Este argumento tiene una falla grande. La autoridad de Cristo fue delegada a la iglesia como una comunidad de creyentes y, con la excepción de los doce apóstoles, que no fue dado por Él a ningún grupo particular de individuos. Es la iglesia que, bajo la guía del Espíritu y las Escrituras, identifica, ordena y aparta a las personas que ejercerán la autoridad eclesiástica en su nombre (Hch 15). Incluso los designados por la iglesia para ejercer plena autoridad eclesiástica, son responsables ante la iglesia para el ejercicio de dicha autoridad. Pablo escribió a Timoteo: “No admitas ninguna acusación contra un Anciano, a no ser que esté respaldada por dos o tres testigos. A los que pecan, repréndelos [elencho, “reprender fuertemente”] en público para que sirva de escarmiento” (1 Ti 5:19-20). Por lo tanto, si bien existe una distinción entre los ordenados y el miembro regular de la iglesia, la autoridad final sigue residiendo en la comunidad de los creyentes y no en los clérigos ordenados.
Cargos frente a los dones
También, se argumenta que ser Anciano es un cargo, mientras el pastor-maestro es un don. Cualquiera puede ser un pastor-maestro, hombre o mujer; pero, solo los hombres pueden ser Ancianos.[151] Esta dicotomía radical entre cargos y dones no se encuentra en el NT. Sí, hay cargos y dones; pero, los cargos no se asignan independientemente de los dones del Espíritu que la persona ya ha recibido. Existe el don de la administración, que un Anciano debe haber demostrado tener. Se espera que un Anciano de Iglesia tenga el don de pastor, etc. El nombramiento en un cargo tiene en cuenta los dones del Espíritu. El don de pastor-maestro permite a una persona ser un Anciano; pero, es la iglesia que, guiada por el Señor, hace la designación. En el documento se excluye a las mujeres que han recibido el don de pastor-maestro desde el ministerio ordenado, alegando que los requisitos para ser Anciano excluyen a las mujeres. En ese caso, la plenitud de los dones no es recibida por las mujeres, debido a que su máxima expresión se realiza en Ancianos. El Señor les habría dado un don que nunca podrían desarrollar plenamente, debido a su género. Esto se acerca mucho a la arbitrariedad divina. El don deja abierta la posibilidad de que cualquier persona que lo recibe, puede ser Anciano.[152]
Las mujeres como pastores
El autor principal del artículo en cuestión, hace un importante esfuerzo para armonizar una declaración de Elena de White con la idea de que las mujeres no pueden ser ordenadas como ministros. Aquí está la declaración:
Todos los que deseen una oportunidad para el verdadero ministerio, y que se entregarán sin reservas a Dios, encontrarán en la obra del colportaje oportunidades para hablar acerca de muchas cosas que atañen a la futura vida inmortal. La experiencia así adquirida será de inmenso valor para quienes se están preparando para la obra del ministerio. Es la compañía del Espíritu Santo de Dios la que prepara a los obreros, tanto mujeres como hombres, para llegar a ser pastores del rebaño de Dios. A medida que atesoran el pensamiento de que Cristo es su compañero, un santo temor, una alegría sagrada, se hará sentir por ellos en medio de todas sus experiencias vividas y todas sus pruebas. Aprenderán cómo orar mientras trabajan. Se educarán en la paciencia, amabilidad, afabilidad y servicio dondequiera que se encuentren. Han de practicar la verdadera cortesía cristiana, teniendo en cuenta que Cristo, su compañero no aprobará, palabras o malos sentimientos agresivos. Se purificarán sus palabras. El poder de la palabra será considerado como un precioso talento, se les prestará de lo alto para hacer un trabajo santo. El agente humano aprenderá cómo representar al Compañero divino con el que se asocia.[153]
Según el documento, el término “pastor” no se refiere aquí a Pastor/Anciano. Elena de White, supuestamente, utilizó el término “Pastor” para referirse a un ministro de una congregación, para las funciones pastorales (por ejemplo, visitar a las personas en el hogar) y para los miembros laicos que están involucrados en el ministerio en general.[154] Es necesario hacer algunas observaciones. En primer lugar, cuando Elena de White utiliza el término “pastor” para una función asociada a un pastor, agrega un modificador, por ejemplo, “deberes de un pastor”. En segundo lugar, cuando se lo utiliza con respecto a la obra de un laico, emplea cuidadosamente la frase: “[Los miembros de la iglesia], que actuarán como pastores”.[155] Aunque no son pastores, están haciendo un trabajo similar. El sentido corriente de la frase “para ser pastores de la grey de Dios” es una referencia al pastor como ministro del evangelio. De hecho, si no dijera “los hombres y las mujeres” nadie habría tenido ningún problema en encontrar aquí una referencia al ministerio del pastor ordenado. La necesidad de una explicación desviada, es con la intención de que el lector llegue a suponer que las mujeres no pueden servir como ministros ordenados.
El autor también utiliza el contexto de la declaración para tratar de re-interpretarla. Es cierto que White está escribiendo sobre el trabajo de colportaje. Pero, sugerir que el término pastor se está aplicando a los colportores que van de puerta en puerta, haciendo un trabajo evangelístico,[156] casi contradice lo que ella está diciendo. Según ella, el colportaje prepara a los hombres y mujeres para el trabajo de un pastor: “La experiencia así adquirida [en el colportaje] será de inmenso valor para quienes se están preparando para la obra del ministerio. Es la compañía del Espíritu Santo de Dios la que prepara a los obreros, tanto mujeres como hombres, para llegar a ser pastores del rebaño de Dios”. La obra del ministerio aquí, es la misma que la de un pastor. A continuación, pasa a enumerar lo que se podía aprender en la preparación para el trabajo pastoral. Incluso, se dice que los que ya están en el ministerio se beneficiarían estando involucrados en el colportaje.
Mujer y ministerio
El documento usa a Elena de White para definir la participación de la mujer en la obra de la iglesia. Concluye que, según ella, una mujer puede hacer las siguientes cosas: Visitas domiciliarias a familias de la iglesia; trabajo pastoral y de evangelización en asociación con hombres ordenados; dando estudios bíblicos, evangelización puerta por puerta mediante literatura cristiana; enseñando en varios puestos (por ejemplo, escuelas primarias, escuelas sabáticas, reunión campestres y clases bíblicas); la predicación, ministerio en el púlpito; capellanes para instituciones médicas y otros, asesoramiento personal y liderazgo en temperancia.[157] La pregunta obvia es, según Elena de White, ¿qué es lo que solo un Anciano varón puede hacer en la iglesia que una mujer no puede hacer? Su conclusión es que, basado en 1 Timoteo 3:12, “La enseñanza restringida a los hombres, debe ser la enseñanza asociada con el liderazgo y la autoridad eclesiástica completa”.[158] Esta es “la enseñanza que se refiere específicamente al cargo de anciano o supervisor”.[159] Según el autor, esta enseñanza se refiere a la “enseñanza definitiva de la Palabra de Dios”.[160] No explicó lo que quiere decir, y tampoco presentó ninguna evidencia para apoyar tal declaración. ¿Está diciendo, en el fondo, que el conocimiento de los ancianos sobre la verdad es inaccesible para una mujer o que ella es incapaz de acceder? Cualquier persona en la iglesia debe ser capaz de proclamar la “enseñanza autorizada de la Palabra de Dios”. Cuando Elena de White habla sobre la ordenación de Pablo y Bernabé, dice que “Así fueron autorizados por la iglesia, no solamente para enseñar la verdad, sino para cumplir el rito del bautismo, y para organizar iglesias, siendo investidos con plena autoridad eclesiástica”.[161] La enseñanza de la verdad se espera de cualquier miembro de iglesia; por tanto, esto no es único para quienes están ordenados. Los miembros de iglesia no pueden realizar el rito del bautismo[162] y ordenar iglesias, porque ellos no han sido ordenados. El autor categóricamente declara: “El rol de la mujer en la iglesia no está para ejercerlo con ‘plena autoridad eclesiástica‘“.[163] Por lo que yo sé, no hay ninguna declaración en los escritos de la Sra. White que limite el ejercicio pleno de la autoridad eclesiástica a los hombres[164]. Por lo tanto, las mujeres pueden realizar el trabajo de un pastor ordenado.
El documento que se ha estado evaluando, es incapaz de demostrar que, de acuerdo a Elena de White, es un error ordenar mujeres para el ministerio. La evidencia es insuficiente. En un caso como este, es necesario un “así dice el Señor”.[165] Está claro que ella estaba de acuerdo en el empleo de hombres y mujeres como pastores/ministros de la grey de Dios. El documento cita los comentarios escritos por C. C. Crisler, uno de los asistentes literarios de Elena de White (1900-1915), en respuesta a una pregunta acerca de la postura de White frente a la ordenación de mujeres. Entre las cuales dice:
…la Hna. White fue, personalmente, muy cuidadosa en relación al asunto de ordenar mujeres como ministros del evangelio. A menudo, ella habló de los peligros a los que estaría expuesta la iglesia por esta práctica, frente a un mundo opuesto a esto. Debo decirle que nunca he visto una declaración proveniente de su pluma en la que recomiende, en forma oficial y formal, la ordenación de mujeres al ministerio evangélico, para realizar las labores públicas que se esperan de un ministro ordenado.
De acuerdo con esta declaración, la única razón que dio Elena de White es de carácter práctico. Se puede sugerir que,
La ordenación de las mujeres al ministerio no había estado en la agenda de Elena de White, porque ella temía lo que el mundo pudiera decir o que algunas iglesias pudieran usar esta nueva práctica como modo de menospreciar el mensaje Adventista del Séptimo Día.[166]
Esto pone de manifiesto el hecho de que los adventistas han tenido una comprensión pragmática y no sacramental de la ordenación.
Conclusión
En general, los que se oponen a la ordenación de la mujer, unieron una serie de argumentos y conclusiones que, en un inicio, pareciera apoyar su causa. Pero, un análisis más detallado de la evidencia bíblica y del consejo de Elena de White, hace que los argumentos presentados por ellos, por decir lo menos, son pocos convincentes. En consecuencia, la iglesia no puede basar una decisión en contra de la ordenación de mujeres al ministerio sobre estos argumentos. No hay un mandato divino en el AT, en el NT o en los escritos de Elena de White contra la ordenación de mujeres al ministerio del evangelio. Tampoco hay un mandato explícito que prohíba ordenarlas.
Se puede encontrar en la Biblia y en la redacción de las citas de Elena de White, sin embargo, a mujeres que ocupan puestos muy importantes de liderazgo que requieren de ellas y “tienen autoridad sobre los hombres”. Si la ordenación significa básicamente “tener autoridad sobre alguien”, no hay ninguna razón para excluir a las mujeres de ser ordenadas al ministerio. Pero, la ordenación no se trata de jerarquía. Se basa en los dones, en un llamado divino, en el testimonio de la Iglesia, y un espíritu de servicio a Dios y a los demás (misión). Un énfasis excesivo en la autoridad, distorsionará la naturaleza del ministerio y nos llevará demasiado cerca de un tipo de ministerio que no es apoyado por el NT, sino que se encuentra en algunas comunidades cristianas. Cristo tiene que ser nuestro modelo. Es importante darse cuenta de que, Elena de White se opone a una comprensión del ministerio ordenado (a la teología de la ordenación) a lo largo de las líneas de “tener autoridad sobre”. Hablando sobre el ministerio de los apóstoles como se ilustra en nuestro ministerio, escribió:
Los apóstoles deseaban que se comprenda que no se constituyen como señores sobre la fe y la conciencia de los creyentes. Evitaron toda la severidad posible, y trabajaron para promover la alegría de los creyentes, llevándolos por la amabilidad de la persuasión a renunciar a sus errores. Por lo tanto, vamos a trabajar, por la fe en Dios el cumplimiento de nuestro deber, no mediante el ejercicio de autoridad o dominio, sino mediante la revelación de Cristo y su carácter.[167]
Nadie ha sido llamado por Dios para tener autoridad sobre otros creyentes, hombres o mujeres, sino para servir, revelando un carácter como el de Cristo. Este es el liderazgo a través de la influencia de una vida santa. Una teología del ministerio y la ordenación debe basarse en la dotación del Espíritu, el llamado divino y una vida de entrega a Dios, a su pueblo y para el mundo. Una enseñanza que muestre un supuesto principio cósmico de la supremacía masculina, debe rechazarse amablemente, con el fin de evitar el desarrollo de una comprensión de ministerio que sería imposible de ser sustentada por las Escrituras.
Referencias
[1] Clinton Wahlen, “Is ‘Husband of One Wife’ in 1 Timothy 3:2 Gender-Specific?”, Theology of Ordination Study Committee, Baltimore, MD, 23 de enero, 2014, 9. De aquí en adelante TOSC
[2] “Creo que lo simple y claro en la Biblia se ha mistificado y relativizado” (Stephen Bohr, “A Study of 1 Peter 2:9, 10 and Galatians 3:28”, TOSC, Baltimore, MD, julio, 2013, 1). Es lamentable que Bohr considere la hermenéutica de los que no están de acuerdo con él, como prácticamente la misma que es utilizada por los teólogos cristianos para socavar la autoridad del mandamiento del sábado. Ambos, según él, rechazan o cuestionan el significado claro de la Biblia. Sorprendentemente, él aprueba y utiliza la hermenéutica empleada por Wayne Grudem para excluir a las mujeres del ministerio. Si la hermenéutica usada por Bohr y Grudem es la que desarrolla la verdad bíblica, ¿Por qué Grudem, usando la misma hermenéutica, no ha encontrado el sábado en el NT? Esto sugiere que la hermenéutica empleada tanto por Bohr como Grudem, no conduce necesariamente a la verdad bíblica. También, es lamentable que Bohr utilice el argumento del miedo para reforzar sus puntos de vista. En concordancia con Grudem, escribe, “El estudioso evangélico Wayne Grudem ha advertido que aquellos que se desvíen lejos de la fidelidad a la autoridad y la claridad de la Biblia sobre la cuestión de la ordenación de mujeres, se desvían más lejos de la Biblia en otras áreas”. (Bohr, 3). Hay que preguntarse ¿Qué está diciendo Grudem? ¡Hace mucho tiempo que ellos, como protestantes, se han alejado de la autoridad bíblica! Dudo que Bohr esté llamando a los adventistas a volver a la hermenéutica de los evangélicos. El argumento del miedo no apela a la razón sino a lo irracional y, por tanto, tiene por objeto poner fin a la conversación. No es un argumento válido en el estudio de la Biblia. ¿Por qué motivos puede demostrarse que si ordenamos mujeres al ministerio, podemos abandonar el sábado, “bendecir los matrimonios homosexuales”, aceptar pastores gays y reinterpretar la historia de la creación a lo largo de las líneas liberales, como Bohr sugiere? No hay forma de establecer alguna correlación válida entre estos y la ordenación de mujeres al ministerio (véase Nicholas Miller, “The Ordination of Women in the American Church”, TOSC, Baltimore, MD, junio, 2013). Si hay algún estudio estadístico que muestra claramente que este es el caso, vamos a traerlo para su estudio cuidadoso. En este caso, Bohr no está poniendo un argumento válido en el debate; solamente trae el miedo. La función de la frase retórica “la punta del iceberg” es solo para infundir miedo (Bohr, 4). Tales argumentos fueron utilizados por los profetas, porque el Señor les reveló lo que sin duda sucederá. Lo que se necesita es encontrar la verdad bíblica y seguirla, dejando los resultados en las manos del Señor.
[3] 3 El Comentario bíblico adventista dice que este es uno de los pasos en la cual podemos aplicar lo que dijo Pedro acerca de Pablo: algunos de sus escritos son difíciles de interpretar.
[4] P. Gerard Damsteegt, “Headship, Gender, and Ordination in the Writings of Ellen G. White”, TOSC, Baltimore, MD, julio, 2013, 8. Afortunadamente, Ingo Sorke es un poco más cuidadoso, pidiendo un estudio de las palabras, la gramática y un análisis cuidadoso de 1 Timoteo 2:11-15 (“Adam, Where are you? On Gender Relations”, TOSC, Baltimore, MD, julio, 2013, 11). Sus comentarios apuntan a la complejidad del pasaje, lo que implica que su significado no es tan obvio.
[5] Sorke, 14. Yo también me opondría a un exceso de contextualización. Edwin Reynolds, “Biblical Hermeneutics and Headship in First Corinthians”, TOSC, Baltimore, MD, julio, 2013, 25, brevemente comenta, “A lo mejor, al parecer, las prácticas culturales locales no son determinantes para entender el consejo de Pablo, aparte de su propia explicación interna”. Ellos no son determinantes; pero, pueden ser muy útiles en la comprensión de algunos elementos del texto. Se debe apoyar a la oposición, expresada por todos los que están en contra de la ordenación de mujeres, a la idea de que el texto bíblico es culturalmente condicionado (e.g. Reynolds, 3).
[6] Reynolds, 12, comenta que no hay “ninguna indicación clara de su [de Pablo] motivación para escribir a ellos sobre este tema, aunque el v. 16, de ser posible, sugiere que los informes que estaban circulando señalaban que había algunos que estaban debatiendo la necesidad de practicar la marca de la primacía en la iglesia de Corinto, y él tiene la intención de dejar en claro que no hay espacio para la diversidad en esta área”. En lugar de explorar esta posibilidad contextual, va dejando el resto del pasaje sin una clara motivación. Nótese también que el énfasis hermenéutico en escuchar el significado literal del texto no es aplicable a este pasaje en particular, porque hay algo que no está indicado claramente en el texto.
[7] Wahlen, “Husband of One Wife”, 18. Wahlen reconoce que en 1 Timoteo hay una polémica contra los falsos maestros; pero, pone menos énfasis y lo hace irrelevante para la interpretación de 1 Timoteo 2 y 3.
[8] Ibíd., 19. La cursiva no figura en el original.
[9] “Pablo no está diciendo a Timoteo lo que debe hacer en su situación particular; más bien, se le comunica lo que él piensa que es universalmente apropiado para los hombres y las mujeres en la iglesia. Esto cambia el mandato de una situación local de Éfeso (contexto de Timoteo), a un mandato de aplicación universal para todas las iglesias en todo tiempo y lugar” (Sorke, 16). Sorke nunca vuelve a la discusión del contexto de Timoteo para entender lo que Pablo le está diciendo y por qué. Su interés ocasional en este tema aparece de nuevo, cuando comenta: “Si bien un contexto local se es posible y puede aceptarse, sobre todo en el sentido de la enseñanza falsa, el hecho de que Pablo apunte a la creación, no es un asunto cultural especifico (e.g. Éfeso)” (Sorke, 23).
[10] Reynolds, 31, continúa diciendo, “El NT ofrece muchas percepciones sobre el AT que los estudiosos, en la actualidad, quieren negar que están realmente presentes allí. Afortunadamente, tenemos la visión de los apóstoles en el NT para proveer una comprensión adicional de los textos del AT”. Una cosa es encontrar nuevos puntos de vista; pero, otra cosa es sobre-imponer en el AT lo que el propio Reynolds dice que no está allí. Si lo que encontramos en el NT no se encuentra claramente en el AT, es un procedimiento hermenéutico adecuado para volver a nuestra interpretación de los pasajes del NT, para ver si nuestra interpretación era tan clara y normativa como habíamos concluido de que eran. De hecho, el AT arroja luz sobre el NT.
[11] Este tipo de enfoque hermenéutico es muy arriesgado. Permítanme darles un ejemplo. 1 Corintios 14:33-34 y 1 Timoteo 2:11 afirman claramente que, en la iglesia, las mujeres deben estar en silencio. En ninguno de estos pasajes existe algún indicio de que las mujeres, en determinadas circunstancias, se les permitió hablar en la iglesia. Esto, de acuerdo a los opositores, es una ley universal. Entonces, nos encontramos con algunos pasajes en los que se autorizan a las mujeres a orar y profetizar (1 Co 11:3). Utilizando su enfoque hermenéutico, fácilmente yo pudiera decir que, ya que las mujeres no se les permite hablar en la iglesia, estos otros versos deben hacer referencia a reuniones privadas mantenidas fuera de las reuniones oficiales de la iglesia. Pero, ninguno de nosotros argumenta de esa manera. Todos decimos que la clara prohibición en contra de las mujeres que hablan en la iglesia no significa lo que parece decir (el llamado “significado literal del texto”), porque hay otros pasajes en los que se les autoriza a hablar en la iglesia. En otras palabras, se acepta la contribución de cada pasaje en la elaboración de una comprensión del papel de la mujer en la iglesia apostólica. Esto es lo que creemos que se debe hacer en la interpretación de cada uno de los pasajes involucrados en la discusión de la ordenación de mujeres al ministerio.
[12] “Methods of Bible Study Committee”, 30.
[13] 13 Reynolds, 8. Él parece ser el único que ha tratado de explicar el papel de Elena de White en el estudio de nuestro tema. Los otros asumen que ella es autoritativa, y algunos de ellos tienden a usarla como casi canónica sobre temas no abordados directamente en la Biblia.
[14] Reynolds, 8.
[15] Jerry Moon, “Ellen G. White, Ordination, and Authority”, TOSC, Baltimore, MD, julio, 2013, 4. Moon acepta la primacía personificada en la Deidad. No me queda claro si Gerard Damsteegt cree en la eterna supremacía del Padre sobre los otros miembros de la Trinidad. Se limita a los ejemplos que saca de la obra de Cristo durante la encarnación; pero, también escribe, “Las relaciones dentro de la Deidad dan una idea del funcionamiento de la sede de Dios y la dinámica universal de su reino” (“Headship, Gender, and Ordination in the Writings of Ellen G. White”, TOSC, Baltimore, MD, julio, 2013, 12). A fin de que su argumento les sea útil, el liderazgo dentro de la Divinidad tiene que ser eterno. De lo contrario, el reino de Dios pudiera funcionar en un modelo diferente (la pre-primacía eterna). Reynolds, 23, es, probablemente, el que más se expresa con claridad sobre la sumisión eterna del Hijo al Padre: “Es característico de la relación de funciones entre Cristo y su Padre, que se extiende desde los inicios de la eternidad hasta la eternidad futura”. Sorke, 24, declara que, “si esta subordinación [del Hijo] es eterna o simplemente en la encarnación, es irrelevante; aunque los humanos no participan de la naturaleza divina, un paradigma de modelado en la divinidad todavía existe dentro de los escritores del Nuevo Testamento”. No parece ser irrelevante porque, si es solo en la encarnación, entonces, sería más difícil argumentar a favor de una primacía pre– caída. Me quedé contento cuando John W. Peters me informó que él no creía en la sumisión eterna del Hijo al Padre. En su documento, sin revisión desde luego, dio la impresión de que la sumisión era eterna: “El ‘misterio de la piedad’ captura el principio bíblico de liderazgo y sumisión, y este misterio, que es inherente a la Trinidad, se manifiesta en la conducta y el orden dentro de la iglesia” (“Restoration of the Image of God: Headship and Submission”, TOSC, Columbia, MD, enero, 2014, 26). Sin embargo, en la edición revisada del documento, sigue argumentando que “una relación de autoridad y sumisión entre el Padre y el Hijo ha existido en paralelo con su igualdad, siendo desde antes del principio de la creación” (Peters, 51). En la misma edición revisada, él continúa diciendo, ”La igualdad del ser y el principio de dominio/sumisión son inherentes a la naturaleza de la Trinidad, y esta naturaleza de la Trinidad, la imagen de Dios, se reprodujo en la creación de la humanidad, varón y mujer” (28). El nivel de especulación es angustiante. Afirma que, “desde que existe el principio de autoridad y sumisión entre los ángeles en el cielo, los ángeles esperarían ver este mismo principio reflejado en los seres de la tierra. Por otra parte, desde que el hombre fue creado a imagen de Dios y los ángeles reconocen el principio de la supremacía entre los miembros de la Trinidad, los ángeles esperan ver que este mismo principio se manifieste en ‘el hombre y la mujer’, creados a imagen de Dios” (50). Se tiene que preguntar ¿dónde está la evidencia de tales afirmaciones dogmáticas? No hay ninguna. Esto es simplemente su opinión personal. Su documento original incluía un apéndice donde se trata con la patrística y la primacía trinitaria, lo que me sugiere que pudieron haber sido influenciados por la teología católica de la sumisión eterna del Hijo al Padre.
[16] 16 Damsteegt, 13; Reynolds, 21-22. Debemos notar que el orden de la lista no es jerárquica, sino cronológica: Cristo creó al hombre, la mujer fue creada de un costado del hombre y Cristo se hizo hombre para salvarnos. El movimiento es desde la creación hasta la redención.
[17] 17 Peters, 52, proporcionó varias declaraciones de Elena de White en la que afirma que Cristo es el Hijo eterno de Dios. Pero, en una conversación que tuvimos, él me señaló que esto no quiere decir que hubo una sumisión inter-trinitaria eterna del Hijo hacia el Padre. No estoy seguro de cuál es su posición sobre este tema, porque en su documento que revisé, sigue hablando sobre el Padre como la cabeza de Cristo en la eternidad pasada. La impresión que tengo es que sería muy difícil para él abandonar este concepto, ya que es parte de la imagen de Dios que se refleja en la interacción de los hombres y las mujeres en la iglesia. En otras palabras, si abandona la subordinación eterna del Hijo (o el señorío eterno del Padre), tendría que re-escribir su documento o dejarlo a un lado. En la lectura del uso del título “Hijo eterno“ de Elena de White, me parece que ella está comunicando dos ideas teológicas que son básicas. En primer lugar, de que el Hijo tiene la misma naturaleza que el Padre y, en segundo lugar, que Él es una persona diferente dentro de la Divinidad. Ella escribió, “El Señor Jesucristo, el divino Hijo de Dios, existió desde la eternidad [misma naturaleza] como una persona distinta [persona diferente] y, sin embargo, era uno con el Padre” (Lake Union Herald, 16). Por lo que yo puedo decir, ella nunca habla explícitamente de la subordinación eterna del Hijo al Padre.
[18] Elena de White, Education, 103.
[19] 19 Ibíd., GC, 494.
[20] 20 Ibíd., Maranatha, 79.
[21] 21 Ibíd., Special Testimonies on Education, 57.
[22] 22 White describe a Gabriel como “el ángel que sigue en honor al Hijo de Dios” (DA, 99; también, ver la página 234). Esta era la posición de Lucifer antes de su rebelión.
[23] 23 Ella escribió: “El primer pecador era aquel a quien Dios había exaltado grandemente… No contento con su posición, aunque honrado por encima de las huestes celestiales, se aventuró a codiciar el homenaje que solo debe darse al Creador” (BC, 4:1162). Ella también comenta, “Satanás, que fue una vez un ángel honrado en el cielo, había sido ambicioso para los honores más elevados que Dios había otorgado a su Hijo. Se volvió envidioso de Cristo, y dijo a los ángeles, honrado como el querubín protector que no se le dio el honor que su posición exigía. Afirmó que él debía ser exaltado igual en honor a Cristo. Satanás obtuvo simpatizantes. Los ángeles en el cielo se unieron a él en su rebelión, y cayeron con su líder de la posición más alta y santa y como consecuencia fueron expulsado del cielo con él” (Confrontation, 9). Obsérvese que cuando el Hijo recibió los honores más exaltados del Padre, Lucifer pensó que él también debía recibirlos.
[24] Great Controversy, 495. Hay una declaración de Elena de White que pudiera dar la impresión de que Lucifer fue creado para llenar el papel específico que Dios le asignó. Ella declara: “Dios lo creó [a Lucifer] noble, ricamente dotado. Lo colocó en una posición de elevada responsabilidad” (SSW, 1 de marzo de 1893, pár. 2). Pero, fue como resultado del uso del don otorgado a él, que Dios le asigna responsabilidades principales: “El propio Señor dio a Satanás su gloria y sabiduría, y lo hizo querubín cubridor, noble, bueno y extraordinariamente hermoso. Pero la belleza, sabiduría y gloria fueron otorgados a la criatura de Dios como un regalo de amor. El motivo por el cual el Señor ha derramado sobre los agentes humanos talentos de inteligencia, cualidades de la mente y el carácter, es para que sean capaces de llenar los cargos de confianza, y glorificar a su Creador y Redentor” (ST, 18 de septiembre de 1893, pár. 3).
[25] “Los mayores talentos y los dones más elevados que se podía otorgar a un ser creado se le concedieron a Lucifer, el querubín protector” (The Day with God, 287). Debido a su talento, “se le dio una posición cercana a Jesucristo en las cortes celestiales” (4BC, 1143).
[26] A Satanás y los impíos se les permitirá ver la coronación de Cristo y, en ese momento, habrá una profunda reflexión: “Satanás parece paralizado al contemplar la gloria y majestad de Cristo. El que en otro tiempo fuera uno de los querubines cubridores recuerda de dónde cayó. Él, que fuera serafín resplandeciente, ‘hijo de la aurora’, ¡cuán cambiado se ve, y cuán degradado! Está excluido para siempre del consejo en que antes se le honraba. Ve ahora a otro que, junto al Padre, vela su gloria. Ha visto la corona colocada sobre la cabeza de Cristo por un ángel de elevada estatura y majestuoso continente, y sabe que la posición exaltada que ocupa este ángel habría podido ser la suya” (DD, 56).
[27] Elena de White, PP, 35.
[28] Claramente, esto es señalado por Moon, 9: “En el Nuevo Testamento encontramos un comentario inspirado en Gen 3. En dos lugares, el apóstol Pablo hace explícito lo que está implícito en Gen 2”. Luego, cita 1 Timoteo 2:13 y 1 Corintios 11:8. Sobre la base de estos pasajes, concluye que “no había una estructura de autoridad implícita en la creación original de la raza humana”. Lo que está para ser demostrado es, simplemente, asumido usando el término “implícito“. Él cree que la raza humana necesita una estructura de autoridad y que Adán fue la figura de autoridad primaria, lo cual, demuestra que “toda la Biblia es consistente, y Pablo está en perfecta armonía con el Génesis” (9-10). Los que apoyan la ordenación de mujeres al ministerio también creen que toda la Biblia es consistente, y que Pablo está en armonía con el Génesis. La cuestión aquí es si vamos a estudiar cada pasaje por sus propios méritos antes de tratar de armonizarlo o no. ¿Su comprensión de lo que Pablo está diciendo, realmente, está presente en Génesis? Vamos a demostrar que este no es el caso.
[29] 29 De hecho, sus documentos me sugieren que trajeron con ellos la idea de primacía pre-caída a Génesis 2-3, y luego afirman haberla encontrado allí. Peters, 7-26, ofrece una lista de veintiséis puntos para mostrar la presencia del dominio/sumisión en Génesis 1-3, encontrando en el texto lo que, en realidad, trajo él al texto. Voy a evaluar algunos de los argumentos más importantes; pero, permítanme mencionar aquí algunos de los otros, con el fin de demostrar que hay que distinguir entre opinión y hecho. Él encuentra la primacía en el hecho de que el hombre toma la iniciativa en el matrimonio; pero, lo que el texto dice es que él deja a sus padres para unirse a la esposa. ¡Sería más fácil argumentar que el hombre abandona la primacía de los padres, al vivir bajo el liderazgo de la mujer! Este tipo de interpretación sucede cuando se ignora el contexto inmediato. También, se encuentran con la primacía en el hecho de que Dios le dio a Adán a Eva como un regalo. Esto tiende a devaluar a la mujer que se define, ahora, como un objeto de propiedad del hombre. ¡Pero, debemos recordar que el mayor regalo que Dios nos dio fue su Hijo! Por supuesto, Él no está bajo nuestro liderazgo. La idea de que Eva usurpó la autoridad de Adán revela la originalidad en su forma de pensar; pero, como veremos, no es compatible con el texto bíblico o Elena de White. Acercarse a un texto bíblico con una idea pre concebida podría llevarnos a una interpretación inadecuada, a menos que estemos dispuestos a escuchar el texto y corregir estas ideas. Déjeme darle un ejemplo para ilustrar lo fácil que es encontrar en un texto que nos apoye, en lugar de permitir que el texto nos diga lo que significa. Si tuviera que discutir (que quede claro que no estoy argumentando para ello) que en el liderazgo pre-caída, Adán estaba bajo la sujeción a Eva, podría proporcionar una lista de puntos para apoyar mi hipótesis: (1) Eva fue creada después de Adán y, de acuerdo con el orden de la creación, lo que se crea después tiene el dominio sobre lo que fue creado primero; (2) en 1 Timoteo 2:14, Pablo está argumentando que, a pesar de que Eva era superior a Adán, ella fue engañada, enfatizando así el poder del engaño y la necesidad de mantenerse alejado de los enemigos; (3) Satanás fue tras Eva, porque ella era la cabeza de Adán, y Adán la seguiría; (4) Adán reconoció su superioridad cuando, después de verla por primera vez, la elogió, mostrando así su voluntad de estar bajo su autoridad; (5) Dios le asigna trabajos a Adán como siervo; pero, no a Eva —él iba a ser su siervo; (6) el hombre debía dejar a sus padres con el fin de existir bajo sumisión a la mujer; y (7) Adán existió durante un tiempo como un ser incompleto; pero, Eva disfrutó la plenitud de la vida desde el principio. Podemos encontrar en el texto lo que estamos buscando. La única seguridad es una interpretación que se basa en el contexto del pasaje. Sobre la base de ese principio, puedo concluir fácilmente que la primacía de Eva sobre Adán no se encuentra en el relato de la creación; tampoco se encuentra la primacía de Adán sobre Eva.
[30] 30 Richard Davidson, “Should Women be Ordained as Pastors? Old Testament Considerations”, TOSC, Baltimore, MD, junio, 2013, 6.
[31] Ratsara y Bediako, 25.
[32] Ed, 20.
[33] Ibíd., 16. La cursiva no figura en el original. Ella agrega: “La santa pareja [Adán y Eva] eran no solo hijos bajo el cuidado paternal de Dios, sino también estudiantes que recibían instrucción del omnisciente Creador. Eran visitados por los ángeles, y se gozaban en la comunión directa con su Creador, sin ningún velo obscurecedor de por medio. Se sentían pletóricos del vigor que procedía del árbol de la vida y su poder intelectual era apenas un poco menor que el de los ángeles” (CE, 207; también, ver PP, 50).
[34] Así es como la explicación de Peters se aleja del significado literal del texto.
[35] Elena de White, ST, 8 de octubre de 1894, párs. 2, 3. La cursiva no figura en el original.
[36] 8ST, 8 de octubre de 1894, pár. 1. También, ella indica que al momento de ser creado Adán, antes de que Eva fuera creada, el Señor le asigna esa función: “Dios colocó a nuestros primeros padres en el paraíso y los rodeó de todo lo que era útil y hermoso. En su hogar edénico no faltaba ninguna cosa que pudiera servir para su bienestar y felicidad, y a Adán se le dio el trabajo de cuidar el huerto. El Creador sabía que Adán no podía ser feliz sin una ocupación.
La hermosura del huerto le deleitaba, pero esto no era suficiente. Debía tener un trabajo para poner en ejercicio los admirables órganos de su cuerpo. Si la felicidad hubiera consistido en no hacer nada, el hombre, en su condición de santa inocencia, habría sido dejado sin ocupación. Pero Aquel que creó al hombre sabía lo que convenía para su felicidad; y no bien lo hubo creado, le señaló un trabajo” (YI, 27 de febrero de 1902, pár. 2). También, vamos a sugerir que en el momento en que fue creado, fue nombrado como monarca; pero, este papel era, al igual que el comando para trabajar el jardín, dado a Eva después de que fue creada.
[37] AH, 143. La cursiva no figura en el original. Ella afirma claramente: “A los moradores del Edén se les encomendó el cuidado del huerto, para que lo labraran y lo guardasen” (PP, 50).
[38] Ratsara y Bediako, 15.
[39] 39 Ibíd. Este es el mismo argumento que usan en su documento.
[40] Ibíd., 19.
[41] ST, 5 de junio de 1901, pár. 4. La cursiva no figura en el original.
[42] 42 YI, 1 de julio de 1897, pár. 5. No había ninguna deficiencia en cualquiera de los dos para ser suministrada por su par.
[43] AH, 115.
[44] Ed, 20.
[45] RH, 24 de febrero de 1874, pár. 4.
[46] Elena de White es muy clara cuando se trata de la igualdad de Adán y Eva, y la ausencia de un liderazgo pre-caída: “Si hubiesen permanecido obedientes a Dios, en concordancia con su gran ley de amor, siempre hubieran estado en mutua armonía; pero el pecado había traído discordia, y ahora la unión y la armonía podían mantenerse solo mediante la sumisión del uno o del otro. Eva había sido la primera en pecar, había caído en tentación por haberse separado de su compañero, contrariando la instrucción divina. Adán pecó a sus instancias, y ahora ella fue puesta en sujeción a su marido. Si los principios prescritos por la ley de Dios hubieran sido apreciados por la humanidad caída, esta sentencia, aunque era consecuencia del pecado, hubiera resultado en bendición para ellos; pero el abuso de parte del hombre de la supremacía que se le dio, a menudo ha hecho muy amarga la suerte de la mujer y ha convertido su vida en una carga” (PP, 58-59. La cursiva es para énfasis).
[47] Ratsara y Bediako, 20, comentan que “para él” significa que “la mujer encuentra de forma natural en él un jefe o líder”. Esta es una opinión, sin un esfuerzo por demostrar que este era el caso. Lo que iba a ser demostrado se supone, probablemente, basado en su lectura de 1 Corintios 11.
[48] Como se indica, este argumento es utilizado por Pablo en 1 Corintios 11:8-9 para argumentar que la mujer es la gloria del hombre. Él va a Génesis 2 y proporciona una excelente lectura del pasaje. Se da cuenta de que, en el Génesis, se crea a la mujer del hombre –este es su origen inmediato– y no el hombre de la mujer. Estos son los hechos. Según Pablo, la mujer vino a enriquecer al hombre y, en ese sentido, añadió el honor y/ la gloria a él. Ella fue creada para el beneficio del hombre y no el hombre para su beneficio, porque ya había sido creado cuando ella fue hecha. Para Pablo y Génesis, esta es la base para la diferenciación de género. Este argumento es usado por Pablo para indicar que, cuando una mujer participa en la adoración, ella debe cubrir su cabello con el fin de dar gloria a Dios, no al hombre. Al hacer esto, ella también evita la auto-glorificación porque su pelo es su gloria (v. 15; véase nuestra discusión de 1 Corintios 11:2-16 a continuación). Hay otro pasaje en el NT, en el que nos encontramos con una estructura gramatical parecida o similar a la que está en 1 Corintios 11:8-9. Dado que, también, se utiliza en el contexto de la creación, esto podría ayudarnos a entender lo que Pablo quiere decir, cuando dice que la mujer fue creada para el beneficio del hombre. Nos referimos a Marcos 2:27: “El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado”. Hay algunos paralelismos importantes entre estos dos pasajes. El primero es el concepto de la creación. Jesús estaba hablando sobre el momento en que Dios instituyó el sábado, cuando entró en existencia (ginomai: “venir a la existencia, realizar, ser creado”). En el caso de Pablo, la referencia a la creación es aún más evidente. Él usa el verbo ketizo, que significa “traer algo a la existencia, para crear”. En segundo lugar, en ambos pasajes se asume una secuencia temporal. En las palabras de Jesús, la secuencia temporal está implícita cuando dice que el hombre no fue creado para el beneficio del sábado. El hombre fue creado primero. En Pablo, la prioridad del hombre también está implícito en la frase “el hombre no fue creado para beneficio de la mujer”. En tercer lugar, en ambos pasajes algo se negó y algo se afirma en relación con la creación. La formulación gramatical es la misma en ambos casos: La proposición dia es seguida por un sustantivo en acusativo. En cuarto lugar, lo que se niega es que algo/alguien fue creado para el beneficio de otro: El hombre (anthropos) no fue creado para el beneficio del (dia + acusativo) sábado y el hombre (aner) no fue creado para el beneficio de (dia + acusativo) la mujer. El lado positivo es que el sábado fue creado para el beneficio del hombre (anthropos, la raza humana) y la mujer para el beneficio del hombre (aner). Estos son los hechos. La cuestión es si el hecho de que se crea algo para el beneficio de otro, implique que el que recibe el beneficio tiene poder o autoridad sobre lo que le beneficia. La respuesta obvia es que este no es el caso. Los seres humanos no tienen autoridad sobre el sábado. Jesús dijo que solo el Hijo del Hombre tiene autoridad sobre el sábado. Es solo el Creador que tiene autoridad sobre ambos, el sábado y la humanidad.
[49] 49 Génesis 2:24 se merece un poco de atención, ya que se ha utilizado para apoyar la primacía pre-caída. Davidson, 16-17, ha señalado correctamente que la fórmula utilizada aquí —“por tanto el hombre dejará a su padre y madre se unirá a su mujer y serán una sola carne”— no se encuentra en todo el AT. La práctica común era que la mujer dejara a sus padres y se uniera con su esposo. Uno puede leer en esta última práctica un elemento de subordinación; pero, no en el texto del Génesis. El énfasis está en su unidad o la unidad en todos los aspectos, y en la reciprocidad de su compromiso común entre sí. El uso de este pasaje en Efesios 5:31, también enfatiza esta unidad y mutuo compromiso, y no apoya la idea de una primacía de pre-caída. El uso de la cita del Génesis en Efesios, se limita a establecer que “todo el contexto de este pasaje [Efesios 5: 22-33] indica que la unidad y sumisión son a la vez parte de orden de la creación de Dios” (Bohr, 30). Pero, Pablo está usando esto para argumentar sobre el misterio de la unión entre Cristo y la Iglesia, el matrimonio es un pálido reflejo de la misma. Dentro de su contexto inmediato no es un argumento para la primacía del hombre sobre la mujer. La interpretación de Bohr se basa en su convicción de que una primacía pre-caída se encuentra Génesis 1-3. Pero, ahora que sabemos que esa posición no es sostenible, no hay ninguna necesidad de leer esa posición en Efesios.
[50] No tiene sentido argumentar que el verbo se está utilizando aquí de forma impersonal (“uno que va a llamarla”). Tenía el sustantivo “nombre” (hebreo šēm es masculino) ha sido usado en la tercera persona masculino singular que pudo haber sido justificada; pero, no está allí (“su nombre será llamado”). La mejor posibilidad es un pasivo divino.
[51] En algunos casos, podría nombrar o expresar falta de dominio o de autoridad sobre el objeto o persona (Gn 26:17-21; Éx 15:23). En Génesis 16:13-14, Agar dio un nombre al Señor (ella lo llamó con el nombre de Yahweh ’ēl ro’y, “el que ve”). En este caso, la denominación es una expresión de alegría y gratitud al Señor, por proveer para ella y su hijo (ver también, Gn 4:24; 29:31-32, 33; 30:6; 2 Cr 20:26). Ver George W. Ramsey, “Is Name-Giving and Act of Dominion in Genesis 2:23 and Elsewhere?”, The Catholic Biblical Quarterly 50 (1988): 24-35.
[52] Hay casos en la Biblia donde “el šēm [nombre] apunta a la función que es realizada por el portador del nombre” (15:135). Esto se aplica también a Adán y Eva, ya que funcionarán como varón y mujer.
[53] Incluso se sugiere que, cuando el Señor le dijo a Adán, “Por cuanto le hiciste caso a tu mujer y comiste del árbol del que te prohibí comer”, Él estaba acusando a Adán de entregar su primacía a Eva (Gn 3:17). “Escuchar a Eva” es entendido por los opositores, en el sentido de que Adán obedeció en lugar de Eva obedecerle como su cabeza. El razonamiento es lógico, pero erróneo. El contraste implícito no es si Adán escuchó o no a Eva, sino en escuchar a la tentadora o a lo que Dios ya le había dicho (su voz). La primacía implícita no es la de Adán y Eva, sino la de Dios. Él era la “cabeza” de ambos, y ellos lo rechazaron. Desde el punto de vista gramatical, la frase hebrea šāma c l e qôl (“Para escuchar la voz de”) enfatiza aprobación en lugar de obediencia (véase, U. Rüterswörden, “šāma c ”, TDOT, 15:267).
[54] Una declaración de Elena de White se utiliza indebidamente para apoyar esta idea. Se encuentra en PP, 59: “Junto a su esposo, Eva había sido perfectamente feliz en su hogar edénico; pero, a semejanza de las inquietas Evas modernas, se lisonjeaba con ascender a una esfera superior a la que Dios le había designado. En su afán de subir más allá de su posición original, descendió a un nivel más bajo. Resultado similar alcanzarán las mujeres que no están dispuestas a cumplir alegremente los deberes de su vida de acuerdo al plan de Dios. En su esfuerzo por alcanzar posiciones para las cuales Dios no las ha preparado, muchas están dejando vacío el lugar donde podrían ser una bendición. En su deseo de lograr una posición más elevada, muchas han sacrificado su verdadera dignidad femenina y la nobleza de su carácter, y han dejado sin hacer la obra misma que el Cielo les señaló. La esfera superior a la que ella estaba queriendo alcanzar no estaba usurpando la autoridad de Adán, sino que quería ser como Dios. Fue designada por Dios para estar con su marido en pie de igualdad, pero quería ser como Dios”. Ver los comentarios de esta cita en Davidson, 24.
[55] CC, 16.
[56] SR, 36.
[57] El hecho de que White dice que Eva fue “para estar a su lado [de Adán] como a un igual, para ser amada y protegida por él” (PP, 46), no quiere decir que él era su jefe. Vea nuestra discusión a continuación.
[58] SR, 31.
[59] RH, 24 de febrero de 1874, pár. 6.
[60] Ibíd.
[61] CC, 18.
[62] Ibíd., 19.
[63] Becho, 28 de agosto de 1899, pár. 1.
[64] PP, 50. También, mirar “Adán y Eva estuvieron en posesión del Edén, y calleron de su elevado y santo estado por la transgresión de la ley, y perdieron su derecho al árbol de la vida y a las alegrías del Eden” (ST, 28 de abril de 1890, pár. 3).
[65] RH, 24 de febrero de 1874, pár. 19.
[66] PP, 46.
[67] Ibíd.
[68] SR, 31.
[69] Testimonies, 3:484.
[70] Ella escribe, “Oh, si hubieran seguido las instrucciones que Dios les había dado —recurrir a él cuando se les amenazó con la maldad de los enemigos caídos—, habrían tenido la presencia de ángeles para protegerlos en la hora de la prueba, y ¡el fascinante encanto de Satanás se habrían roto!” (ST, 8 de octubre de 1894, pár. 6).
[71] Ratsara, 27.
[72] Ibíd., 35.
[73] Ibíd., 30.
[74] Ibíd., 33.
[75] Reynolds, 41.
[76] Ibíd., 29.
[77] Ibíd., 21, n. 44.
[78] Ibíd., 29, n. 66.
[79] Elena de White, ST, 28 de abril de 1890, pár. 3.
[80] Ibíd., RH, 24 de febrero de 1874, pár. 19. Ella escribe: “Adán no fue engañado como Eva, pero sí influido por ella para actuar del mismo modo: comer el fruto y arriesgarse a correr las consecuencias pues ningún daño, arguyó ella, le había sobrevenido. Adán cedió a la tentación de su esposa. No pudo soportar verse separado de ella. Y así comió y perdió su integridad. A partir de aquel lamentable episodio, que introdujo el pecado en el mundo, la intemperancia, el apetito pervertido y el poder de la influencia que una persona equivocada ejerce sobre otra, han producido un grado de miseria que el lenguaje no alcanza a describir” (CTr, 111.3). Parece que el “lamentable episodio” se está refiriendo a la desobediencia de Adán.
[81] White comenta, “El pecado de Adán sumergió a toda la raza en la miseria y la desesperación. Pero Dios, movido por un amor maravilloso y compasivo, no permitió que los hombres perecieran en un estado caído y sin esperanza. Dio a su muy amado Hijo para su salvación. Cristo entró en el mundo cubriendo su divinidad de humanidad y superó la prueba que Adán no supo vencer; se sobrepuso a todas las tentaciones de Satanás y así redimió la desdichada caída de Adán” (Testimonies, 4:293). Podría ser que, como en otros lugares, White está utilizando el nombre de Adam para referirse tanto a Adán como a Eva. En este caso, fue el pecado de ambos que causó una tragedia.
[82] 82 Esto es lo que dice Elena de White: “Eva había sido la primera en pecar, había caído en tentación por haberse separado de su compañero, contrariando la instrucción divina. Adán pecó a sus instancias, y ahora ella fue puesta en sujeción a su marido” (AH, 115). Es en este momento, como ya hemos indicado, que Eva es puesta debajo de la sujeción de Adán; no antes.
[83] Reynolds, 18-23. Según él, “la primacía, entonces, tiene que ver con una relación no recíproca en la que una de las partes se somete a otro en una relación de confianza, de la sumisión a la autoridad de la primacía del otro” (20).
[84] 84 Estos comentarios se aplican también a Wahlen, que encuentra en la frase, “la cabeza de todo varón es Cristo y la cabeza de la mujer es el hombre” la estructura de la familia humana establecida en la creación (“marido”, 22). Él no proporciona evidencia exegética para apoyar sus puntos de vista. Se refiere a la supremacía masculina como “El liderazgo del hombre espiritual” sobre la mujer (23), que, como hemos sugerido anterior mente, coloca al hombre en el papel de mediador entre Dios y las mujeres.
[85] Hablando de la opinión de que “las mujeres” podrían referirse a la “esposa”, Reynolds comenta, “Esta lectura esta, sin duda, en armonía con el sentimiento de Efesios 5; sin embargo, si se trata de la mejor lectura aquí es discutible… Ciertamente, el principio es mínimamente válido para los esposos y esposas, si no fuera por los grupos de género en su conjunto” (20). Comenta, además, que “la autoridad de Cristo y la autoridad de Dios el Padre forman el patrón para la primacía del marido sobre la mujer (en el hogar) y el hombre sobre la mujer (en la iglesia). Desde que el contexto de 1 Corintios 11 es la iglesia (vv. 4, 5, 16), no la casa, la importancia primordial en este pasaje parece abarcar relaciones de género en la iglesia” (22). Su conclusión final es que “si bien es posible traducir algunos de los versos en los términos de los esposos y las esposas, el contexto más amplio no permite tal traducción” (30). Parte del problema que enfrenta Reynolds, es que se colocó en una camisa de fuerza, cuando insistió en que el término “hombre” debe traducirse sistemáticamente “hombre” y no “esposo”.
[86] Reynolds no trata de justificar su decisión de interpretar “cabeza” como primacía, excepto, al citar otros pasajes donde parece se usa en el sentido de “primacía”. Utiliza 1 Corintios 12 para argumentar que en ese pasaje de la cabeza, no se describe como la fuente del cuerpo, pero el primero entre iguales (18). Pasó por alto ese hecho, que el término “cabeza” no se utiliza en ese pasaje. Admite que en Efesios 4:15-16; Colosenses 2:19 “cabeza” podría interpretarse como “fuente” (19); pero, se limita a establecer que este significado no funciona para 1 Corintios 11:3.
[87] Elena White parece apoyar esta interpretación, cuando escribe: “Dios ha enviado a su Hijo para comunicar su propia vida a la humanidad. Cristo declara: ‘Yo vivo por el Padre, ‘mi vida y su ser uno. ‘Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.’ ‘Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo; así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre.’ La cabeza de todo hombre es Cristo, como la cabeza de Cristo es Dios. ‘Y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios’” (Elena de White, “A Call to Work”, Home Missionary, 1 de junio de 1897, pár. 11). Ella reúne varios pasajes a fin de resumir algunas ideas teológicas. Antes de citar los pasajes, ella dice, “Dios envió a su Hijo para comunicar su propia vida para la humanidad” (Ibíd., pár. 11). Las citas bíblicas están Apoyando esta idea principal. Ella está hablando sobre el origen y la misión de Cristo; Él vino del Padre. White procede a aclarar lo que quiere decir: “Cristo declara: ‘Yo vivo por el Padre, ‘mi vida y la suya son una.” Se trata de la unidad de Cristo y el Padre; su unidad. Ella cita otro pasaje: “Nadie ha visto jamás a Dios; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” Esta es una vez más sobre el origen, el “lugar” de donde el Hijo vino a nosotros. Ella cita de nuevo, “Porque como el Padre tiene vida en sí mismo; así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo; y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre”. “La misión del Hijo es dar vida y, como soberano Señor, para juzgar al mundo”. Por último, Elena de White presenta a nuestro paso, “La cabeza de todo hombre es Cristo, como la cabeza de Cristo es Dios. ‘Y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios’”.
La misma vida de Cristo está indisolublemente unida a la del Padre. Llegó desde el seno del Padre para revelar a Dios a la humanidad como fuente de vida. Ella agrega otro pasaje, 1 Corintios 3:23: “y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios”. Esto es acerca de nuestra unión con Cristo y la unión de Cristo con Dios. Significa para ella que la vida es nuestra unión con Cristo y que Cristo es de Dios en el sentido de que Él vino de Dios para darnos vida. Como ella dice al comienzo del párrafo, “Dios envió a su Hijo para comunicar su propia vida a la humanidad.” Si la frase “Dios es la cabeza de Cristo” significa que Él vino del Padre, entonces “el hombre es la cabeza de la mujer” que significaría que él era la fuente de la que salió la mujer/esposa. Esto estaría perfectamente de acuerdo con Génesis 2 y con lo que Pablo procede a decir en 1 Corintios 11: 8, 11-12. Ella está diciendo claramente que Cristo vino del Padre en una misión de salvación y, por tanto, kephale es tomada por ella para hacer referencia a la fuente o el origen y no a la primacía. La frase “la cabeza de todo hombre es Cristo” significa para ella que los seres humanos encuentran en él la única fuente de la vida; su verdadero origen espiritual.
[88] Reynolds, 42. Peters analiza el pasaje en las páginas 29 a la 37; pero, no es capaz de demostrar que en ella Pablo está discutiendo la primacía de líderes de la iglesia sobre las mujeres. De hecho, ni siquiera se aborda este tema, a pesar de que parece asumir que este es el caso. El problema sigue siendo la hermenéutica de la interpretación contextual. Cuando se ignora el contexto, somos libres para especular.
[89] Ibíd., 12.
[90] Teresa Reeve, “1 Corintios 11:2-16 y la ordenación de la mujer al ministerio pastoral”.
[91] Elena de White declara: “Los seres celestiales pueden trabajar con el hombre o la mujer que no va a buscar la gloria para sí mismo, sino que estarán dispuestos a que toda la gloria habrá de reiterar el honor para Dios” (LHU, 358.3).
[92] Reynolds toma las frases “el hombre es la imagen y gloria de Dios” y la mujer “es la gloria del hombre” (v. 7) como las razones para que el hombre no se cubra la cabeza. Él continúa diciendo que el hombre y la mujer fueron creados para diferentes propósitos. El hombre “fue creado para ser la imagen y gloria de Dios, mientras que la mujer, aunque también fue creada a imagen de Dios [mi comentario: ¡Esto no es lo que dice Pablo!], fue creada para la gloria del hombre, no para la gloria de Dios” (27). Finalmente, parece interpretarlo en el sentido de que el hombre fue creado primero, y Eva fue creada para ayudarlo y acompañarlo. Así, parece tomar la frase “la mujer es la gloria del hombre” en el sentido de que “la mujer fue creada para satisfacer la necesidad del hombre de compañía, de acuerdo con el relato del Génesis, al que Pablo apela para su teología” (28). De esto salta a la conclusión de que, de acuerdo con Pablo, el “dominio del hombre ya estaba establecida en Gen 2, antes de la entrada del pecado” (29). Reynolds, en realidad, no discute el significado de las frases “el hombre es imagen y gloria de Dios” y “la mujer es la gloria del hombre”. Parece extraño que Pablo diría que solo el hombre es la imagen de Dios y no la mujer. Es indiscutible que en Génesis 1, el hombre y la mujer fueron creados a imagen de Dios. Esto es confirmado por Elena de White, cuando escribe, usando la frase que usa Pablo: “Creados para ser la ‘imagen y gloria de Dios’ (1 Co 11:7), Adán y Eva habían recibido capacidades dignas de su elevado destino” (Ed, 20) ¿Cómo podemos armonizar lo que Pablo dice con Génesis y con la declaración de Elena G. de White? Podemos sugerir que Pablo, en este pasaje controversial, decidió usar una interpretación popular entre los intérpretes judíos de Génesis 1:27, sin necesariamente considerar que se trata de la lectura final del Génesis. En la exégesis judía de Génesis 1:27, la primera parte del versículo se interpreta como sobre el hombre (”Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”) y el segundo sobre la mujer (“varón y hembra los creó”). De acuerdo con esta interpretación, solo el hombre era el portador de la imagen de Dios. Ver, Udo Schnelle, Apostle Paul: His Life and Theology, trad. Eugene Boring (Grand Rapids, MI: Panadero Académico, 2003), 533, quien reproduce en Jacob Jervell, Imago Dei: Gen 1, 26ss. im Spätjudentum, in der Gnosis, und en paulinischen den Briefen, FRLANT, vol. 76 (Göttingen: Vandenhoeck y Ruprecht, 1960), 107-112, para los ejemplos judíos. Pablo, entonces, estaría argumentando desde dentro de la lectura judía del texto. Su punto principal seguiría siendo válido, independientemente de esta particular interpretación del texto, si su intención era hacer hincapié en la importancia de dar toda la gloria a Dios en el culto cristiano.
Algunos de ustedes pueden sentirse incómodos con esta armonización. Permítanme ofrecerle otra posibilidad. Cuando Pablo dice que “el hombre es imagen y gloria de Dios” no es necesariamente negar que la mujer es también la imagen y gloria de Dios. Lo que está diciendo es correcto, el hombre es imagen y gloria de Dios; pero, debido a la naturaleza polémica del texto, prefirió no mencionar el carácter inclusivo de la declaración.
También es cierto que la “mujer es la gloria del hombre” como lo explica Pablo. Según él, desde que Adán fue creado primero, la creación de la mujer le proporcionó lo que le faltaba, la plenitud del ser (Weinfeld, “kabod”, TDOT, 7:24, señala que el término hebreo Kabo, [“gloria”] puede significar “sustancia, siendo”). Ella fue creada por él y para su beneficio. Añadió peso existencial (“gloria”) a su vida. La mujer sabía de la plenitud, principio de ser porque ella siempre tenía Adán a su lado. Pero, le hizo añadir algo a él (ver nota 48). En este sentido, Pablo está totalmente de acuerdo con Génesis. El desacuerdo entre nosotros viene cuando el texto se lee como la promoción de la primacía de hombres sobre las mujeres en la creación, a partir de esta lectura para argumentar que también se encuentra en Génesis. Como ya demostramos, esta idea no se encuentra en el Génesis. Ambas lecturas de nuestro texto armonizan y permiten a cada uno expresarse.
[93] Edwin Reynolds y Clinton Wahlen, “Minority Report“, North American Division Theology of Ordination Study Committee, noviembre, 2013, 206.
[94] Reynolds, 37.
[95] Ibíd.
[96] La referencia de Pablo, a lo que “la Ley” dice sobre las mujeres de estar en silencio y en la sumisión, no hay nada especifico. No hay una ley de este tipo en el AT. En consecuencia, los estudiosos han especulado sobre la naturaleza de esta ley. Es muy probable que él tenía en mente el AT, ¿Pero qué sucedió? Reynolds menciona dos posibilidades; pero, en un primer momento se muestra indeciso. Pudo referirse a Génesis 1-2, el orden creado, o a Génesis 3:16. Él, simplemente, concluye que la sumisión es “algo ordenado por Dios en la primera parte de la Escritura, desde el principio de los tiempos”. No se proporciona ninguna evidencia que apoye esta opinión. El único pasaje claro sobre el tema es Génesis 3:16.
[97] En esto estamos de acuerdo con Reynolds, 36.
[98] Para mi exégesis más detallada de este pasaje, ver, Ángel Manuel Rodríguez, Jewelry in the Bible (Silver Spring, MD: Ministerial Association, 1999), 76-90.
[99] Sorke, 11-14.
[100] Peters, 43 (revisado), encuentra un vínculo entre 2:11-14 y la autoridad de los Ancianos en la frase “Palabra fiel”, utilizada en 3:1. Según él, en esta frase “Pablo está vinculando la calificación para el Anciano (el hombre de una sola mujer/capaz de enseñar) en 1 Timoteo 3 con la sustancia de 1 Timoteo 2, especialmente 2:12 (sin permitir a la mujer enseñar o tener autoridad sobre el hombre)”. Él está haciendo un esfuerzo real para encontrar apoyo contextual a la primacía de los Ancianos sobre la mujer en la iglesia. Pero, se queda corto. Él reconoce que la frase puede venir después o antes de la fórmula, pero en el caso de 3:1, argumenta que se refiere tanto a lo que precedió y lo que sigue. Se trata de una defensa especial, ya que la fórmula se utiliza para afirmar la veracidad y fiabilidad de la declaración anterior o siguiente; pero, no ambas al mismo tiempo. Los eruditos todavía discuten si en 3:1 hace referencia a la fórmula 3:1b o a la discusión previa sobre las mujeres en la iglesia (2:11-15). Tomar una decisión no es tan simple. Hay casos en que la fórmula “Palabra fiel” va seguida de una frase en particular (1:15: “Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores”; 2 Ti 2:11: “Si somos muertos con él, también viviremos con él…). Esto apoyaría la idea de que en 3:1a se introduce lo que dice Pablo en 3:1b: “Se dice, y es verdad, que si alguno desea ser obispo, a noble función aspira” (NVI). En este caso, no se conecta en absoluto con lo que le precede. Hay otros casos en los que no encontramos una declaración específica; pero, sí una enseñanza particular que se destacó como digno de confianza. Si tuviéramos que asignar 3:1a a lo que le precede, la mejor declaración sería la idea contenida en 3:15: Las mujeres se salvarían si “permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia”. Esto encajaría bien con el hecho de que la mayoría de los usos de acuerdo a la fórmula con la idea de la salvación (1:15; 4: 9-10; 2 Ti 2:11-13; Tit 3:7-8). En 3:1, la fórmula o bien cierra la discusión anterior o comienza una nueva. Es incuestionable que en el capítulo 3, Pablo comienza una nueva sección que trata de las calificaciones de los líderes de la iglesia. Clinton Wahlen, “Is ‘Husband of One Wife‘ Gender Specific?”, TOSC, Columbia, MD, enero, 2014, 19, apunta a la fórmula; pero, no es claro con respecto a su relevancia en la interpretación de nuestro pasaje. Argumentar que los Ancianos de la iglesia tienen autoridad sobre las mujeres, ya que se requiere que sean capaces de enseñar y porque las mujeres se les ha prohibido enseñar o tener autoridad sobre el hombre, no se basa en la exégesis, sino en una conjetura. El título de enseñanza del Anciano no se limita a su capacidad para enseñar a las mujeres. Se trata de su experiencia pedagógica en la enseñanza general, tanto hombres como mujeres. Además, vamos a argumentar que el contexto indica que las instrucciones dadas a las mujeres a lidiar con su actitud adecuada como estudiantes de la fe cristiana. Para las discusiones sobre la función de la fórmula “Si alguno anhela” en las Epístolas pastorales, ver, I. Howard Marshall, A Critical and Exegetical Commentary on the Pastoral Epistles (Edinburgh: T&T Clark, 1999), 326-330; Raymond F. Collins, 1 & 2 Timothy and Titus: A Commentary (Louisville, KY: Westminster John Knox Press, 2002), 41-44.
[101] Tengo que preguntarme si cuando la pareja va a la iglesia, el marido deja de ser la cabeza de la mujer. La pregunta puede sonar tonta; pero, plantea la cuestión de la logística de esta medida.
[102] Bohr, 45-46, lucha, tratando de encontrar evidencia bíblica que apoye el liderazgo masculino en la iglesia, como una extensión de la supremacía masculina en el hogar. Supongo que quiere decir la supremacía masculina exclusiva o de la primacía de Ancianos de la iglesia sobre las mujeres. Todos estaríamos de acuerdo en que existe y sigue existiendo el liderazgo masculino en la iglesia. La pregunta es si es solo los hombres que, como cabezas de la iglesia sobre las mujeres, podrían ser ordenados como ministros. El NT afirma la autoridad de los maridos en casa. Sabiendo esto, Bohr pregunta: “¿El liderazgo en el hogar se transfiere al liderazgo masculino en la Iglesia?”. Su respuesta es un contundente “Sí”. ¿Qué pruebas proporciona para apoyar su posición? Él va a 1 Timoteo 3: 4-5. Escribe: “El Anciano/supervisor que es marido de una sola mujer debe ser” el que gobierna [proistemi] bien su casa, que tenga sus hijos en sujeción [hupotage] con toda reverencia (pues si un hombre no sabe cómo gobernar [proistemi] su propia casa, ¿cómo cuidará de [epimeleomai] la iglesia de Dios?’” (las cursivas están en el original; inserté los términos griegos). Yo deseaba que Bohr hubiera sido más cuidadoso en su lectura del texto como lo fue Pablo cuando lo escribió. Él utiliza dos términos diferentes para describir la capacidad de liderazgo en el hogar de la persona que podría ser nombrado como Anciano. El verbo proistemi expresa la idea de una administración, y significa estar en una posición de liderazgo y muestra cuidado. Cuando se usa para Ancianos, como los que dirigen bien, el énfasis está en la predicación y la enseñanza (1 Ti 5:17). El sustantivo hupotage (“sometimiento, subordinación”) se refiere a la capacidad del líder de la casa para mantener a sus hijos en sujeción (nótese que no se dice nada acerca de la esposa). La idea es, probablemente, no solo que le obedecen, sino que son sumisos al mensaje cristiano, como Tito 1:6 demuestra. Se utiliza en 1 Timoteo 2:11 para establecer la necesidad de las mujeres en la iglesia, de ser sumisa al maestro y a la instrucción recibida. La forma verbal hupotasso se emplea para referirse a la sumisión de la esposa al marido (Col 3:18; Ef 5:22-24; 1 P 3:1; Tit 2: 5), nunca para su sometimiento a Ancianos de la iglesia. Cuando se trata el papel de los Ancianos en la iglesia, Pablo solo utiliza el verbo epimeleomai (“para cuidar de”, “para cuidar”). Se define el liderazgo de los Ancianos no en términos de quien gobierna, sino como el que sirve con diligencia. Si tuviéramos que retener la idea de la primacía, tendríamos que definir no como teniendo autoridad sobre, sino como el cuidado de los demás con devoción y entrega. Este no parece ser el entendimiento común de la primacía promovido por nuestros amigos. Su énfasis está en que tenga autoridad sobre otra persona. Bohr utiliza una serie de declaraciones de Elena de White para tratar de demostrar que se transfiere el liderazgo del marido a la primacía de la iglesia. Lo que extraña es que en ninguna de las declaraciones ella describe a los Ancianos como cabezas de la iglesia. Sí, tienen un papel de liderazgo; pero, no se define en él como que tenga autoridad sobre la congregación. Pero, aún más importante, es el hecho de que ninguna de las citas utilizadas por él sugieren que las mujeres en la iglesia, están bajo la autoridad de los Ancianos. En la comprensión de Elena de White, el liderazgo del marido nunca “transfiere” la supremacía masculina en la iglesia. Más adelante, se ampliará este tópico.
[103] Elena de White, 1T, 307.
[104] El contexto no es sobre la Iglesia Católica, sino sobre el trabajo del pastor en la Iglesia. Aquí está la declaración completa: “El éxito de la iglesia no depende de los esfuerzos y el trabajo del predicador activo, sino de la devoción individual de los miembros. Cuando los miembros dependen del ministro como su fuente de poder y rendimiento, se tornan completamente impotentes. Ellos se embeberán de sus impulsos, y serán estimulados por sus ideas, pero cuando los deje, se hallarán en una condición más desesperante que antes que les rindiera sus servicios. Yo espero que ninguna de las iglesias de la tierra dependa del ministro como apoyo para su vida espiritual, pues esto es peligroso. Cuando Dios les da luz, deben alabarlo a Él. Si exaltan al mensajero, se tornarán en almas estériles. Tan pronto como una iglesia pide los servicios de un ministro en particular, y los miembros sienten que debe quedarse con ellos, es tiempo que sea cambiado a otro campo, para que ellos aprendan a ejercitar la habilidad que Dios les ha otorgado. Que la gente salga a trabajar. Que agradezcan a Dios por el ánimo que han recibido, y entonces manifiesten que han forjado en ellos una buena obra. Que cada miembro de iglesia sea un agente viviente, activo para Dios, en la iglesia y fuera de ella. Todos debemos ser educados para ser independientes, no incompetentes e inútiles. Que se vea que Cristo es la cabeza de la iglesia, no el ministro. Los miembros del cuerpo de Cristo tienen una parte que hacer, y no podrán ser hallados fieles a menos que hagan su parte. Que una obra divina sea forjada en cada alma, hasta que Cristo contemple su imagen reflejada en sus seguidores” (Elena de White, ST, 27 de enero de 1890; Ibíd., Pastoral Ministry, 101).
[105] Sorke, 14. Sobre las opiniones de Moon en este tema, ver más adelante.
[106] Ibíd., 22.
[107] Ver, Carl Cosaert, “Paul, Women, and the Ephesian Church: An Examination of 1 Timothy 2:8-15”, TOSC, Baltimore, MD, julio, 2013, 23.
[108] Ibíd., 24.
[109] Wahlen, “Husband“, 24, sugiere que “dentro del contexto más amplio de la Creación y la Caída que Pablo describe aquí, hace mucho más significativo entenderle la obediente sumisión a Dios y a su plan para los seres humanos”. Esto ignora el hecho de que dentro de su propio contexto, Pablo va a decir que no permite a una mujer “ejercer dominio sobre el hombre”, lo que implica que la sujeción es a un hombre. En el contexto del pasaje este hombre es el maestro.
[110] Cosaert, “1 Timothy 2:8-15”, 24.
[111] Sorke menciona el uso del sustantivo en Hechos 22:2 y 2 Tesalonicenses 3:12, y concluye que en ambos casos los pasajes están abordando una situación particular en la que se necesitaba silencio. Sostiene que en el caso de Timoteo, Pablo no está abordando una situación particular. Sorke, por así decirlo, elimina el pasaje del resto de la epístola y argumenta que su contexto es “el Adán antes y después de su expulsión”, supuestamente introducido en el versículo 13. Su enfoque hermenéutico es seriamente cuestionable (Sorke, 15-16).
[112] “En la LXX y los papiros, el significado más común de hesychia-hēsychazō es mantener la calma, estar tranquilo; el reposo se contrasta con la agitación, la guerra o el peligro. Comúnmente se dice que la tierra, la ciudad o el pueblo estaban tranquilos durante tantos años, lo que significa que disfrutaron de paz para ese período de tiempo: gente pacífica que viven en la seguridad y en reposo (Ez 38:11; heb. šāqa)”. Ceslas Spicq y James D. Ernest, Theological Lexicon of the New Testament (Peabody, MA: Hendrickson Publishers, 1994), 179. Ver, también C. H. Peisker, “Hēsychia quiet, tranquil”, Exegetical Dictionary of the New Testament, eds. H. Balz y G. Schneider, trads. V. Howard y J. W. Thompson (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1990-1993), 2:126.
[113] Philo, Dreams, 2.264.
[114] Sorke, 21-22.
[115] Cosaert, “1 Timothy 2:8-15“, 30.
[116] Sorke, parece sugerir que el sentido que estamos proponiendo solo se encuentra en documentos posteriores a Pablo y; por lo tanto, serían anacrónicos (Sorke, 20). La evidencia demuestra que este no es el caso. Para un análisis completo de la evidencia, ver, Payne, Man and Women, 361-397. Él prefiere “asumir la autoridad para enseñar a un hombre” de 1 Timoteo 2:12. Esto también es bueno, si se entiende que es una autoridad auto-asumida acompañado de una actitud negativa, dominante.
[117] Ver Cosaert, “1 Timothy 2:8-15”, 28, donde ofrece dos razones por las que Pablo no permitía que las mujeres enseñen. En primer lugar, “un gran número de las mujeres en Éfeso estaban fascinadas con las falsas enseñanzas que dividen la iglesia” (1 Ti 6:20-21; 1:20; 2 Ti 2:17-18), y, en segundo lugar, estaban aceptando falsas enseñanzas y defendiéndolas (1 Ti 5:13; cf. Ap 2:20).
[118] Reynolds, 24, 40, argumenta a favor de la identificación y aplicación de los principios promovidos por Pablo en 1 Corintios 11:2-26 para la iglesia actual. Estamos argumentando que él debe hacer lo mismo con 1 Timoteo 2:11-15.
[119] Sorke, 23.
[120] Para ellos, esta idea parece ser tan evidentes que no necesitan demostrar su veracidad. Wahlen declara categóricamente: “Él [Pablo] entiende claramente que esta intención divina de liderazgo espiritual del hombre, estaba, en realidad, siendo desafiada por Eva cuando ella tomó las cosas en sus propias manos, impulsada por la serpiente” (“Husband”, 23). Este tipo de comentario asume lo que tiene que ser demostrado, a saber, que había una primacía pre-caída.
[121] Sorke, 23, y Peter, 37, en un intento de apoyar un liderazgo pre-caída o legítimas diferencias de roles, usan la siguiente declaración de Elena de White, “Abel no solo amaba a su hermano, sino, como el más joven estaría sujeto a él” (BibleEcho, 8 de abril, 1912). Es difícil entender porqué usarían una declaración frente a las condiciones después de la caída, la enseñanza del respeto de un hermano mayor, para argumentar a favor de un estado pre-caída. Sorke, incluso, utiliza la descripción de Eva dada por Elena de White, en la cual indica que, “Eva no era tan alta como Adán. Su cabeza se alzaba algo más arriba de los hombros de él” (ST, 7 de enero de 1879, pár. 13) ¡Da a entender que Adán era superior!
[122] Cosaert señala el uso paulino de “primero-luego”, en 1 Tesalonicenses 4:16-17, a fin de demostrar que no contiene la idea de la primacía funcional (“Liderazgo y género”, en este volumen; ver también, Ibíd., “1 Timothy 2:8-15”, 34-35).
[123] Sorke, 28.
[124] Elena de White, AH, 165.
[125] Cosaert, “1 Timothy 2:8-15”, 36.
[126] En esta evaluación, el trabajo de Cosaert es confiable, “Leadership and Gender in the Ephesian Church: 2 An Examination of 1 Timothy”, TOSC, Columbia, MD, 23 de enero, 2014.
[127] Sorke, 32-33.
[128] Cosaert, “1 Timothy”, 18.
[129] Ibíd., 17.
[130] Sorke, 37.
[131] Cosaert, “1 Timothy”, 20.
[132] Sorke, 32, 35. Lo mismo podría decirse de Tito 2: 2-8 ¿Son solo los hombres “sobrios, serios, prudentes, sanos en la fe, en el amor y en la paciencia”? ¿Solamente las mujeres son “reverentes en su conducta” y amables? ¿Los jóvenes son los únicos que deben ser sensatos? Cuando Pablo habla a un grupo, él está, de hecho, dirigiéndose a toda la congregación.
[133] Sorke, 33.
[134] Gospel Workers, 278. Ella, también, escribe sobre un soltero: “El pastor Y, que había estado predicando, estuvo detrás de las señoritas, mujeres casadas y viudas. Esto parecía ser su inclinación cuando no estaba detrás de su mesa de trabajo, en los diferentes estados del país. El domingo de mañana lo llamé por nombre y le dije, tanto a él como a todos los presentes, que no hacían falta hombres así, pues ellos solo duplicarían la tarea de los obreros que llevaban las diferentes cargas” (Letter 53, 1884).
[135] De hecho, tienen dificultades tratando de encajar Romanos 16:1 en su modelo. Sorke cree que Febe no pudo haber sido diácono en el sentido técnico del término, porque 1 Timoteo 3:13 dice que un diácono tiene que ser el marido de una sola mujer (42). Él armoniza ambos pasajes silenciando el primero. Esta no es la armonización, sino que se impone la interpretación única de un pasaje en otra, sin permitir que hablen por sí mismos. Lo que debió haber hecho, era volver y estudiar detenidamente 1 Timoteo 3:13. Cuando lee a Elena de White, se da cuenta que ella apoya a las mujeres diáconos; pero, esta vez, él no tiene una forma de explicar sin alejarse de sus declaraciones. Luego concluye: “La creación del cargo de diaconisa no está prohibido, y se encuentra esta práctica en los inicios de la Iglesia Adventista” (41). Esta es una gran concesión de su parte, y debilita su lectura de los textos bíblicos. Si él insiste en que la ordenación de mujeres como diáconos no es bíblica, entonces, tendríamos a Elena de White instituyendo un nuevo puesto en la iglesia, que requiera la imposición de las manos, ¡Sin apoyo bíblico! Además, si las mujeres pueden ser ordenadas como diáconos; entonces, la frase “marido de una sola mujer” no es exclusivo de género. Sorke nunca resuelve esta contradicción en su argumento. Bohr, 55, lucha con el asunto y enfáticamente sostiene que, en el caso de Febe, diakonos significa “siervo” y se refiere a una función que debe caracterizar a cada creyente (esta es también la posición adoptada por Peters, 73-74). Pero, al parecer, darse cuenta de que su caso no es tan fuerte como él pensaba, concluye, “Yo creo que hay una cantidad mínima de evidencia en las Escrituras (posiblemente 1 Ti 3:11; Ro 16:1, 2) y evidencia significativa en la historia de la iglesia primitiva, para indicar que las mujeres sirvieron en el cargo de diaconisa. También, hay algunas evidencias de que las mujeres fueron ordenadas como diaconisas en la historia adventista” (Ibíd.). Esto lo obligaría a revisar su interpretación de la frase “marido de una sola mujer”, en el sentido de que el diácono tiene que ser hombre. Jerry Moon se enfrenta a los mismos problemas. Él cree que 1 Timoteo 3:2 restringe el papel de los ancianos a los varones de la iglesia. Según él, Pablo “asume que los ancianos serían hombres” y supongo que, para ser coherentes, Moon también diría que Pablo asume que los diáconos son hombres. Pero, cuando se trata de los diáconos, reconoce la posibilidad, basada en 1 Timoteo 3:11 y Romanos 16:1, que una mujer podría ocupar el cargo de diácono (10). Él aclara que “diaconisa” puede ser entendida como una “contraparte femenina al diácono del Nuevo Testamento” (39). Moon es sabio al permitir esta posibilidad, porque sabe que Elena de White apoya la ordenación de mujeres como diaconisas (33). Esto significaría que el aparente lenguaje específico de género, utilizado en la descripción de las calificaciones de los diáconos y los ancianos, no es exclusivo de género. No han sido capaces de probar su caso. Peters, 73-74, argumenta que Febe era un siervo que ayudó a Pablo y a muchos otros. Esto es cierto; pero, además, Pablo afirma que ella era un diácono en una iglesia particular. Me parece que los mencionados anteriormente, quienes reconocen que las mujeres pueden ser diáconos, tienen el apoyo de la Biblia y de Elena de White.
[136] Reynolds y Clinton, 201; también Bohr, 67; Laurel Damsteegt, “Women of the Old Testament: Women of Influence”, TOSC, Baltimore, MD, julio, 2013. Ella escribe: “Débora no fue ‘juez’ en la forma usual. Más bien, la gente fue a su casa (14)”. Por error se refiere a Barak como el juez de la tierra. Es cierto que ella es llamada “la madre de Israel”; pero, ¿de qué otra manera se le iba a llamar? ¿El padre de Israel? El título de “madre de Israel” parece indicar que era la máxima líder de Israel en ese momento y, además, mujer. Bohr, 67 (también, Peters, 69-70), dice que ella no tenía autoridad sobre los hombres; pero, la narrativa y, en particular, su canción, indica que tenía autoridad sobre los hombres. Agrega, que no fue elegido para librar al pueblo (68); pero, esto va contra lo que Elena de White dice (ver más adelante en el texto principal). Es cierto que su feminidad se enfatiza (Reynolds y Clinton, 201); pero, esto se hace con el fin de indicar que su experiencia no era común en Israel. Nuestros amigos tratan de restarle importancia a su papel como juez, señalando el hecho de que ella no se menciona en Hebreos 11, pero, Barak sí es mencionado. Este es un argumento del silencio. Muchos otros no se mencionan en la lista. Reynolds y Clinton, en su esfuerzo por demostrar que su función principal era la de un profeta, argumentan que a ella no se le llama jueza. Otro argumento del silencio, a lo cual podemos decir que ni Aod, Barak o Samgar son llamados jueces. También, argumentan que la fórmula “X juzgó a Israel Y años” no se utiliza para ella. Tampoco se usa para Otoniel o Aod. Finalmente, sostienen que su papel como juez era temporal, no como la de los otros jueces, y apoya esto diciendo que ella estaba juzgando a Israel “en ese momento” (201). No estoy seguro de cómo esta cláusula temporal podría significar que ella era un juez por un período de tiempo limitado. Estos estados simples muestran el hecho de que, en un momento determinado de la historia de Israel, ella estaba funcionando como un juez. No nos dice por cuánto tiempo. Aprecio sus esfuerzos para armonizar el papel de Débora con su particular comprensión del papel de las mujeres en el pueblo de Dios; pero, la verdad es que su causa es bastante débil.
[137] Elena de White, ST, 16 de junio, 1881, 4. Aunque la responsabilidad principal de representar al pueblo de Dios era Débora, Barak sería su líder militar: “A pesar de que había sido designado por el Señor a sí mismo como el elegido para salvar a Israel, y que había recibido la seguridad de que Dios iría con él y someter a sus enemigos, sin embargo, él era tímido y desconfiado” (Ibíd., 6).
[138] 138 Ibíd., pár. 6.
[139] 139 Ibíd, pár. 4.
[140] Elena de White se hace eco de las palabras de Pablo, cuando escribe: “Estos quien Dios ha nombrado son obreros juntamente con Dios, y que han de ser respetados y honrados y amados” (RH, 10 de octubre de 1893, pár. 13). Esta declaración está precedida por una cita de Efesios 4:11-13: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros…”.
[141] Elena de White, MS 163, 1902; Ibíd., CTr, 146.
[142] Ibíd., RH, 21 de junio de 1887.
[143] Moon, “Ellen White, Ordination, and Authority”. Con el fin de conseguir un equilibrio en la discusión sobre este tema, ver, Dennis Fortin, “Elena de White, mujeres en el ministerio y ordenación de la mujer”, en este volumen.
[144] 144 Ibíd., PP, 48.
[145] 145 Ibíd., CT, 33.
[146] 146 Davidson, 7.
[147] Elena de White, ST, 29 de julio de 1897, pár. 7.
[148] Moon parece sugerir que ambos géneros se crearon “único, con fortalezas y debilidades complementarias… Así, el hombre tenía deficiencias que las mujeres podrían suplirlas, y viceversa” (11). No nos negaríamos el término complementariedad; pero, no usaríamos “debilidades” para referirnos al estado anterior a la caída.
[149] Elena de White, PP, 58-59.
[150] Moon, 21-22.
[151] Ibíd., 23.
[152] Moon intenta demostrar que la diferencia entre los cargos y dones es apoyado por Elena de White. Según ella, la organización de la iglesia en Jerusalén debía a ser el modelo de la iglesia en todos los lugares. Esta organización fue establecida sobre la base de tres etapas históricas. En primer lugar, fue la ordenación de los apóstoles de Jesús; en segundo lugar, el nombramiento de los siete diáconos; y, en último lugar, la concesión de los dones del Espíritu a cada miembro de la iglesia (25). Nada se dice sobre el nombramiento de ancianos. La idea es que los cargos fueron instituidos antes de que recibieran los dones del Espíritu. Pero, el hecho es que el único cargo que se instituyó antes de que los dones fueran otorgados a la iglesia, era la de los apóstoles. La venida del Espíritu en Pentecostés incluyó el fortalecimiento y los dones de la iglesia para su misión. El tercer paso no fue la recepción de los dones del Espíritu, sino la exhortación de Pablo a los miembros de la iglesia que usen sus dones de manera armoniosa. Esto es lo que escribió Elena de White: “Más adelante en la historia de la iglesia primitiva, una vez constituidos en iglesias muchos grupos de creyentes en diversas partes del mundo, se perfeccionó aún más la organización a fin de mantener el orden y la acción concertada. Se exhortaba a cada uno de los miembros a que desempeñase bien su cometido, empleando útilmente los talentos que se le hubiesen confiado. Algunos estaban dotados por el Espíritu Santo con dones especiales: ‘Primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero doctores; luego facultades; luego dones de sanidades, ayudas, gobernaciones, géneros de lenguas’ (1 Corintios 12:28). Pero, todas estas clases de obreros tenían que trabajar concertadamente” (Acts of the Apostles, [Mountain View, CA: Pacific Press Publishing Association], 1911, 91-92). Está claro que los cargos y los dones no pueden ser separados en función de la evolución histórica de la organización de la iglesia. Estuvieron juntos desde el principio.
[153] Elena de White, RH, 15 de enero de 1901, pár. 5.
[154] Moon, 27.
[155] Elena de White, 5T, 723.
[156] Moon, 28.
[157] Ibíd., 28-30.
[158] Ibíd., 30.
[159] Ibíd., 31.
[160] Ibíd.
[161] Elena de White, AA, 160.
[162] Moon siente que tiene que explicar porqué una mujer que predica, enseña y evangeliza, no puede bautizar. Esta es una buena pregunta. La respuesta es especulativa: “Debido a que el rito es un símbolo de la función que abre la puerta del liderazgo en la iglesia, y Pablo deja claro que una mujer no debe ejercer este tipo de autoridad en relación con los hombres” (41). Estoy seguro de que esto es una declaración muy lógica, pero es difícil, de hecho imposible, encontrar un lugar en donde Pablo se refiere a la cuestión de la función de una puerta de acceso de los ancianos. La clara implicación aquí, es que la autoridad final con respecto a lo que une a la iglesia, es la del anciano y no la de la propia iglesia (que incluirá las mujeres). Este tipo de razonamiento nos lleva muy cerca del poder del obispo en otras comunidades cristianas, cuyas enseñanzas y el modelo de la autoridad eclesiástica las rechazamos.
[163] Moon, 40.
[164] Moon, 41, al final de su documento, declara: “Parece que solo hay tres o cuatro funciones solamente para los hombres: la administración del bautismo, las organizaciones de las iglesias, la enseñanza autorizada/función disciplinaria y, posiblemente, la realización de la ordenanza de la Cena del Señor”. Estas limitaciones no se basan en lo que Elena de White indica claramente; pero, sí sobre inferencias basadas en la comprensión que él tiene de la supremacía masculina.
[165] A veces, Moon hace declaraciones sin pensar en sus consecuencias teológicas —todos, de vez en cuando, lo hacemos. Por ejemplo, escribe, “Dios llama a los hombres al ministerio, porque las cualidades masculinas son también un componente esencial de la imagen de Dios” (41). No estoy seguro de entender lo que quiere decir; pero, esto implicaría que solo los hombres fueron creados totalmente a imagen de Dios y, por tanto, las mujeres son un poco menos que los seres humanos que fueron creados a imagen de Dios.
[166] Fortin, 148.
[167] Elena de White, 21MR, 275. Ella también desestima una comprensión del matrimonio basada en la idea de tener autoridad sobre el otro: “Ninguno de los dos debe tratar de dominar. El Señor ha presentado los principios que deben guiarnos. El esposo debe amar a su esposa como Cristo amó a la iglesia. La mujer debe respetar y amar a su marido. Ambos deben cultivar un espíritu de bondad, y estar bien resueltos a nunca perjudicarse ni afligirse el uno al otro” (7T, 47). Es verdad que nuestros amigos sostienen que “el tener autoridad sobre” ha de entenderse como algo positivo y constructivo, y no como autoridad dominante. Pero, no hay manera de que eviten totalmente el aspecto negativo, porque se entiende que no permite a las mujeres enseñar. El elemento de control está siempre presente en su uso de la frase. Lo que hace esto aún más difícil, es que esta autoridad se ejerce especialmente sobre la base del género. Este es el único criterio independiente de la calidad del servicio de la mujer, su consagración al Señor y su compromiso con la misión.