Contemporáneas de Elena de White: Mujeres significativas en la iglesia de los pioneros

Contemporáneas de Elena de White: Mujeres significativas en la iglesia de los pioneros

Kit Watts

 

Sobre la autora: Kit Watts es editora asistente en la Adventist Review, una publicación general de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Ella tiene un título de Maestría en religión de la Universidad de Andrews, Berrien Springs, Michigan, y un grado de Maestría en Bibliotecología de la Universidad de Maryland en College Park.


¿Qué sería de la Iglesia Adventista del Séptimo Día sin publicaciones, escuelas, hospitales, y la Sociedad de Dorcas (Servicios Comunitarios Adventistas)? Si las mujeres no fueran enfermeras, contadoras, secretarias, preceptoras, escrituras, maestras, líderes de Escuela Sabática y músicas ¿por cuando la iglesia funcionaria tal como la conocemos? Ciertamente, sin una visión o una profeta para articularla, la iglesia hubiera tambaleado en su infancia. Y sin mujeres hoy, la iglesia se achicaría en un 60 por ciento.

Descubrir y contar sus historias en otro asunto. Durante el período de 70 años entre 1844, cuando Ellen Gould Harmon recibió su primera visión, y su muerte en 1915, ella llamó a las mujeres, con el sonido de su voz y la influencia de su pluma, a invertir sus talentos para el reino de Dios al tomar la obra a su alcance. Cientos y miles lo hicieron.

En 1926 Matilda Erickson Andross, la única mujer en compilar una historia general de la iglesia, completó Story of the Advent Message, un libro comisionado por la Departamento Misionero Voluntario de la Asociación General (AG), y escrito especialmente para los jóvenes. En su preámbulo, la Sra. Andross presenta el siguiente comentario: “Es un asunto lamentable que no podemos presentar a muchos más en este espacio, que tan pocas de nuestras nobles mujeres en el ejército del Príncipe Emanuel están presentes… De alguna manera, tantas de ellas se esconden detrás de sus esposos, y se escapan de la prensa, que se hace difícil aprender de ellas”.[1]

Pero, tal como Pablo podría expresarlo, estas mismas mujeres nos rodean como una gran nube de testigos. Cuando son ubicadas juntas, sus historias revelan el grado al cual las mujeres impulsaron cada fase del desarrollo y misión de la iglesia.

Entre sus biografías, la SDA Encyclopedia ennumera 63 mujeres. Los índices que se encuentran en las historias estándar de la iglesia complementan esta lista. Aunque un índice puede que no sea el mejor indicador del contenido de un libro, pero si refleja algo de lo que el autor y el publicador consideran importante.

Por ejemplo, la colección de cuatro tomos de Arthur Spalding Origin and History of Seventh-day Adventist, una de las históricas más anecdóticas, ennumera a alrededor de 150 mujeres en sus índices. Light Bearers to the Remnant, el libro de texto de Richard Swartz sobre la historia denominacional, ennumera a 30 mujeres, y C. Mervyn Maxwell, en Tell It to the World, tiene 33.

Arthur L. White, en su biografía de seis tomos sobre su abuela, registra a alrededor de 75 nombres de diferentes mujeres en sus índices.

El libro They Also Serve de Ava M. Covington, publicado en 1940, provee historias de 15 mujeres adventistas pioneras. En 1976, John G. Beach publicó Notable Women of Spirit, la primera historia documentada de las contribuciones de mujeres a la obra de la iglesia, un libro que da considerable información acerca de 32 individuos.

La lista de mujeres de la que hablaré aquí incluye muchas de las mujeres cuyas historias están contenidas en las obras referidas anteriormente, y varias que no son mencionadas en las historias previas. Algunos son pioneras y visionarias. Otras poseen un amplio rango de talentos y recursos. Algunas enfrentaron desafíos tras desafíos. Otras, enfocándose en un solo objetivo, la convirtieron en la obra de una vida. Una pocas, sin estar ocultas detrás de sus esposos o contemporáneos varones, se hicieron conocidas por derecho propio. Otras representan a todos aquellos que vivieron en el fondo. A menudo, mediante su invisibilidad, expresaron mejor la identidad de la iglesia, porque fueron fieles, abnegadas y cuidadosas.

 OBRA PUBLICADORA Y EDITORIAL

“Hay posiciones donde algunos pueden ganar mejores salarios que en la oficina, pero jamás podrán encontrar una posición más importante, más honorable o más exaltada que la obra de Dios en la oficina. Aquellos que trabajan fiel y desinteresadamente serán recompensados. Para ellos hay preparada una corona de gloria, en comparación de la cual todos los honores y placeres terrenales son como el pequeño polvo de la balanza.”[2]

“Los adventistas del séptimo día teníamos una publicación 10 años antes de tener un nombre. La tinta de la imprenta fue la sangre vital del naciente movimiento. Y las mujeres trabajaron lado a lado con los hombres al traer panfletos, revistas y libros que un día, Ellen White profetizó, serán esparcidos como hojas de otoño y rodearán al mundo como corrientes de luz”[3].

Annie Rebekah Smith (1828-1855), hermana mayor de Uriah Smith, tenía la misma edad de Ellen White. Después de su conversión al adventismo por Joseph Bates en 1851, ella envió el poema “No Teman Pequeño Rebaño” a la pequeña revista semanal Advent Review and Sabbath Herald.

Aunque Annie había abandonado la enseñanza debido a un problema en la vista, ella aceptó la invitación de James White para trabajar en la oficina de la Review. Ella tenía 23. Cuando los Whites viajaban ella publicaba la revista. Su inesperada muerte en 1855 debido a la tuberculosis acortó su obra de escribir himnos y poemas, algunos de los cuales aparecieron en el nuevo Seventh-day Adventist Hymnal.

La talentosa Adelia Patten Van Horn (1839-1922) se unió a la familia White en 1859 para cuidar a los niños. Ella estuvo con ellos cuando Henry, de 16 años, murió en el hogar de los Howland en Maine en 1863.

Adelia se casó con Isaac Van Horn en 1865, pero ella continuó sirviendo a la joven iglesia. Ella fue la cuarta editora del Youth’s Instructor, ocupando la responsabilidad de 1864 a 1867. De 1871 a 1873 ella sirvió como la quinta tesorera de la Asociación General; ella fue la primera de tres mujeres en ocupar ese puesto. Más tarde, en la década de 1870, ella y su esposo fueron pioneros en la obra adventista en el valle de Wall Walla, cuando el Estado de Washington aún era un campo misionero distante.

Maud Sisley Boyd (1851-1973) sirvió activamente a la iglesia por más de 60 años. Ella vio el comienzo de la obra adventista en los Estados Unidos, Suiza, Inglaterra, Sudáfrica y Australia. De acuerdo a su propio testimonio[4] la familia Sisley emigró de Kent, England, a Convis, Michigan en 1863, donde se convirtieron en guardadores del sábado. Maud era una de ocho hijos. James y Ellen White visitaron la granja de la familia en 1867, instándolos a mudarse a Battle Creek. Allí Maud, de 15 años, comenzó a trabajar en el cuarto de redacción de la casa publicadora.

Maud Sisley fue la primera mujer soltera adventista en ser llamada al servicio de la misión. En 1876 la Asociación General votó $10.000 para que J. N. Andrews estableciera una imprenta en Europa, pero él necesitaba ayuda para mantener la producción de nuevas publicaciones. En noviembre de 1877 Maud partió de Boston con William y Jenny Ings para proveer esa ayuda. Dos años más tarde ella regresó brevemente a su Inglaterra nativa para ayudar a J. N. Loughborough en el evangelismo pionero en tiendas. Ella también se casó con Charles L. Boyd. Cuando Adelia e Isaac Van Horn dejó a Asociación del Norte del Pacífico en 1882, Maud y Charles Boyd continuaron su obra pionera.

Los Boyds estuvieron entre los primeros misioneros adventistas que entraron en Sudáfrica en 1887. El clima cobró su precio; ellos perdieron a una hija, y regresaron a Estados Unidos cuando la salud de Charles comenzó a fallar. Él murió en 1898.

Sin embargo, los días pioneros de Maud no terminaron. En 1899 ella navegó a Australia para conectarse con el Colegio recientemente establecido en Avondale. Durante los siguientes nueve años ella sirvió como preceptora y maestra En sus últimos años, la Sra. Boyd fue una instructora bíblica, la primera en Australia, y luego en Loma Linda y Glendale, California.

En 1866, el mismo año que Maud Sisley se convirtió en una empleada adolescente en la Review and Herald Publishing Association, Minerva Jane Loughborough Chapman (1829-1923) también se unió a la planta permanente de la casa publicadora como tipeadora. De acuerdo a A. G. Daniells, habían solo 11 obreros en ese tiempo, incluyendo a James White, presidente de la institución.[5]

Los talentos de la Sra. Chapman pronto le trajeron nuevas responsabilidades, ella fue nombrada secretaria-tesorera de la asociación publicadora hasta que fue nombrada la editora del Youth’s Instructor de 1875 hasta 1879, y de nuevo desde 1884 hasta 1889. Ella se jubiló de la imprenta en 1893, después de 27 años de servicio.

Mary Kelsey White (1857-1890) comenzó a trabajar en la Review and Herald cuando tenia apenas 13, primero en la encuadernación, y más tarde en el cuarto de redacción. Cuatro años más tarde ella se mudó de Battle Creek, Michigan, a California, donde la Pacific Press Publishing Association fue establecida. Mary trabajó lado a lado con Willie White, el hijo de James y Ellen. En febrero de 1876 la joven pareja se casó. Al año siguiente ella se convirtió en la editora asistente de la nueva publicación Signs of the Times. Cuando ella y Willie regresaron a Battle Creek para estudiar, Mary dedicó un poco de tiempo para editar Youth’s Instructor de 1879 a 1880.

De 1885 a 1887, ella y Willie estuvieron estacionados en Basilia, Suiza, en el mismo tiempo en que Ellen White visitó Europa. Mary enfermó con tuberculosis y murió tres años más después de regresar a los Estados Unidos, para gran dolor de su esposo y suegra; tenía solo 33 años.

Adelaide Bee Cooper Evans era una adolescente cuando fue a trabajar a la Review and Herald en 1883. Ella comenzó como revisora a la edad de 13. Bajo Uriah Smith y A. T. Jones, se convirtió en editora de copias. Luego, de 1899 a 1904, editó el Youth’s Instructor, la primera en una larga línea de editores con largos períodos a cargo de esa publicación. Ella se casó con el presidente y gerente de la Review and Herald, I. H. Evans, en 1904. Juntos pasaron 16 años en Asia como misioneros. Ella continuó escribiendo, y quizás es mejor recordada como la autora de libros infantiles como Really Trulies.

Anna L. Ingels Hindson (1862-1933) se unió a la Pacific Press en 1883, no mucho después de convertirse en adventista del séptimo día. Ella tenía habilidades administrativas y editoriales. En 1893 ella fue a Australia y pronto fue nombrada como secretaria de la Unión Australasiana y más tarde como secretaria/tesorera de la Misión de Australia Occidental. Su período de 18 años de servicio editando el Missionary Leader y 34 años de edición del Australasian Record no tiene paralelo. Además, ella sirvió 8 años como la secretaria del Departamento de Jóvenes de la unión, y por 30 años como secretaria del Departamento de Escuela Sabática de la Unión Australasiana.

Fannie M. Dickerson Chase (1864-1956), quien enseño ciencia y matemática en la South Lancaster Academy por 20 años, ocupó el puesto de editora del  Youth’s Instructor durante uno de los términos más largos, sirviendo de 1903 a 1922. Lora E. Clemment aprendió bajo su liderazgo; Clement sucedió a Chase como editora y sirvió de 1923 hasta 1952.

 OBRA MISIONERA PERSONAL

Dios pide obreras fervientes, que sean prudentes, cordiales, tiernas y fieles a los buenos principios. Llama a mujeres perseverantes, que aparten su atención del yo y la conveniencia personal, y la concentren en Cristo, hablando palabras de verdad, orando con las personas a las cuales tienen acceso, trabajando por la conversión de las almas[6]

La obra editorial y publicadora marcó los primeros esfuerzos cooperativos del grupo de creyentes adventistas en la década de 1840 al definirse a sí mismos como grupo y a sus creencias como un mensaje. De esta raíz crecieron varias ramas. Las mujeres adventistas iniciaron y lideraron estos incipientes ministerios por muchos años. Con el paso del tiempo los nombres de estos ministerios han cambiado y los hombres han dominado su liderazgo. Pero originalmente fueron mujeres quienes los concibieron y los impulsaron.

Fueron las mujeres quienes desarrollaron la “obra misionera doméstica”, con centavos y oraciones de sus propias cocinas y salones. Ellas se organizaron para distribuir literatura impresa en sus vecindarios o enviarla por correo a países distantes. Ellas escribieron miles de cartas personales a creyentes desanimados o para contestar preguntas planteadas por no creyentes. Con el aliento de Ellen White, algunas llegaron a ver a sus propios pueblos como campos misioneros donde las visitas personales y los estudios bíblicos hablarían de Jesús. Otras reconocieron las necesidades de los pobres de comida y vestido. Y otras incluso trabajaron para sistematizar este ministerio y coordinar sus esfuerzos.

En junio de 1869 nueve mujeres organizaron la Vigilant Missionary Society. Esta sociedad fue pionera de las tres grandes ramas de la obra en nuestra iglesia actual: los Adventist Book Centers, los ministerios publicadores y el ministerio personal (ahora parte de ministerios eclesiásticos, y conocido en el pasado como actividades laicas o misiones domésticas). Otro descendiente abandonado de este experimento original es la obra de los instructores bíblicos.

María L. Huntley (1847-1890) se mudó a South Lancaster, Massachusetts, de Washington, New Hampshire, en 1870, cuando se unió a la Vigilant Missionary Society y fue electa como su segunda presidente[7]. El grupo primero se reunía los miércoles a la tarde a las 3:00 para orar por sus propios hijos o amigos cuya esperanza en el Advenimiento se había debilitado. Actuando además de orar, el grupo escribía cartas, visitaba a los desanimados, prestaba libros y regalaba literatura gratis. Su celo por compartir el evangelio era tan profundo que llevó a algunas a aprender nuevos idiomas para envira correspondencia a personas en países extranjeros.

Sintiendo el potencial de la sociedad, Stephen  Haskell en 1870 promovió al grupo como la Tract and Missionary Society (Sociedad Misionera y de Tratados). Mediante su influencia, el congreso de la Asociación General de 1874 estableció la General Tract and Missionary Society (Sociedad General Missionera y de Tratados) que más tarde sería Internacional. María Huntley se convirtió en su primera secretaria, un cargo que ella ocupó hasta su muerte 16 años más tarde a la edad de 43. Huntley fue la única mujer además de Ellen White en dirigirse en el congreso de la Asociación General en 1888 en Minneapolis sugiriendo la prominencia de esta obra en la denominación[8].

Otras dos miembros claves de la Vigilant Missionary Society que también sufrieron de mala salud fueron Mary Priest (1823-1889) y Mary How Haskell (1813-1894). Elegida como la primera secretaría del grupo de South Lancaster en 1869, Mary Priest se hizo cargo de sus responsabilidades hasta su muerte. El registro indica que ella escribió 6.000 cartas misioneras durante este período de 20 años[9]. Mary How era más de 20 años mayor que Stephen Haskell, además de ser inválida, cuando él se casó con ella[10]. Sn embargo, ella fue una leal obrera y le dio estabilidad y fortaleza al grupo misionero femenino.

Hetty Hurd Haskell era una maestra cuando se convirtió en una reunión campestre en Oakland, California, en 1884. Al año siguiente ella asistió a la recientemente establecida escuela para capacitar a obreros bíblicos en San Francisco. Su nueva carrera llevó a Hetty al servicio misionero en Inglaterra (1887-1892) y Sudáfrica (1892-1897).

En 1897 en uno de sus viajes misioneros, Stephan Haskell, ahora viudo, conoció a Hetty y la persuadió de ir a Australia y casarse con él. Ellen White que la vigorosa Hetty fue una de las “señoritas carpinteras” que sacaron a los hombres de un punto muerto cuando la construcción del colegio de Avondale se había paralizado[11]. Ella era una “mujer de rara habilidad como administradora” dijo Ellen White[12].

Loretta Viola Farnsworth Robinson (1857-1933) fue presumiblemente la primera instructora bíblica entre los adventistas del séptimo día cuando en 1884 ella y su esposo, Asa T. Robinson, iniciaron la obra misionera urbana en Worcester, Massachusetts[13]. La duodécima de los 22 hijos de William Farnsworth, Loretta tenía 10 años de edad cuando James y Ellen White junto con John Andrews llevaron a cabo un revive en la iglesia de Washington, New Hampshire. Ella fue una de los 13 jóvenes que eligieron ser bautizados a través del hielo en Millan Pond.

Los Robinson estuvieron entre los primeros misioneros en Sudáfrica y Australia. Loretta tenía reputación de ser una buena estudiante de la Biblia y una excelente predicadora[14].

Dos mujeres solteras cuyos ministerios como obreras bíblicas tendría perdurables efectos fueron Lucy Post y Caroline Luise Kleuser. Lucy Post (1845-1937) se convirtió al Adventismo cuando tenía 35[15]. Ella entró al desempleo denominacional en 1884, cuando se convirtió en una instructora bíblica en Minnesota, en las Dakotas y en Ohio. Cuando ella tenía casi 50 de edad la iglesia le pidió que se convierta en una misionera. Sin vacilación ella navegó a Sudamérica en 1895, junto con dos parejas casadas. Los colportores estaban levantando interés entre los inmigrantes alemanes, suizos, franceses e ingleses en Uruguay y Argentina[16]. Lucy pasó siete años trabajando principalmente entre la población anglo-hablante. Varios de sus “lectores” estuvieron entre los primeros en ser bautizados en Uruguay.

La obrera bíblica Louise Kleuser (1890-1976) se convirtió en la primera mujer en servir como asociada en la Asociación Ministerial de la Asociación General, después de haber servido muchos años como una secretaria educacional en asociaciones locales.

Nadie desafió a las mujeres adventistas para convertirse en misioneras domésticas más que Sarepta Myrenda Irish Henry (1839-1900). La Sra. Henry ingresó al Adventismo tarde en su vida. Enferma después de muchos años como una evangelista nacional para la Women’s Christian Temperance Union (Unión Femenina de Temperancia Cristiana o WCTU), ella se recuperó en el Sanatorio de Battle Creek, aceptó las enseñanzas adventistas, y comenzó a intercambiar correspondencia con Ellen White, que en ese entonces estaba en Australia. Aunque las dos nunca se encontraron, ellas sintieron en la otra un espíritu familiar.

La Sr.a Henry luchó con el rol público que ella misma había tomado en contra del licor, pero Ellen White la alentó a no cortar sus lazos con la WCTU[17]. Un dínamo de acción, ella sola y por su cuenta estableció un “ministerio de la mujer” entre los adventistas[18], y escribió un columna regular en la Review and Herald (Revista Adventista) de 1898 hasta su muerte a principios de 1900.W. Spalding la acredita con instituir en la Iglesia Adventista “el primer intento de un esfuerzo organizado para capacitar a los padres y darle ayuda con sus problemas”

Spalding la acredita con instituir en la Iglesia Adventista “el primer intento de un esfuerzo organizado para capacitar a los padres y darle ayuda con sus problemas”[19]. Reconociendo la naturaleza de su propio liderazgo y ministerio, el Comité de la Asociación General el 30 de marzo de 1898, registró lo siguiente:

“La secretaría presentó la cuestión de una licencia ministerial para la Sr.a S. M. I. Henry. Varios comentaron que según su juicio ella debería recibir una licencia ministerial, lo cual estaría más en línea con su tipo de obra. Una moción para concederle ese reconocimiento por parte de la Asociación General prevaleció”

El ministerio de ayuda social se remonta a la oración de un grupo de mujeres en octubre de 1874, en Battle Creek, Michigan. Ocho mujeres se convirtieron en miembros fundadores de la Asociación de Benevolencia y Dorcas. Martha Byington Amadon (1835-1937), hija del primer presidente de la iglesia, John Byington, se convirtió en la primera presidenta de Dorcas[20]. Dándole comida y ropa a los pobres, cuidando a los huérfanos y viudas, y ministrarles a los enfermos, eran los objetivos del grupo. Cuando el Departamento de Ministerio Personales fue organizado en 1913, la Sociedad de Dorcas se ubicó bajo su dirección.

Incorporando muchos de estas actividades del ministerio esfuerzos personales femeninos, el Departamento de Ministerios Personales fue organizado por primera vez como una rama del Departamento de Publicaciones en 1913 debido a su énfasis de distribución de literatura[21]. Se le pidió a Edith M. Graham (d. 1918), tesorera de la Unión Australasiana, que lo diriga.

Respondiendo positivamente a sus primeros cinco años de liderazgo y a su recomendación de que el Ministerio de Ministerios Personales sea reconocido como un departamento independiente, el congreso de la Asociación General de 1918 reeligió a Graham como su secretaria. Desafortunadamente ella murió unos pocos meses más tarde[22].

 ESCUELA SABÁTICA

“¿Quién puede representar mejor la religión de Cristo que las mujeres cristianas, mujeres que están trabajando fervientemente para llevar a las almas a la luz de la verdad? ¿Quién está mejor preparadas para la obra de la Escuela Sabática?”[23]

James y Ellen White pronto sintieron la necesidad de una publicación dedicada especialmente para los jóvenes. En agosto de 1852 ellos publicaron el primer número del Youth’s Instructor (Instructor de la Juventud), una revista destinada a servir a la juventud de la iglesia durante los siguiente 118 años. Aunque el primer número contenía cuatro “lecciones sabáticas” e instaba a los padres a usar el material y establecer escuelas sabáticas para incluso dos o tres niños,[24] no fue sino hasta 1855 en que se hizo un intento serio de proveer materiales de estudios bíblicos sistemáticos.

Adelia Patten es acreditada por preparar lecciones bíblicas especializadas para niños y jóvenes en 1863. Subsecuentemente, ella se convirtió en editora del Youth’s Instructor.

En 1869 G. H. Bell, siguiendo a Patten como editora del Youth’s Instructor, escribió dos series de lecciones para la revista y puso en práctica un programa de escuela sabática semanal en Battle Creek. De acuerdo a Spalding, Lillian Affolter enseñó una clase de los niños más pequeños. Afectuosamente era llamada la “clase del nido de un pájaro” porque, además de estar compuesto por los estudiantes más pequeños, se reunía en una habitación circular de planta alta en el Tabernáculo de Battle Creek.

EL jardín se volvió tan popular que “se convirtió en la meca de todos los visitantes y de todos los que conscientemente podían liberarse de otros deberes”[25]. Con F. F. Belden, Affolter produjo lecciones bíblicas especiales de la naturaleza y un cancionero para niños.

En 1877 la primera asociación de escuela sabática de un estado se organizó en California. Al año siguiente Eva Perkins (1858-1942) se convirtió en la primera secretaria de correspondencia. Desde ese entonces, las mujeres han estado íntimamente involucradas con la obra de la escuela sabática. Es necesario que se haga más investigación sobre sus contribuciones y liderazgos.

Anna L. Ingels Hindson (1862-1933) se convirtió en la Unión Australasiana y ocupó ese puesto hasta que se casó con James Hindson en 1898. Sin embargo, ella es más conocida por su sustancial contribución como secretaria del Departamento de la Escuela Sabática de la Unión Australasiana durante 30 años[26].

Una misionera pionera en Corea en 1907, Mimi Scharffenberg (1883-1919), ocupó muchos puestos. Además de ser superintendenta de la obra de escuela sabática, ella eventualmente editó la versión coreana de Signs of the Times (Señales de los Tiempos), enseño en escuelas, y tradujo publicaciones adventistas al coreado hasta dos años antes de su muerte a la edad de 35[27]. Su hermana, Theodora Scharffenberg Wangerin, que llegó a Corea con su esposo en 1909, continuó con mucho de la obra que Mimi había comenzado. La Sr.a Wangerin enviudó en 1917, pero pasó la mayoría de los 22 años siguiente en Corea hasta ser evacuada durante la Segunda Guerra Mundial. Durante 20 de esos años, ella sirvió como secretaria de Escuela Sabática en esa misión.

Aunque sus años de servicio se entienden más allá de este capítulo, ninguna discusión acerca de la obra de la Escuela Sabática estaría completa sin un relato de Flora (Lorena Florence) Fait Plummer (1862-1945). Nadie ha tenido un impacto más grande sobre las escuelas sabáticas de la denominación que ella. Ella dirigió el Departamento de la Escuela Sabática de la Asociación General durante 23 años, más tiempo que cualquier otra persona. (Ella y Edith Graham fueron la súnicas mujeres como cabezas de departamentos de la Asociación General hasta que M. Carol Hetzell fue nombrada cabeza del Departamento de Comunicación en 1975)[28]. Más que eso, ella modeló sus filosofías y políticas, y lo imbuyó con una visión que aún le da energía y propósito.

Mientras Flora y su esposo, Frank, estaban enseñando en escuelas públicas en Iowa en 1886, ella se convirtió en una adventista del séptimo día. Casi inmediatamente ella se hizo muy activa en la Asociación de Escuela Sabática de Iowa. En junio de 1891 ella fue elegida como su presidente. En 1897 las habilidades administrativas Sra. Plummer fueron reconocidas en dos maneras. Ella fue elegida secretaria de la Asociación de Iowa, y electa al comité ejecutivo de la Asociación Internacional de la Escuela Sabática. A principios de 1900, cuando Clarence Santee fue llamado a California, la Sra. Plummer se convirtió en la presidenta interina de la asociación, el único caso conocido de una mujer en ocupar ese puesto.

Con la reorganización de la Asociación General en 1901, la Sra. Plummer fue invitada para convertirse en la priemra secretaria de correspondencia del Departamento de Escuela Sabática. Ella también continuó como la cabeza del Departamento de Escuela Sabática de Minnesota hasta al menos 1903. Ella fue elegida como secretaria del Departamento de la Escuela Sabática de la Asociación General en 1913, un puesto que ella ocupó hasta su jubilación en 1936. El énfasis en historias misioneras semanales y ofrendas para misiones extranjeras puede ser trazado hasta la propia “valentía y determinación” de la Sra. Plummer, tal como ella se describe a sí misma en su autobiografía.[29]

 FINANZAS Y ADMINISTRACIÓN

“Se debe realizar una gran obra en nuestro mundo, y todos los talentos deben ser usados en consonancia con los principios justas. Si una mujer es nombrada por el Señor para hacer una determinada obra, su trabajo debe ser estimado de acuerdo a su valor. Cada obrero debe recibir su propio pago”[30]

“El Señor me instruyó que nuestras hermanas que han recibido una educación que las ha capacitado para posiciones de responsabilidad deben servir con fidelidad y discernimiento en su llamado, usando su influencia sabiamente y, con sus hermanos en la fe, obtener una experiencia que las prepara para una utilidad mayor”[31]

Debido a los gastos de publicar materiales, los adventistas necesitaban apoyo financiero. Ellos l lo buscaron principalmente mediante tarifas de subscripción y donaciones voluntarias de sus lectores. Más tarde, el dinero fue recogido para apoyar a los ministros, maestros, obreros médicos y misioneros. La iglesia pronto necesitó contadores y tesoreros competentes. Y las mujeres estuvieron entre aquellos que emergieron como líderes financieros.

Durante los primeros 20 años de la organización oficial de la iglesia, tres mujeres fueron investidas con responsabilidad para supervisar la tesorería de la Asociación General –Adelia Patten Van Horn, Fredricka House Sisley, y Minerva Jane Loughborough Chapman.

Las habilidades financieras de Adelia Patten fueron públicamente reconocidas cuando ella fue felicitada por la Review and Herald por fortalecer el débil estado financiero en la casa publicadora mientras James White estuvo enfermo[32]. El mandato de Adelia como tesorera de la Asociación General fue de 1871 hasta 1873, años de mucha dificultad financiera como deudas acumuladas en el Instituto de Reforma de la Salud.

Después de que Fredricka House (1852-1934) asistió al Colegio de Battle Creek, se convirtió en la secretaria/tesorera de la asociación publicadora. En 1875 ella se casó con William Conqueror Sisley, uno de los hermanos de Maud Sisley. Ese mismo año ella también se convirtió en la tesorera de la Asociación General. Ella ayudó a su esposo a fundar el Union College en 1890, y, como muchos otros líderes de ese tiempo, ellos se convirtieron en misioneros en Inglaterra, Sudáfrica y Australia[33].

Tal como se mencionó antes, Minerva Jane Loughborough Chapman (1829-1923), una hermana del administrador y evangelista pionero John Loughborough, doe veces editó el Youth’s Instructor. Indudablemente, su experiencia como tesorera de la asociación publicadora (comenzando en 1875) la llevó a su elección como tesorera de la Asociación General de 1877 a 1883. Durante los años 1885 y 1887, la Sra. Chapman se convirtió en la secretaria de correspondencia para la AG; durante parte de ese período (1884-1889) que ella sirvió su segundo término con el Youth’s Instructor[34].

Jennie Thayer (1853-19409 dividió su vida laboral para la iglesia entre responsabilidades editoriales y administración financiera. Sus padres, Abijah y Rhoda Thayer, estuvieron en el movimiento de 1844 y ente los primeros guardadores del sábado. Ella era su décimo tercera hija. Después de que hubo estudiado por dos años en el Colegio de Battle Creek, la Asociación de Michigan la contrató como su secretaria/tesorera de su naciente Tract Society (Sociedad de Tratados). Ella también fue la secretaria de la Asociación Estatal de Temperancia y Salud de 1879 a 1882.

Subsecuentemente, Jenny fue a Inglaterra por seis años, donde desarrolló su toque editorial al ayudar a J. N. Loughborough en su evangelismo pionero y esfuerzos editoriales.

Después de la inesperada muerte de Maria Huntley, Jennt se convirtió en la secretaria de correspondecia de la Sociedad Internacional de Tratados en Chicago. Ella también se convirtió en la secretaria/tesorera y auditora de la Unión del Atlántico –una de las pocas mujeres en alcanzar ese nivel en la denominación[35]. (Otra fue Edith Graham, que fue tesorera de la Unión Australasiana antes de entrar al Departamento de Ministerios Personales de la Asociación General en 1913).

Muchos consideran que Nellie Helen Rankin Druillard (1844-1937) como una de las mujeres más destacadas del Adventismo y una financista particularmente capaz[36]. Ella fue una de las 10 niñas pelirrojas de una familia adventista en Wisconsin[37]. Spalding declara que Ida Rankin fue la primera preceptora de mujeres en el Colegio de Battle Creek y permaneció activa en la enseñanza. Effie Rankin se convirtió en la primera matrona en Battle Cree y más tarde en el Union College. Melissa fue la madre de Lora Clement, quien editó el Youth’s Instructor por más tiempo que cualquier otra persona.

Nelli Rankin llegó al éxito rápidamente en el campo de la educación. Ella enseñó en el Wisconsin rural, después se mudó a Boulder, Colorado, donde pronto fue la superintendenta de las escuelas de la ciudad. Después de trabajar brevemente en el Sanitario de Battle Creek, se mudó a Nebraska. Por varios años ella supervisó las escuelas públicas en Furna County.

En 1886 Nellie aceptó la invitación de la Asociación de Nebraska para convertirse en la secretaría de la Sociedad de Tratados. Dos años más tarde ella fue electa como tesorera de la asociación. Mientras tando, ella se casó con el comerciante Alma Druillard, un hombre de dinero. En 1889 los Druillards fueron a Sudáfrica. Nellie inmediatamente se convirtió en la tesorera y auditora de la asociación.

La Sra. Druillard ayudó en la fundación de tres instituciones adventistas significativas: el Colegio Misionero Emanuel (EMC por sus siglas en inglés), el Colegio de Madison y el Sanatorio de Riverside.

Mientras ella era tesorera del recientemente establecido EMC en 1903, su esposo murió. Pero en 1904, con el aliento personal de Ellen White, ella donó dinero para ayudar a E. A. Sutherland, P. T. Magan y Bessie DeGraw a fundar el Colegio de Madison en Tennessee. La Sra. Druillard, de 60 años, se convirtió en la tesorera y consejera fiscal de la escuela por los siguientes 20 años.

A la edad de 78 años ella se determinó a hacer algo por los “negros del sur”. Su determinación y contribución financiera dirigió la apertura del Sanitario Riverside en 1927. A Nellie Druillard se le atribuye haber organizado por su cuenta la institución y la capacitación de sus obreros. En 1985, a la edad de 91, ella le entregó el hospital a la Asociación General[38].

 OBRA MÉDICA

“En casi todas las Iglesias hay jóvenes y señoritas que pueden recibir educación como enfermeros o médicos. Ellos nunca tendrán una oportunidad más favorable que ahora”[39]

“Ya sea en misiones extranjeras o en campos locales, todos los misioneros, tanto hombres como mujeres, ganarán un acceso más rápido a la gente… si son capaces de ministrar a los enfermos”

Las mujeres que van como misioneras a tierras paganas pueden de esta manera encontrar oportunidades para llevar el evangelio a las mujeres de estas tierras, cuando todas las demás puertas de acceso están cerradas”[40]

En 1865, cuando la Iglesia Adventista del Séptimo Día no tenía más de 4.000 miembros, Ellen White se dio cuenta que escribir y dar discursos sobre la reforma de la salud no era suficiente. Ella visualizó un lugar donde los principios de una vida saludable podrían ser enseñado y practicados, y donde aquellos que estuvieran enfermos pudieran ser ayudados a recuperarse[41]. En mayo de 1866 el congreso de la Asociación General votó establecer un lugar así, y en septiembre el Instituto Occidental de Reforma de la Salud admitió a sus primeros pacientes, el predecesor del Sanatorio de Battle Creek[42].

Una de los dos primeros médicos era Phoebe Lamson. Aunque la información es escasa, aparentemente ella fue capacitada por el Dr. James C. Jackson, un destacado reformador de la salud y defensor de la hidroterapia en Dansville, New York.

El Dr. Lamson trabajó en Battle Creek por varios años. De acuerdo a John Harvey Kellog, “ella se entregó sin reserva a su trabajo y sirvió en una manera invaluable a la institución, no solo mediante buenas consultas médicas, sino mediante la alegría y consolación cristiana que ella siempre estaba lista para dar a los pacientes desanimados”[43]

Katherine (Kate) Lindsay (1842-1923) es la figura femenina más destacada en la obra médica adventista pionera. Nació en Wisconsin de padres inmigrantes escoceses presbiterianos, Kate pronto demostró un espíritu independiente. Cuando Isaac Sanborn predicó en su área, ella se unió al grupo de guardadores del sábado a pesar de las protestas de su madre[44].

Aunque Kate permaneció en su hogar ayudando hasta que tuvo 25 años, ella anhelaba tener educación pero solo fue capaz de completar octavo grado. Poco después de la Guerra Civil ella se matriculó en una escuela de enfermería recientemente establecida que era dirigida por el reformado de salud Dr. R. T. Trall. Kate se mudó al instituto de salud de Battle Creek en 1869. Alentada por sus colegas, ella ingresó a la Universidad de Michigan en 1870 con la segunda clase que aceptaba mujeres como estudiantes de medicina. A pesar de la noción prevaleciente de que las mujeres no estaban capacitadas para la educación superior debido a su salud delicada, Kate se graduó en 1875 como la primera de su clase.

Al regresar a Battle Creek, la Dr. Lindsay hizo campaña incansablemente por una escuela adventista de enfermería. Se abrió en 1883. Como una de las profesoras, ella promovió y demandó competencia profesional de sus estudiantes, que la admiraban y la temían.

Después de 20 años en Battle Creek, la Dr. Lindsay se convirtió en misionera en el Sanitario Claremont en Sudáfrica en 1895. Después de regresar a los Estados Unidos en 1900, ella se asentó cerca del Sanatorio de Colorado, que había abierto en oulder solo cinco años antes. Aunque ella sirvió como supervisora médica en 1902[45], ella invirtió sus talentos principalmente en la escuela de enfermería hasta su retiro en 1920.

Lauretta Eby Kress (1863-1955) estudió enfermería bajo la estricta Dr. Lindsay en Battle Creek[46]. Tal vez bajo la influencia de la doctora, Lauretta y su esposo, Daniel, eligió estudiar medicina en la Universidad de Michigan, graduándose en 1894. En el Sanatorio de Battle Creek una de sus pacientes memorables fue S.M.I. Henry, cuya milagrosa sanación y conversión pudo presenciar[47].

Los Kress navegaron a Inglaterra en 1899, inaugurando la obra médica adventista allí[48]. La Dr. Lauretta dio dicursos sobre la reforma del vestifo a multitudes de mujeres conservadoras que aún vestían corsés pesados y a la moda. En dos ocasiones las mujeres se volvieron tan cuidosas acerca de su vestido que ella se vio obligada a dárselo para que lo inspeccionen, mientras continuaba hablándoles en “mi ropa interior rosada”[49].

Después de la muerte de su hija mayor y la enfermedad del Dr. Daniel, ellos regresaron a los Estados Unidos para recuperarse. Pero más tarde en 1900 ellos viajaron a Australia y Nueva Zelanda por otros siete años de servicio misionero.

Cuando el Sanatorio y el Hospital de Washington abrieron en Tahoma Park, Maryland, en 1907, el Dr. Daniel se convirtió en el primer director médico, y la Dr. Laurette sirvió como la primera cirujana[50]. La Dr. Lauretta presumiblemente ayudó a nacer a más de 5.000 bebes durante su carrera[51].

Florence Armstrong Keller (1875-1974) se mudó con su familia de Arkansas al Estado de Washington en carro, alrededor de 1895. Allí su padre ayudó a construir el Colegió de Walla Walla, y ella es convirtió en miembro de la primera clase que se registró en el nuevo colegio[52]. Más tarde ella se graduó del Colegio Americano Médico-Misionero de Kellogg.

En 1901 Florence partió para dar servicio misionero en Nueva Zelanda. Ella había sido precedida por su enamorado del colegio, el Dr. Peter Martin Keller. Después de su matrimonio, sirvieron juntos durante 19 años en Nueva Zelanda, y , al igual que los Kress, tenían la reputación de ser un impresionante dio médico. En su obra pionera, la Dr. Florence se convirtió en la médica de la familia real Maorí.

Más tarde, como profesora en el Colegio de Evangelistas Médicos, ella fue fundamental para recaudar fondos para construir el Centro Médico Memorial White, el cual abrió en 1918. Una activa médica por 67 años, ella continuó haciendo cirugías y viendo pacientes seis días a la semana hasta que tuvo 92[53].

Los misioneros y enfermeros que se capacitaron en Battle Creek se esparcieron por todo el mundo, usando hábilmente sus talentos, tal como Ellen White lo predijo, se convirtieron en el “brazo derecho” de la iglesia. El sustantivo compuesto “médico misionero” sería parte del vocabulario adventista durante las décadas siguiente.

Tal vez parte de la convicción de Ellen White acerca de la obra médica surgió de sus observaciones personales, durante sus años australianos, de cómo tratamientos simples podían salvar vidas y disipar la oposición del adventismo. Sara McEnterfer (1854-1936) fue una enfermera de Battle Creek que comenzó a trabajar para Ellen White en 1882, cuando tenía 28 años. Ella se unió a la Mr. White en Australia en 1885. Como no había ningún médico en un radio de 50 kilómetros de Cooranbong, los talentos de enfermería de Sara constituían el único servicio médico para toda el área[54].

En 1897 Ellen White anotó en su diario muchos de los tratamientos que Sara realizaban salvando vidas[55]. Al aumentar las necesidades, ella propuso construir un hospital allí. “El hospital debe erigirse de inmediato, o temo que tendremos que enterrar a Sara. Ella es considerada como la médica más exitosa al tratar a los enfermos. Ella ha estado trabajando día y noche, y está realmente muy cargada”[56]. Poco después, la Asociación Australasiana Misionera-Médica y de Benevolencia anunció planes para construir una escuela de enfermería en 1899[57].

 EDUCACIÓN

¿Por qué las mujeres no deberían cultivar el intelecto? ¿Por qué no deberían responder al propósito de Dios en su existencia? ¿Por qué no deberían conocer su propio poder, y darse cuenta que estos poderes le han sido dados por Dios, y deben luchar para hacer uso de ello en su máxima extensión al hacer bien a otros, al avanzar la obra de la reforma, de verdad y bien real en el mundo?”[58]

El Señor usará a mujeres inteligentes en la obra de la enseñanza. Y que nadie piense que estas mujeres, que entienden la Palabra, y que tienen habilidad para enseñar, no deberían recibir remuneración por sus labores. Ellas deberían ser pagadas al igual que sus esposos. Hay una gran obra para que las mujeres hagan en la causa de la verdad presente. Mediante el ejercicio del tacto femenino y un uso sabio de su conocimiento de la verdad bíblica, ellas pueden remover las dificultades que nuestros hermanos no pueden resolver”[59]

Los adolescentes y jóvenes contribuyeron significativamente al liderazgo en la creciente Iglesia Adventista del Séptimo Día en las décadas de 1840 y 1850. Ellen Harmon tenía solo 17 años cuando recibió su primera visión en diciembre de 1844. Ella se casó con James White cuando ella tenía 19 y él tenía 25.  John Nevis Andrews fue ordenado como ministro en 1853, cuando tenía 24. Uriah Smith se convirtió en el editor de la Review and Herald en 1855, con apenas dos años de experiencia; él tenía 23 años. Después de un curso médico de dos años, John Harvey Kellogg, de 24 años, fue nombrado supervisor del Instituto Occidental de Reforma de la Salud en Battle Creek.

Esto puede ayudar a entender porque la educación fue una iniciativa tardía entre los proyectos de reforma de los adventistas. Pero eventualmente los pioneros, mientras esperaban y oraban por el pronto regreso de Jesús, tuvieron que enfrentar el asunto de si educaban a sus hijos o no.[60]

Martha Byington figure en la primera escuela entre los adventistas guardadores del sábado. Su padre, John Byington, comenzó a guardar el sábado en 1852 después de leer una de las primeras copias de la Review and Herald. James y Ellen White visitaron su hogar en Buck’s Bridge, New York. Alrededor de 1853 Byington alentó a Martha, de 19 años, a enseñar en una escuela a los niños de los guardadores del sábado de esa región. Martha tenía más de una docena de pupilos en una escuela que se reunía durante un año en el hogar de Aaron Hilliard[61].

Pero el verdadero compromiso del adventismo con la educación vino en 1872 en Battle Creek. El primer año la escuela abrió bajo el nombre Battle Creek College, Eva Perkins Miler Hankins (1858-1942) se matriculó como estudiante. En 1879 ella se casó con Eli B. Miller y se graduó del colegio en 1880. Eva y Eli enseñaron en Battle Cree durante los 12 años siguientes. En 1892 los Miller estuvieron entre aquellos que fueron a África como los primeros misioneros de la iglesia en el campo de la educación. Durante los tres años allí, Eva en ocasiones sirvió como contadora, maestra, preceptora, y matrona del Claremont Union College, (predecesor del Helderberg College), mientras Eli era el rector. Más tarde ellos trabajaron brevemente en los Walla Wall College y Union College.

Después de la muerte de Eli en 1900, Eva continuó enseñando en Battle Creek. En 1903, ella se casó con Ira J. Hankins. Eva trabajó brevemente en la Asociación de Indiana como secretaria educacional antes de regresar a África, donde se convirtió en secretaria educacional de la unión y editora asistente del South African Sentinel[62].

Flora Harriet Lampson Williams (1865-1944), cuya familia se mudó a Battle Creek alrededor de 1877, asistió al Battle Creek College y comenzó una carrera en la enseñanza de escuelas públicas. Ella fue llamada a Keene, Texas, en 1894, donde los adventistas habían comprado 800 acres de tierra y estaban estableciendo una escuela para servir en el suroeste. Bajo la guía de la Sr.a Williams la escuela comenzó a educar maestros de primaria en 1897.

En 1910 la Sra. Williams fue llamada para diriguir tres departamentos de la asociación de Michigan: el de educación, Misioneros Voluntarios, y escuela sabática. Ella comenzó una carrera de 20 años en la Asociación General en 1921 como secretaria asistente en el Departamento de Educación, ayudando a Arthur W. Spalding. En este puesto ella también editó la revista Home and School hasta que fue descontinuada en 1937[63].

Los diez años que Sarah Elizabeth Peck (1868-1968) pasó trabajando para Ellen White influenciaron fuertemente su contribución a la educación adventista. Sara estaba interesada en enseñar en escuelas primarias, pero las tres o cuatro escuelas que la iglesia había establecido antes de su graduación en Battle Creek College en 1888 eran de nivel secundario o terciario. Su primer trabajo fue en la escuela de la Asociación de Minnesota en Minneapolis, la predecesora de la Maplewood Academy[64].

Más tarde, Sarah navegó a Cape Town, Sudáfrica para enseñar en el Claremont Union College, el primer colegio adventista en ser establecido fuera de los Estados Unidos. En 1896 ella se convirtió en la tercera rectora del Claremont Union College, después de Eli Miller y Nellie Rankin Druillard[65].

En 1898 ella aceptó un llamado para Australia, después de que los líderes de la iglesia finalmente consintieran el tercer pedido de Ellen White por su ayuda. De acuerdo al relato de Sarah de la primera noche en que ella se unió junto con los demás empleados para un culto vespertino, la Sra. White le dijo: “Usted debería haber estado aquí hace seis años”.

Sarah regresó a los Estados Unidos con Ellen White en 1900, pero se volvió cada más involucrado en el área de educación. Ella ayudó en la preparación del libro La Educación, el cual fue publicado en 1903; enseñó en la Escuela del Sanatorio en Emshaven en 1904[66]; y en 1906 comenzó a escribir la durable serie True Education Readers.

De 1908 a 1914 ella enseñó en el Union College. Regresó a California para ser supervisora de educación en esa asociación por dos años, y concluyó su carrera en el Departamento de Educación de la AG[67].

La obra adventista entre los negros no comenzó hasta que Edson White fundó la Southern Missionary Society a principios de la década de 1890. Durante este tiempo, él lanzó el Morning Star, un bote que navegó el río Mississippi[68]. Anna Knight (1874-1972), sin embargo, ingresó por accidente a la fe adventista, leyendo Signs of the Times luego de que alguien respondiera su pedido por materiales de lectura. La hija de un ex-esclavo agricultor, Anna no tenía permitido ir a una escuela solo para blancos. Así que mediante una determinación increíble, ella se educó a sí misma.

Con la ayuda de amigos adventistas, Anna asistió a la Mount Vernon Academy en 1894; en 1898 ella se graduó del Battle Creek College como una enfermera misionera, y regresó a su pueblo en Mississippi, construyendo una escuela de sostén propio para enseñar a niños blancos en el condado de Jasper.

Asistiendo a la Asociación General de 1901, Anna supo de la necesidad por enfermeras en la India, y se convirtió en misionera allí durante seis años. Pero la obra que ella había comenzado en el condado de Jasper comenzó a debilitarse, así que ella regresó para reedificarla más firmemente. En 1909 se mudó a Atlanta para ser enfermera, maestra y obrera bíblica; más tarde ella trabajó en el departamento de educación de la asociación local[69].

El nombre de W. W. Prescott es prácticamente un sinónimo con la educación adventista. Pero también fue importante la influencia de su esposa, Sara F. Sanders Prescott (1856-1910), cuya propia experiencia educacional incluyó estudios en la Universidad de Harvard “como una estudiante externa, tomando parte del curso para mujeres”. A. G. Daniells recordó que durante los nueve años que Prescott fue rector del Battle Creek College su esposa “estuvo asociada profundamente con él en la obra educacional, a veces como maestra, y siempre activa en compartir las pesadas responsabilidades de la escuela”[70].

La vida de Bessie DeGraw Sutherland (1871-1965) exige investigación interpretativa. Ella fue miembro del triuvirato reformador que incluyó a E. A. Sutherland y Percy T. Magan. Ella ayudó a Sutherland en responsabilidades administrativas cuando trabajaron juntos primero en el Walla Walla College (1894-1896), y más tarde en el Battle Creek College (1897-1901), donde Magan fue un maestro de historia y de la Biblia.

Los tres fueron fundamentales en reestablecer la escuela como Emmanuel Missionary College, en la zona rural de Berrien Springs. Juntos fundaron el Madison College en 1904, respaldados por el aliento de Elena de White y la inversión de Nellie Rankin Druillard. DeGraw permaneció en el colegio misionero y de sostén propio, completando un doctorado cuando tenía 61 años.

En 1953 la esposa de más de 60 años de Sutherland, Sally Bralliar, murió. Al año siguiente Bessie se casó con su colega de tanto tiempo; ella tenía 83 y el 89[71].

 MISIONERAS EN EL EXTRANJERO

“El Señor ayudará a aquellos que usen las capacidades que Dios les confió para la gloria de su Nombre. ¿Se volverán misioneras vivientes nuestros jóvenes y señoritas que creen en la verdad?”[72]

“La iglesia de Cristo fue organizada por propósitos misioneros… En cada época desde el advenimiento de Cristo, la comisión evangélica ha impulsado a hombres y mujeres para ir hasta los fines de la tierra para llevar las buenas nuevas de salvación a aquellos que están en la oscuridad”[73]

AL no estar formalmente organizados como iglesia sino hasta 1863, los adventistas del séptimo día enfocaron sus energías en predicar sus creencias distintivas y establecer su propia identidad en vez de realizar mucha misión. Un artículo del 26 de Abril de la Review and Herald opinaba que “todo el mundo pagano está dotado con misiones… tres cuartas partes de la superficie de la tierra está bajo gobierno e influencia cristiana”, y “los misiones que –por medio siglo- has estado trabajando han afectado casi toda parte del globo”. El autor concluía: “Esto se parece mucho al cumplimiento de la profecía anterior [Mateo 24:14]”

Pero gradualmente la consciencia adventista se despertó y el sentido de misión global comenzó a crecer. Mientras esto pasaba, las mujeres estuvieron entre los primeros en la vanguardia.

Soltera y teniendo menos de un dólar en su cartera, Georgia Burrus Gurgess (1866-1948) se sentó en su carro lista para ir a la India. Ella había escuchado que el Dr. J. H. Kellogg les había aconsejado a los líderes de la misión que no la enviaran, porque creía que ella no soportaría el calor tropical. Ella temía que si el comité cancelara su nombramiento.

Afortunadamente, W. H. Hall, administrador del sanatorio, se fijó en ella y pudo 80 dólares en sus manos como un regalo de despedida[74]. Georgia Burrus llegó a Calcuta en enero de 1895. Ella trabajó allí la mayor parte de los 40 años siguientes, y durante la mayor parte de ese tiempo fue pionera entre los no cristianos. Sola y sosteniéndose a sí misma durante el primer año, ella estudió el lenguaje bengalí. Con una joven, una de sus primeras conversas, Georgia abrió una escuela para chicas hindúes. Mediante estos contratos educativos, ella eventualmente obtuvo acceso a algunos hogares hindúes, donde las mujeres eran mantenidas recluidas.

En 1903 ella se casó con Luther burguess, secretario/tesorero de la recientemente establecida Misión India. Él renunció a su puesto en la Misión y juntos se establecieron para alcanzar a los 80 millones de personas que hablaban Indostaní.

En el proceso, la salud de Luther se debilitó. Georgia lo trajo de nuevo a los Estados Unidos, pero nunca perdió su determinación de regresar a la India. Según se reporta, ella ayudó a vender 20.000 copias de la nueva revista de Stephen Haskell The Bible Training School a 10 centavos cada una para pagar su boleto de regreso y ayudar a establecer la obra entre los indostaníes[75].

Una vez que otros misioneros, o locales entrenados, se les unieron, Georgia y Luther continuaron adelante, esta vez para trabajar entre el pueblo Khasi. Ellos se jubilaron en 1935, cuando Georgia tenía 69.

Hattie André (1865-1952) fue otra mujer soltera que se convirtió en una misionera pionera. En 1893, con otros siete adventistas, navegó en el segundo viaje del Pitcairn. Ella se sintió miserable durante la mayoría de los 33 días del viaje, siendo, en sus propias palabras, “la más pobre de los marineros”[76].

Después de arribar, Hattie permaneció en las pequeñas islas montañesas enseñando en una escuela, comenzando con 41 pupilos. Varios de sus compañeros del Pitcairn fueron a otras misiones en el sur del pacífico[77]. Ella registró su soledad mucho después: “Usualmente los barcos visitaban la isla solo cuando se desviaban de su curso, y rara vez tenían alguna carta para los isleños. Estuve en la Isla de Pitcairn un año entero sin recibir ni una sola carta de mi hogar”[78].

Cuando Hattie regresó a los Estados Unidos en 1896, ella realizó obra bíblica brevemente en Kentucky. El mismo año se abrió el colegio de Oakwood, con 16 estudiantes negros; ella fue una de las tres maestras blancas en la nueva institución, y permaneció allí por tres años.

Mientras tanto, desde Australia, Ellen White le escribió una carta personal a Hattie André instándola a que considere realizar servicio misionero allí, y ella aceptó[79]. Después de ocho años en Australia, Hattie André fue pionera en el Pacific Union College en Howell Mountain, Angwin, California[80].

Once años más tarde, ella se jubiló tempranamente para cuidar de su anciana madre, y se mudó a Hinsdale, Illinois[81].

Lucy Post (1845-1937), la onceava de una familia de 14 hijos, creció sin conocer otra cosa sino la vida de frontera. Su familia se mudó mediante un carro de bueyes desde Wisconsin a Minnesota, donde sus únicos amigos eran niños Sioux. Ella no tuvo la oportunidad de recibir educación formal sino hasta que tuvo 12 años y no se convirtió en adventistas del séptimo día sino hasta que tuvo 35 años.

Unos pocos años después de su bautismo, Lucy conoció a Ellen White en una reunión general. “¿Post dijiste?” preguntó la Sr.a White. “Es un buen nombre fuerte. Mi hermana, que siempre puedas ser un pilar en la casa de nuestro Señor”.  Después de estudiar en la Chicago Mission, Lucy se convirtió en una exitosa instructora bíblica en las asociaciones de Minnesora, Dakota y Ohio.

A la edad de 50, Lucy Post se ofreció como voluntaria para ir a Sudamérica con los primeros misioneros enviados por la Asociación General. Más de 40 años antes Zina, el hermano mayor de Lucy, había emigrado a Sudamérica. El 26 de julio de 1895 ella lo encontró en Uruguay y comenzó a compartir sus creencias con su familia y amigos. Varios de ellos estuvieron entre los primeros guardadores del sábado en el área. Ella permaneció en Sudamérica, trabajando principalmente en las poblaciones anglohablantes, hasta 1902[82].

Después de regresar a los Estados Unidos, ella fue a Idaho donde su hermano la ayudó a desforestar 160 acres para poder vivir. Mediante caballo y carro ella retomó la obra bíblica para la asociación local y se mantuvo activamente involucrada en esa obra hasta que tuvo 70 años[83].

 EVANGELISMO Y MINISTERIO PASTORAL

“Fue María la primera persona que predicó a Jesús resucitado; y la influencia refinadora y suavizadora de las mujeres cristiana es necesaria en la gran obra de predicar la verdad ahora. Si hubieran veinte mujeres donde ahora hay una que hagan de salvar las almas su obra acariciada, veríamos muchos más conversos a la verdad. La diligencia celosa y consistente en la causa de dios será completamente exitosa, y las asombrará con sus resultados.”[84]

Desde el comienzo del movimiento adventista, la participación de las mujeres fue lo suficientemente significativa como para que algunos se preocuparan en intentaran desacreditar el movimiento mismo. Los metodistas, bautistas y otros enfrentaron un dilema similar. En revives que inundaron el país, las mujeres al igual que los hombres respondieron al llamado de abandonar sus pecados y ser convertidos. Ellas pronto quisieron testificar a Cristo abiertamente en reuniones. Para resolver la tensión entre sus convicciones de que ellas debían hablar y las convenciones sociales que les negaban el liderazgo público, lo grupos de oración y estudio de la biblia solo para mujeres se volvieron bastante populares. El propio ministerio de Ellen White nació en ese contexto.

Pero cada vez más a menudo las mujeres predicadoras hablaban ante multitudes “promiscuas” (de hombres y mujeres mezclados) y llevaban a cabo un ministerio efectivo. Aunque ninguna de estas mujeres adventistas evangelistas está enumerada en la SDA Encyclopedia, la investigación sugiere que ellas tuvieron un impacto significativo en la iglesia del siglo diecinueve.

En 1868 Elbert B. y Ellen S. Lane vendieron su granja en Michigan, y ambos comenzaron a predicar. Ese mismo año, de acuerdo al historiador Bert Haloviak, Ellen Lane se convirtió en la primera mujer en recibir una licencia ministerial.[85]

Los Lane mantuvieron revives y reuniones en tiendas en Ohio, Indiana, Virginia y Tennessee. Ellen era una predicadora poderosa. Un sábado a la mañana en Virginia, su esposo habló ante 35 oyentes; al día siguiente una multitud de 650 se reunió para escucharla a ella[86].

Haloviak declara que “la “licencia para predicar” o “licencia ministerial” era tomada muy en serio por la denominación, dado que era vista como la ruta hacia la ordenación plena y la recepción de credenciales ministeriales”. En 1878 el congreso de la Asociación General votó una resolución para que “aquellos que apliquen para una licencia para predicar el mensaje del tercer ángel deban, antes de recibir una licencia, ser examinados por un comité competente acerca de sus cualificaciones doctrinales y educacionales”[87]. Un par de días más tarde, la licencia de Ellen Lane fue renovada por la Asociación de Michigan. Ella y Elbert trabajaron como un equipo hasta su muerte en 1881, y ella continuó sola hasta 1889.[88]

Sarah A. Hallock Lindsey se convirtió al adventismo alrededor de 1860 y se casó con un predicador laico llamado John Lindsey un par de años más tarde. Su ministerio, de acuerdo al historiador Brian Strayer, desempeñó un rol clave al mantener las iglesias juntas en Pennsylvania y New York durante un tiempo de apostasía y falta de liderazgo.[89]

En la confusión que siguió a la caída de Nathan Fuller de la presidencia de la asociación por causa de adulterio, Sarah y John visitaron iglesias esparcidas, alentando a los creyentes. La asociación reconoció sus esfuerzos en 1872 al licenciarlos a ambos. Los Lindsey se convirtieron, de esta manera, en dos de los cinco licenciados en la asociación. Los dos debían predicar, mantener reuniones evangelísticas, y dirigían juntas de iglesias y comités[90].

Hattie Enoch recibió su licencia para predicar en Kansas en 1879.[91] Su efectividad no pasó desapercibida por el presidente de la AG, G. I. Butler, que estaba visitando el lugar. Al reportarle a Ellen White el prometedor trabajo de revives de los licenciados, Butler escribió que “entre estos están Marshall Enoch y su esposa, que es una oradora pública que trabaja con su esposo. El Pastor Cook (pastor en Kansas que pronto se convirtió en el presidente de la asociación) piensa que ella es una mujer obrera en estas cosas que el resto de los pastores del estado”[92]. Hattie y Marshall más tarde fueron pioneros en la obra en Bermudas.[93]

En el período de nueve años entre 1896 y 1905, Lulu Wightman levantó 12 iglesias en el estado de New York. Ella también fue liecnciada en 1898. Seis años más tarde, su esposo también fue licenciado; juntos establecieron otras cinco iglesias. Haloviak sugiere que esto “la posicionaría no solo como la evangelista más destacada en el Estado de New York durante su tiempo, sino entre las más exitosas dentro de la denominación en cualquier período de tiempo”[94].

Cobb, un pastor y contemporáneo de la Sra. Wightman observó en una carta de 1897 que “una buena señorita obrera logrará tanto como el mejor hombre que tenemos, y estoy cada vez más convencido de que esto es así. Miren la obra de la hermana Lulu W.; ella ha logrado más en los últimos dos años que cualquier otro pastor en este estado”. En 1903 un secretario de estadística en la Asociación General confirmó eso.

En ese tiempo, New York tenía 11 pastores y dos instructores bíblicos. Pero el 60 por ciento de los nuevos conversos fueron ganados por dos pastores (los Wightman) y una instructora bíblica, la Sra. D. D. Smith

La Sra. Wightman se volvió ampliamente conocida fuera de los círculos denominacionales por su defensa de la libertad religiosa. Su esposo reportó en una ocasión en 1909 que ella habló ante la Casa de Representantes en la legislatura de Missouri sobre “El Aumento de la Libertad Religiosa en los Estados Unidos”. Desafortunadamente, los Wightman se desalentaron y no permanecieron en la Iglesia Adventista del Séptimo Día[95].

Minnie Day Sype (1869-1956) se convirtió al adventismo gracias a su suegro, J. L. Sype, en 1889. En 1902 su esposo, Logan, mudó a la familia de Iowa al área de la frontera en el oeste de Oklahoma. Durante un amargo invierno, ellos perdieron su ganado y vendieron la mayor parte de sus pertenecías solo para comprar comida, pero levantaron una nueva iglesia. Ella invitó al presidente de la asociación a venir y organizar el grupo. Después, para su sorpresa, ella recibió un cheque de 25 dólares de la asociación y una invitación para su esposo y ella para evangelizar a tiempo completo[96].

Incluso en la frontera ella encontró oposición como mujer predicadora. Sintiéndose abrumada con desesperación, ella le dijo al Señor: “Nunca podré hacer esto”. “Pero mientras estaba llorando y orando a Dios una fuerte impresión vino a mi. Supe que era de Dios. “Mi fuerza es suficiente”. Me levanté de mis rodillas determinada a hacer cualquier cosa que mis manos encuentren para hacer y dejarle el resultado a Dios. Aunque sea criticada, no rechazaré el llamado de Dios”[97]

Al seguir su promesa de hacer “lo que sea”, la Sra. Sype caminó y viajó en caballo y carro, carretas y trenes, todo para predicar, dar estudios bíblicos, mantener debates públicos con otros pastores, dirigir reuniones en tiendas, vender libros y revistas, y recoger ofrendas. En 1906 los Sype regresaron a Iowa tras ser invitados insistentemente por el presidente de la asociación de allí[98].

En los años siguientes, la Sra. Sype se convirtió en la secretaria del departamento de ministerios personales de la asociación y realizó obra misionera en las Bahamas. Durante su vida como evangelista y pastora, ella trabajó en Pennsylvania, Washington, Oregon, Idaho y Florida.[99]

 STAFF PERSONAL DE ELLEN WHITE

“He estado leyendo algunos capítulos del libro sobre educación. La hermana Peck ha esta reuniendo este tema de la masa de mis escritos, cuidadosamente seleccionados preciosas partes de por aquí y por allá, y ubicándolas juntas en un orden armonioso”[100]

“Leí todo lo que está copiado, para ver si todo está de la manera en que debe ser. Leí todo el manuscrito del libro antes de que sea enviado a la imprenta”[101]

El grupo de mujeres que trabajó personalmente para Ellen White parece haberse perdido en las sombras o, en ocasiones, han desfilado bajo el poderoso reflector de la crítica. Afortundamente, la biografía en seis tomos de Arthur White sobre su abuela abre para los lectores generales vistazos en estas relaciones que incluían empleo, creencias compartidas, comunes circunstancias domésticas y amistad genuina.

Tres que merecen atención son Sarah Peck, Sara McEnterfer y Marian Davis.

Sarah Elizabeth Peck (1868-1968) dedicó la mayor parte de su vida a la educación. Pero se unió a la Sra. White en Australia. Ella pasó la mayor parte de su primer año clasificando y organizando los escritos de su empleadora. La Sra. White trajo caja tras casa de páginas tipeadas al living y las vació en el suelo, y dijo “Ahora este es tu trabajo. Clasifica estas copias para que pueda encontrar cualquier escrito que necesite”. El trabajo de Sarah Peck aún es la base del sistema de indexación usado en el Patrimonio White actualmente.[102]

Entre los últimos meses en Australia y el regreso a los Estados Unidos en 1900, Sarah pasó un tiempo considerable de más de cuatro años ayudando a la Sra. White en organizar el material para el libro La Educación, el cual fue publicado en 1903. Después de 10 años trabajando con la Sra. White, Sarah regresó a la enseñanza a tiempo completo en 1907, en Union College.[103]

Sara McEnterfer (1854-1936), quien rara vez es mencionada en la SDA Encyclopedia, trabajó para la Sr.a White un par de meses después de la muerte de James, hasta la muerte de Ellen 33 años más tarde. Ellen White describe a Sara como “mi compañera en viajes. Mientras estamos viajando ella se encarga de todos los asuntos. Ella también me da tratamiento. Ella es una enfermera capacitada”[104]

Cuando Elena de White fue a Europa, en 1885, Sara la ayudo con su escritura y edición, usando la caligrafía “con buen efecto”[105]. Incluso cuando la Sra. White estaba postrada en cama a veces le dictaba cartas a Sara.[106] Sara anotaba los discursos y sermones de la Sra. White en taquigrafía y más tarde las escribía[107].

La Sra. White fue a Australia en 1891 y Sara se le unió allí en 1895. En 1897, durante un descanso en el edificio de Avondale College, Ellen White llamó a un obrero y le ofreció los servicios de Sara. Aunque uno de los hombres hizo “comentarios despreciativos” acerca de “señoritas carpinteras”, la Sra. White reportó a Willie que “ni una de esas palabras fue respondida”. Más tarde algunos admitieron que “el trabajo diligente de las mujeres han hecho más ara inspirar diligencia en los hombres en la obra que cualquier charla u orden”[108]

En 1900 Sara se mudó con Ellen White a Esmshaven en el norte de California. Willie White observó “Sara McEnterfer, además de actuar como enfermera y conductora, está haciendo un trabajo fiel como la secretaria de mi Madre. Ella lee y responde… cartas que ella no tiene tiempo para lidiar, y responde muchas otras cartas de acuerdo a las instrucciones de mi Madre”.[109]

Marian David (1847-1904) fue la principal asistente de Ellen White al producir varios libros, incluyendo El Deseado de Todas las Gentes, el Ministerio de Curación, Patriarcas y Profetas, La Gran Controversia, El Discurso Maestro de Jesucristo, Palabras de Vida del Gran Maestro, y El Camino a Cristo. De hecho, la Sra. White la llamó “mi hacedora de libros”[110]

La madre de Marian había sido bautizada por Joseph Bates alrededor de 1868, y la familia se mudó a Battle Creer. Después de enseñar en la escuela y trabajar como correctora en la Review and Herald, Marian comenzó a trabajar para los White.

El enfoque de la obra de Marian fue organizacional y editorial. Tal como Ellen White le explicó el proceso interactivo a G. A. Irwin, Marian “toma mis artículos que están publicados en nuestras revistas, y las pega en libros en blanco. Ella también guarda una copia de todas las cartas que escribo. Al preparar un capítulo para un libro, Marian recuerda que he escrito algo sobre un punto en especial, lo cual hace todo el tema tenga más fuerza. Ella comienza a buscarlo, y cuando lo encuentra, ve si algo hará que el capítulo sea más claro, y ella lo agrega.

Los libros no son la producción de Marian, sino mía, reunido de todos mis escritos. Marian tiene un gran campo del cual extraer, y su habilidad para ordenar el tema es de gran valor para mi. Me ahorra tener que revisar una gran cantidad de material, porque no tengo tiempo para eso”.[111]

Marian era perfeccionista, con los pro y contra de ese tipo de personalidad. En un punto en la preparación de El Deseado de Todas las Gentes, Ellen White escribió cansada que Marian estaba abrumando a Willie y a ella con el chequeo de detalles. “A veces pienso que nos matará a ambos, todo innecesariamente, con sus pequeñas cosas que ella podría resolver sola en ves de presentarlas a nosotros. Ella nos advierte de cada pequeño cambio de una palabra. Estoy un poco cansada de este asunto”.[112]

Sin embargo, la Sra. White reconoció y apreció el incansable esfuerzo de Marian. Después de que Marian contrajo tubercolisis en 1903, Ellen White le escribió en varias ocasiones, ofreciéndole ánimo y consejo: “Que ningún pensamiento ansioso venga a tu mente… veré que todas las facturas de gastos sean pagadas”. Luego ella agregó: “En tanto tu y yo vivamos, mi casa es tu casa”.

“Por favor come”, le instó la Sra. White a Marian. Mientras el tiempo pasaba y la situación se volvía más desoladora, ella le dijo: “Marian, si tu te vas antes que to, nos veremos de nuevo allí… Deja tus pobres, nerviosas manos en su mano firme y deja que Él te sostenga y fortalezca, te anime y consuele… ¡Oh, desearía estar contigo en este momento! Con mucho amor”[113]

 CONCLUSIÓN

Lo que se ha presentado en las páginas anteriores es solo un vistazo de las vidas y obra de mujeres selectas que ayudaron a construir la iglesia que conocemos, amamos y servimos. Ellas son las más notables entre una hueste de mujeres triunfadoras. Cada una de nuestras vidas ha sido afectada por sus logros y éxitos. Ellas han trabajado en muchos frentes y en muchos roles. Lo que ha sido presentado es solo un pequeño tributo a aquellas distinguidas y anónimas heroínas que persistieron en sus luchas en contra de desafíos de todo tipo, y que vencieron para ellas mismas y para todos nosotros.


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Referencias

[1] Matilda Erickson Andross, Story of the Advent Message (Washington, D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1926).

[2] Ellen G. White, Testimonies for the Church (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub Assn., 1948), vol. 3, p. 194.

[3] Ellen G. White, Life Sketches of Ellen G. White (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub Assn., 1915), p. 125

[4] Australasian Record, 7 de junio de 1937, pp. 1-3

[5] “Obituaries”, Review and Herald, 3 de enero de 1924, p. 22

[6] White, Testimonies, vol. 6, p. 118

[7] Ella M. Robinson, S. N. Haskell, Man of Action (Washington, D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1967), pp. 25-28.

[8] John G. Beach, Notable Women of Spirit (Nashville, Southern Pub. Assn., 1976), pp. 25, 26.

[9] Seventh-day Adventist Encyclopedia (Washington, D.C.: Review and Herld Pub. Assn., rev. 1976), p. 1150.

[10] Robinson, pp. 13, 14

[11] Arthur L. White, Ellen G. White: The Australian Years (Washington, D.C.: Review and Herld Pub. Assn., 1983), pp. 294-297. (Ver también carta 152 de 1897 de E. G. White)

[12] Ibid., p. 308

[13] The SDA Encyclopedia, p. 1224

[14] Ibid.

[15] Robert G. Wearner, “Lucy Post: Pioneer Pillar In Adventist Missions”, Adventist Review, 3 de Marzo de 1988, pp. 19, 20

[16] SDA Encyclopedia, p. 1139

[17] Carta 54 de 1899 de Elena G. de White

[18] Suplemento incluido en la Review and Herald, 6 de Diciembre de 1898, p. 3

[19] Arthur W. Spalding, Origin and History of Seventh-day Adventists (Washington, D.C.: Review and Herld Pub. Assn., 1961), vol. 3, p. 200.

[20] SDA Encyclopedia, p. 399, 36

[21] Ibid., pp. 1169, 772.

[22] Review and Herald, 24 de Octubre de 1918, p. 12.

[23] Elena G de White, Welfare Ministry (Washington, D.C.: Review and Herld Pub. Assn., 1952), pp. 164, 165

[24] SDA Encyclopedia, p. 1629

[25] Spalding, vol. 2, p. 71

[26] SDA Encyclopedia, p. 586

[27] Ibid., p. 1292

[28] Actualmente dos mujeres sirven como directoras de departamento en la Asociación General: Shirley Burton, Comunicación, y Rose Otis, Oficina de Ministerios para la Mujer.

[29] Flora L. Plummer, autobiografía sin fechar y sin publicar (probablemente escrita en 1939) conservado en el E. G. White Research Center, James White Library, Andrews University, Berrien Springs, Michigan, Documento Archivo 1346, p. 5. Ver también SDA Encyclopedia, p. 1129.

[30] Ellen G. White, Evangelism (Washington, D.C.: Review and Herld Pub. Assn., 1946), p. 491

[31] Ellen G. White, Welfare Ministry, p. 158

[32] SDA Encyclopedia, p. 1353; Review and Herald, 15 de Marzo de 1934, p. 23

[33] SDA Encyclopedia, p. 256; Review and Herald, 3 de Enero de 1924, p. 22

[34] SDA Encyclopedia, p. 1477, 1478; Review and Herald, 31 de Octubre de 1940

[35] R. W. Schwarz, Light Bearers to the Remant (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub. Assn., 1979), pp. 565, 566, 245, 247.

[36] Spalding, vol. 2, p. 45

[37] SDA Encyclopedia, pp. 402, 1221

[38] SDA Encyclopedia, pp. 402, 1221

[39] Ellen G. White, (Counsels on Health (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub. Assn., 1923), pp. 506, 507.

[40] Ibid., pp. 83, 84

[41] SDA Encyclopedia, p. 575

[42] Ibid., pp. 135, 136

[43] Carta de John Harvey Kellog a Mary E. Lamson, 2 de febrero de 1922. Copia en el Adventist Heritage Center, James White Library, Andrews University, Berrien Springs, Michigan.

[44] Kathyrn Jensen Nelson, Kate Lindsay, M.D. (Nashville: Southern Pub. Assn., 1963), pp. 29-36

[45] SDA Encyclopedia, p. 176

[46] Lauretta Kress, Under the Guiding Hand (Washington, D.C.: College Press, 1941), p. 108.

[47] Ibid., pp. 71-78

[48] Ibid., p. 105

[49] Ibid., p. 102

[50] SDA Encyclopedia, p. 1572

[51] Review and Herald, 25 de Agosto de 1955

[52] Review and Herald, 4 de Abril de 1974

[53] SDA Encyclopedia, p. 722

[54] Ellen G. White, carta 363 de 1907

[55] Arthur L. White, pp. 329, 330

[56] Ellen G. White, carta 73 de 1899

[57] Arthur L. White, pp. 428-432

[58] Ellen G. White, Evangelism, p. 467

[59] Ibid., p. 491; también Ellen G. White, carta 142 de 1909

[60] George Knight, ed., Early Adventist Educators (Berrien Springs, Mich.: Andrews University Press, 1983), pp. 1-10

[61] SDA Encyclopedia, pp. 210, 36; Review and Herald, 25 de Marzo de 1937, p. 23; 22 de Junio de 1944, pp. 6, 7

[62] SDA Encyclopedia, pp. 100, 556

[63] Ibid., pp. 1610, 1406; Review and Herald, 18 de Enero de 1945, p. 20

[64] Spalding, vol. 2, p. 47; SDA Encyclopedia, p. 852

[65] SDA Encyclopedia, p. 579

[66] Ellen G. White, Selected Messages (Washington, D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1958, 1980), book 3, pp. 214-226.

[67] SDA Encyclopedia, p. 1085

[68] Ibid., pp. 928, 1396, 1397

[69] Anna Knight, Mississippi Girl (Nashville: Southern Pub. Assn., 1952); SDA Encyclopedia, p. 743

[70] Review and Herald, 23 de junio de 1910, p. 23

[71] SDA Encyclopedia, p. 1442; Warren S. Ashworth, “Edward A. Sutherland, Reformer,” Knight, pp. 180, 181

[72] Ellen G. White, Messages to Young People (Nashville: Southern Pub. Assn., 1930), p. 197

[73] Ellen G. White, Gospel Workers (Washington, D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1915), p. 464.

[74] Ava M. Covington Wall, They Also Served (Washington, D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1976), p. 65-79

[75] SDA Encyclopedia, p. 204

[76] Carol Crider, “Hattie André: Pioneer Missionary” (unpublished manuscript, 1979, basado en material guardado en la Pitcairn Collection, Adventist Heritage Center, James White Library, Andrews University, Berrien Spring, Michigan)

[77] Review and Herald, 17 de Octubre de 1893

[78] UMyrna Beth George, “Pioneer Women” Youth Instructor, 7 de Junio de 1932, p. 3

[79] Ellen G. White, carta 197 de 1899

[80] SDA Encyclopedia, p. 43

[81] Ibid.

[82] Ibid., p. 1139

[83] Alguna de esta información fue extraída de un boceto biográfico no publicado de Lucy Post escrito por su sobrina, Frances M. Kenndy

[84] Ellen G. White, Welfare Ministry, p. 146

[85] Bert Haloviak, “Adventist Heritage Calls for Ordination of Women” Spectrum 16, No. 3, (Agosto de 1985): 52

[86] Schwarz, Light Bearers to the Remnant (Mountain View, Calif.: Pacific Press Pub. Assn., 1979), p. 135

[87] Haloviak, p. 52; Review and Herald, 17 de Octubre de 1878, pp. 122-124

[88] SDA Encyclopedia, p. 763; Haloviak, pp. 52, 53

[89] Brian Strayer, en Adventist Heritage 11: No. 2 (Otoño de 1986): 18-24

[90] Ibid. p. 25

[91] Ver Haloviak, pp. 53, 60

[92] Ibid., p. 53

[93] SDA Encyclopedia, p. 150

[94] Haloviak, p. 54

[95] Ibid., p. 56

[96] Minnie Sype, Life Sketches and Experiences in Missionary Work (Hutchinson, Minn.: Seminary Press, 1916), pp. 31, 33, 62, 70; Review and Herald, 30 de Agosto de 1956, p. 27

[97] Ibid., pp. 71, 72

[98] Ibid., pp. 98-101

[99] Review and Herald, 30 de Agosto de 1956, p. 27

[100] Arthur L. White, Ellen G. White: The Early Elmshaven Years (Washington. D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1981), p. 180

[101] Ellen G. White, carta 133 de 1902

[102] Review and Herald, 19 de Marzo de 1964, p. 9

[103] Shirley Annette Welch, “The Life and Writings of Sarah Elizabeth Peck” (manuscrito sin publicar, Adventist Heritage Center, James White Library, Andrews University, Berrien Spring, Michigan, 1977) SDA Encyclopedia, p. 1085

[104] Ellen G. White, carta 133 de 1902

[105] Ellen G. White, manuscrito 16ª de 1885; ver también Arthur L. White, Ellen G. White: The Lonely Years (Washington, D.C.: Review and Herald Pub. Assn., 1984), p. 291

[106] Arthur L. White, The Lonely Years, p. 339

[107] Ibid., pp. 339, 340

[108] Arthur L. White, The Australian Years, pp. 297, 298

[109] William C. White, carta del 11 de Mayo de 1903

[110] Arthur L. White, The Australian Years, p. 381

[111] Ellen G. White, Selected Messages, book 3, p. 91

[112] Ellen G. White, carta 64a de 1889

[113] Ellen G. White, Selected Messages, book 2, pp. 251-254

One thought on “Contemporáneas de Elena de White: Mujeres significativas en la iglesia de los pioneros

  1. Excelente recuento histórico. Y yo creo que bastaría con ver los miles y millones de mujeres que hoy sirven al Señor en distintos ministerios, si Dios no nos ha llamado, ¿por qué lo haríamos? Si lo hizo, ¿por qué alguien nos negaría esa tarea?
    Muchísimas bendiciones a todas las mujeres que sirven a Dios y todos los hombres que lo hacen también

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